lunes, 1 de julio de 2024

MARCOS ACOSTA....RETRATOS PARA NO OLVIDAR....GRACIAS Y QUE DIOS TE BENDIGA


En Nueva York | Un artista pintó durante seis meses 85 retratos de las víctimas del atentado a la AMIA
La muestra del artista cordobés Marcos Acosta, que se inauguró en el Consulado Argentino en Nueva York, es parte de las conmemoraciones por el 30° aniversario del ataque terrorista
María Paula Zacharías
e Memoria–Retratos de vida, la muestra de Acosta
El artista Marcos Acosta vivió por años con su propio sistema de supervivencia en Córdoba, tierra que lo vio nacer y que lo inspira en sus pinturas de gran tamaño, donde pone en tensión el paisaje y la huella del hombre. No ha sido fácil. En la pandemia, pintó durante seis meses 85 retratos de las víctimas del atentado a la AMIA y los donó a la entidad. Y ahora, después de haberse mudado al país del Norte, tiene su primera exposición individual en Nueva York con ese conjunto de pinturas.
La muestra, que se inauguró en el Consulado Argentino en Nueva York, Re Memoria–Retratos de vida, es parte de las conmemoraciones por el 30° aniversario del ataque terrorista y permanecerá expuesta hasta el 19 de julio. “Este trabajo es, sin duda, algo muy importante en mi vida. Va más allá de mi carrera. Pintar a cada una de las víctimas ha sido un viaje muy profundo en el aspecto humano. Para mí ha sido un orgullo y un honor”, dijo el artista en la inauguración, el 6 de junio pasado.
En plena cuarentena por Covid, se dedicó a la tarea titánica de traer a la vida con su pincel la imagen de las víctimas del atentado. Las acuarelas llevan el nombre y la edad que cada uno tenía en el momento en que fue asesinado. La entidad costeó materiales y gastos, pero el artista donó su trabajo y toda la obra. “Me parecía que este encargo había llegado a mí como una especie de misión, y que no era ético cobrarlo como artista ni desde el punto de vista humano”. No fue poco trabajo. El conjunto se vio en un museo virtual durante 2020, y después estuvo expuesto en la entidad.
Para recrear cada retrato el área de producción de la AMIA lo ayudó a conseguir fotografías de las víctimas en situaciones cotidianas como abrazos, cumpleaños, niños en upa. “Las imágenes que llegaban a mis manos estaban ya atravesadas por el paso del tiempo. Mostraban la realidad de cada uno, lo que le han robado a cada persona. Muchas eran de muy mala calidad, estaban fuera de foco, incluso había una fotocopia color. Las traté como si fueran una especie de joya que yo tenía que recrear nuevamente, pero también desde la técnica de la acuarela trataba de imitar los efectos de desgaste que muchas veces había sufrido esa imagen, que además llegaba por mail”, dice Acosta.
Sebastián Barreiros, 5 años
“A veces, la memoria y el recuerdo son inalterables, pero no pasa lo mismo con las fotos familiares. En pocos casos se conservan los negativos y las copias en papel dan cuenta del paso del tiempo. Ahí es donde se empieza a construir este ejercicio de la memoria plástica: volver sobre una imagen y traerla al presente a través de la reescritura del rostro y de la reafirmación de los rasgos a partir de cada pincelada”, señala Elio Kapszuk, director de Arte y Producción de la AMIA.
Fue muy impactante para el artista reencontrarse con esas caras del otro lado del mundo. Ahí estaba, por ejemplo, un pariente que viajó para la inauguración, Gabriel Fail, hijo de Esther Raquel Klin. “Es como un premio inesperado. Hace muy poco que llegué a este país, y todo lo que me ha pasado en medio año es increíble”, dice.
Hace cinco meses hizo un gran cambio de vida. “Empecé este camino autoproclamándome artista a los ocho años –cuenta Acosta–. Tomé ese rumbo, o el rumbo me tomó a mí. Y nunca aflojé. En una primera etapa siempre tuve apoyo de mis padres, y no tuve que preocuparme de otra cosa que aprender y producir. Cuando tenía 17 años, mi papá falleció y ahí cambiaron las cosas. Empecé a preocuparme de cómo vivir de esto, y tomé la decisión firme de que este sería mi camino y que nunca me iría de Córdoba, lo que complicaba todavía más las cosas. En la Argentina ser un artista es difícil. No sé cómo el país tiene tantos y tan buenos artistas. Lo que me permitió hace más de quince años vivir del arte fue la firme convicción de no apartarme de mi propia búsqueda. En un ambiente adverso, donde no hay un mercado del arte, me volví especialista en supervivencia. Me administré a mí mismo, me desilusioné de muchas galerías, de proyectos que inicié... Así construí una forma de sobrevivir”.
Ileana Mercovich, 21 años
La receta consistía en ser su propio jefe, galerista, gerente de taller y sostenerse con una red de compradores de obras en cuotas. No eran coleccionistas específicamente, sino personas que pagaban una módica suma al mes para recibir un cuadro a largo plazo y así entre todos conformaban un ingreso más que respetable para el artista. Además, daba clases regularmente en su taller.
“Mi mayor hallazgo fue esa red de mecenazgo que aún sigue funcionando. Ese sistema me permitió dedicarme a producir arte: unas veinticinco personas que te alientan y te sostienen para progresar en tu carrera. Funcionó muy bien más de diez años. Nunca logré con galerías esa sensación de trabajo en equipo”, cuenta. Como muchos artistas, además, daba clases desde los 14 años. “Ahora me parece extraño. Yo ayudaba a pensar a cada uno lo que tenía que hacer. Los caminos son propios, únicos”, explica.
Todo cambió cuando conoció a Agustina Mistretta, una argentina que desde junio de 2021 dirige una galería en Aspen, Hexton, que fue fundada originalmente por Bob Chase a mediados de los noventa en el Upper East Side de Nueva York.
Mistretta se crio en otro paisaje montañoso, Bariloche, y hace nueve años vio en Instagram algo especial en las pinturas de las sierras cordobesas de Acosta, intervenidas con raras geometrías. En 2022 lo invitó a realizar su primera exposición. Pintó toda una serie y la envió. No pudo viajar, pero se abrieron muchas oportunidades.
Más tarde viajó, expuso en Dallas, publicó un libro, participó en ferias internacionales como Expo Chicago, fue agasajado con un asado con coleccionistas en la galería y también fue invitado a conocer paisajes para inspirarse, porque su obra se nutre de la naturaleza y su cruce con las ciudades.
“Hasta ese momento, yo siempre me fabriqué las oportunidades –señala Acosta–. Renegué de concursos. Me volví especialista en crear oportunidades para seguir con mi carrera. Cuando empecé a desarrollarme con Hexton, por primera vez sentí que había gente trabajando para crear mis oportunidades y que yo solo tenía que hacer mi obra. Eso fue mágico. Por fin, era parte de un equipo con gente que respetaban mi labor como artista y que me daban la misma importancia que otros artistas de su galería, como Christo o Eric Fischl. No me trataron diferente por ser un artista latinoamericano que todavía nadie conoce en Estados Unidos. Me dio mucha paz, más allá de lo económico. Un reconocimiento profundo del artista como un trabajador. Por fin encontré el sueño del socio perfecto para desarrollarme”.
José Enrique Ginsberg, 43 años
En enero se mudó a Denver, Colorado, con su mujer y sus dos hijos. “Acá amplío las posibilidades de mi carrera, que aparecen todo el tiempo. No hay techo. Puedo proyectarme a donde los sueños me lleven. Siempre aposté mucho económicamente por mi trabajo. Arriesgué mucho: edité mis libros, financié muestras enormes, pagué fletes... Fueron muchos actos de fe. Trabajé muchísimo. Me apoyó mucha gente. Fue maravilloso hacerlo. Todo esto me hizo fuerte y me dio un gran entrenamiento. Aporté mi propio grano de arena para que la sociedad mejorara desde la cultura”, dice.
La inversión sigue, multiplicada en EE.UU., pero siente una garantía de retorno. “Hay estabilidad, y si uno trabaja las cosas suceden, mejoran. Sin este giro del destino, hoy estaría muy complicado económicamente en Córdoba. Estoy agradecido por todo lo vivido”, piensa.
Colorado es para Acosta un catálogo de paisajes. “Hay montañas como las de Patagonia, desiertos parecidos a La Rioja o Catamarca, lagos, bosques... hay una estepa ¡que parece Marte! Y hay momentos en que tengo la sensación de estar en Córdoba”, cuenta. Sus pinturas se nutren de eso: refleja cómo esas formas de agua y piedra resuenan en su interior, y qué preguntas le hacen.
Evoca lo que recuerda: rocas, pastizales, nubes, desde un sentimiento ante la inmensidad que no está en el registro fotográfico que le sirve de guía. Entonces, sus horizontes son universales. Son todos a la vez. Su aproximación no es intelectual, sino sensitiva y espiritual. No se puede pensar el paisaje, no es posible entenderlo. Apenas se puede sentir.
La obra Despúes de la tormenta, de Marcos Acosta

Ya tiene un estudio montado, una casa y los chicos se integraron al colegio. “Yo siento que no elegí venir, sino que el lugar me trajo por algún motivo. Acá el contraste entre lo natural y lo humano está muy presente. El clima y la naturaleza son muy extremos. El mundo es uno solamente y las fronteras las inventamos nosotros. Al ver tantas similitudes entre lugares distantes entendés que el mundo es una repetición de las mismas cosas. Mi obra no habla específicamente del paisaje, sino que indaga en la relación de nosotros con nosotros mismos, con la excusa de la naturaleza como un espejo para mirarnos. Por eso todos los paisajes me sirven”, explica.
La ciudad también es para él un entorno natural. La dualidad entre geometría y organicidad no existe. Las líneas y los planos que introduce Acosta parecen una intromisión, una huella del recorrido de un hombre (o de la mano de un creador). No lo son: no hay diferencia entre lo artificial y lo dado. La dualidad es una ilusión.
“Somos un fragmento del todo. Todo está conectado. Todos somos distintas expresiones de una sola cosa que nos conecta en el plano sutil. Lo único real es el amor, la comunión de todos en una sola fuerza. Ese fue mi gran aprendizaje con la serie de retratos de las víctimas de la AMIA. Lo que me importa es aportar a la consciencia de que somos una sola humanidad, y erradicar el odio”, dice Acosta.
El arte permite salir del plano físico: celebra una esencia. Cada vez que sostiene un pincel, lo carga de color y se acerca a una tela, Acosta se aventura en un misterio fascinante. Al retratar el mundo, se encuentra a sí mismo.
Un pintor cordobés en Nueva York
Marcos Acosta nació en 1980 en Córdoba, Argentina y es licenciado en Pintura (2005) por la Universidad Nacional de Córdoba. En el taller del maestro Carlos Peiteado se perfeccionó en dibujo, pintura y composición. Entre sus exposiciones individuales más importantes están las realizadas en el Palais de Glace (2007), Museo Provincial Emilio Caraffa (en 2009 fue el artista más joven en la historia del museo, con 29 años, en realizar una individual que abarcó tres de sus salas), Centro Cultural Recoleta (2010), Museo de Bellas Artes de Salta (2009), Museo de Arte Contemporáneo de Salta (2014), Museo Urbano Poggi de Rafaela (2016), además de dos individuales en galerías de Brasil. La última exhibición importante en la Argentina fue Afuera el viento, adentro el mundo, en las Salas Provinciales de Exhibición del Paseo del Buen Pastor, Córdoba, con motivo de la reinauguración del espacio en 2021.
Fundó el espacio QUBO en Córdoba, donde curó exposiciones de artistas como Luis Wells, Hernán Dompé, Susana Lescano y Majo Arrigoni, entre muchos otros. Ahora que dejó Córdoba, por primera vez expone ahí, gracias a un homenaje que le hacen en agradecimiento a su trabajo realizado.
Instalado en los Estados Unidos desde hace cinco meses, llegó con su arte mucho antes. Debutó en ese país en una colectiva junto a artistas como Agnes Martin, Philip Guston, Ellsworth Kelly, John Baldessari, Eric Fischl y Daniel Arsham, entre otros, en 2021. Ese mismo año realizó su primer individual en Aspen, Memory of the World. Participó en Art Miami junto a Robert Rauschenberg, Christo y Eric Fischl, ese mismo año. En 2022 hizo su segunda individual en USA, esta vez en Dallas, titulada Right Place. Lleva cuatro años consecutivos de presencia en Expo Chicago, con gran repercusión: llegó a vender 14 obras durante esa feria. Este año, fue invitado por Biennial of The Americas a participar como delegado y orador en la Cumbre de las Américas realizada en Costa Rica, representando al Arte Latinoamericano en Colorado. “Viajé con la delegación oficial, junto a destacadas personalidades culturales, empresarios, y funcionarios de gobierno, entre los que destacó el propio gobernador de Colorado, Jared Polis”, cuenta Acosta..

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