Sebastián Pareja. “Hay amistad con Pro, pero no sé si se va a traducir en una alianza electoral”
El armador bonaerense de Milei asegura que los libertarios deben presentar candidatos propios en la Capital; rechaza las críticas de Macri y pone reparos para un acuerdo con su partido Matías Moreno
Sebastián Pareja suele moverse tras bambalinas. Supo ser asesor de Carlos Saúl Menem en el ocaso de la carrera política del riojano en el Senado y ocupó un cargo en la gestión de Cambiemos bajo el ala de Rogelio Frigerio. Finalmente, logró ascender de la mano de Javier Milei, quien lo bendijo como su armador en Buenos Aires. Con la llegada de los libertarios al poder, Pareja regresó a la función pública: recayó en la Subsecretaría de Integración Socio Urbana (SISU), un puesto clave para anudar lazos territoriales.
No obstante, Pareja ocupa gran parte de su tiempo en construir el dispositivo electoral de LLA en Buenos Aires. Brazo ejecutor de Karina Milei, el funcionario pone reparos a un eventual acuerdo con Pro, principal socio de los libertarios en el Congreso, y rechaza las críticas de Mauricio Macri al Gobierno. Además, considera que el oficialismo debe presentar una oferta propia en la ciudad, el último gran bastión del macrismo. “Hay una amistad manifiesta con Pro, pero no sé si va a traducir en una alianza electoral”, asegura.
-¿Qué impacto puede tener la ratificación de la condena a Cristina Kirchner en la estrategia electoral de Milei en la provincia de Buenos Aires?
-Ella se victimiza a partir del fallo de Casación. Y no sabemos si esa victimización juega a favor o en contra de los intereses electorales de la provincia, porque no lo tenemos medido.
-¿Sería más redituable para Milei que la Justicia frene una eventual candidatura de Cristina Kirchner a diputada o tenerla como rival?
-Eso no le redituaría a Milei. Que la Justicia prohíba que sea competencia no lo hace mejor al Presidente o al Gobierno. Javier fue claro: somos los que queremos terminar con el kirchnerismo. No queremos que haya ninguna excusa. El problema es que acá hay un hecho de corrupción. ¿Todo esto nos beneficia? No. Primero, no nos beneficia como país, porque es un expresidente que está siendo condenado por corrupción. Y, en segundo lugar, estamos preparados para ganarle la batalla al kirchnerismo y la mayor representante de ese espacio es Cristina Fernández. Queremos ganarle a Cristina en la provincia.
-¿Está de acuerdo con acelerar el debate sobre la “ficha limpia” en el Congreso para impedir que la expresidenta tenga chances de competir? Pareciera que Milei no tiene interés en apurar esa discusión.
-Sí. Creemos que los representantes del pueblo y aquellos que tienen que manejar fondos públicos deben ser gente con “ficha limpia”. No esperamos que sean egresados de Harvard u Oxford, pero sí que por lo menos no tengan en el historial hechos de corrupción.
-Donald Trump o Lula enfrentaron causas judiciales. Sin embargo, se recuperaron y volvieron al poder. ¿Cristina Kirchner puede salir fortalecida de este trance judicial?
-Ellos van a intentar aprovecharlo. Pero el ciclo kirchnerista está totalmente terminado. Quedan los vestigios de lo que fue un imperio que gobernó la Argentina para el mal. Todavía tienen poder de fuego en algunos territorios, como la provincia de Buenos Aires. Pero estamos viendo el final de la etapa del kirchnerismo.
-En los comicios de 2025, ¿van a privilegiar un triunfo en Buenos Aires o un éxito nacional del oficialismo?
-Vamos a priorizar el triunfo a nivel nacional. Ahora, eso no quiere decir que dejamos en un segundo plano la provincia. La prioridad no es ganar un territorio u otro, sino sacar la mayor de cantidad de bancas de diputados y senadores propios que respondan al Presidente.
-Si Milei no acuerda con Pro y Macri, ¿el Gobierno correrá riesgos de perder en la provincia en 2025?
-Es relativo porque tiene que ver con una ecuación que aún no está clara. No sabría dimensionarlo, pero Pro tiene sus votos. Y la asociación de La Libertad Avanza con Pro le permitiría a uno pensar que está yendo a ganar la provincia. Pero hay otros factores a contemplar. Por ejemplo, qué pasa si el peronismo tiene una lista paralela que se lleve una parte de los votos que va a cosechar el kirchnerismo. Además, ¿y si vamos juntos con Pro y no ganamos? ¿No pondremos mucho en juego? En definitiva, hoy no podemos garantizar cómo lograr un triunfo en Buenos Aires. Yo veo que lo garantizaríamos más con la discusión interna del peronismo que con el debate que tenemos respecto de una alianza con Pro u otros espacios.
-¿Van a buscar una alianza con Pro en las próximas elecciones?
-Lo que sucede con Pro es que naturalmente estamos conviviendo. El Gobierno es de LLA, pero hay muchas líneas que trabajan con nosotros en el Congreso o la Legislatura. También estamos articulando políticas en conjunto con algunos intendentes de Pro. Hay una amistad manifiesta con Pro, pero no sé si va a traducir en una alianza electoral.
-¿LLA se desperfila si arma una coalición electoral con Pro? En Formosa, Martín Menem dijo: “No nos queremos amontonar”.
-Es parte de las cuestiones que hay que contemplar a la hora de tomar la decisión. Lo ideal sería fijarse que los individuos de Pro -o de cualquier otro es espacio- sean dirigentes capacitados. Ahí radican los posibles acuerdos del año que viene. Un acuerdo de sellos por el simple hecho de la alianza es “amontonamiento”.
-¿Teme que LLA se convierta en un nuevo Cambiemos si pacta con Pro? Es decir, si afecta la identidad de Milei.
-No creo. Vamos hacia un modelo de país bipartidista, con un espacio de izquierda referenciado en el kirchnerismo y, por el otro lado, un sector de derecha que claramente va a representar LLA. No sé dónde se van a ubicar los demás.
-Macri dice que Milei no supo armar un equipo o no tiene capacidad de gestión. ¿Le molestan las críticas?
-A mí no me molestan. El expresidente es una voz validada en la Argentina. Pero creo que comete un error. Yo recuerdo que Macri nos presentaba a su gabinete como “el mejor equipo de los últimos cincuenta años” y tuvimos un fracaso rotundo en la vida económica y el plano internacional. De hecho, a Macri le gana las elecciones Alberto Fernández. Entonces, [Lionel] Scaloni está autorizado para hablar de equipo, porque juntó las partes de un rompecabezas y ganó todo. Ahora, lo dice una persona [por Macri] que se jactaba de tener el mejor equipo y eso no existió. Milei demostró que, con muy poco, casi empatamos en Buenos Aires en el balotaje. Además, hoy lleva adelante la gestión con un equipo.
-¿Milei absorbió al votante de Macri?
-Yo creo que hay un movimiento en todo el país. Esto avanza a pasos agigantados. No sé si Milei se chupó al votante de Pro o de Juntos por el Cambio. Está representando algo más grande. Hay gente que está viendo que acá hay un movimiento que vino a transformar la Argentina. Y no es una foto temporal, sino una película de largo aliento.
-¿La Libertad Avanza debe presentar una oferta propia en la Capital?
-No es mi territorio y no puedo interferir. Pero la lógica indica que siendo gobierno nacional no podemos no tener una oferta electoral en la Capital. Cae de maduro. No hay que ponerlo en términos de que queremos una guerra fría entre amarillos y libertarios, sino que estamos casi obligados a tener una propuesta en la Capital, salvo que haya un acuerdo con Jorge Macri y Pro… Eso puede existir.
-¿Cuál es la orden de Milei? ¿Acordar o no con Macri?
-Tenemos la orden de transitar juntos esta etapa. Por ejemplo, LLA ha invitado a todos los sectores políticos en la provincia de Buenos Aires a trabajar en conjunto.
-¿Milei debe enfrentar a Macri como hizo Néstor Kirchner con Eduardo Duhalde en 2005?
-Creo que no, por el poder que tenía Kirchner en 2003 y el que tiene Milei. En 2003, Kirchner tenía el 20% de los votos y asume después de que Menem decide no competir en la segunda vuelta. Entró totalmente debilitado al gobierno y eso lo lleva a tomar medidas como sacarse a Duhalde de encima para gobernar a su manera. Milei no necesita eso. Milei no ganó las elecciones por Macri, sino por él. Ganó con el 54% de los votos.
-Entonces, dice que el apoyo de Macri o de Pro no fue determinante para el triunfo.
-¿Adónde iba ir ese votante? Nos pusimos contentos cuando [Patricia] Bullrich, [Javier] Iguacel o Macri salieron a apoyarnos, pero la gente ya no marcha como la dirigencia ordena.
-¿Un triunfo de Cristina Kirchner o Kicillof en Buenos Aires y la Capital podría afectar el plan económico de Milei o dañar la confianza?
-Eso sería un triunfo del pasado. Y la imagen que les vamos a dar al mercado o a inversores no es la mejor. Si ganamos, la gente entenderá que el cambio vino para quedarse. Y eso va a generar más confianza, que es lo que está faltando en la economía argentina.
-José Luis Espert será el candidato del Gobierno en Buenos Aires, según Milei. ¿Diego Santilli debe dar el paso ahora a LLA? ¿Podría liderar la lista?
-Hoy es improbable porque Diego es parte de Pro. Tenemos muy buena relación con [Cristian] Ritondo y él, pero hoy no se lo está evaluando como candidato. ¿Puede serlo? Santilli es un actor representativo de Pro en la provincia. Ahora eso va a depender del acuerdo que haya o no con Pro.
-En el armado de LLA o en el Gobierno de Milei sobran representantes de la “casta”. También apostó por Ariel Lijo para la Corte. ¿Cómo explica esa contradicción?
-El concepto de “casta” fue puliéndose. En definitiva, la “casta” que Javier condena es el club de amigos que se junta para hacer negocios con los problemas de la gente. Y eso atraviesa a todos los niveles: dirigentes políticos, sindicales, empresariales y sociales.
-¿La lapicera estará en manos de Karina Milei o de Santiago Caputo?
-Ambos hacen un team bueno, que se consolidó en el gobierno. La definición más política la toma Karina porque está al frente del partido. Y Santiago está involucrado en otras cuestiones vinculadas a la gestión diaria del Presidente. Pero cualquiera de los dos tiene una opinión validada. Si me preguntan a mí, Karina es quien, en definitiva, toma la decisión. Además, Javier tiene voz y voto y su opinión prevalece.
-¿Usted tiene una interna con Santiago Caputo?
-No hay una interna. Entramos en una batalla que no existe. Un día le dije a él en chiste: “Parece que peleamos con molinos de viento, porque no se sabe dónde está la pelea”. No hay ganancia de una pelea con Santiago. Nos complementamos. Lo que pasó con las universidades es un tema menor e insignificante, donde dos líneas no se pusieron de acuerdo a la hora de confluir. Pero eso no puede llevar a un conflicto entre Santiago y yo.
-¿Bullrich y Victoria Villarruel son dos proyectos sucesorios dentro de LLA?
-No creo. No la veo a Bullrich enfocada en ese camino.
-¿Massa colaboró con el armado de Milei en 2023?
-No existió ningún acuerdo con Massa. Ya lo explicamos.
-Bueno, pero se fracturaron los bloques en la Legislatura y un sector vota en sintonía con Kicillof. Por ejemplo, el jueves apoyó la reforma de jubilaciones del Bapro.
-Ahí hay un grado de traición, especulación y negociado que es evidente. ¿Eso fue un acuerdo macro o hubo cuestiones particulares que sucedieron? Hubo tres o cuatro casos puntuales que dispararon antes de asumir. Cuando se da el Pacto de Acassuso, dijeron “me voy”. Eso fue un atentado al corazón de Milei; una jugada artera
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La fase salvaje del proyecto libertario
Desde el triunfo de Trump, el Presidente acelera hacia un modelo más ideológico y sin grises; se distancia más de Macri, polariza con Cristina y advierte que usará “las armas del enemigo”Martín Rodríguez YebraJavier Milei abraza a Luis Caputo; detrás, José Luis Manzano
Javier Milei había preparado un broche de oro para su discurso en la cena de gala en Mar-aLago, delante del anfitrión Donald Trump. Quería ofrecerle, cara a cara, una alianza global con Estados Unidos, Argentina, Italia e Israel como líderes. No pudo ser. Como habló en castellano, la traducción le comió el tiempo. Una conductora se subió al escenario a despedirlo antes de que pudiera leer el último párrafo y hacer después su gracia final, con la invocación a las “fuerzas del cielo” y el “viva la libertad, carajo”.
Fue apenas un matiz de incomodidad en una excursión soñada para el Presidente. Se abrazó a Trump con el fervor de un fan y se emocionó cuando el dueño de casa lo felicitó desde el atril. Compartió risas con Elon Musk, a quien llama “amigo”, y tiró golpes imaginarios con Sylvester Stallone. Hizo bailecitos. Más que Palm Beach parecía Disney. La propuesta del nuevo orden mundial la pudo formular al día siguiente, en el desayuno, aunque Trump no estaba en el salón.
Es prematuro saber si el próximo presidente de Estados Unidos querrá ubicar a la Argentina en la lista de sus prioridades. Una cosa es la simpatía personal y otra los intereses políticos. Trump le abrió a Milei la puerta de su mansión, pero tardó una semana en llamarlo para oír sus felicitaciones por el triunfo electoral. Quiso el destino que fuera justo después de atender al socialista español Pedro Sánchez, el gobernante que más desprecia Milei.
Más allá de lo que ocurra en adelante, el vuelco político en Estados Unidos ya provoca un impacto sensible en Milei. Lo vive como una confirmación de su misión trascendental para combatir “al virus socialista” en el mundo. Se lo dijo a los aportantes conservadores que lo oyeron en Mar-a-Lago: “Me siento como un profeta en una distopía aún evitable”.
Este Milei post-Trump reniega de toda inhibición. Avanza hacia un liderazgo que tiene rasgos “salvajes”, como él mismo sugirió el miércoles en la cena de la Fundación Faro, creada con el fin de recaudar fondos para la evangelización libertaria.
Sus palabras ante los ideólogos del nuevo credo oficial están llenas de pistas sobre el futuro. “¿Ustedes van a enfrentar a los kukas con buenos modales? ¡Se los van a llevar puestos! Solamente un imbécil puede creer algo así”, dijo, en un mensaje que parecía apuntar a Mauricio Macri y los aliados que le sugieren mesura. Los que se preocupan por las formas, dijo, pretenden razonar con alguien que les pone una pistola en la cabeza: “Van a terminar con la cabeza agujereada, muchachos. Esto es así de salvaje”.
Se presentó como el líder del “partido de los trabajadores”, una incursión sugestiva en territorio del peronismo. Advirtió que está dispuesto “a usar las armas del enemigo” y dar una batalla en todos los terrenos de la vida pública.
Del lado opuesto está, a su juicio, lo que Santiago Caputo llama el “partido del Estado”. Ubicó ahí prácticamente a todos sus antecesores, al periodismo crítico y a los empresarios que viven de lo público. Quiso el destino que en primera fila lo aplaudiera a rabiar José Luis Manzano, exministro de Carlos Menem, accionista de Edenor y otras empresas, histórico mecenas massista y ahora fervoroso aportante a la Fundación Faro. El privilegio de quedar a un paso de Milei cuando se fundió en un abrazo con Luis Caputo paga de sobra los 40.000 dólares que costaba el cubierto en las mesas nobles.
El ideólogo Agustín Laje, presidente de la nueva fundación mileísta, desgranó con más detalle qué significa “usar las armas del enemigo”. Llamó a “aprovechar la ventana de oportunidad” para impulsar un cambio en los valores de la sociedad. El éxito de la Argentina libertaria “no puede reducirse a la economía”, advirtió. El proyecto político debe “hacerse carne en la cultura, en el corazón y en la mente de las personas”. Hay que prescindir de la corrección política y enfrentar decididamente a la izquierda desde la derecha. Los males por combatir incluyen el feminismo, el ambientalismo, el indigenismo, la perspectiva de género.
Las votaciones solitarias de la Argentina en las Naciones Unidas contra proyectos sobre violencia contra las mujeres y derechos de poblaciones aborígenes, así como el retiro de la delegación que viajó a la cumbre climática de Azerbaiyán, son un anticipo de lo que vendrá. Milei supone que se coloca así a la vanguardia de los vientos que soplarán con Trump en el poder.
A nivel diplomático un liderazgo ideológico y extremo plantea un reto para alguien que maneja un país que no es precisamente una potencia. Lo notará seguramente en estas horas cuando reciba al francés Emmanuel Macron, fervoroso impulsor de la lucha contra el cambio climático y al que los gurúes libertarios argentinos han acusado de promover la “agenda homosexual y transgénero” en los recientes Juegos Olímpicos de París. Como buen equilibrista, Macron centrará el diálogo con Milei en cuestiones vinculadas a inversiones francesas en el país. Pero no dejará de desafiar la batalla cultural mileísta con un homenaje a los desaparecidos durante la dictadura, en su visita a la Iglesia de la Santa Cruz.
Milei le tiró un sutil dardo a Macron en Mar-a-Lago, cuando soñó en voz alta que la Italia de Giorgia Meloni –rival acérrima del francés– sea quien lidere la “vieja Europa”.
El lunes tendrá la experiencia del G-20, en Río de Janeiro, un club todavía dominado por el enemigo ideológico. Se reunirá por primera vez con Xi Jinping, bestia negra de Trump. A veces se puede ser cordial con los diferentes: él mismo descubrió que los chinos son unos comunistas particulares, unos “socios que no exigen nada, solo que no los molesten”. Resta, además, un morbo especial por ver cómo saludará al anfitrión, Lula da Silva.
Un nuevo “vamos por todo”
En el plano local, el Gobierno usa “las armas del enemigo” contra la corporación política. El reconocimiento social a la baja de la inflación y a la estabilidad del dólar son energía para la construcción de un poder hegemónico. El espejo del kirchnerismo en sus años dorados de crecimiento a tasas chinas marca un rumbo posible.
El vuelco político en Estados Unidos ya provoca un impacto sensible en Milei
Milei no piensa esperar para ejecutar su versión del “vamos por todo”. Desde la llegada de los libertarios, pocas veces como esta semana quedó en evidencia la desproporción entre las herramientas del Gobierno y las de la oposición para prevalecer en el tablero.
Los grupos que alguna vez se llamaron dialoguistas quisieron imponerle un límite a la facultad de Milei de dictar DNU. Se envalentonaron y sumaron la idea de derogar el decreto que le permite al ministro Caputo renegociar deuda sin pasar por el Congreso. La Casa Rosada desactivó la ofensiva y los dejó en ridículo con apenas una ronda de llamados a un grupo de gobernadores. Llegaron a rendirse a la presión el santiagueño Gerardo Zamora, anfitrión de Cristina Kirchner este fin de semana, y el riojano Ricardo Quintela, que para disimular llegó a decir después que Milei “no va a llegar a los tres años que le quedan” si no cambia sus políticas.
Los jefes provinciales fingieron que se creían la promesa del Gobierno de negociar fondos en el debate presupuestario. Terminaron frustrados en una reunión catártica e inconducente en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
La ley de presupuesto es una trampa a la que los opositores no le encuentran la vuelta. Están convencidos de que Milei quiere que no salga, para gestionar sin restricciones con la prórroga de la pauta de gastos anterior. Se envalentonan con imponerle un proyecto redactado en el Congreso. ¿De verdad lo creen, con todos los bloques estallados como vidrios de un vaso que se estrella en el suelo?
La obsesión con el superávit fiscal ha sido un instrumento tan político como económico para el Gobierno. El dogma del “no hay plata” le permitió el éxito impensable de dominar el Congreso con una minoría exigua de 40 diputados y 6 senadores. “No hay nada que no se arregle con la promesa de reactivar una obra parada”, sintetiza un diputado que ayudó al oficialismo y ahora quedó del lado crítico.
Para no dejar respirar a sus rivales, la Casa Rosada impulsó sin negociación previa una reforma electoral que elimina las PASO y establece requisitos para los partidos que de haberse aplicado en 2023 habrían impedido que Milei llegara a competir por la presidencia.
Las opciones de que el proyecto prospere son escasas. Parece una píldora envenenada para embarrar lo que queda del año legislativo y entorpecer el debate del presupuesto. Si no sale, será “la casta” la que impida ahorrarle al Estado la gravosa carga de unas elecciones internas desprestigiadas y de la financiación de las campañas electorales.
A la oposición le sorprendió la audacia de lo anunciado. El Gobierno aspira a que solo los privados financien las campañas, que no haya topes de gasto y que se eliminen los espacios gratuitos de publicidad. Imposible imaginar una cancha más inclinada a favor de los oficialismos de turno. La sensibilidad de los grandes empresarios para asistir al que ostenta el poder quedó retratada en la caja millonaria que hizo la Fundación Faro en su noche de presentación.
Lejos de Pro
Este Milei radicalizado se aleja cada vez más de Macri, el aliado al que va relegando a un papel ingrato: el que le garantiza el tercio de los diputados que le permite blindar el veto a las leyes que le impongan los opositores duros.
Son señales de este proceso de erosión las constantes referencias del Presidente contra los que exigen “institucionalidad” y “buenos modales”, una alusión que hizo esta semana a los “partidos que fueron cómplices” del kirchnerismo, “a pesar de presentarse como antagónicos” y la persistente costumbre de tomar decisiones estratégicas sin avisar. Milei medita ahora si da otro paso arriesgado y designa por decreto a Ariel Lijo y Manuel GarcíaMansilla en la Corte Suprema.
Pro está en alerta. Ya criticó en público el voto disonante de la Argentina en las Naciones Unidas. Macri y Milei postergaron sin fecha la reunión que tenían prevista para la semana que pasó. La incógnita es cómo prosperará una alianza centrada en las coincidencias económicas ahora que el Presidente está avisando de manera inequívoca que su objetivo es una transformación ideológica y cultural del país. “Ellos son el pasado. Ya fracasaron. Viene un nuevo mundo en el que se valoran las ideas claras, sin dobleces, sin pruritos”, explica una fuente del entorno mileísta, en referencia al macrismo.
El rival ideal es Cristina Kirchner. Contra ella vale todo, como quedó probado cuando el Gobierno le sacó las jubilaciones de privilegio que hasta hace un tiempo Milei decía que eran “un derecho adquirido”. Argumentó que la condena del caso Vialidad, ratificada por la Cámara de Casación, le quita idoneidad moral para cobrar ese beneficio. No tuvo ningún reparo en obviar ese mismo criterio en el caso de Carlos Menem, en cuya memoria recibe una pensión especial Zulema Yoma. La discrecionalidad del poder es una de aquellas “herramientas del enemigo”. Cristina debería saberlo.
Ella está dispuesta a jugar en el terreno al que la invita Milei. Recorrerá el país en su papel de presidenta del PJ y deja abierta la opción de ser candidata a diputada en 2025. Cree que el proteccionismo de Trump desatará una disrupción en la economía global con impacto muy negativo para la Argentina, algo que ya ocurrió durante el gobierno de Macri.
“LTA kukas”, escribió Milei en las redes sociales, como epígrafe de su foto con Trump en Palm Beach. Está convencido de que juntos serán protagonistas de una revolución de alcance mundial que traerá prosperidad de largo alcance para el país. Para él son horas de euforia y celebración. No se permite siquiera temer que pueda haber volado miles de kilómetros para abrazarse con un futuro verdugo involuntario.
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