domingo, 15 de septiembre de 2024

ESTÉTICA SIGLO XX1...... BOTOX Y ÁCIDO HIALURÓNICO






Bótox y ácido hialurónico: nuevos usos, precios y contraindicaciones de los tratamientos estéticos que más eligen las argentinas
El uso de ácido hialurónico crece con indicaciones como los rellenos de labio
Los procedimientos no quirúrgicos explotaron en la pospandemia; en la Argentina, se contabilizaron 734.329 procedimientos solo en el último año
Sebastián A. Ríos
Cuando en 1934 los farmacéuticos Karl Meyer y John Palmer bautizaron como “ácido hialurónico” a una sustancia presente en el ojo de las vacas pensaron que era algo poco rentable, por la baja cantidad que se podía obtener de aquello para lo cual, aún, no encontraban utilidad médica. Tampoco el oculista Alan Scott sospechó que estaba ante un tratamiento estético revolucionario cuando, a principios de la década de 1970, experimentó con una toxina de nombre botulínica en busca de un tratamiento para el estrabismo. Le puso de nombre comercial Oculinum, aunque varios años después sería rebautizada como Bótox.
Hoy, ambas sustancias son las protagonistas del auge global de los tratamientos estéticos no quirúrgicos, que tienen como meta ralentar o atenuar el avance que el paso del tiempo deja en el rostro. Como muestran las estadísticas de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (Isaps, según sus siglas en inglés), solo en 2023 se realizaron 19,2 millones de procedimientos no quirúrgicos en todo el mundo.



De hecho, la toxina botulínica y el ácido hialurónico son los dos productos que lideran el crecimiento que los procedimientos estéticos han tenido en los tiempos pospandemia. En los últimos cuatro años, las estadísticas globales de la Isaps revelan que el total de los tratamientos estéticos se incrementó un 39%, pero si se hace foco en el ácido hialurónico y en la toxina botulínica, el incremento fue de 28,9% y de 41,6%, respectivamente.
La Argentina no escapa al significativo incremento de los procedimientos estéticos. De hecho, nos ubicamos en el quinto puesto de los países del mundo que más recurren a ellos. De 2022 a 2023, aumentaron un 19%, pero de los 1.210.216 tratamientos realizados el año último, la mayoría (734,329 para ser precisos) fueron no quirúrgicos. Y las estrellas aquí son las mismas que en el resto del mundo: primero el ácido hialurónico, con el 31,8% de los procedimientos; segundo, la toxina botulínica, con el 28,4%.
Pero ¿por qué estos dos productos lideran la preferencias? “En el caso de la toxina botulínica, su auge se da por ser un tratamiento sencillo, cuyos efectos son reversibles, pero que actúa de forma muy concreta sobre las arrugas de expresión –responde el cirujano plástico Sergio Korzin, presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires y actual secretario nacional de la Isaps–. En cuanto al ácido hialurónico, en los últimos años ha mejorado significativamente la calidad de estos productos a la vez que ha habido una revolución en el conocimiento de cómo utilizarlo en medicina estética”.
“El crecimiento exponencial que se observa de un tiempo a esta parte está sostenido por tres aspectos que comparten la toxina botulínica y el ácido hialurónico: seguridad, eficacia y una recuperación inmediata que permite volver a la actividad sin necesidad de reposo –dice por su parte Gonzalo Bardot, cirujano plástico de la Sección Cirugía Plástica del Hospital Universitario Cemic–. Actualmente, los pacientes que desean mejorar algún aspecto de su cuerpo, especialmente a nivel facial, consultan por procedimientos no invasivos, de rápida recuperación y con resultados naturales. Y ambos cumplen con estos requisitos, es por eso que han tomado tanta popularidad en los últimos tiempos”.



La pandemia, sostiene Korzin, colaboró bastante con el reciente auge de estos procedimientos: “Durante esa etapa tuvimos que interactuar mucho en plataformas como Zoom, y la gente empezó a verse a sí misma mientras hablaba, cosa que antes no hacía. Y ahí es cuando notan justamente la presencia de arrugas dinámicas, que aparece cuando uno tiene una expresión en el rostro”.
En la Argentina, una sesión de aplicación de toxina botulínica (usualmente en tres regiones faciales) oscila entre los 250 y los 350 dólares; en el caso del ácido hialurónico, dependiendo de las zonas a tratar, el valor es entre 250 y 400 dólares.
En círculo negro, áreas que se tratan con Bótox; en azul, con ácido hialurónico
Toxina con múltiples usos
La historia del Bótox (este es uno de sus nombres comerciales, el primero y más popular) está plagada de datos curiosos. Todo comenzó en un funeral celebrado el 14 de diciembre de 1897 en Gante, Bélgica, en el que 34 músicos que asistieron a brindar sus servicios profesionales se intoxicaron tras comer jamón ahumado. Una muestra del producto fue enviada a la universidad local y allí el bacteriólogo Emile van Ermengem identificó la bacteria causante, a la que llamo Bacillus botulinum (botulus significa salchicha en latín), y a la que le atribuyó ser el origen del botulismo.
Pasarían décadas hasta que, a comienzos de los 70, el oftalmólogo Alan Scott decidiera utilizarla para tratar el estrabismo, que por aquel entonces respondía bastante mal a los tratamientos quirúrgicos disponibles. Años antes ya se había observado que esta toxina causaba parálisis muscular, por lo que Scott empezó a experimentar con ella hasta que, en 1973, publicó un estudio con resultados alentadores en el tratamiento de distintas condiciones oftalmológicas, como el estrabismo, pero también el blefaroespasmo, en el que hay una sobreactividad muscular que hace que la persona cierre involuntariamente los ojos.
“Sin embargo, ¡no preveía ningún uso estético!”, escribió el médico años mas tarde.
Los labios son una de las áreas del rostros más tratadas con ácido hialurónico
Scott siguió trabajando con la toxina botulínica, sorteando el obstáculo que representaba que las autoridades regulatorias de medicamentos no vieran con buenos ojos el uso en medicina de una toxina. Incluso las compañías farmacéuticas prefirieron no involucrarse en el proyecto. Pero Scott se salió con la suya. Los buenos resultados hicieron que colegas de otras especialidades probaran la toxina en condiciones como la espasticidad que provoca la esclerosis múltiple o ciertas tortícolis severas.
Finalmente, el 29 de diciembre de 1989, la Administración de Alimentos y Medicamentos [FDA, según sus siglas en inglés], de los Estados Unidos, aprobó el uso de la toxina botulínica en pacientes con estrabismo o blefaroespasmo mayores de 12 años de edad. Entonces, la compañía farmacéutica Allergan –que años antes se contaba entre las que prefería no participar del desarrollo de Scott– se interesó por el medicamento; primero como distribuidor, y luego, en 1991, compró su licencia y le cambió el nombre por uno que todos conocemos: Bótox.
Y aquí comienza la otra historia, la de su imparable éxito. Las evidencias médicas demostraron, uno tras otro, numerosos usos adicionales de esta toxina en medicina, desde el tratamiento de ciertas migrañas hasta el de la sudoración excesiva. Y al mismo tiempo –primero lentamente, después con mucho ímpetu–, algunos médicos comienzan a aplicarla con fines estéticos para atenuar las líneas de expresión. Hoy, la toxina botulínica tiene 26 indicaciones médicas aprobadas en unos 100 países, aunque su uso primordial es en estética.
Pero, ¿cómo actúa? “La toxina botulínica impide la transmisión de los impulsos eléctricos de los nervios al músculo. De esta forma lo que hace es relajar transitoriamente los músculos”, responde Korzin, director del centro de medicina estética Lasermed, y agrega: “Esto es especialmente útil para los músculos del tercio superior del rostro”.
“El uso de toxina botulínica está generalmente indicado para el tratamiento de las arrugas de expresión, que son aquellas que se producen al gesticular, debido a la contracción de los músculos faciales –agrega Bardot–. Es por esto que se utiliza en el tratamiento de las arrugas frontales, entrecejo y región periorbitaria (patas de gallo)”.
Un uso más reciente, pero que crece, es en la zona del cuello, al que los medios han apodado “cuello de Barbie” (en referencia a la icónica muñeca de plástico). Bromas aparte, en el cuello la toxina botulínica tiene usos precisos. “Uno es el llamado ‘cuello de Nefertiti’, que es el tratamiento de esas bandas que aparecen en el cuello; otro es su uso más superficial, como mesoterapia, para mejorar la calidad de la piel de esta zona”, enumera Korzin.
El uso de Bótox en cuello es apodado "cuello de Barbie"
En cuanto a complicaciones, estas suelen relacionarse con la migración indeseada de la toxina hacia zonas que no se quiere tratar. “La más frecuente es alguna simetría, como una ceja que queda en una posición demasiado artificial, lo que se corrige con un retoque. Lo que si hay que evitar, y que sucede muy pocas veces, es que la toxina migre y produzca una caída del parpado que lo deje cerrado. En estos casos, esto se revierte a los 15 días aproximadamente, cuando comienza a ceder el efecto”.
De todos modos, como todo tratamiento médico, existen situaciones y condiciones médicas en las que el uso de la toxina botulínica debe evitarse. “Las contraindicaciones de la toxina botulínica incluyen: alergia a alguno de los componentes del producto, infección cutánea en el sitio de aplicación, presentar alguna condición neurológica que afecte los músculos o nervios (como myastenia gravis o síndrome de Eaton-Lambert, entre otros) y que pueda aumentar el riesgo de los efectos secundarios de la toxina botulínica. También está contraindicada durante el embarazo y la lactancia”, enumera Bardot.
Por su parte, Pedro Horacio Bistoletti, jefe de la Sección Cirugía Plástica del Cemic, agrega una contraindicación muy importante en todos los tratamientos estéticos: “Se desaconseja en aquellos casos en donde las expectativas de resultados son demasiado elevadas”. Esto vale también para el ácido hialurónico, que a su vez tiene una historia previa a su éxito en el mundo de la medicina estética.
De la panadería al consultorio
La clara de huevo tiene distintos usos en gastronomía: permite incorporar aire a preparaciones como un bizcochuelo o unir los ingredientes de una tortilla. Esto viene a cuento de que el primer uso del ácido hialurónico fue justamente en pastelería, como reemplazo de la clara de huevo.
Descubierto en 1934 en el cuerpo vítreo de los ojos de las vacas, el ácido hialurónico pronto encontró otra fuente con más potencial para escalar en volumen: la cresta de los gallos. Fue el científico húngaro Endre Balazs quien desarrolló ese método de extracción para luego, en 1942, patentar su uso comercial en pastelería como sucedáneo de la clara de huevo. Y no se detuvo allí: dedicó siete décadas de su extensa vida a encontrarle usos medicinales al ácido hialurónico. Probó su utilidad para aliviar dolores articulares, demostró que permite que en las cirugías oftalmológicas el globo ocular pierda su forma y descubrió su capacidad para prevenir la formación de tejido cicatrizal luego de una cirugía.
Y, como era de esperar, le halló más de un uso en estética. Lo que le reportó un éxito no menor. Basta mencionar que en el año 2000 vendió su compañía Biomatrix al gigante farmacéutico Genzyme por 378 millones de dólares.
“Hoy el ácido hialurónico está indicado para el relleno de arrugas o armonización facial –señala Bardot–. Lo utilizamos para el aumento del volumen de labios, relleno de surcos nasogenianos, relleno de arrugas peribucales, aumento del volumen de las mejillas, para mejorar la definición del reborde mandibular y también en remodelación nasal, entre otras indicaciones.”
Su gran utilidad está dada por el hecho de que, como explica Korzin, “en el rostro permite reposicionar, tensar y rellenar, de acuerdo a lo que sea necesario con el criterio del médico. Pero también en muy bajas dosis, como atrapa mucho líquido, sirve para hidratar y mejorar la calidad y el aspecto de la piel”.
En cuanto a sus contraindicaciones, Bardot enumera: “No debería ser utilizado en pacientes con historia de alergias severas, anafilaxis o que hayan experimentado episodios de alergia a proteínas de bacterias Gram-positivas o a lidocaína. Y al igual que la toxina botulínica, no debería ser aplicado en menores de 21 años”.
Korzin agrega que su uso en forma inadecuada puede tener consecuencias más severas que las de la toxina botulínica. “El médico debe estar muy entrenado en su uso, porque hay riesgos potenciales de generar oclusiones vasculares, granulomas e infecciones a largo plazo. Por otro lado, no hay que exagerar en su uso: se desaconseja cuando se ha colocado de más y el paciente está ‘inflado’, con un resultado que es artificial. En una palabra, hay que tener tanto criterio estético como médico para utilizarlo de forma correcta y segura”.
Las arrugas del entrecejo son una de las áreas habituales en las que se forman arrugas de expresión
Amplio rango de edad
Como confirman las estadísticas, cada vez más personas recurren a estos procedimientos no quirúrgicos para combatir las arrugas, mejorar el aspecto de la piel o modificar la fisonomía facial, como en el caso del hoy tan frecuente aumento del volumen de labios y pómulos. En o que respecta al ácido hialurónico y a la toxina botulínica, se trata de procedimientos que pueden ser combinados –de hecho se los considera complementarios–, y es lo que sucede con mucha frecuencia en los consultorio de medicina estética.
¿Quiénes recurren a estos tratamientos? Las estadísticas de la Isaps muestran que la mayoría de sus usuarios tienen entre 35 y 50 años de edad. Pero no son los únicos... “Las franja etaria de los pacientes que consultan por toxina botulínica y ácido hialurónico es diferente en su inicio –responde Bardot–. Las consultas por toxina botulínica comienzan generalmente a partir de los 30 años, mientras que las realizadas para aplicación de ácido hialurónico se inician a partir de los 21. En ambos tratamientos, la franja etaria se extiende hasta los 85 años aproximadamente”.
En cuanto al género, si bien los varones acuden cada vez más al consultorio de medicina estética, el uso de estos procedimientos sigue siendo, mayoritariamente, femenino. “Podemos decir que en general hay una relación de 75%-25%”, concluye Korzin.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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