Las cosas que empecé de grande, de Rodrigo Manigot
Un tono literario propio y bien afinado
Daniel Gigena
El músico, cantante y escritor Rodrigo Manigot (Buenos Aires, 1968) prosigue con el ciclo iniciado en 2020 con Donde no van las melodías y continuado en El aire del mundo, de 2022, donde se enfocaba, respectivamente, en su recorrido por el rock nacional a partir de la adolescencia y en la historia familiar. En este tercer tomo, si bien el autor recupera ambas instancias, deja que predomine su relación con la literatura, no solo como letrista ávido de inspiración a la hora de componer canciones sino también, y más específicamente, como alguien que quiere convertirse en escritor.
Son recurrentes en el libro las escenas de Manigot escribiendo cuentos, poemas y novelas en Castelar, Villa Gesell, Morón y barrios porteños, así como también los momentos de inseguridad sobre el valor de lo escrito. Paradójicamente, esta vacilación afianza una voz propia y bien afinada.
La lectura maravillada de Juan Carlos Onetti, William Faulkner y Marcel Proust se acompasa con lecciones de guías como Alicia Dujovne, Flor Monfort, Ángeles Salvador y Santiago Llach (que le aconsejó evitar la autoedición y “publicar” en Facebook). Y con vivencias: “Leía a Pavese mientras, como los personajes centrales de sus novelas, iba a los casorios a conversar y emborracharme, pero nunca a bailar”.
“Habría que discutir si escribir no es en el fondo hacer memoria”, puntea al pasar Manigot en las primeras páginas de Las cosas que empecé de grande. Hacia el final, cuando la juventud ya quedó atrás, otra “cosa” iniciada en la adultez asoma y permite prever una nueva entrega autobiográfica sobre la experiencia de la paternidad.
Las cosas que empecé de grande
Por Rodrigo Manigot
La Crujía
240 páginas, $ 21.500
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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