El Correo se achicará en sucursales y personal
Planea reducir 40% la plantilla y abrir puntos de recepción en comercios
Por Diego CabotModelo de cómo serán los nuevos puntos de recepción en locales comerciales
La apuesta es grande y se podría resumir así: el Correo Argentino intentará ser más chico para ser más grande. ¿Es posible? El tiempo dirá, pero ese es el camino que se trazó la gestión actual como para seguir el andarivel que trazó el presidente Javier Milei para todas las empresas públicas.
Ahora bien, ¿de qué se trata ese paradigma? El Correo, la empresa pública postal, inició 2024 con 16.898 empleados y 1452 sucursales, entre ellas centenares que están en lugares alejados, de difícil acceso y con poca actividad. Algunas, por caso, ya son inhabitables al punto de haber tenido que alquilar otra oficina en la misma localidad. Un caso que muestra el estado de varias localizaciones. En un pueblo de Santa Fe, por ejemplo, se derrumbó el techo de la sucursal. Jamás hubo presupuesto para el arreglo y la solución fue alquilar otro lugar a pocos metros. En total, de acuerdo con la Memoria y Balance de 2023, la firma tiene 640.000 metros cuadrados y una característica: no tiene una sola camioneta para repartir correspondencia y encomiendas.
La apuesta es achicar semejante estructura para crecer de otra manera. Según datos que recabó la actual gestión, que dirige Camilo Baldini, un exgerente de Abastecimiento, subdirector General y ahora confirmado como número uno, el Correo tenía entonces un 40% de dotación por encima de lo necesario. Al 30 de junio, un plan de retiros voluntarios que ofreció pagar alrededor de 50% más de lo que se liquida por la vía convencional dejó aquel número en 12.876 empleados. Claro que no fueron solo desvinculaciones, sino que hubo también prejubilaciones y despidos. Según los gastos presupuestarios, todo esto demandó $100.000 millones pagados en dos cuotas que envió el Tesoro a la compañía.
Ahora bien, el otro punto, quizás el más palpable del plan, es el cierre de sucursales, miles de ellas existentes desde que el pueblo coronó la plaza con el nombre de algún prócer. Sucede que el Correo está obligado a prestar el servicio básico universal, que es llegar a todo el territorio nacional, de manera frecuente y a un precio accesible. Ese objetivo fundacional se canalizó hasta ahora con “la oficina”. Ahora la actual gestión quiere cerrar sucursales y colocar “puntos de recepción”, lugares equipados con toda la identificación de la empresa, con las máquinas necesarias para recibir y mandar correspondencia, pero atendidos por terceros que quieran colocar el mostrador en su local. O, en su caso, por propios, pero en un espacio ajeno.
“El Correo va a tener un mayor alcance geográfico, llegando a más puntos en todo el país. Esto se va a lograr con un cambio en el modelo de sucursales: se sustituyen muchas de las oficinas tradicionales por ventanillas de correo instaladas en librerías, almacenes, estaciones de servicio y otros locales. Este proceso de modernización contempla que el Correo Argentino siga brindando, cada vez con una mayor calidad y eficiencia, el Servicio Básico Universal (SBU) al que está obligado por ley. Esto significa llegar a todos los habitantes del territorio argentino, en forma permanente, con una calidad determinada, a precios accesibles”, dijo Baldini a la nacion.
Deaquíaquellaprimerasentencia: “Ser más chicos para ser más grandes”. Ahora bien, ¿se podría digerir fácil la propuesta en lugares donde la “oficina del Correo” es parte de la identidad local? “El Correo pasa por un proceso de modernización que va a beneficiar al ciudadano común porque va a dejar de costarle plata como contribuyente. La empresa tenía previsto para 2024 un déficit de $222.000 millones, básicamente por dos razones: por tener una estructura sobredimensionada y por contar con demasiadas sucursales con el formato tradicional”, sostiene el número uno de la empresa.
Claro que hay una parte de la sociedad que tiene la posibilidad de mirar ese beneficio indirecto, que con el tiempo se convertirá en concreto, pero la oficina cerrada del Correo tiene un simbolismo para nada menor. De hecho, hay un tema más. Después de la pandemia, cuando mucha gente se bancarizó a la fuerza, quedó un padrón de 300.000 personas que cobran gracias a que el Correo llega a esos 1482 puntos. Cuentan y juran en los pasillos de la empresa que ese servicio, esencial para personas no bancarizadas que viven en lugares alejados, se va a mantener. Solo que llegarán con otro sistema y que el dinero estará en esas dependencias que quieren abrir. “No están en peligro esos cobros. Además, no son muchos”, dicen quienes esbozan el nuevo plan de negocios.
De acuerdo con los datos de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), la sociedad venía sin pedir dinero, pero en mayo reportó un número impactante: $151.000 millones. “La gran mayoría de los pesos son para pagar el plan de retiros voluntarios. En general, lo que se hace es presentar un plan y el Gobierno autoriza; y, si aprueba, pues entrega el dinero para pagar las indemnizaciones”, dice una fuente que conoce los dos lados del mostrador. Según datos del mercado, la empresa está en rango de equilibrio operativo. Es decir, niveló ingresos y gastos, pero está lejos de generar algunos pesos de más como para poder solventar una reestructuración, sea de personal o edilicia.
El año pasado, de acuerdo con el balance público presentado por la compañía, la pérdida del ejercicio fue de $112.000 millones. Ese número actualizado son los $222.000 millones que se proyectaban para este año.
De regreso al cierre de sucursales y aperturas de los llamados puntos de venta, el plan oficial incluye abrir 5000 lugares de recepción. Los van a ofrecer a comerciantes, municipios e, incluso, a otras entidades públicas. La idea, claro, es ser rentable y fortalecer los cuatro principales servicios que presta la empresa: el tradicional de recepción de correspondencia, la distribución de paquetería de comercio electrónico, el servicio y transporte electoral y la logística integral. El nuevo Correo tendrá algunas sucursales que quedarán con el formato actual (con oficina propia y empleados), mientras otras pasarán al formato de stand dentro de locales de kioscos, estaciones de servicio, etcétera. El propósito está claro: bajar costos fijos, pero también tener una red con más capilaridad.
Una de las ideas camporistas que surgió en medio de la pelea del kirchnerismo con Mercado Libre, puntualmente con su fundador, Marcos Galperin, fue el portal Correo Compras, que deberá discontinuarse para poder cumplir con el objetivo principal. El 29 de febrero último, sin pena y sin gloria, se discontinuó el portal. Ahora la decisión está tomada: cerrarlo definitivamente.
Otro tema que generó incógnitas cuando empezó el ajuste. Se trata de la capacidad que debe tener la empresa para poder prestar el servicio electoral, otra de las grandes unidades de negocios de la firma estatal. ”Eso va a continuar sin variaciones. El Correo Argentino cuenta actualmente con 12.876 empleados y la celebración de elecciones involucra aproximadamente a 76.000 en todo el país, incluyendo, además de los trabajadores telepostales, a empresas transportistas, el comando electoral y demás personal de la justicia electoral. Como se trata de un evento que sucede cada dos años e implica unos pocos días de trabajo muy intenso, el Correo contrata históricamente personal eventual para cumplir todas las tareas relacionadas con la elección. En 2025 se conducirá de la misma manera”, comenta Baldini.
Y hay un asunto más: los envíos internacionales. Actualmente, la Argentina tiene restricciones para que se envíen paquetes desde el exterior por compras domésticas, pero también para enviarlos. El Correo es el representante argentino en la Unión Postal Universal (UPU), un organismo internacional que acordó mediante un convenio la prestación del servicio postal universal. Esa pertenencia lo ayudaría a que sea la opción preferida a la hora del comercio electrónico con el exterior. Pero los ejecutivos no dejan de ver una enorme oportunidad en el asunto. En el fondo, confían en la promesa presidencial de derrumbar el cepo y liberalizar la economía. Apuestan a ser el correo elegido de quienes compran afuera.
Con todo, se ejecuta el plan, pues el Correo tendrá menos oficinas, pero, según los cálculos oficiales, más puntos de recepción. Una apuesta enorme y arriesgada en un país con la religión del Estado presente que vea cómo se cierran centenarias estafetas y se reemplazan por un mostrador ploteado en el almacén de la vuelta
“El Correo va a tener un mayor alcance geográfico, llegando a más puntos en todo el país, con mayor calidad y eficiencia”, dijo Camilo Baldini, número uno de la empresa
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Eliminan controles aduaneros para textiles y calzado
El Gobierno impulsó una medida de desburocratización
La Secretaría de Industria y Comercio eliminó el control aduanero del etiquetado de los productos textiles y de calzado que ingresan al país. La medida fue comunicada a través del Boletín Oficial en las resoluciones 156/2024 y 159/2024.
El subsecretario de Comercio Exterior, Esteban Marzorati, explicó en X que cambiará la instancia en el que se efectúa el control del etiquetado de los productos. Antes se realizaba ante la Aduana y, tal como escribió el funcionario, ahora se practicarán “al momento de la comercialización”.
Para el Gobierno se trata de una medida que busca suprimir costos burocráticos y arbitrarios. El subsecretario de Comercio Exterior lo ejemplificó: “Los productos debían venir etiquetados desde origen y, en caso de no hacerlo, se debía iniciar un proceso de autorización (...) que generaba significativas demoras”. Misma situación, describió Marzorati, ocurría con productos que presentaban “pequeños ‘errores’”.
Según informaron a la nacion fuentes oficiales, las demoras por situaciones como estas se extendían hasta 60 días. Por esta razón, el Gobierno habla de simplificación y eliminación de “barreras paraarancelarias”.
A propósito de los etiquetados en cuestión, todos los productos que se comercializan en el país deben llevar una etiqueta con los datos de la empresa y sus características. En el caso específico de calzados y textiles, estas etiquetas también contienen información de los productos que son relevantes para el consumidor, pero que no abarcan conceptos de seguridad.
La reimpresión de la información faltante representó más de 1500 expedientes gestionados por la Secretaría de Industria y Comercio en 2023.
El sector privado reaccionó de distintas maneras. Desde una de las cámaras industriales más importantes hablaron de reducción de costos para los importadores aunque sin especificar cuánto.
Sin embargo, otra de las voces representativas de los sectores implicados, el secretario del departamento de Comercio Exterior de la Cámara Industrial del Calzado (CIC), Horacio Moschetto, definió: “En precios no tendrá ningún impacto”. En esta entidad, la CIC, conviven productores nacionales con otros que importan. En este sentido, Moschetto sostuvo que la obligación de colocar la información del etiquetado a los productos continúa, razón por la que no debería cambiar la estructura de costos y, en consecuencia, tampoco lo que pagan los consumidores.
Una postura similar, aunque más parecida a un rechazo, fue la del presidente de la fundación ProTejer, Luciano Galfione. Esta organización nuclea a productores textiles nacionales. “¿Alguna vez viste inspectores del Gobierno que van por todos los locales para verificar si los productos tienen todos los etiquetados correspondientes?”, ironizó.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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