viernes, 26 de julio de 2024

SALUD (ACV) Y INFORME DE FALTAS ESCOLARES


ACV: reclaman mejores protocolos para la atención rápida de los pacientes
SALUD. Llevar al afectado lo antes posible para ser tratado es clave para su mejor recuperación; dos hospitales porteños y siete bonaerenses tienen unidades específicas
Evangelina HimitianSe tienen unas cuatro horas y media para hacer el tratamiento clave 
Cuando la suegra de Romina se descompuso, los síntomas fueron claros. La mujer intentó enviar un mensaje de audio al grupo de WhatsApp de la familia, pero en lugar de palabras le salían balbuceos. Al ver que no contestaba, la familia se puso en acción: pensaron que podía estar teniendo un accidente cerebrovascular (ACV). Su hijo fue a buscarla, su nuera empezó a googlear a dónde llevarla. Había leído que había solo dos hospitales públicos porteños y algunos centros médicos privados que tenían una unidad de alta complejidad para atender un ACV isquémico, que sucede cuando se obstruye una vena o arteria por un trombo. No había que llevarla a cualquier centro de salud, le dijo Romina a su marido. Debía ir directo al Pirovano o al Ramos Mejía, donde le podían hacer el tratamiento que necesitaba.
No se equivocó. Una persona con un ACV isquémico, tiene cuatro horas y media para el tratamiento (trombólisis), según define la World Stroke Organization (WSO), que consiste en recibir por vía endovenosa una medicación capaz de disolver el coágulo. Cada instante cuenta; cada minuto mueren dos millones de neuronas. Por eso, es clave para el pronóstico recibir esa terapia lo antes posible. Pasada esa “ventana”, ya no podrá realizarse.
El ACV es la primera causa de discapacidad adquirida en adultos en la Argentina y la tercera de muerte. En el 80% de los casos son isquémicos o transitorios, capaz de revertir el cuadro si se recibe tratamiento, y en un 20%, hemorrágicos. Según el Estudio Epidemiológico Poblacional sobre Accidentes Cerebrovasculares del Instituto Fleni, alrededor de 55.000 personas sufren un primer ACV por año en el país.
Un estudio publicado en 2021 en la revista de la Sociedad Neurológica Argentina (SNA) indica que la llegada tardía a una unidad de ACV es la causa más común por la que a un paciente no se le hagan tratamientos trombolíticos intravenosos (TTI). En ese informe se determinó que, de un universo de 472 internados con cuadro de ACV, 216 (45,7%) arribaron fuera de la ventana terapéutica. El trabajo enfatiza en la necesidad de lograr “una mejora en la educación poblacional y médica, más la reducción de los tiempos de atención prehospitalarios”.
Pero, ¿por qué no hay campañas de información nacional que, además de ayudar a identificar los síntomas, orienten a la población y a los efectores de salud a saber cómo actuar y a dónde acudir ante un posible ACV? A nivel mundial, dicen los especialistas, existen distintos modelos: uno es armar unidades ACV en todos los centros médicos de complejidad y el otro es activar rápido el traslado a unidades centrales, como ocurre en Buenos Aires desde 2016. En Chile, Brasil, Canadá o España además existen leyes nacionales y locales que indican que, ante un caso de ACV, se activa el “código ictus” o “código rojo”, para que la atención sea rápida y certera, más allá de en qué distrito se encuentre el paciente. Esto logró bajar el número de muertes por ACV y de pacientes con secuelas neurológicas.
Desde hace dos años, la SNA insiste en la necesidad de crear una red integral, que incluya de telefonistas que atienden un pedido de urgencia, a los médicos y choferes de las ambulancias, al personal de guardias en hospitales, a médicos y enfermeros para actuar de manera unificada, ganar tiempo y que el paciente sea trasladado a una unidad especializada en ambulancia. Y que esa red esté articulada entre los distritos.
Según apuntan los neurólogos, por desconocimiento o desarticulación del sistema, muchas veces los pacientes pierden minutos y hasta horas fundamentales para su recuperación, porque son llevados a un hospital cercano en el que se tarda en identificar los síntomas y no tiene posibilidades de realizar una trombólisis.
“La evidencia científica de buenas prácticas médicas establece la necesidad de que el paciente con ACV agudo sea tratado por un equipo de salud (médicos, enfermeros, kinesiólogos, fonoaudiólogos, entre otros) especialista en la materia, y que sea internado preferentemente en una unidad de ACV, ya que todo esto redunda en beneficio de la evolución clínica del mismo”, se lee en el documento del Grupo de Enfermedades Cerebrovasculares de la SNA, que insiste en la necesidad de contar con un protocolo nacional, sistematizado y/o equipos humanos con formación, organización y tecnología con capacidad de dar respuesta las 24 horas y todo el año. “El sistema público de salud de la ciudad de Buenos Aires cuenta hasta el momento con dos unidades de ACV en los hospitales Ramos Mejía y Pirovano, que trabajan en red junto con el SAME. Consideramos imprescindible robustecer y ampliar esa red, proveyendo el recurso humano capacitado y los recursos tecnológicos necesarios”, agregan.
Falta articulación
Desde el Ministerio de Salud porteño se informó que de forma constante se mejora el sistema para garantizar el mayor bienestar de los pacientes. “Los hospitales Pirovano y Ramos Mejía cuentan con unidades especializadas. Además, todos los hospitales de alta complejidad cuentan con la capacidad para atender casos de ACV isquémico o hemorrágicos y brindarles a los pacientes los tratamientos necesarios. Se destacan los servicios de los hospitales Santojanni, Argerich y Fernández”, se detalló.
En la provincia de Buenos Aires, en 2023, se inauguró un centro de ACV en el hospital Eva Perón, partido de San Martín, y hay otros en el hospital San Martín, de La Plata; en el Güemes, de Haedo; y en el Penna, de Bahía Blanca. Se sumarán tres en proceso en el Fiorito (Avellaneda), el Alende (Mar del Plata), y el San Felipe (San Nicolás). consultó  Salud bonaerense para saber cómo funciona el protocolo, pero no tuvo respuesta. Mendoza y Neuquén tienen un gran avance en el desarrollo de las redes ACV, según los neurólogos. La gran deuda es una articulación regional y nacional.
Desde Salud de la Nación informaron que se lleva adelante el Programa Nacional de Prevención de las Enfermedades Cardiovasculares, que implementa el Plan Nacional de Prevención y Control de la Hipertensión Arterial en alianza estratégica con las sociedades científicas y la OMS/OPS mediante la Iniciativa Hearts. “Favorece el acceso de la población a un diagnóstico certero y a un tratamiento adecuado de la hipertensión arterial para alcanzar su control y reducir el riesgo de desarrollar complicaciones graves como el ACV”, se respondió. La hipertensión está entre las principales causas del ACV. Es una campaña de prevención y abordaje de la hipertensión, pero no abarca un protocolo unificado de acción frente a un ACV.
Luciano Sposato es un prestigioso neurólogo argentino que hace diez años se radicó en Canadá, donde dirige el Programa de Enfermedades Cerebrovasculares de Western University. Es fundador y líder de la Brain & Heart Task Force de la WSO. Antes de emigrar, era director del Programa de Enfermedades Cerebrovasculares del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y jefe de Neurología del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco). “Trabajé en neurología entre 1993 y 2013. Cuatro años antes de emigrar, presentamos un proyecto de ley de ACV en el Congreso; pero nunca tuvimos novedades. Me fui a Canadá con una gran desilusión y la sensación de que las cosas nunca iban a cambiar. Es fundamental que a nivel nacional y local el sistema de salud esté preparado para atender rápido al paciente que sufre un ACV. No puede depender del paciente o su familia tener esa información sobre en qué hospital o clínica lo van a tratar. Es el sistema el que se tiene que activar para tratarlo correctamente”, apunta Sposato.
“A diez años, veo con cierta esperanza que algunas cosas empezaron a cambiar, pero hay mucho por hacer. Hay una nueva generación de neurólogos muy comprometida y, entre las cosas que cambiaron, está la iniciativa Angels: capacitó en el protocolo de ACV a cientos de profesionales de toda la cadena de atención”, expresa Sposato, que participó la semana pasada de un encuentro en Santiago de Chile, al que concurrieron unos 150 médicos y enfermeros argentinos, organizado por el laboratorio Boehringer Ingelheim, uno de los que producen la droga para realizar trombólisis. Esta iniciativa se puso en marcha en 2016 y está impulsada por el laboratorio, en colaboración con la Organización Europea de Ictus (ESO) y la WSO.
Desde que empezó la iniciativa, miles de profesionales recibieron capacitación en el mundo. En la Argentina solo hay diez centros certificados por la WSO, pero hay 105 que recibieron capacitación Angels para su personal. Si bien no se da a conocer cuáles son esos centros, en la página Ac tu a con velocidad de la iniciativa se pueden consultar los centros públicos y privados que están formados en la Argentina como para tratar un ACV con trombólisis: en la Capital también e mencionan el Fleni; los sanatorios Los Arcos, Anchorena y Güemes; el Hospital Italiano y la Clínica Sagrada Familia. En la provincia, también se menciona el Hospital Austral, de Pilar.
¿Por qué la gente no sabe? “Porque el conocimiento está desarticulado. Depende de iniciativas particulares. No hay una articulación nacional o regional que plantee ‘Vamos a darlo a conocer’, mediante una campaña sostenida que diga ‘Estos son los síntomas de un ACV, usted puede acceder a estos tratamientos, los lugares en los que se realizan son estos’. Incluso dentro del personal de salud, el trabajo tiene que alcanzar a la etapa prehospitalaria. Los pacientes tienen que llegar idealmente en ambulancia, no en el auto de un familiar, para que allí se los prepare; por ejemplo, se les estabilice la presión, se los evalúe, para que puedan acceder al tratamiento lo antes posible”, explica el neurólogo Pablo Iorio, vicepresidente de la SNA.
“Una cosa es el protocolo y otra la realidad. El sistema de salud es muy heterogéneo, desde el sistema público, las prepagas, las obras sociales, el PAMI. En la urgencia, la tendencia es a llevar al paciente al hospital más cercano, pero si allí se confirma que es un ACV habrá que esperar otra ambulancia para trasladarlo a una unidad ACV. Y eso significa perder un tiempo muy valioso”, suma Leonardo González, jefe de la unidad ACV del Ramos Mejía, miembro de la SNA.
“Publicamos un trabajo analizando el tiempo que tarda una ambulancia en llegar aquí o al Pirovano y la distancia no es el mayor problema”, añade. El trabajo indica que el “ACV es una urgencia tiempo dependiente. Por cada 15 minutos ganados en la aplicación del tratamiento, la mortalidad disminuye 4% y la probabilidad de sobrevivir al ACV isquémico sin secuelas aumenta 4%”, concluye.

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El 26% de los estudiantes secundarios tiene al menos 20 faltas: el inusual motivo que aducen para justificarlas
Así surge de un relevamiento del Observatorio de Argentinos por la Educación sobre base de las pruebas Aprender de 2022; para los docentes, el dato es alarmante porque complica los procesos de aprendizaje
Erica Gonçalves
Uno de los datos más alarmantes del relevamiento señala que uno de cada cuatro alumnos argentinos de quinto año faltó el 14% del total de días de clases durante 2022
El 26% de los alumnos que cursan el último año de secundaria reconoce haber tenido en 2022 al menos 20 inasistencias. Aunque no hay casi disparidad entre los distintos niveles socioeconómicos, en las provincias hay grandes diferencias: el 36% de los estudiantes de Buenos Aires y el 31% de Tierra del Fuego tuvieron el máximo de faltas. Problemas de salud y “falta de ganas” lideran las justificaciones de los chicos. Para el 49% de los directores escolares el ausentismo es hoy el principal problema en el proceso de enseñanza y aprendizaje. La ausencia de datos oficiales aleja aún más las posibles soluciones.
Los datos surgen del informe “Ausentismo estudiantil en secundaria: percepción y dimensiones” del Observatorio de Argentinos por la Educación. El estudio está basado en las respuestas que alumnos de quinto año y directores de secundaria dieron en las pruebas Aprender 2022.
Uno de los datos más alarmantes del relevamiento señala que uno de cada cuatro alumnos argentinos de quinto año faltó el 14% del total de días de clases durante 2022.
Estudiantes de nivel secundario con inasistencias
Por quintiles de nivel socioeconómico. Hasta el 19/10/2022.

Fuente: Argentinos por la Educación 
La información surge luego de que un 26% de los alumnos reconoció en las últimas pruebas Aprender –que se tomaron el 19 de octubre de 2022– que tuvo 20 inasistencias o más en los 142 días que, hasta esa fecha, llevaban de clases. Por su parte, un 18% señaló haber estado ausente entre 15 y 19 días. Según los especialistas, los significativos números tienen su correlato con lo que los chicos aprenden.
“El informe es importante porque pone el foco en un problema muy grave que impacta en la calidad de los aprendizajes”, dijo Bruno Videla, docente de nivel secundario y coautor del informe. Y agregó: “Es además un problema que viene creciendo y al que no se le está dando la suficiente atención”.
Para el 49% de los directores de secundaria –según las respuestas que dieron en las pruebas–, el ausentismo estudiantil es hoy el principal problema en el proceso de enseñanza. Le siguen en importancia las faltas de los docentes (un 48% de los encuestados), la inadecuación de las instalaciones o infraestructura (37%) y la impuntualidad de los alumnos (36%).
“La enseñanza y el aprendizaje son un proceso continuo. Toda ausencia del estudiante tiene un impacto negativo que será mayor a medida que aumentan las inasistencias”, dijo Flavio Pinto, director de secundaria en el Colegio Almafuerte de Munro. Y sumó: “Las faltas aisladas por quedarse dormido o no sentirse preparado para dar un examen, entre otros, manifiestan ausencia de motivación hacia la propuesta educativa”.
En la misma línea, Claudia Armellini, directora de la Escuela Pública N°37 de Berazategui, señaló: “La asistencia es un factor primordial para la continuidad. El ausentismo de los estudiantes es un problema de todos los años y tiene diferentes causales. Algunos de ellos son la falta de acompañamiento y el desinterés en que caen los jóvenes cuando no encuentran una relación entre su propia realidad y aquella que la escuela le muestra”.
Justificaciones
Entre las cuestiones que explican las faltas de los jóvenes, el informe señala problemas de salud (62% de los encuestados), falta de ganas (38%), imposibilidad de llegar a horario (29%) y complicaciones para arribar a la institución –por mal clima o no contar con transporte– (26%). Un 37% de los alumnos afirma que las faltas en 2022 se debieron a otros motivos.
Principales motivos por los que los estudiantes de nivel secundario faltaron
Año 2022

Fuente: Argentinos por la Educación
Para Gustavo Zorzoli, exrector del Colegio Nacional de Buenos Aires y presidente de la Fundación Educar en Ciencias, la escuela –en general y en particular la secundaria– ha abandonado hace mucho la asistencia como un valor en sí mismo. “Las nuevas generaciones creen que estar o no estar en el aula da lo mismo. Los adultos lo confirmamos al instrumentar un andamiaje generalizado de excepciones que desnaturaliza la norma”.
Diferencias geográficas
A lo largo del territorio nacional, según muestra el informe, existen grandes disparidades. Las provincias con mayor porcentaje de alumnos con más de 20 faltas en 2022 fueron Buenos Aires (36%), Tierra del Fuego (31%), ciudad de Buenos Aires (28%) y La Pampa (27%). Por su parte, San Juan (9%), Santiago del Estero (12%) y Jujuy (13%) son las jurisdicciones que mostraron la proporción más baja.
“Es un problema desigual entre provincias que claramente, en cada caso, debe ser atendido”, dijo Martin Nistal, coordinador de investigación del Observatorio de Argentinos por la Educación y coautor del informe. Y agregó: “El ausentismo crónico de los estudiantes es la antesala de un abandono escolar de forma definitiva. Tener sistemas de información nominales, con la trayectoria día a día de cada estudiante, en cada provincia es fundamental”.
En la Argentina cada jurisdicción define el límite de faltas que pueden tener los alumnos en los distintos niveles. “Los regímenes académicos –que incluyen las políticas de ausentismo- son potestad de las provincias”, dijeron voceros de la Secretaría de Educación de la Nación.
Ante la consulta el Ministerio de Educación porteño señaló que dentro de su jurisdicción los chicos pueden tener hasta 25 faltas. Por su parte, la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires indicó que en su territorio los chicos pueden alcanzar hasta 28 inasistencias. En ambos casos, afirmaron que luego de llegar a esos límites, los chicos no dejan de ir a la escuela, sino que deben recuperar contenidos o rendir materias.
Niveles socioeconómicos
La cantidad de inasistencias no parece estar asociada al nivel socioeconómico de los estudiantes, según el informe. Un 24% de los alumnos que están en el quintil de mejor poder adquisitivo tuvo 20 faltas o más y un 22%, entre 15 y 19 inasistencias. Por su parte, el quintil de menores recursos tuvo 26% y 18%, respectivamente. La ausencia de diferencias significativas es para Videla preocupante: “Si la causa fuera una cuestión socioeconómica bastaría con poder modificar un contexto particular para lograr alguna mejora”.
Todos los especialistas remarcan el problema de no contar con datos públicos que permitan dar cuenta de la magnitud real del problema. “Para que esto cambie es fundamental tener un sistema que permita tanto contabilizar las inasistencias como tener alertas tempranas que permitan detectar qué chicos corren riesgo de abandonar la escuela”, dijo Nistal.
“En la Argentina no hay datos nacionales oficiales sobre ausentismo estudiantil ni docente”, dijo Claudia Romero, doctora en Educación, investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella y autora del libro Claves para mejorar la escuela secundaria. “Lo que hay son aproximaciones. Ahí radica parte del problema que hoy está latente en las secundarias”.
Según destacó la especialista, las pruebas PISA ubican a la Argentina entre los países con mayor ausentismo y llegadas tarde de alumnos y docentes del mundo. Para ella, hay tres cuestiones que determinan las faltas: “En primer lugar, hay correlación entre el ausentismo estudiantil y el docente: ‘Para qué voy a ir si el profe falta y no hacemos nada’, dicen los chicos. El segundo problema es que las inasistencias hoy no determinan que un alumno quede libre. Con el fin de retener a los alumnos, se perdonan o se negocian. La última de las cuestiones es que la escuela no logra ser atractiva. Por eso, gran parte de los estudiantes no le encuentran sentido”. Y destacó: “La escuela secundaria debe ser una prioridad en la educación argentina”.
Dificultades en el aprendizaje, en el desarrollo emocional y en el futuro son algunas de las consecuencias que, según Eugenia Orlicki, analista del Observatorio de Argentinos por la Educación y coautora del informe, subrayan estudios internacionales. “Los países desarrollados destacan que el ausentismo tiene efectos negativos en el desempeño escolar. También eleva el riesgo de repetición y de abandono”. Según explica, a medida que el alumno empieza a faltar, “se desconecta”. Con ello aumenta la probabilidad de no terminar la secundaria. “Además, al no poder seguir los contenidos, se frustran y eso afecta lo emocional”.

OBRAS EN ESCUELAS PORTEÑAS

El gobierno porteño avanza en el Plan de Infraestructura Escolar. Contempla 1043 obras en 808 edificios, que comprenden trabajos de impermeabilización de techos, climatización y electricidad, rejas, pisos vinílicos, pintura, colocación de redes antipalomas y puesta en valor integral de las construcciones. Según se comunicó, de las 1043 obras planificadas para este año, finalizaron 663. Están en ejecución 219. Otras y 136, por iniciarse y 25, se licitan. Informaron, además, que la inversión de este año para edificios escolares supera los $11.000 millones.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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