lunes, 8 de julio de 2024

RAFAEL SANTANDREU....PSICÓLOGO ,LA FELICIDAD Y LA FUENTE DE LA JUVENTUD


Rafael Santandreu. “Nada es tan importante, se necesita muy poco para ser feliz”
Autor de tres best sellers, el psicólogo cognitivo español afirma que preocuparse por algún contratiempo representa una neurosis, que es necesario cambiar la perspectiva con la que se toman las cosas y evitar las exigencias inventadas
Flavia TomaelloPara Santandreu, solo se puede tener una mente saludable recuperando un ritmo vital natural
Todos nos volvemos un poco locos de vez en cuando. Sobredimensionamos, creemos que el pequeño bollo de papel es una bola de nieve, nos toma el enojo por una nimiedad, nos gana el insomnio por un hecho circunstancial y el estrés nos cubre sin poder reconocer bien qué lo produjo. Emergen imposibles de un evento que apenas requiere algo de esfuerzo y los desafíos cotidianos derrumban el ánimo. ¿Somos especialistas en hacer montañas de granos de arena? A esta pregunta responde en su último libro Rafael Santandreu, uno de los psicólogos más prestigiosos de habla hispana. En su libro No hagas montañas de granos de arena analiza qué nos lleva a hacernos una película de todo y a la rumiación continua, además de entender cuándo y para qué es importante preocuparse.
“Cinco herramientas nos pueden ayudar para no caer en la neurosis –explica en charla exclusiva
. Opciones que pueden hacerse presentes de la mano de alguien cercano que ofrezca una frase o gesto que nos saque de la locura temporal, que nos pinche el globo. Puede hacerlo con amor, humor, surrealismo, decirnos que sí como a los locos para seguirnos la corriente o dejarte solo hasta que se te pase”. Para Santandreu la gran clave está en nuestra cabeza y en cómo podemos convertir lo sencillo en complicado, cómo damos peso a lo que falta en vez de a lo que hay, o en el modo en que nos sumergimos eternamente en una terapia para anidar en los problemas. Potenciador de tratamientos breves y de construir un pensamiento más liviano, en su obra enseña cómo es el diálogo interno de las personas más fuertes y felices.
–En la Argentina somos casi adictos al psicólogo. ¿Cree que muchos años de terapia acercan a una mejor calidad de vida?
–No. Eso es como decir que cuanto más tiempo pases en el gastroenterólogo, mejores intestinos vas a tener. ¡Más bien va a ser al revés! El cambio psicológico más eficaz se da rápido, en cuestión de pocos meses. Tengo más de 200 casos de personas que estaban fatal: con ataques de pánico diarios, TOC infernales, pastillas… que ahora están genial. En promedio tardaron unos seis meses en conseguirlo. Eso sí: de trabajo duro diario. Quien más tardó, lo hizo en tres años. Llevaba 30 años con una enorme carga de fármacos recetados.
–¿En dónde radica la clave de las terapias breves?
–En dar en el clavo: conocer exactamente por qué nos ponemos neuróticos y cómo deshacer el entuerto. Al final de la terapia –o autoterapia– los expacientes son casi psicólogos de lo mucho que saben, al menos en la neurosis de la que se han curado. Saben explicar exactamente cómo se la autogeneraron y cómo curarse. La mente es la clave que hace las cosas fáciles o difíciles. Atravesamos una época donde se ha hecho más fácil adquirir una mala filosofía de vida, cargarse de expectativas y autoexigencias. El mundo parece implicarnos en la idea de ser guapo, listo, rico, extrovertido, estar en forma, tener un departamento, muchos amigos, una buena pareja… De otro modo me convierto en un gusano. Nos tenemos que dar cuenta de que somos dueños de nuestra propia mente: de uno depende que amueble muy bien el coco para que nada de lo superfluo afecte.
–¿Cree que reflexionamos demasiado sobre lo que nos pasa?
–Reflexionar mucho no tiene nada de malo. El problema es hacerlo mal: en la dirección de la neurosis. A mí me gusta pensar, re-pensar y gozar de mi mente que hace filigranas. Cuando has caído en el hábito de terribilizar, quejarte de todo y ver solo la parte negativa de la vida, allí, en ese terreno, entonces sí cuanto más se piensa es peor. Pero cuando aprendés a hacer lo contrario: valorar lo que sí poseés y apreciar la belleza del mundo, cuanto más pensás, mejor lo pasás. Casi todas las caras de nuestra existencia dependen en gran parte de nuestra mente y de cómo aplicamos nuestros pensamientos. Allí está la clave que hace las cosas fáciles o difíciles. Suelo poner como ejemplo el juego de tirar de la soga con dos bandos en cada extremo.
Mi manera de entender la psicología es que te permita aprender a poner siempre al otro equipo a tirar también para tu lado.
–¿Qué pasos podemos dar para desdramatizar aquello que convertimos en una película?
–Podés empezar por darte cuenta de que eso que has perdido o podrías perder nunca lo has necesitado. Es más, hasta podés estar mejor sin tu pareja, sin ese trabajo que te agobia, sin salud tan completa… Tenés que profundizar en la idea de qué te hace estar a gusto. Nada es tan importante. Se necesita muy poco para ser feliz. Los hechos son en sí mismos bastante neutros. Las contrariedades nos afectan, por supuesto, y es correcto que así sea, porque son, en parte, el motor que nos moviliza hacia la mejora. Pero es común notar discrepancias en la reacción frente a un hecho similar.
Mientras una persona se disgusta un rato y se le pasa, otra se hunde en una crisis de una década. Algo no está bien en este segundo caso y allí hay trabajo que ese sujeto tiene que hacer sobre sí mismo y su perspectiva de las cosas.
–¿Qué condiciones cree que nos inducen a la dramatización de los contratiempos?
–Un factor es el contagio. A nuestro alrededor mucha gente se queja, dramatiza, está asustada, temerosa, de alguna manera le place eso malo que detectó que le sucede… Y podemos copiar sus razonamientos. Así adquirimos creencias irracionales como: “¡Necesito que todo el mundo me trate bien todo el tiempo!”. Esta creencia genera una infelicidad notable. Es allí donde crece la causa potenciadora de la neurosis: las exigencias inventadas que transformamos en una necesidad. Con menos requisitos allanamos el camino de la paz mental. Para eso es imprescindible volverse más simple y dar valor a lo que se posee, más que a lo que falta.
–¿Cómo podríamos establecer una escala adecuada para encarar las dificultades?
–Las personas más fuertes y felices creen que nada merece su preocupación. Me gusta inspirarme en Steven Hawking, el científico en silla de ruedas que fue capaz de convertirse en un líder. Pensaba que su parálisis era una minucia, nada demasiado relevante. Cuando más te parezcas a ese tipo de personas, mejor te irá. Lo ideal sería llegar a no preocuparse por nada: ni por la posible muerte de toda la humanidad. Aquello que vemos en otros y que, equivocadamente apreciamos, como la fama, un cuerpo trabajado o la riqueza son anécdotas en las vidas de esas personas. No son determinantes de su felicidad. Estamos rodeados de personas exitosas que son infelices. ¿Por qué ellos deberían ser nuestro modelo a seguir?
–¿Existe una manera saludable de preocuparse?
–No. Preocuparse es siempre una neurosis. Ocuparse es lo correcto. Disfrutar resolviendo cosas. Solo eso. Es importante no justificar las preocupaciones porque mientras lo hagas, no hay forma de cambiar de perspectiva.
–Usted ha dicho que la depresión es un constructo mental, ¿podría ampliar ese concepto?
–Cuidado: eso es así en la mayor parte de las depresiones, pero no todas. También hay depresiones producidas por déficits hormonales, vitamínicos y otros problemas orgánicos. Pero en las depresiones producidas por una adversidad tú tienes tu propia cura en la valoración de lo que ha sucedido. Por ejemplo, es paradójico saber que el hecho de que a una persona la abandone su cónyuge sea una de las causas más importante de suicidio posterior. Este hecho puede ser visto como una adversidad dura pero no como el fin del mundo, no es una guerra nuclear. Si lográs razonar profundamente en que eso, aunque no te haya gustado, no te tiene por qué impedir que seas feliz en el largo plazo, no te deprimirás. La industria farmacéutica quiere que pensemos que esto no es así: que la depresión es siempre una enfermedad orgánica y que los disgustos se arreglan con pastillas. Más allá de aquellas depresiones extraordinarias que los ameritan, deprimirse no es fácil, hay que esforzarse mucho para conseguirlo.
–¿Cómo podemos reducir el estrés diario?
–Solo se puede tener una mente saludable recuperando un ritmo vital natural. Para empezar, no hacer nunca dos cosas al mismo tiempo. La multitarea es estresante por definición. Nunca ir deprisa ni hacer las cosas de ese modo. Poner atención y amor a cada tarea. Dedicar bastante tiempo cada día al juego, al amor y la diversión. Esto debe ser un compromiso vital esencial. Recuerdo una frase que alguien dijo alguna vez que me resulta útil para esto: “No hay peor manera de perder la vida que corriendo”.
–¿Qué contribución hacen las pantallas a las dificultades para encontrar la felicidad?
–Si creyese en la Biblia, pensaría que el teléfono móvil con sus redes sociales y aplicaciones es el anticristo. El personaje que meterá en el infierno al mayor número de personas en el menor tiempo. Y como dice la Biblia, ese “ser” seducirá a la gente de forma que lo idolatren y ya no sepan vivir sin él.

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Longevidad: secretos de los superagers para vivir más y mejor
Longevidad: para llegar a los 100 años con buena calidad de vida hay que tomar el riguroso camino de los hábitos saludables
La evidencia científica asegura que los hábitos saludables, que incluyen actividad física, alimentación y descanso adecuados, son tan importantes como el factor genético

Conrado Estol
Más que la cantidad de años que vivimos, lo importante es cómo los vivimos. No se trata solo de envejecer pasivamente, sino de adoptar una actitud proactiva para prolongar el tiempo y la calidad del funcionamiento de todos nuestros órganos. El objetivo es aumentar los años con salud y no solo la duración de nuestra vida. De esta forma, podríamos desmentir a Bernard Shaw cuando decía: “la juventud está desperdiciada en los jóvenes”.
Durante siglos la humanidad ha buscado la fuente de la juventud que, según la mitología, lograría rejuvenecer a quien se bañara en ella. En el siglo XVI, Juan Ponce de León navegó el Caribe en busca de esta mítica fuente, encontrando en su lugar un territorio al que bautizó Florida. Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue aún más perseverante y durante ocho años exploró, inútilmente, distintas regiones de México.
En los últimos 10.000 años la edad promedio de vida ha sido de 20 a 30 años hasta la mitad del siglo XIX cuando algunos avances médicos y medidas de sanidad comenzaron a implementarse. A partir de esa época, la cifra aumentó significativamente llegando al día de hoy a una expectativa de vida promedio mundial de 70 años. A principios del siglo XX la expectativa de vida era 40 años; en 1950 llegó a 60 en regiones de altos ingresos y actualmente los extremos están representados por Japón que lidera con 85 años, mientras que Chad tiene la más baja con 52. Es razonable pensar que en el futuro podríamos superar los 100 años de vida. Sin embargo, todo indica que durante algún tiempo nos mantendremos en una meseta cercana a un siglo.
Si bien la longevidad es hoy un tema de interés universal, el foco debería ser otro ya que casi dos tercios de las personas pasan los últimos 10 años de su vida con mala salud. Basta salir a la calle para ver una cantidad de personas que necesitan la asistencia de un bastón, un caminador o de un acompañante para poder desplazarse con lentitud y dificultad. El envejecimiento no debería ser visto como una inevitable declinación hacia la dependencia. Apelando a la conocida frase, la intención no es agregar años a la vida sino vida a los años.
Aún no se sabe qué mecanismos biológicos hacen que algunas personas sean superagers –personas que envejecen excepcionalmente bien–. Un trabajo reciente con 119 octogenarios de España en que aproximadamente la mitad era superagers mostró que en estos últimos los cerebros tienen un mayor volumen, especialmente en las áreas relacionadas con la memoria y que además tienen un mayor número de conexiones entre las neuronas. En el otro extremo, tampoco se conoce la causa, ni existe un tratamiento efectivo para la enfermedad de Alzheimer que está fuertemente ligada con la edad, es la demencia más frecuente, es la sexta causa de muerte y lidera la lista de trastornos discapacitantes.
En los EE.UU. el número de personas de 100 o más años ha aumentado marcadamente, de 2300 en 1950, a 100.000 hoy en día (0,03% de la población). En la Argentina, hay aproximadamente 15.000 centenarios. Jeanne Calment, la persona más longeva confirmada vivió hasta los 122 años. Ella, como varios otros de los supercentenarios, no hacía más ejercicio que quienes habían muerto más jóvenes, fumaba y tomaba alcohol. Esto sugiere la influencia de factores genéticos lo que ha sido confirmado en diversos estudios que identificaron cuatro genes llamados FOXO que tienen relación con una extensión en el tiempo de vida.
Un proceso reversible
El envejecimiento es un proceso reversible, por lo menos en parte, que resulta de la interacción entre factores genéticos y ambientales. Con los años, las células, tejidos y órganos del cuerpo alteran su funcionamiento y dan lugar a enfermedades neurodegenerativas –Alzheimer, Parkinson–, cardiovasculares y cáncer. Se puede decir que las personas que viven muchos años probablemente tienen genes defensivos contra la aparición de las enfermedades relacionadas con la edad.
Longevidad: en los EE.UU. el número de personas de 100 o más años ha aumentado marcadamente, de 2300 en 1950, a 100.000 hoy en día. En la Argentina, hay unos 15.000 centenarios
En años recientes se inició una fuerte corriente relacionada con resistirnos al envejecimiento para mantenernos jóvenes. Es decir, ha aparecido la noción de que podemos enlentecer el reloj biológico y de que el envejecimiento no es un proceso inalterable determinado por la carga genética, sino que, por el contrario, cuando adoptamos el estilo de vida adecuado, cada año deberíamos poder sacar una vela más de la torta en nuestro cumpleaños.
Pero el estereotipo pesimista de la vejez está muy arraigado en la sociedad. Cuando a los pacientes les decimos que el tratamiento holístico en una clínica de prevención y longevidad les permitirá vivir 100 años, muchos –sesgados por el estigma reinante– nos contestan “pero doctor, ¿quién quiere vivir 100 años?”, a lo que contestamos: “todos aquellos que tienen 99…”. Más allá de arrancarles una sonrisa, les explicamos que no nos referimos a 100 años como los de aquellos que pueden verse hoy y que en general revelan el deterioro asociado a una acumulación de enfermedades que afectan la movilidad y la capacidad cognitiva.
¿Quién habría imaginado en 1960 que una persona de 80 años podría lucir como Mick Jagger? Hoy sabemos que desde los 20 años, Jagger ya envejecía de una forma diferente –superior– a la mayoría de las personas de su misma edad. Si bien en ese momento, la diferencia no era evidente, hoy, a los casi 81 años, probablemente muy pocos individuos tengan la capacidad física y cognitiva del famoso Rolling Stone.
Y extrapolando esto, debemos pensar en un futuro con personas que con 100 años hayan aplicado el conocimiento ya disponible relacionado con la longevidad y que por lo tanto lucirán como alguien que hoy tiene 60 años.
El foco de vivir muchos años con buena calidad de vida es un paradigma emergente en la medicina. En la mayoría de los países, el sistema de salud es antiguo, complejo e ineficiente, con médicos, centros médicos y financiadores que a menudo tienen intereses en conflicto. Es esencial adoptar un nuevo enfoque centrado en la expectativa y calidad de vida.
Alimentación y ejercicio
Incorporar hábitos de buena salud desde la infancia es crucial. Aunque se cree que los jóvenes no se preocupan por su salud, datos recientes de los Estados Unidos muestran que las generaciones Z y millennials están entre los que más gastan en temas relacionados con la salud. Los hábitos saludables previenen las enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte a nivel mundial.
A partir de los 60 años en general se hace más obvio quiénes envejecen mejor que otros, pero es posible revertir la evolución natural de una declinación progresiva si seguimos practicando los hábitos que han sido incorporados en la juventud como una parte más de la vida diaria. Idealmente tendremos que aumentar su intensidad y frecuencia con el desafío que significa compatibilizar esto con un período que se supone está más libre de compromisos.
Se deberá:Meditar más
Socializar
Respetar estrictamente las horas de sueño
Agregar esfuerzo al ejercicio
Limitarnos a una nutrición libre de productos procesados
Evitar el cigarrillo
Limitar el alcohol
Asegurarnos de que la presión arterial, el colesterol y la glucosa estén dentro de los límites normales

Si el eje de nuestra conducta está en los hábitos saludables, se mantendrá la llamada vitalescencia. Los años que siguen al comienzo de la séptima década son un tobogán con diferentes grados de inclinación que en la mayoría de los que no siguen un estilo de vida sano, tarde o temprano puede llegar al nivel de la dependencia física para las actividades más básicas de la vida cotidiana.
La gran cantidad de información falsa que circula en las redes, a menudo motivada por intereses comerciales, puede desorientar. El ejercicio es un buen ejemplo sobre la confusión reinante: un estudio australiano publicado en la revista Diabetes Care mostró que, en 30.000 diabéticos con sobrepeso, hacer ejercicio por la tarde –entre las 18 y 23– se asoció con una mayor reducción en la mortalidad cardiovascular y así fue reproducido en los medios.
Sin embargo, no se difundió que los grupos de pacientes que hicieron ejercicio a la mañana, también tuvieron una reducción significativa, aunque menor, en la mortalidad. Cuestionando los resultados del estudio australiano, un estudio publicado en la revista Obesity en 2023 mostró que quienes hacían ejercicio entre las 7 y 9 de la mañana alcanzaron un peso menor que quienes lo practicaban a la tarde o noche.
Y en 2022, un estudio en 85.000 personas de entre 40 y 80 años publicado en una revista científica europea mostró que el ejercicio, sin importar la cantidad total, cuando se realizó por la mañana logró la máxima disminución de enfermedad cardiovascular y además fue beneficioso para el sueño de los participantes. Existe una masiva cantidad de datos sobre ejercicio que contribuyen al debate y a una oferta de opciones interminables.
Solo para mencionar algunos ejemplos de datos con evidencia: la frecuencia del ejercicio es más importante que la cantidad; correr, sin importar la distancia o velocidad, tiene un impacto positivo en la salud cardiovascular; si la elección es caminar, que sea con un ritmo de 115 pasos por minuto para un total ideal de 6000 pasos diarios. Caminar hacia atrás es una práctica común en algunas culturas y por sus efectos beneficiosos que incluyen fortalecimiento de tobillos, disminución en lesiones de cadera y rodilla e incluso mejora cognitiva, muchos recomiendan hacerlo.
Levantar peso, aunque solo sea un par de minutos tiene un efecto significativo en el mantenimiento de la masa muscular. El aumento progresivo en la carga de peso logra un beneficio mayor que la repetición de una misma rutina. Hacer ejercicio escuchando audio-libros aumentó la adherencia al ejercicio en un estudio, además de que se ha mostrado que el ejercicio tiene un efecto protector mayor cuando se realiza mientras el cerebro está activo y no en un modo automático.
Longevidad: entre los ejercicios a tener en cuenta, uno de ellos es caminar hacia atrás, una práctica común en algunas culturas por sus efectos beneficiosos
Un estudio realizado en Estados Unidos en el que se hizo resonancia magnética de cerebro en 700 adultos, mostró que el ejercicio disminuía la actividad en centros cerebrales relacionados con el estrés y que esta puede ser una de las razones por las que el ejercicio reduce la mortalidad cardiovascular. La mejoría cognitiva asociada con el ejercicio se explica porque durante la actividad física el hueso libera osteocalcina y los músculos producen irisina que llegan al cerebro donde activan la producción de factores con efecto estimulador de las funciones cognitivas.
Una investigación publicada en Nature Medicine en 2022 analizó durante siete años los datos de dispositivos para medir ejercicio que usaban 25.000 personas con una edad promedio de 60 años seleccionados específicamente porque no hacían ejercicio. El hallazgo sorprendente fue que quienes hacían un esfuerzo físico de uno o dos minutos dos a tres veces por día –por ejemplo, caminar rápido o subir escaleras– tuvieron una reducción del 50% en la mortalidad cardiovascular y del 40% en cáncer comparado con las personas que no hacían estas breves sesiones de actividad intensa.
De a poco y por la mañana
El resumen práctico para quien ha decidido incorporar el ejercicio a su rutina es comenzar con 10 minutos de una actividad aeróbica –saltar en el lugar con o sin una soga, hacer bicicleta, cinta o elíptico– para lograr acelerar el ritmo cardíaco; luego de acelerar el pulso, se deben agregar 10 a 15 minutos de actividad anaeróbica con el peso del propio cuerpo, con pesas o con resistencia otro tipo y se puede finalizar con 10 minutos de elongación general. Este programa, idealmente debe prepararse con un médico especializado en ejercicio –deportólogo–.
Mi sugerencia es hacer ejercicio a la mañana, pensando en que para la mayoría será más práctico y el cerebro es más propenso a aceptar la elusiva decisión de hacer ejercicio temprano cuando la función cognitiva aún no se ha agotado con las decenas de decisiones que enfrenta a lo largo de una jornada.
La información disponible en redes sociales, libros y documentales sobre nutrición es otro claro ejemplo sobre datos contradictorios en un tema ya definido por la evidencia. Una revisión de diferentes dietas publicada este año en el reconocido New England Journal of Medicine, mostró que en casi 13 millones de personas en las que se estudió el efecto de la dieta mediterránea disminuyeron significativamente desde las muertes cardiovasculares hasta el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas.
Los hábitos de vida saludable contribuyen significativamente a aumentar la expectativa y calidad de vida porque combaten a todos los procesos de oxidación e inflamación celular. Pero por más que alguien lograra cumplir estrictamente con todos los consejos para una vida sana, sería improbable que por hacerlo pudiera cumplir 120 años o más. Por eso es que diferentes grupos están invirtiendo enormes sumas de dinero en laboratorios que se dedican exclusivamente a lograr controlar nuestro reloj biológico. Entre los más destacados están Altos Labs, iniciado por Jeff Bezos, fundador de Amazon, con una inversión de aproximadamente tres mil millones de dólares; Retro Bio que ha recibido 180 millones de dólares de Sam Altman, el fundador de Chat GPT, con el objetivo de ganar una década de vida con investigaciones desarrolladas en los próximos 10 años y, por último, New Limit que es el laboratorio creado por Brian Armstrong que hizo su fortuna con criptomonedas.
Para tener una idea del potencial que tienen estos centros, en Altos Labs contrataron a cuatro premios Nobel –uno de ellos Shinya Yamanaka, que describió las proteínas que llevan su nombre y están relacionadas con la reprogramación celular– y a Steve Horvath conocido por su trabajo en el reloj biológico. Puede que lo que están desarrollando estos grupos sea como tirar piedras a la luna, pero si sus investigaciones tienen éxito, se solucionaría el problema del gran número de enfermedades relacionadas con el envejecimiento celular.
Sin indulgencias ocasionales
La inteligencia artificial (IA) está transformando la medicina porque su influencia cambiará el paradigma del sistema de salud. Un estudio en la importante publicación JAMA mostró que chatbots pueden responder preguntas de salud con la misma empatía que los médicos. Al ofrecer una atención continua y personalizada, la IA mejorará la contención y prevención, lo que favorece la adherencia de los pacientes a programas que revierten el proceso de envejecimiento. La IA analiza con una velocidad sin precedentes grandes cantidades de datos genéticos, biométricos, el efecto de medicamentos y suplementos, planes de ejercicio y alimentación, con lo que identifica patrones en los datos de salud que optimizan diagnósticos y tratamientos relacionados con el envejecimiento.
El permitido –indulgencias ocasionales– no debería ser aplicable a la salud. Hay una enorme distancia entre los 100 suplementos que, exageradamente, toma a diario el conocido empresario y fanático del rejuvenecimiento Brian Johnson y seguir una conducta razonable en la que los diferentes hábitos de vida sana se hacen parte de un estilo. Pero debemos tener claro que la comida procesada, dormir pocas horas, el sedentarismo o un solo cigarrillo siempre son perjudiciales. Un estilo de vida saludable debe ser una práctica constante, no una excepción.
El éxito de las clínicas de longevidad es lograr adherencia en las intervenciones que modifican los hábitos para alcanzar un estilo de vida sano. También deben implementar terapias innovadoras como la exposición controlada de la persona a temperaturas elevadas –sauna–, la realización de imágenes con objetivo preventivo, estudios genéticos que identifiquen características específicas y la indicación de suplementos dietarios y hormonas en ciertas personas. Todo lo anterior debe ser el resultado de una evaluación holística que integre la opinión de especialistas en varios campos diferentes de la salud.
Longevidad: el éxito de las clínicas es lograr adherencia en las intervenciones que modifican los hábitos para alcanzar un estilo de vida sano
La hipótesis es que, en algún momento, el envejecimiento será opcional. Seriamente se puede decir que uno de los objetivos de llevar un estilo de vida saludable es no morir para poder estar entre los que nos beneficiemos con la ciencia que podrá, quizás en un futuro cercano, enlentecer, detener o revertir nuestra edad cronológica.
En el aspecto ético de estos avances, debemos asegurarnos de que una longevidad y calidad de vida ideales sean accesibles a todos los seres humanos y no solo a un grupo selecto con recursos económicos.
Hoy existe una fuente de la juventud a la que todos podemos acceder siguiendo un estilo de vida sana. Tenemos que detener la búsqueda insaciable de una quimera. La evidencia científica tiene la respuesta. La salud es la nueva gran inversión porque por primera vez muestra que puede rendir retornos invalorables: ¡más años de vida con buena salud! ¿Estaría dispuesto a hacer esta inversión?
En cifras
Aumento en la expectativa de vida, la probabilidad de cumplir cien años y otros datos para tener en cuenta60. Es la expectativa de vida en regiones de altos ingresos
70. Es la expectativa de vida mundial actual, en promedio
85. Es la expectativa de vida actual en Japón, el país más longevo
122. Es la edad que vivió la francesa Jeanne Calment, considerada la persona más longeva de manera documentada
100 mil. La cifra de personas de cien años o más en el país norteamericano representa el 0,03% de la población
15 mil centenarios en la Argentina. La cifra de personas de cien años o más en nuestro país representa el 0,03% de la población
6 mil. Es el total recomendado, que debería caminarse, a un ritmo de 110 pasos por minuto
50% Reducción en la mortalidad cardiovascular. Por hacer esfuerzo físico (caminar rápido o subir escaleras) de uno o dos minutos dos a tres veces por día
*Neurólogo, presidente de la Asociación de Salud, Calidad de Vida y Longevidad.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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