lunes, 1 de julio de 2024

PRECIOS Y EL CENTRAL


Esperan en junio una inflación más baja de lo proyectado
Precios. Los analistas la ubican entre 5% y 5,5%; el aumento de tarifas explica, al menos, un punto porcentual de la proyección, en tanto que la desaceleración en alimentos puso límites
Sofía DiamanteLos precios de los alimentos mostraron más estabilidad, según las consultoras
Para el mes que cierra hoy, la mayoría de las consultoras económicas estimó una inflación mensual de entre 5% y 5,5%, en la que al menos un punto porcentual del total fue explicado por los aumentos de tarifas en gas y electricidad. De esta forma, habría un pequeño repunte del índice de precios al consumidor (IPC) respecto del 4,2% de mayo que publicó el Indec, medición que sorprendió por lo baja, aunque estuvo fuertemente influenciada por el congelamiento de tarifas de energía y por la devolución de las cuotas de las prepagas.
En julio, la inflación volvería a estacionarse entre 4 y 4,5%, sobre todo luego de que se confirmara una nueva postergación de aumentos de tarifas, según señalan las consultoras.
Durante junio, el Gobierno aplicó una quita de subsidios generalizada a los servicios energéticos, lo que derivó en subas de entre 9% y 33% en gas y entre 23% y 156% en electricidad. Además, acotó los volúmenes máximos subsidiados para los usuarios de ingresos bajos y medios, por lo cual para aquellos hogares con consumos altos los aumentos fueron aún mayores.
“La expectativa, por cómo viene la tendencia, sería una inflación de entre 5% y 5,5%. Cabe notar que este mes hay alguna incertidumbre por cómo va a imputar el Indec los incrementos de gas y electricidad, dado que tuvimos un cambio en los topes de consumo. En nuestro supuesto se incluyen todos los cambios”, dijo
Sebastián Menescaldi, economista de EcoGo.
En alimentos, en tanto, un rubro seguido muy de cerca por el impacto que tiene en la población más vulnerable, la consultora estimó subas promedio en torno del 4% para los alimentos consumidos dentro del hogar, pero finalizaría en 3,7% si se tienen en cuenta los consumos fuera del hogar, que prácticamente no registraron variaciones, según EcoGo.
“Hacia adelante, la inflación podría estabilizarse en torno del 4% y 5%, dado que el Gobierno nuevamente está postergando ajustes que había comprometido, como los de distribución y transporte de energía y la suba del impuesto al combustible”, explicó Menescaldi.
La consultora Econométrica, en tanto, estima para junio una inflación en alimentos y bebidas que mide el Indec de cerca del 3% mensual, reflejando una nueva baja después del registro oficial de 4,8% en mayo. “Para el índice general de inflación esperamos que refleje un leve repunte a 5,2% en junio (desde 4,2% en mayo), advirtiendo el impacto en la recomposición de tarifas que se realizó en el mes”, dice el informe del economista Ramiro Castiñeira.
Una proyección más optimista tiene C&T Asesores Económicos, que estima una inflación mensual un poco por debajo de 5%, en torno de 4,7%. “La inflación núcleo nos da 3,1% y, obviamente, las que suben fuerte son las tarifas y también algunos servicios ligados al esparcimiento e internet. Además, recuperaron el ritmo de ajuste los artículos de tocador, que venían bajando muy fuerte, y el turismo, por los dos fines de semana largos. En comunicaciones hubo un aumento también, pero el rubro alimentos y bebidas estuvo muy tranquilo, con una variación de 2%. Ayuda mucho que bajaron las frutas de nuevo y que la carne aumentó poco. Lo que más subió fueron productos lácteos y huevos, pero el resto venía muy tranquilo”, explicó la economista María Castiglioni.
“Los datos que vimos durante junio hicieron que nosotros mismos revisáramos a la baja la expectativa de inflación, porque vimos que se fue consolidando la baja de precios en muchos productos, o la desaceleración en otros rubros, a pesar de todo el ruido financiero”, agregó la analista de C&T.
Precios tranquilos
La consultora Econviews, por su parte, estima una inflación en torno del 5,3%. “Teníamos una proyección de 6%, fundamentalmente por el tema tarifas, pero vimos precios en los supermercados muy tranquilos y por eso corregimos para abajo la inflación de junio, dada la alta importancia de alimentos y bebidas en el índice”, dijo el economista Andrés Borenstein. Para julio estiman una inflación de entre 5% y 5,5%.
Por su parte, la consultora Equilibra espera una inflación del 5% para junio. “Es un poco por debajo de lo esperado porque proyectábamos un 5,5%. Se explica prácticamente por la aceleración de la inflación con relación a mayo por el aumento en los [precios] regulados, que el mes anterior se pospuso. La inflación núcleo y los alimentos nos dieron muy parecido a la de mayo”, dijo el economista Lorenzo Sigaut Gravina.
La consultora LCG, en tanto, calcula una inflación de 5,2% en junio, mientras que el economista Ricardo Arriazu dijo que estaría cerca de 5,5 por ciento.

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Claves de las negociaciones entre el Gobierno y los bancos
Evaluarán la deuda del Central con el sector privado, que ahora pagará el Tesoro; plazos e interés, los ejes más importantes
Ignacio Grimaldi
El ministro de Economía, Luis Caputo, había anticipado la intención del Gobierno de reunirse con los bancos privados durante la próxima semana cuando anunció que el Tesoro absorberá los pasivos del Banco Central. Finalmente, la convocatoria se cristalizó. Será mañana, a las 10, en el Central, confirmó una importante fuente del sector.
La conversación girará en torno a qué plan tiene Caputo para pagarles intereses de los pasivos del Banco Central a los bancos. En el sector privado adelantaron que primero escucharán al ministro y luego evaluarán. Dichos pasivos totalizan, según información oficial, $17,9 billones. El plazo de pago y el interés por afrontar serán los ejes principales de la conversación.
Además de los miembros del Gobierno, asistirán representantes de cada uno de los bancos y entidades que nuclean diferentes organizaciones, como la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), la Asociación de Bancos Públicos y Privados (Abappra) y la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA).
“Seguramente explicarán con algo más de detalle las medidas”, sostuvo esta importante fuente del sector bancario. El pase al Tesoro de los pasivos del Banco Central fue lo que Caputo comunicó el viernes después de las seis de la tarde. El mecanismo que propondrá el ministro para hacer frente a sus intereses será crucial por el costo fiscal que podría tener, así como también por el impacto en la confianza del sector privado.
De esos $17,9 billones, según informaron fuentes oficiales, aproximadamente un 37% está en manos de bancos privados, mientras que el monto restante lo poseen bancos públicos. Por lo tanto, la cifra de mayor apremio es la que apenas supera el tercio de los casi $18 billones dado que la negociación intra-Estado (Gobierno y bancos públicos) es más sencilla que la que se puede desarrollar con privados.
De cara a la reunión con el Gobierno, los bancos privados, tal como describió esta importante fuente del sector, llegan con dudas sobre tres aspectos. El primero de ellos es básico: cuánto tiempo demorará el traspaso de la deuda del Central al Tesoro. Es decir, si durará pocos días o si será gradual.
Un segundo punto sobre el que los bancos esperan información gira en torno a los plazos de las letras. Dicho en palabras más sencillas, cuánto tiempo tardará el Gobierno en pagarles la deuda. En ese sentido, en el sector privado esperan que “sea muy corto, por ser letras de liquidez”.
Además, en la previa los bancos diseñan una estrategia de negociación en la que no vislumbran que todo el saldo a su favor sea resuelto con la emisión de letras, dada la liquidez que buscan tener de dichos activos, aunque –admiten– “la mayor parte” del dinero entrará en la conversación. La tercera duda del sector es cuál será el nuevo interés que les dejarán los pasivos a su nombre porque, en función de ello, podrían aceptar plazos de devolución más largos o cortos.
Todas estas variables revisten importancia, ya que en mayor o menor medida implicarán un nuevo gasto para el Tesoro, donde habita el corazón del programa económico del Gobierno: el ancla fiscal. Para que se entienda: en el Tesoro está la caja o billetera del Estado. Por lo tanto, ahí se juega el “déficit cero”. En consecuencia, sanear las cuentas del Banco Central tendrá un costo para el superávit del Poder Ejecutivo en los primeros cinco meses del año, que, según cifras oficiales, superó los $6 billones.
Existen diferentes miradas sobre el impacto de este nuevo gasto que tendrá que afrontar el Tesoro. Para el economista Fausto Spotorno, “implicará un ajuste fiscal aún más grande” que el que ya aplica la administración libertaria. En declaraciones radiales, sostuvo que la determinación de eliminar el déficit y sanear el Banco Central era algo que “sí o sí” había que hacer.
A su vez, explicó de dónde surgieron estos pasivos del Central que ahora son deuda del Tesoro: “La emisión para financiar el déficit fiscal (durante 2023) fue mucho más grande que la emisión de pesos y se tuvo que emitir deuda. Estos pases con el tiempo fueron creciendo porque pagaban tasa de interés, y el resultado es una gran deuda del Banco Central”.
Una mirada distinta tiene el economista Gabriel Caamaño, para quien no cambia tanto, dado que “lo que estaba pagando uno lo va a empezar a pagar otro”. Sobre el costo que puede representar para el Tesoro en defensa del superávit, mostró cautela: “Hay que ver cómo lo instrumentan”. De hecho, observó un movimiento de los bancos durante este año. “Ya habían empezado a pasarse al Tesoro”, sostuvo.
Caamaño indicó que muchas entidades habían empezado a renegociar sus títulos del Central con letras que paga el Tesoro, como las Lecap, que tienen un interés más alto que el que paga el BCRA.
Una postura similar expresó Camilo Tiscornia: “La pregunta del millón es qué costo tendrá para el Gobierno lo que termine de acordar con los bancos”. Vinculado a eso, posee una visión optimista ya que consideró que para un anuncio de estas características el Gobierno ya debía tener una idea sobre la intención de los bancos. Caso contrario, “sería un piletazo”, porque “el protagonista del programa económico es el ancla fiscal y eso el Gobierno lo tiene clarísimo”.
Según Tiscornia, el monto por solventar “es una espada de Damocles”, pero más importante será el punto de la discusión sobre “el tiempo en que hay que pagar”, porque eso podría dilatar el impacto de las erogaciones en las cuentas públicas.
En ese sentido, sostuvo que al Gobierno no le quedan muchas canillas de gasto público por cerrar para profundizar el ajuste, aunque identificó que en subsidios a la energía (se reflejan en la tarifa de los servicios públicos) podría encontrar “algo de margen” para generarse un mayor ahorro.
El Gobierno negocia con los bancos la deuda del Central para no emitir más
Los plazos y el interés son los principales ejes de las negociaciones

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