domingo, 7 de julio de 2024

VIDA DIGITAL






Bailando al ritmo de los algoritmos
Retrato de Al-Juarismi, sabio árabe cuyo nombre dio origen a una de las palabras más usadas estos días. Eso sí, si vieran como la usan se caería de espaldas
La palabrita aparece hoy por todos lados, pero casi nadie sabe exactamente qué son; las respuestas, claras y distintas, abajo
Ariel Torres
Cada más o menos 10 años, una palabrita tecno se pone de moda. Alcanzada esta masa crítica, será usada para explicar casi cualquier cosa informática. El procedimiento lingüístico (lingüístico pragmático, en este caso) es así: yo no entiendo de lo que estoy hablando, pero uso una palabra que suena técnica, de tal modo que vos, que tampoco entendés, creas que yo entiendo, y de esa forma –como se dice ahora, sin advertir las horrendas implicaciones de este uso– ambos fingimos demencia. Vos quedás como que sabés un montón, yo quedo como que estoy informado y todos contentos.
La primera buzzword (tienen nombre y todo, y trascienden los asuntos tecnológicos; o sea, son una peste) que recuerdo y que casi seguramente fue la primera en la historia de las computadoras personales fue “compatible”. Si un clon (una computadora de otra marca que no fuera IBM) era compatible con (adivinen) la PC de IBM, entonces estaba todo bien.
Ejemplares de Byte de los años en que se gestó la revolución digital, de 1984 a 1990, cuando la revista cumplió 15 años; sus páginas y sus portadas reflejaron varias palabras de moda
A mediados de los ‘80 llegó “multimedia”. Todo debía ser multimedia; se refería a que una computadora pudiera reproducir video y audio, y normalmente eran las que además tenían un reproductor de CD. Pero la usaban para venderte cualquier cosa; hasta las máquinas de coser tenían que ser multimedia.
Luego llegó interactivo; si no era interactivo, era una porquería (incluso si eso no podía ser interactivo o si debía serlo por fuerza, como cualquier programa de usuario). Hay más. La web causó una fiebre que hizo ricos a algunos, pero que terminó con el estallido de la burbuja puntocom. Fue el gran evento de extinción masiva (y no será el último) de Internet, con compañías entrañables, como Pets.com y Sun Microsystems, que fueron arrastradas por la catástrofe.
Fuera del ámbito tecnológico, habrán padecido términos como sinergia, vertical, holístico o neuro (seguido de alguna otra cosa). No necesariamente son cuentos chinos. El asunto de este tipo de palabras, y por eso me refería a la pragmática, es cuando se las usa como comodines, para tapar una gran laguna de conocimiento.
De vuelta en los chips, recordarán, más recientemente, términos como “movilidad” y frases como “mobile first”. Sobre esa ola llegó “social”, “social media”, “redes sociales” y luego “redes” a secas. Una ensalada fenomenal. O más bien, una sopa de letras.
Las redes sociales, que se encumbraron gracias a la movilidad, ocuparon los titulares y los diccionarios espurios durante más de una década; para entonces, la palabra blog, que también había tenido su auge, ya había caído en desgracia
Y ahora, previsiblemente, con el ascenso meteórico de la inteligencia artificial (IA), estamos hasta el cuello con los “algoritmos”. A veces, “algoritmo”, en singular, como si hubiera uno solo. En el colmo de los colmos, he oído a alguien en la radio decir “algorritmo”, que no solo no existe en español, sino que suena a banda de música bailable. Bueno, suena a que no sabés de qué estás hablando.
La palabrita ya había asomado con las redes (sociales) y con las plataformas de streaming. Esto, claro, porque había algo que te recomendaba contactos, le daba prioridad a ciertos contenidos o te sugería series y películas; ese algo eran los algoritmos. Pero su verdadero estrellato llegó ahora, y por un motivo. La inteligencia artificial es bastante complicadita. Por lo tanto, la palabra comodín que se oye todo el tiempo es algoritmos. O algoritmo. O algorritmo.
Hagamos una tortilla
Raro como pueda sonar, entender qué es un algoritmo, así, genéricamente, es muy simple. Lo que no quita que entender cómo funcionan ciertos algoritmos sea, llegado el caso, bastante trabajoso. Pero los algoritmos son fáciles de entender, conceptualmente, porque los ejecutamos todo el tiempo, todo el día, para todo. Sin darnos cuenta que son algoritmos, claro está.
Arranquemos por lo más simple. ¿Qué es un algoritmo, en general? Es una serie ordenada y finita de pasos para resolver un problema o para conseguir un cierto resultado.
Multiplicar o dividir requieren ejecutar algoritmos. Pero también hacer una tortilla. Por ejemplo, romper los huevos luego de ponerlos en la sartén no sirve. Por eso, los pasos de un algoritmo están ordenados. Además, tenés que obtener una tortilla en algún momento. Por lo tanto, los pasos no pueden ser infinitos. Por supuesto, si hay pasos ordenados, hay reglas. Por ejemplo, si no tenés un medio para calentar la sartén, no vas a poder hacer ninguna tortilla, por mucho que sigas las instrucciones correctamente.
Los pasos para pasar de los huevos a la tortilla son ordenados y finitos
Notable. Ahora sabemos que los algoritmos tienen un principio y un final. Por supuesto, podríamos imaginar un algoritmo que nunca termina (algo aparecido a un bucle infinito) o uno que no termina, pero que en el medio da resultados parciales (casi cualquier programa de computadora de los que usamos a diario está todo el tiempo a la espera de que el operador haga algo, lo que requiere correr un algoritmo, y, si hacés clic en un botón o apretás una tecla o tocás algo en la pantalla, entonces responden; es decir, ejecutan otros algoritmos).
Pero no nos compliquemos. Desde un juego de cartas hasta los cócteles de moda, si algo se consigue mediante pasos ordenados y finitos y además hay un orden en todo el asunto, entonces ahí hay algoritmos.
La palabra, que suena tan moderna, es sin embargo la latinización del nombre del matemático persa nacido a finales del siglo VIII, Al Juarizmi o Al Juarismi, que divulgó el cero, inventado por los indios, en Occidente.
Contables
Ahora, ¿la palabra se usa en plural o en singular? Bueno, depende. Si es un algoritmo, es singular. Si son dos o más, es plural. Puesto que un algoritmo es una serie de operaciones discretas, finitas y ordenadas, es algo contable. Empieza y termina. Como una naranja. No son vaporosos y enigmáticos, como el gurú de turno los hace sonar. Así que el singular y el plural aplican perfectamente; salvo que no tengas ni la menor idea de lo que estás hablando.
Suflé de zanahoria y calabaza; también se requieren algoritmos, pero como ocurre con la inteligencia artificial, entender y ejecutar un suflé es mucho más complicado que lograr la cotidiana tortilla
Ahora, en el terreno de las computadoras, mi mejor consejo es usar el término en plural, por dos motivos. Primero, porque es muy, pero muy raro que se encuentren con un algoritmo, así solo y abandonado. Segundo, en español el singular significa unidad, pero puede también unicidad. Y definitivamente no hay un solo algoritmo. Hay millones.
En total, la palabrita mágica de turno no es tan complicada. Pero puede complicarse mucho, del mismo modo que si en lugar de una tortilla pasamos a un suflé. Con las computadoras ocurre algo semejante. Los algoritmos para (y solo cito un puñado) las búsquedas de Google, las recomendaciones de series, películas y música, las sugerencia de contactos, los de cifrado o los que se usan en síntesis por modulación de frecuencia en música son mucho más complicados que hacer una multiplicación o una división. E incluso, me atrevo a decir, más complicados que hacer un suflé.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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