Una biopic fiel a una personalidad totalmente fascinante
Martín Fernández CruzAlberto San Juan, en el papel de Balenciaga
Cristóbal Balenciag
(españa/2024) Creada por: Aitor Arregui,
Jon Garaño, José Mari Goneaga y Lourdes Iglesias. Música: Alberto Iglesias.
elenco: Alberto San Juan, Belén Cuesta,
Josean Benetxea, Gemma Whelan, Thomas Coumans y Anouk Grinberg. disponible en: Star+
“La alta costura siempre ha estado al servicio de las clases dominantes”, afirma Balenciaga (Alberto San Juan) cuando mira hacia atrás y analiza al papel que jugó su rubro, en el marco de la ocupación nazi en París. La ciudad francesa iba a la vanguardia de la moda en los años treinta y cuarenta, y para un joven Cristóbal Balenciaga, jugar ahí era llegar a lo más alto. Sin embargo, y aunque el tiempo lo coronó como un referente indiscutido, capaz de hablarle de igual a igual a nombres de la talla de Coco Channel (Anouk Grinberg), encumbrarse en lo más alto de la moda le significó redefinir su propio estilo, como también reconocer sus fortalezas y sus puntos débiles.
Luego de revelarse como un diseñador enormemente prometedor, Balenciaga se despidió de su España natal para instalarse en París, y allí intentar alcanzar ese éxito que todos parecían augurarle. Sin embargo, sus meses iniciales en esa ciudad no le fueron nada fáciles. En esa búsqueda por pertenecer, el modisto no lograba refinar su estilo, y en las fiestas parisinas percibía la hostilidad de una sociedad que de golpe, amenazaba con cerrarle las puertas (“ahora sos mi enemigo”, le llegó a decir una Chanel que poco tiempo atrás lo alentaba a comerse el mundo de la moda). Sus diseños no seducían a las grandes clientas, y el ese destino de grandeza parecía de pronto un espejismo efímero. Sin embargo y poco a poco, Balenciaga comienza a revertir su suerte.
Cristóbal Balenciaga hace foco en el camino del diseñador, y el modo en el que la coyuntura no dejaba de obligarlo a replantearse su forma de entender la moda, en un contexto de importantes episodios históricos, como la Guerra Civil española o la Segunda Guerra Mundial. Con un Cristóbal mayor, que durante una entrevista aprovecha para repasar sus inicios, la trama plantea un ir y venir en el tiempo, en el cual el protagonista analiza su pasado a través de la reflexión inherente a la madurez. De esa forma, el personaje comprende muchas de sus decisiones pretéritas, de algunas se arrepiente pero ratifica otras.
En más de una oportunidad, Balenciaga se autoproclama apolítico, pero su orientación sexual, su mirada sobre las guerras e incluso su forma de comprender la moda, están atravesados por la política. Su pareja Wladzio (Thomas Coumans) le grita que no puede negar aquello que lo rodea, a la vez que su socio, un declarado antifranquista, renuncia con dolor a sus principios cuando sus opiniones pueden costarle la empresa que montó con tanto esfuerzo. Su entorno lucha como puede en medio de esa realidad que acorrala a todos, mientras Balenciaga disimula indiferencia, e insiste en que tiene el derecho de ser apolítico. Pero no existe tal cosa, porque como le dice Wladzio, “incluso el diseño de un sombrero es un hecho político”, cuando el fascismo coarta hasta las más diminutas de las libertades. Y aprendida esa lección, y culminada la intervención nazi en París, el modisto finalmente comprende que su carrera es un superar obstáculos, y triunfar en una arena en la que no dejarán de surgir rivales que pongan en jaque ese concepto tan primordial, como lo es el elaborar un estilo personal, reconocible y cautivador. Balenciaga vive detrás de las cortinas de sus desfiles, y llora de forma ahogada una muerte que lo atraviesa, y por eso es que su triunfo le significa el alejarse de las sombras, y vivir a la luz.
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