miércoles, 17 de julio de 2024

ADN DEL CRIMEN


Veinte años del misterio de Fernanda Aguirre
La niña, de 13 años, desapareció el 25 de julio de 2004 en San Benito, Entre Ríos; para la Justicia, la violó y asesinó un depredador sexual, pero su búsqueda sigue activa
Gustavo CarabajalFernanda Isabella Aguirre tenía 13 años 
Un tribunal de Entre Ríos dio por probado que Fernanda Isabella Aguirre fue secuestrada y ultimada por un asesino serial que tenía como “fetiche” las zapatillas de las mujeres a las que mataba. Miguel Ángel Lencina nunca llegó a ser condenado por el crimen de la adolescente de 13 años: se ahorcó en el calabozo de la comisaría de San Benito ocho días después de la desaparición de la niña, ocurrida el 25 de julio de 2004 en la localidad de San Benito, departamento de Paraná.
A veinte años de la desaparición de Fernanda conviven dos líneas de investigación. Una, la del tribunal entrerriano, es que fue asesinada. La otra, según figura en la página del Sistema Federal de Búsqueda de Personas Perdidas y Extraviadas (Sifebu), arriesga que Fernanda sigue siendo buscada con vida. Esta hipótesis fue reforzada a principios de este año cuando el Ministerio de Seguridad de la Nación aumentó de $500.000 a $2 millones el monto de la recompensa ofrecida por datos que permitan encontrar a la chica.
Hasta que falleció, en 2011, la madre de Fernanda, María Inés Cabrol, recorrió gran parte del país y siguió cada pista que le indicara que su hija había sido vista con vida.
Sin embargo, para la Justicia de Entre Ríos, Lencina atacó y mató a Fernanda. Por su metodología, hábitos y cantidad de víctimas, este hombre podría formar parte de un capítulo del digesto sobre homicidas múltiples del FBI.
Ya había sido condenado a veinte años de prisión por los asesinatos de María Dolores Domínguez y Pamela Trepán de Fischer, ocurridos en 1994. Después de asesinarlas, se llevó sus zapatillas como souvenir.
Diez años después repitió su siniestro hábito: asesinó a Fernanda y se llevó las zapatillas de la niña.
Lencina no debió haber estado en San Benito aquel lluvioso domingo de julio de 2004 ni debió haberse cruzado con la chica que volvía a su casa con tres claveles en la mano para una vecina, un encargo de su madre, que tenía un puesto de flores frente al cementerio del pueblo: pero había accedido a salidas transitorias desde la Unidad Penal de Concepción del Uruguay, donde purgaba su condena por los asesinatos de dos mujeres.
Él nunca llegó a confesar el crimen ni el destino final del cuerpo de Fernanda. La que lo delató fue su esposa, Mirta Chávez, quien afirmó que Lencina había ahorcado a la niña en un descampado, escena hasta la cual llegaron los perros buscadores de la policía siguiendo el rastro de olor de la infortunada niña.
Aunque el cuerpo de Fernanda nunca fue encontrado, en 2007 un tribunal de Entre Ríos condenó a Chávez a 17 años de prisión como partícipe del secuestro y asesinato cometido por Lencina.
Chávez recuperó la libertad en julio de 2014. Le redujeron la pena en casi dos años porque en la cárcel estudió psicología y gastronomía.
Aunque la policía de Entre Ríos descartó la hipótesis de que Lencina hubiera entregado a Fernanda a una red de trata de personas, el hecho de que a veinte años de la desaparición de la niña se haya aumentado la recompensa por datos que conduzcan a su hallazgo y de que su nombre figure en el listado de personas buscadas mantiene activa la pista seguida las horas posteriores a la última que vez que fue vista con vida.
Esta hipótesis se fundó también en que Lencina nunca confesó qué hizo con el cuerpo de Fernanda después de violarla y matarla. Nada mencionó su sobrino, que supuestamente lo acompañó en la faena criminal, pero que logró eludir la acción de la Justicia porque tenía 14 años y era inimputable, según la legislación penal argentina que sigue vigente. Chávez, la pareja de Lencina, también mantuvo un silencio inexpugnable al respecto.
Pistas falsas
Cinco meses después de la desaparición de la niña, una pareja encontró una nota pidiendo ayuda en Termas de Río Hondo, Santiago del Estero. “Soy Fernanda estoy secuestrada por dos personas, auxilio”, rezaba la carta. Un peritaje realizado diez años después concluyó que la letra podría ser de la menor.
Guadalupe Belén Lucero tenía cinco años cuando desapareció el 14 de junio de 2021, en San Luis. Tanto Guadalupe como Fernanda fueron vistas por última vez un domingo. Casi a la misma hora, después de las 18 y cuando el seleccionado argentino de fútbol disputaba un partido de la Copa América, lo que hizo que no hubiera gente en la calle y que no existieran testigos.
En el caso de Fernanda, la atención de la gente estaba enfocada en el partido que jugaban los seleccionados de la Argentina y Brasil por la final de la Copa América, en Perú.
Cuando Guadalupe desapareció, tampoco había gente en las calles porque la gente estaba atenta al partido del seleccionado argentino contra Chile por la Copa América que se disputaba en Brasil.
La ausencia de testigos, la oscuridad de una tarde de invierno y la desolación provocada por las calles vacías constituyeron elementos que favorecieron los ataques perpetrados por depredadores que acechaban a sus potenciales víctimas. Ni Guadalupe ni Fernanda aparecieron. Sus fotos aparecen entre las de personas buscadas y extraviadas en la Argentina con ofrecimientos de recompensas.
La confesión
En el caso de la niña de Entre Ríos, al menos, hubo detenidos y una condena. En diciembre de 2007, la Sala I de la Cámara del Crimen de Paraná, integrada por los jueces José Chemez, Ricardo González y Hugo Perotti condenó a la esposa de Lencina a 17 años de prisión por su presunta participación en el secuestro y desaparición de Fernanda.
En el juicio, Chávez admitió que realizó los llamados para pedir rescate por la adolescente, pero dijo que lo hizo obligada por Lencina, que la golpeaba y la amenazaba de muerte.
Según la reconstrucción realizada por el Ministerio Público de Entre Ríos y por la fuerza de seguridad provincial, la madrugada siguiente a la última vez que la niña fue vista por su familia, Lencina y Chávez se dirigieron a la zona del Puente de Hierro, en San Benito. Allí, según los testigos, habían hecho compras la tarde anterior. Chávez hizo entonces el primero de los llamados extorsivos a la familia de Fernanda: dijo que la niña había sido secuestrada y exigía 2000 pesos de rescate.
Además, la mujer exigió que llevaran el dinero del rescate al Puente de Hierro. Cuando hizo el segundo llamado, tanto Lencina como Chávez tenían sus bolsos listos: planeaban retirar el dinero y dirigirse a la terminal para tomar un colectivo rumbo a Santa Fe.
“Ya largamos a la chica. Ya debe estar llegando a la casa”, dijo Chávez en el segundo llamado, después de cobrar el rescate. Pero Fernanda nunca llegó a su casa y esa fue la última comunicación con la familia.
Cinco días después de la desaparición de Fernanda, a partir de las declaraciones de testigos que indicaron que habían visto a la pareja en un minimercado cercano al Puente de Hierro y del seguimiento de los llamados extorsivos, la policía arrestó a Lencina y a Chávez.
A las 72 horas, el cuerpo de Lencina fue hallado en el calabozo de la comisaría de San Benito. A partir de un informe elaborado por la policía entrerriana y de la autopsia, la Justicia determinó que el acusado se había ahorcado.
Debido a que los efectivos de la mencionada seccional no cumplieron con el deber de cuidado de los reclusos a su cargo, Lencina pudo quitarse la vida, en un episodio con matices vidriosos. Esa muerte impidió saber qué hizo con Fernanda.
Chávez se refirió al destino del cuerpo de Fernanda Aguirre ni en la etapa de instrucción de proceso, ni durante el juicio oral. Ante la Justicia, sostuvo que no estuvo presente en el momento en que Lencina atacó a la niña y que solo hizo los llamados obligada por su pareja.
El sobrino de Lencina, de 14 años, en una declaración ante una psicóloga y acompañado por profesionales de la Asesoría de Menores, dijo que no había visto a Fernanda y que, si bien había estado con su tío el domingo 25 de julio de 2004, lo dejó antes de ir al descampado situado frente al cementerio.
El único que sabía qué ocurrió con Fernanda era el acusado Lencina, pero se quitó la vida y se llevó el secreto a la tumba. La Justicia nunca investigó a los policías de la comisaría local para tratar de establecer si sometieron a Lencina a golpes y torturas para que confesara qué había hecho con la niña.
Un mes después de la desaparición de Fernanda, una amiga de Chávez entregó a la Justicia las zapatillas que había encontrado en su casa de Santa Fe, donde el homicida y su pareja se habían refugiado. A partir de los análisis escopométricos se determinó que era el calzado que llevaba la víctima el día que la mataron.
La teoría de la trata
Al principio de la investigación, la familia de Fernanda sostenía que Lencina y su pareja habrían secuestrado a la niña para entregarla a una red de trata de personas, aunque esta hipótesis nunca pudo ser comprobada.
Pero a pesar de la condena de Chávez y de que para la Justicia de Entre Ríos se trató de un asesinato, pasados casi 20 años de la desaparición de Fernanda, el Gobierno aumentó la recompensa, de lo que se deduce que la búsqueda de Fernanda sigue activa.
Debido a que en el momento del crimen de Fernanda no existía la figura del femicidio, Chávez, la esposa de Lencina, no recibió la pena máxima. La agravante que establece la condena a prisión perpetua para el que “matare a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género” se incluyó en el Código Penal en noviembre de 2012.
María Inés Cabrol, la madre de Fernanda, murió el 11 de mayo de 2010. Nunca dejó de buscar a su hija. Siguió cada pista y llamado que indicara que la niña había sido vista algún lugar del país. Todo era falso. Tanta frustración afectó su salud y le costó la vida.
En agosto de 2019, la jueza de Familia de Paraná, María Eleonora Murga, publicó una resolución en la que declaró la ausencia de Fernanda, que en la actualidad tendría 33 años. Se trata de una medida que no afecta a la investigación –que está archivada– y que se dictó en el expediente por la sucesión de la madre de la niña.
La Justicia condenó a la esposa de Lencina, Mirta Chávez, a 17 años de prisión
La mujer confesó que su pareja había ahorcado a la chica en un descampado y también reconoció que había hecho llamados extorsivos a la familia de la menor

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