miércoles, 17 de julio de 2024

CLAVES AMERICANAS, FINANCIAMIENTO EDUCATIVO, LA COPA AMÉRICA


¿Suspenderá Maduro las elecciones?
Andrés Oppenheimer

El crecimiento del candidato opositor Edmundo González Urrutia en las encuestas para las elecciones del 28 de julio en Venezuela ha generado crecientes temores de que el dictador Nicolás Maduro suspenda los comicios o inhabilite a su rival con cualquier pretexto en los próximos días. Frente a estos escenarios, están circulando varias propuestas de acción diplomática regional. Una de las ideas que circulan es enviar una misión de ministros de Relaciones Exteriores latinoamericanos a Venezuela para observar las elecciones, y ofrecerse como mediadora en caso de un potencial conflicto poselectoral.
La misión podría incluir por igual a representantes de países amigos y críticos del régimen de Maduro, como Brasil, Colombia, Chile, la Argentina y Guatemala. Este “grupo de acompañamiento” podría ofrecerse como potencial mediador entre el gobierno y la oposición en caso de un estallido de violencia, dicen los partidarios de la idea. Maduro sufrió un duro golpe propagandístico durante un reciente acto de campaña en la ciudad de San Cristóbal, en el estado de Táchira, cuando una cámara indiscreta lo captó quejándose con el gobernador local por la poca cantidad de personas que habían acudido al mitin.
Una nueva encuesta publicada por Hercón Consultores muestra a González Urrutia liderando con el 68,4% de los votos, frente al 27,3% de Maduro. Otra encuesta de Datanálisis, que analiza varios escenarios, sitúa a González Urrutia a la cabeza por un margen de entre el 18% y el 25% de los votos. Cuando le pregunté al candidato opositor González Urrutia si teme que Maduro suspenda las elecciones o lo inhabilite ancancilleres tes que arriesgarse a una derrota, me dijo que tal vez sea demasiado tarde para eso. “Claro que sí, que pueden hacerlo, sobre todo porque es un gobierno que no tiene límites para acudir a tretas como esas”, me dijo. “Pero sería admitir públicamente que están perdidos. No creo que se arriesguen a tomar esa decisión”.
Sin embargo, varios líderes opositores me han dicho en privado que, ante los resultados de las últimas encuestas, Maduro puede estar tentado de tomar medidas extremas. Aunque ya implementó varias tretas para reducir el voto opositor, como impedir que se registren para votar a unos 4,5 millones de venezolanos en el exterior, Maduro puede haber concluido que le sería más fácil suspender los comicios que manipular el conteo de votos el día de la elección. Carlos Vecchio, que fue embajador del expresidente interino Juan Guaidó en Washington, está entre quienes apoyan la idea de enviar una misión de mediación de ministros de Relaciones Exteriores regionales a Venezuela.
“Es posible que veamos momentos de alta conflictividad”, me dijo Vecchio. “Una misión in situ de latinoamericanos podría tener acceso a ambas partes y ayudar a evitar que Maduro haga alguna locura”. Aunque González Urrutia no mencionó específicamente una misión de ministros de Relaciones Exteriores, me dijo que ha hablado con varios presidentes latinoamericanos en días recientes y les pidió involucrarse en las elecciones venezolanas.
“Les pido, a cualquier miembro de la comunidad internacional que esté pendiente del proceso electoral que se lleva a cabo en Venezuela, que presten atención a lo que va a ocurrir aquí ese día” para que “puedan ser garantes” de un proceso limpio, me dijo González Urrutia. Ya hay unos 8 millones de venezolanos que han huido de su país en los últimos años, y millones más podrían irse a países vecinos si Maduro se robara las elecciones y hubiera un nuevo ciclo de violencia política, agregó. La historia podría repetirse: cuando Maduro fue reelegido fraudulentamente en 2018, hubo protestas masivas, y los paramilitares del régimen mataron a unas 7000 personas, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
A menos que las democracias latinoamericanas se pongan las pilas y envíen una misión regional a Venezuela, es muy probable que Maduro intente manipular los resultados electorales y luego convoque a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), un grupo regional controlado por gobiernos de izquierda, para bendecir su fraude. Para evitar un baño de sangre y una nueva ola de migración masiva, las democracias de la región deben involucrarse cuanto antes en estas elecciones, como lo está pidiendo González Urrutia. El costo de no hacerlo sería demasiado grande para todos

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Se abre una ventana, ¿podremos aprovecharla?
Diego M. Jiménez

Existen tres medidas de magnitud con relación a la medición del financiamiento educativo: la participación del gasto en educación dentro del total de las erogaciones/recursos del presupuesto de un gobierno (20/25% es lo deseable), el porcentaje del gasto educativo en el PBI (6% es deseable) y el gasto por alumno (promedio que surge de la división entre el presupuesto disponible en el área y la matrícula escolar).
Estos indicadores, por sí mismos (tampoco su combinación), no reflejan las dispersiones regionales de la matrícula escolar, las asimetrías entre las jurisdicciones y dentro de ellas, la eficiencia o no en la ejecución del gasto educativo; las ineficacias en el sistema educativo (la falta de comunicación/colaboración entre sus distintas áreas; la baja eficacia en el control de los procesos administrativos; la falta de claridad en la formulación de los objetivos de política educativa, por enumerar algunas posibles). Son, por tanto, mediciones necesarias, pero parciales.
El gasto por alumno refleja la posibilidad, el interés o la necesidad de aumentar su cantidad por diversas razones (tendencia demográfica o decisión política, por ejemplo), pero per se no indica su eficiencia, eficacia, como tampoco su equidad. Puede ser un indicador importante para proyectar gastos a la hora de planificar, pero tiene limitaciones. En este sentido, los gastos en el área educativa se calculan con relación a los vigentes (presupuestos anteriores), porque en general hay un componente inercial en lo que se destina al sector, y eso constituye una limitante objetiva a la hora de su planificación. Otra limitación se encuentra cuando este gasto (por alumno) esta sobreestimado, incluyendo de esa manera sus ineficiencias en el valor resultante. Inercia en su cálculo o sobreestimación de su cantidad son los talones de Aquiles de un indicador útil, pero parcial.
Los tres indicadores señalados “aportan un marco referencial cuantitativo de fenómenos que tienen componentes cualitativos, que análisis más acabados deberían contemplar”, explica el economista de la educación Alejandro Morduchowicz. Según un informe (Cippec-Observatorio de Argentinos por la Educación) recientemente publicado, la caída de la natalidad en la Argentina abre una oportunidad para el financiamiento de la educación. Sus autores (R. Rofman; M. Nistal; L. Sáenz) plantean que el menor número de niños (dada la tendencia en la caída de la natalidad) liberará recursos que potencialmente pueden resultar en una mejora de la calidad y en los resultados de aprendizaje. Menos estudiantes en las aulas, docentes trabajando en pares pedagógicos o liberados para tareas de tutoría podrían tener efectos positivos en las aulas.
Como señala el informe, se abre una ventana de oportunidad con relación al financiamiento de la educación, al poder destinar más recursos por alumno. Eso será posible haciendo eficiente el gasto a la hora de asignar esos recursos (haciendo más con lo disponible). Realizando, al mismo tiempo, un control de procesos y resultados esperados en función de objetivos trazados, siendo de este modo más eficaces. También, atendiendo las particularidades jurisdiccionales formulando políticas de adecuación que busquen disminuir las inequidades.
El gasto por alumno es un promedio y su mayor cantidad no necesariamente supone una mejora. Por otro lado, es importante enfocarse en el interior del sistema (en su administración), donde tradicionalmente los procesos, en general, tienen escasa o parcial evaluación, obturando la posibilidad de posteriores mejoras. A pesar de lo mencionado, la oportunidad existe; ¿podremos aprovecharla?

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La Copa América, entre luces y sombras
La selección argentina de fútbol sumó en la madrugada de ayer su cuarto título internacional en tres años y parece haber acostumbrado a la victoria a sus seguidores en nuestro país y en el mundo entero. Pero la admiración que cosechan los jugadores y el cuerpo técnico de este equipo que, con su consagración en la Copa América realizada en los Estados Unidos, ha agigantado su leyenda encuentra una explicación: no se trata de ganar siempre, sino de no darse por vencidos nunca.
El conjunto argentino sigue dando muestras de esfuerzo, constancia, resiliencia y trabajo en equipo, por encima de las brillantes cualidades individuales de algunos de sus integrantes, desde las habituales genialidades de Lionel Messi hasta las infartantes atajadas de Emiliano Martínez y desde el despliegue incansable de Ángel Di María –quien cerró con un broche de oro su exitoso paso por la selección– hasta el sacrificio de todos, sin olvidar la cuota de mesura y humildad que aporta un director técnico como Lionel para sacar lo mejor de cada miembro de este grupo.
Más allá de la alegría que ha brindado a los argentinos este evento deportivo, el torneo que acaba de concluir será lamentablemente recordado por una pésima organización por parte de la Conmebol y del país anfitrión, que deberá trabajar mucho si quiere llevar a cabo con éxito el campeonato mundial de fútbol previsto para 2026, junto a México y Canadá.
A hechos inconcebibles en un torneo de esta trascendencia como el pésimo estado de los campos de juego en la mayoría de los estadios, causante de no pocas lesiones evitables, se sumó el peligroso papelón que representó el ingreso del público al Hard Rock Stadium de Miami en oportunidad del partido final entre los seleccionados de Colombia y la Argentina.
El operativo de seguridad de la Conmebol y las autoridades policiales de Miami provocó desórdenes pocas veces vistos en un encuentro internacional de esta magnitud. Hinchas sin tickets que se colaron en el estadio ante la ausencia de anillos de seguridad; otros tantos que, aun habiendo adquirido sus costosas entradas, no pudieron ingresar; corridas, apretujones, avalanchas, enfrentamientos con supuestos guardianes del orden y desmayos que incluyeron a mujeres y niños fueron parte de un escándalo que, milagrosamente, no se convirtió en una tragedia y que obligó a retrasar el inicio de la final por la Copa América por ochenta minutos.
Estos hechos, sumados a las insuficientes medidas de prevención que se vieron en la semifinal entre uruguayos y colombianos, que derivaron en enfrentamientos en una tribuna, con la insólita participación de jugadores de Uruguay, constituyen una señal de alerta de cara al Mundial 2026, de la que sus organizadores deberán tomar debida nota.
Felizmente, el equilibrio y la ejemplar conducta de los integrantes de la ya histórica Scaloneta contrastan con la barbarie que, por lo que se ha visto, los fanatismos despiertan en vastas regiones de nuestro continente.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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