¿Es mejor Cristina que Victoria Villarruel?
Joaquín Morales Solá
Victoria Villarruel jura como vicepresidenta, ante la mirada de Cristina Kirchner y Javier Milei
Javier Milei activó premeditadamente la crisis institucional más importante que puede suceder en una república: el enfrentamiento directo entre el Presidente y su vicepresidente (vicepresidenta, en este caso). Aunque el mileísmo lo niegue con unánime insistencia, lo cierto es que el jefe del Estado está obsesionado con algunas encuestas que muestran a Victoria Villarruel con iguales o mejores índices de popularidad que el propio Milei. ¿Celos porque seduce a la opinión pública? Sí. ¿Pruebas? Desde febrero pasado, Villarruel no forma parte del organigrama oficial del Gobierno, aunque formalmente es una funcionaria del Poder Ejecutivo. La página web oficial que da cuenta del organigrama del Gobierno coloca al Presidente en primer lugar; a su hermana, Karina Milei, en segundo lugar, y en la tercera posición está el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Sucedía lo mismo cuando el jefe de los ministros era Nicolás Posse. “¡Afuera!”, como suele decir Milei. Todo tiene el color y las formas de la arbitrariedad. Antes del secretario o la secretaria general de la Presidencia, que es el cargo de Karina Milei y que tiene jerarquía de ministro, están protocolarmente el vicepresidente de la Nación, el jefe de Gabinete y el canciller. El mileísmo dice que el Presidente pegó sobre Villarruel en el momento oportuno porque, en realidad, tenían ganas de azotarla desde hacía rato. La realidad indica que concedió esa entrevista periodística para hablar mal de su vicepresidenta. Y habló muy mal según el lenguaje del mileísmo y sus significados: “Está cerca de la casta”, dijo de Villarruel. No hay muchos insultos del oficialismo más importantes que ese. La oportunidad es extraña porque la última noticia pública que se tuvo de Villarruel fue que había cerrado el recinto del Senado para evitar que la oposición le armara una reunión del cuerpo y comenzara a rechazar leyes y decretos de necesidad y urgencia como quien descarta papeles inservibles. La decisión es legal, porque el reglamento interno de la cámara establece una serie de requisitos para reunir al cuerpo, pero no es legítima ni mucho menos democrática. El recinto de un cuerpo parlamentario está precisamente para que los legisladores de distintas extracciones políticas puedan debatir y aprobar o rechazar las leyes. Dicen que la propia vicepresidenta tomó esa decisión molesta con ella misma por haber cerrado el recinto, aunque resolvió hacerlo, cuentan que razona, para blindar a su gobierno de las tretas opositoras. En diciembre del año pasado, Villarruel logró reunir a 39 senadores no peronistas ni kirchneristas que le permitieron integrar las comisiones sin la prepotencia política de los seguidores de Cristina Kirchner. El peronismo tiene 33 senadores y la mayoría se alcanza en el Senado con 37. Solo le faltan al peronismo cuatro senadores para la mayoría absoluta. Con todo, aquellos 39 senadores con los que Villarruel se pavoneó hace un año ya no están. “A esa mayoría la dinamitó la constante mescolanza política que arma y desarma Santiago Caputo”, dicen altos funcionarios del Senado.
Los políticos desconfiados eligen primero a sus adversarios y después, o nunca, a sus aliados
¿Cuál es, entonces, la culpa de Villarruel? Funcionarios del Gobierno deslizan que a Milei le molesta la impotencia del oficialismo en la Cámara alta del cuerpo. El Presidente nunca se detiene para ver qué errores cometieron los suyos antes de culpar a otros. ¿Por qué Villarruel pudo reunir 39 senadores hace un año y ahora queda solo un puñado insignificante de miembros de esa cámara en condiciones de acompañar al Gobierno? No es, desde ya, consecuencia de que al Gobierno le vaya mal. Al contrario, Milei aprovechó su mejor semana, si bien se miran los datos de la economía, de las encuestas y sus encuentros internacionales (Donald Trump, Emmanuel Macron y la italiana Giorgia Meloni en menos de una semana), para despacharse contra los periodistas y, lo que es peor, contra su vicepresidenta. También le hizo a Villarruel una crítica pública por su reunión con Isabel Perón en Madrid, un encuentro cuya justificación, es cierto, le complicó la existencia a la vicepresidenta. La viuda de Perón representa todo lo malo de la política argentina y de su historia reciente, pero ella suele decirles a sus íntimos que el mayor problema de su gobierno, en los años 70, no fueron los militares, sino la insoportable presión sanguinaria de las organizaciones guerrilleras. Es verdad que tanto el ERP, primero, como los Montoneros, después, se levantaron en armas contra un gobierno elegido por la sociedad, aunque haya sido pésimo, y que esa insurgencia armada les abrió las puertas del gobierno a los militares. Villarruel, que es hija de un oficial del Ejército que murió en 2021, suele poner especial énfasis siempre en la acción de los grupos guerrilleros en la década del 70 como el precedente que explica la posterior irrupción de los militares. En esa coincidencia implícita se explica su reunión con la expresidenta afincada en España desde hace más de 40 años.
Otro reproche de Milei a Villarruel consiste en la oposición de esta, también pública, a la nominación del juez federal Ariel Lijo como miembro de la Corte Suprema de Justicia. “No creo que haya sido la mejor elección, siempre fue una candidatura controversial”, se despachó sobre Lijo en una reciente disertación en el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, algo podría estar sucediendo en el Senado con el acuerdo por parte del kirchnerismo y la candidatura de Lijo. Este polémico candidato y Manuel García-Mansilla, el otro candidato, ni polémico ni cuestionado, necesitan del aporte de al menos una parte del peronismo. El acuerdo senatorial de esos candidatos requiere de los dos tercios de los votos de los senadores presentes en el recinto. Son 48 votos eventuales, imposibles de alcanzar sin una parte del peronismo. El viernes se sumó Lucía Corpacci, senadora peronista y exgobernadora de Catamarca, a la firma del despacho de la Comisión de Acuerdos del Senado, indispensable para que la propuesta del Gobierno sea tratada por el plenario del cuerpo. Corpacci, familiar de la otrora poderosa dinastía catamarqueña de los Saadi, no haría nada sin la aprobación previa de Cristina Kirchner, mucho menos en un tema de tanta repercusión política y pública. La supuesta alianza de Milei con Cristina Kirchner sucede en un momento raro, porque el Presidente acaba de privarla a ella de jubilaciones, pensiones y suplementos por “vivir en zona austral” por valor de 35.000 dólares mensuales. La vergüenza no existe para algunos políticos: Cristina Kirchner vive en la Capital (o en Olivos) desde hace por lo menos 30 años. En Santa Cruz es solo una turista frecuente. De todos modos, ciertos trazos de un acuerdo subterráneo comenzaron a percibirse con el tratamiento de la ley de ficha limpia. De aprobarse, esa ley dejaría a la expresidenta fuera de la competencia electoral el año próximo. Se necesitaban 129 diputados para abrir la sesión de la Cámara de Diputados, pero el presidente del cuerpo, el mileísta Martín Menem, la levantó por falta de quorum cuando había 128 diputados (faltaba solo uno) y había transcurrido un minuto después de la hora establecida. Las esperas interminables hasta iniciar una sesión plenaria son lo más común que suele ocurrir en el Congreso. Más aún: había 129 diputados en el recinto, pero algunos no estaban sentados. Cuando los legisladores se sientan, un mecanismo da cuenta de sus presencias en una pantalla gigante de la cámara. Hay antecedentes, con todo, de que los legisladores que están de pie dentro del recinto también forman parte del quorum. Sucedió, además, algo curioso: había 128 diputados cuando ingresó el socialista Esteban Paulón, que gastó tiempo buscando su banca en lugar de sentarse en cualquiera. Cuando Paulón la encontró y el número de asistentes marcó los 129 necesarios, en el acto se levantó de su banca Marcela Coli, una diputada radical que está en el bloque de Facundo Manes. Otra vez 128 diputados, uno menos. Entonces, Menem decidió levantar la reunión. También merodeaba dentro del recinto, aunque no se sentó nunca, el presidente del bloque peronista, Germán Martínez, seguramente para observar la suerte de su jefa. Martín Menem debió emplazarlo a sentarse o a abandonar el recinto. No hizo nada. Los diputados enfermos están obviamente justificados, pero hubo varios que no son kirchneristas y que se ausentaron de la reunión porque tenían enfermos a familiares, amigos o vecinos. Un caso llamativo fue el de Florencio Randazzo, supuestamente con un pariente enfermo, cuya presencia hubiera permitido la reunión para aprobar la ficha limpia.
Ni García-Mansilla ni Lijo están dispuestos a responder hoy si aceptarían una designación en comisión. “Sus pliegos están en tratamiento parlamentario y una nueva firma en la comisión señala que el Gobierno está buscando un acuerdo político para sus designaciones”, argumentaron cerca de ellos, y agregaron: “Eso de que los designarían en comisión son puras hipótesis”. ¿Quién está trabajando en ese acuerdo? Versiones coincidentes señalan que los diálogos secretos existen entre Santiago Caputo, que controla gran parte del Gobierno sin cargo, sin firma y sin responsabilidad formal, y Eduardo “Wado” de Pedro, un cristinista fanático que durante algún tiempo fingió cierta cortesía política. El Gobierno impulsó también la eliminación de las elecciones primarias y obligatorias. Esa fue una aberración política de Néstor Kirchner para encerrar al peronismo en un corral, pero que le cuesta mucho dinero al Estado y que tortura a la sociedad en los años electorales. Sin embargo, la primera interesada ahora en eliminar las PASO es Cristina Kirchner porque luchó por la presidencia del Partido Justicialista para tener el monopolio de la confección de las listas de candidatos a legisladores en 2025. Las PASO les darían a sus opositores dentro del peronismo la alternativa de desafiarla en una elección interna. Milei está haciendo todo lo posible para que eso no le suceda a Cristina. Los políticos desconfiados eligen primero a sus adversarios y después, o nunca, a sus aliados.
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Los zigzags del domador de la casta
En una semana intensa Milei logró controlar la agenda del Congreso, doblegar a los gobernadores y diluir la amenaza del ala dura de la CGT; se guio por sus intereses, no por sus dogmas, y apeló a los atajos cuando necesitó; las dudas en el horizonte del proyecto libertario
Jorge Liotti
Karina Milei, Javier Milei, Luis Caputo, Santiago Caputo, Sebastián Pareja y Guillermo Francos
El Gobierno prepara la escenografía para festejar su primer año de gestión a puro contraste con el pasado. El relato libertario tiene un pilar sólido en el recuerdo vigente de las penurias económicas y las explotará al máximo al compararlas con un presente que lo muestra con indicadores positivos como la reducción del déficit fiscal, la baja de la inflación y el clima en los mercados financieros.
También podrá exponer entre sus logros la sorprendente domesticación que consiguió de los actores políticos tradicionales. Y lo que sucedió esta semana ha sido el ejemplo más gráfico: reguló el temario del Congreso de acuerdo con sus intereses, se mostró intransigente con los gobernadores en la negociación por el presupuesto y diluyó la amenaza de los sectores gremiales más duros, que terminó con la salida de Pablo Moyano de la conducción de la CGT. Oposición legislativa, jefes provinciales y líderes sindicales que oscilaron entre la impotencia para imponer su agenda y la contorsión política para no confrontar con Javier Milei, con su retórica agresiva, con su manejo de las redes, con sus cancelaciones; pero fundamentalmente, con su popularidad vigente.
El martes José Luis Espert suspendió la firma del dictamen del presupuesto, en lo que muchos interpretaron como una ratificación de que el oficialismo se encamina a prorrogar el vigente. Como ocurre en otros temas, el Gobierno invirtió el peso de las pruebas: si bien reconoce que sería una buena señal un proyecto aprobado por el Congreso, están convencidos de que hacia los mercados y el FMI es más efectivo el compromiso de Milei con el déficit 0 que una promesa presupuestaria. Por el contrario, los gobernadores quieren que quede plasmado en un papel el compromiso de la Casa Rosada con algunas partidas clave, como la de las cajas jubilatorias y las obras públicas. El último intento de reunión de los gobernadores en el CFI fue patética. Balbuceos y advertencias a media voz parecieron un remedo de la otrora poderosa liga de caciques provinciales.
Comisión de presupuesto en Diputados
Pero no se trata de que ahora los líderes del interior tienen problemas de personalidad, sino de que el Presidente tiene su principal bastión de apoyo fuera de la zona AMBA. Según un trabajo de Opinaia, en la ciudad de Buenos Aires la valoración positiva del Gobierno es de 44% y en el territorio bonaerense es de 45%. Sin embargo, en Mendoza tiene una evaluación favorable del 67%, en Córdoba del 62%, en Santa Fe del 57% y en el resto del interior del 61%. Así es difícil pelearse con Milei. Uno de los gobernadores aliados, lo sintetiza en una frase cargada de realismo: “Él nos mata con el recorte de las transferencias y nosotros buscamos endurecernos, pero no nos creen. Saben que no vamos a romper”.
El miércoles, cuando se frustró la sesión para aprobar el proyecto de ficha limpia, se dio un curioso juego de la silla en el Congreso. Durante la media hora estricta que Martín Menem habilitó para que se conformara el quorum, los diputados se sentaban en sus bancas, pero después cuando veían que ingresaban otros y había posibilidad de llegar al mínimo de 129, se levantaban y salían del recinto. Con este minué naufragó la sesión y el oficialismo demostró que no tenía demasiado interés en tratarlo. “Era un proyecto del Pro, al que nosotros adherimos, pero se tenían que esforzar ellos”, argumentaron desde el bloque LLA.
Nicolás Del Caño y Diputados de Izquierda. No tuvo quorum en Diputados el proyecto para debatir el proyecto de "ficha limpia" que impulsaba Pro
En la Casa Rosada fueron más explícitos. Admiten que no quieren que el proyecto de ficha limpia excluya de la competencia electoral a Cristina Kirchner, a quien por ahora prefieren mantener en el juego de la polarización. Y un operador político de los libertarios agrega una mirada más elaborada: “A nosotros no nos conviene que ella quede marginada ahora porque eso aceleraría el proceso de renovación del peronismo, que a nosotros nos conviene demorar. Tenemos que intentar que en 2027 la principal fuerza opositora sean Cristina y Kicillof. Eso obtura el recambio”. Los más insidiosos, en tanto, ven detrás de ese repliegue un guiño a la expresidenta para avanzar con los pliegos de los postulantes a la Corte Suprema, Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla.
La misma lógica imperó el jueves, cuando el Gobierno envió el proyecto de reforma electoral. Allí está incluida la iniciativa para eliminar las PASO, pero también otra, que quedó disimulada, que aumenta los requisitos a los partidos para participar de las elecciones. Detrás de esas propuestas diseñadas por Santiago Caputo se esconde un intento de profunda redefinición de todo el mapa político argentino, para llevarlo de a poco a un bipartidismo al estilo anglosajón; la vieja idea de una derecha y una izquierda bien definidas; Milei contra el kirchnerismo; liberales contra “zurdos”; el bien contra el mal.
Sin PASO cambian las condiciones para la conformación de alianzas del estilo de Juntos por el Cambio y Unión por la Patria. La Libertad Avanza no tiene ese problema; al contrario, se exhibe feliz de no tener que compartir decisiones con otras fuerzas políticas. Su llegada al poder no sólo marcó el fin del bicoalicionismo, sino que también interpeló la herramienta misma de los pactos electorales como un modo de construcción de mayorías y de garantía de gobernabilidad. Mejor puros solos que acompañados por moderados. Esa lógica es muy potente en la mentalidad libertaria y seguramente va a guiar su armado de las listas 2025.
Distintos partidos políticos,
Al mismo tiempo, al exigirles a los partidos un piso más alto para poder competir, demandando un mínimo del 3% de los votos en dos comicios consecutivos, habrá un angostamiento de la oferta electoral. Es algo comprensible para un sistema que hoy cuenta con 719 partidos registrados en todos los distritos -según un relevamiento del politólogo Pablo Salinas- y que ha hecho de la titularidad de los sellos partidarios un negocio. Pero tendrá efectos concretos en términos de despejar de fuerzas minoritarias las boletas.
El Gobierno asume que es muy difícil avanzar ahora con este paquete de reformas, pero es un objetivo que se trazaron para aprobar en 2026 y aplicar en 2027. Los libertarios no son reformistas; son refundacionales. Su objetivo no se limita a introducir cambios; su horizonte es la construcción de un nuevo orden.
CGT, Pablo Moyano, por La Bancaria su secretario general y Diputado Nacional, Sergio Palazzo, por SOMU Raúl Durdos, Aeronavegantes Juan Pablo Brey, el adjunto de SMATA Mario "Paco" Manrique entre otros dirigentes gremiales y abogados. En la sede de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte
La semana terminó el viernes con la previsible escisión de Moyano de la conducción de la CGT, que representa la licuación final del ala dura en ese ámbito, después de un paro de transporte descafeinado, del acuerdo de los duros de Aerolíneas Argentinas y de la falta de eco para una nueva medida de fuerza en diciembre. La parábola de la relación del Gobierno con la CGT representa otra curiosidad. Antes de asumir, Guillermo Francos entabló un buen vínculo con la conducción gremial, pero todo voló por los aires cuando sin aviso previo se incluyó una reforma laboral en el mega DNU. Los sindicalistas se sintieron traicionados, judicializaron ese capítulo del decreto y convocaron a dos paros generales. Después vino un lento proceso de recomposición de la relación, no sólo porque primaron las voces más moderadas (Francos, Julio Cordero y una versión dialoguista de Santiago Caputo, de un lado; Gerardo Martínez, José Luis Lingeri y Andrés Rodríguez, del otro), sino por la percepción de los popes gremiales de que corrían un serio riesgo de desnutrición política frente a un Milei voraz y una sociedad que tiene una muy mala imagen de ellos.
Por eso de la Casa Rosada salió la orden de no acompañar la iniciativa que impulsa Martín Tetaz para eliminar la reelección perpetua de los gremialistas y prohibir la cuota solidaria que sostiene las cajas sindicales. Un guiño mal disimulado a la “casta”. Los asesores presidenciales aceptan que es un costo a pagar ahora para evitar una mayor conflictividad, pero al mismo tiempo amenazan: “Con la CGT nos vamos a tener que pelear inevitablemente en algún momento porque tenemos miradas distintas. Pero no los vamos a enfrentar ahora; lo haremos cuando la economía esté creciendo al 6%”.
Interrogantes prematuros
Detrás de la domesticación del sistema político emergen dos interrogantes de tremenda relevancia para evaluar la sustentabilidad de ese objetivo. El primero gira en torno de la proyección del plan económico. Así como hace algunos meses la preocupación de los mercados apuntaba a la fecha de la salida del cepo, hoy las luces amarillas aparecen en el tablero de los sectores productivos anclados en el mercado local, que ven una triple amenaza: tipo de cambio alto, apertura de importaciones y ausencia de señales en materia de baja de impuestos. Surgen inevitables las comparaciones con los 90 y una pregunta de fondo: ¿puede el equilibrio fiscal salvar el programa económico del destino que sufrió el ciclo de reformas del menemismo? ¿Acaso la Argentina atraviesa un 1991 de estabilización macro, derrota de la inflación y privatizaciones, que si no puede brindar condiciones para el desarrollo interno termine en un 2001 de desinversión industrial, recesión y desempleo?
Menem Cavallo
Hay señales para el optimismo, más allá del boom financiero, minero y energético. CAME reportó que en octubre hubo un rebote de la actividad industrial pyme del 4%. También los bancos registraron un crecimiento del 6,3% de los créditos privados para bienes durables e inmuebles, según el Banco Central. Pero en líneas generales, la construcción, el comercio y la industria, que son los sectores que demandan mayor cantidad de mano de obra intensiva, siguen sin repuntar. En las empresas hay muchos jugadores pensando en una reconversión forzosa o en la transformación hacia una matriz importadora. El rumbo del plan económico parece hoy intocable, pero en todo caso es válido preguntarse, quizás muy anticipadamente, si en el futuro no va a requerir algunos retoques.
El segundo gran interrogante es de carácter político: ¿qué tipo de proyecto de poder tiene Milei en mente si la centralidad que ejerce hoy en el tablero nacional se ve revalidada en las urnas el año próximo? Una parte de ese debate se coló a partir del acto de Las Fuerzas del Cielo el sábado pasado en San Miguel, inspirado por el Caputo asesor. Fue una puesta en escena premeditada de la autodenominada “línea dura” del mileismo, que más allá de la peligrosa terminología guerrera (“brazo armado”, “guardia pretoriana”) dejó dos mensajes claros. El primero, para reforzar la pureza ideológica del proyecto, a cargo del grupo originario que acompañó a Milei, sustentado en la trilogía redes sociales-valores conservadores-juventud masculina. Son los conceptos que complementan el corazón económico-libertario del Presidente. Allí se entierra la raíz espiritual del proyecto, como en su momento La Cámpora protegía el Santo Grial del cristinismo. Sería un reduccionismo interpretar la utopía libertaria sólo en términos económicos.
Daniel Parisini, el Gordo Dan, durante el acto de lanzamiento de Las Fuerzas del Cielo
Según una encuesta de Grupo de Opinión Pública/TresPuntoZero, la mejor valoración del Gobierno segmentado por grupos etarios siempre está entre los más jóvenes: el 63,8% aprueba la gestión y el 59,7% cree que la situación económica mejorará el próximo año. Shila Vilker, una de las directoras de la consultora, refuerza la idea al plantear que ese apoyo joven es esencialmente masculino, “un segmento social que no tenía representación frente a una agenda progresista que los marginaba”. Su colega Viviana Isasi complementa esta mirada en su último informe sobre los sub 35. Remarca que en ese segmento se pasó del pesimismo económico al optimismo de largo plazo, que es un núcleo más preocupado por sus problemas individuales que por causas colectivas y que tienen como referentes liderazgos con perfiles innovadores y tecnológicos. Y después agrega: “La militancia en redes tiene que ver con la pertenencia a un lugar común donde se expresan sin prejuzgamientos, donde se informan, eligen por temas de su interés y siguen a personas que les resultan carismáticas. En esta herramienta está el refugio identitario de las juventudes mileistas en tanto espacio de expresión”. A ellos les hablan Las Fuerzas del Cielo. Tienen un paraíso para ofrecerles.
Esa representación encabezada por el Gordo Dan tuvo un segundo mensaje interno, igualmente clave, dirigido a los “territoriales”, las huestes que bajo la conducción de Karina Milei están organizando LLA en todo el país, como los Menem en el interior y en la provincia de Buenos Aires Sebastián Pareja. Es un armado más clásico, destinado a dotar al partido de mayor musculatura y nivel de representación, para evitar las excentricidades y sorpresas que dejaron las listas del año pasado. Ellos leyeron la movida de los “puros” como un aviso de que están dispuestos a pelear por sus lugares en las listas. Si bien estaban en sobreaviso, para el “karinismo” el acto fue indigesto. “Lo vimos como una provocación innecesaria porque veníamos conversando. Se generó una distancia entre ellos y nosotros”, dijo uno de los referentes. “Se necesita no perder lo que somos. El armado del partido territorial es importante, pero hoy la política no se mueve así. Por eso tenemos una dinámica más de movimiento”, les responden desde la otra vereda.
FOTO 10: acto de la policía que no sale en la foto
Más allá de los roces entre las tribus libertarias la cuestión de fondo es su impacto en la relación Karina-Santiago Caputo, un vínculo cercano, pero siempre bajo la mira. El asesor siempre le dice a su entorno que no hace nada sin la venia de los Milei, pero también es cierto que hasta ahora estaba enfocado en la estrategia comunicacional y en las operaciones de gestión, y no se había cruzado con ella por la planificación electoral. El otro roce que se generó con el “karinismo”, concretamente con Martín Menem, fue por la decisión de enviar esta semana al Congreso la reforma electoral, cuando sabían que el Pro no la quería y estaban negociando el apoyo de los aliados para el presupuesto.
Sin embargo, estas fricciones se transforman en juego de niños si se los compara con los dichos que el Presidente dejó fluir dentro de su entorno para explicar por qué había embestido tan duro contra la vicepresidenta Victoria Villarruel. No sólo tiene registrada una larga lista de ingratitudes; también habla de un supuesto intento de conspiración institucional. Una teoría tan incomprobable como arriesgada. Así entiende Milei al poder. Detrás de los infieles, siempre se esconde una amenaza.
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