Milei y la promesa de Alfonsín
- Daniel Santa Cruz
“Previa caída de la convertibilidad y el golpe de Estado impulsado por Eduardo Duhalde y Alfonsín, que paradójicamente a Alfonsín lo muestran como el padre de la democracia, siendo que fue partidario de un golpe de Estado”, dijo el Presidente como orador central de un evento de la Fundación Mediterránea, en Córdoba, donde expuso ante empresarios, que lo ovacionaron cuando ingresó y se ubicó en el estrado. “En pocos lugares juego tan de local como acá”, agregó feliz.
No es novedad que Milei manifieste su odio visceral contra Raúl Alfonsín. En la memoria de todos está su desafortunada frase “practico punching ball pegándole a una foto de la cara de Alfonsín”. Como en todas sus intervenciones, Milei elige los momentos para agraviar, lo hizo cuando se cumplían 41 años del retorno de la democracia que llevó a Alfonsín a la presidencia. Su frase sobre la caída de De la Rúa puede ser una interpretación política personal que varios comparten, pero no está fundada en los hechos. Milei, como tantas veces y en otros temas, miente. La salida anticipada del gobierno de la Alianza estuvo marcada por errores propios, la desarticulación del espacio político (un año antes había renunciado su vicepresidente, Chacho Álvarez) y la infinita acción desestabilizadora del peronismo aprovechándose de una crisis que había creado el último gobierno peronista y que meses después pegó en todos los sectores de la economía.
El mismo embate, o quizás peor, recibió Alfonsín de parte de la oposición liderada por Carlos Menem, ya triunfador de las elecciones del 14 de mayo de 1989, cuando alzaban la voz en cuanto foro internacional y público tenían a su alcance señalando la necesidad de “un dólar alto”. Alfonsín sufrió durante su gobierno 13 paros generales, todas las acciones desgastantes y casi desestabilizadoras por el rechazo al Plan Primavera de parte de la otrora poderosa CGT, los saqueos producidos en el otoño de 1989. Pero, sobre todo, era un gobierno que sufrió agresiones que otros no conocieron, como los alzamientos de Semana Santa de 1987 y Monte Caseros meses después, liderados por Aldo Rico, un militar que luego sería intendente de San Miguel aliado al peronismo. Y la toma del Regimiento de La Tablada por parte de miembros del desarticulado ERP. Jamás le perdonaron al primer gobierno de la democracia los juicios y condenas a las juntas militares y a los responsables de hechos de sangre de organizaciones guerrilleras (Firmenich estaba preso y el resto de los “jefes”, prófugos), y aun la detención de José López Rega, jefe de la Triple A, que falleció en la cárcel antes de la asunción de Menem, quien indultó a todos.
El clima se fue armando desde otros sectores de poder. El 13 de agosto de 1988 Alfonsín recibió una silbatina en la Sociedad Rural. No se amilanó y contestó con firmeza improvisando un discurso sin papeles y sin insultos (tan distinto al momento actual). Pocos minutos alcanzaron para decir que quienes lo silbaban “son los que muertos de miedo se han quedado en silencio cuando han venido acá a hablar en representación de la dictadura. Es una actitud fascista el no escuchar al orador”; luego recordó la promesa del dólar libre para el sector agropecuario, a cumplirse a fines de 1989, y resaltó que el sector industrial afrontaba mayores costos. “Esfuerzos hacemos todos”, recordó el presidente. No convenció.
El paro del 12 de septiembre siguiente, con incidentes en la Plaza de Mayo, llevó a un desgastado gobierno a adelantar las elecciones al 14 de mayo en busca de paz social. Fue un error. Las especulaciones de los sectores económicos por llevar la situación a un caos con el fin de renacer sobre sus ruinas con reglas de juego propias hicieron el resto. Mientras, el peronismo que respondía a Menem (a quien Milei hoy destaca como un prócer a imitar, además de que sumó a varios peronistas de ese sector a su gobierno) impedía privatizar empresas públicas (cabe recordar el discurso del senador Eduardo Menem tratando de “vendepatrias” a quienes impulsaban una ley para crear una sociedad mixta en Aerolíneas Argentinas) y achicar el Estado, con un discurso populista y nacionalista que nada tuvo que ver con la gestión que llevó adelante el peronismo en los 90. Mintieron en campaña, y luego de criticar a Alfonsín duramente por las leyes de punto final y obediencia debida lo trataron de “cobarde”, a pesar de que ellos estuvieron ausentes en la Conadep y promovieron sostener el decreto de autoamnistía de la junta militar; los abogados defensores de los militares acusados utilizaron en “decreto de aniquilamiento” de la subversión, firmado por el último gobierno peronista, para justificar la barbarie por que la estaban siendo juzgados y luego condenados.
Alfonsín cometió errores, muchos, políticos y sobre todo económicos. Las demandas corporativas, que habían callado y acompañado con docilidad la destructiva política económica de Martínez de Hoz, fueron rocas en el camino. Esto no le quita responsabilidad al gobierno radical. Pero errores así cometieron todos los presidentes que lo sucedieron y ninguno pagó con tanto odio desestabilizador como lo hicieron Alfonsín y De La Rúa, casualmente con la misma oposición. No en vano Mauricio Macri será recordado por ser el primer presidente no peronista que cumplió su mandato desde 1928. Pero poner a uno como victimario del otro sin repasar el contexto histórico es una canallada.
Hay pocos argumentos para decir que la presidencia del Alfonsín no fracasó en cuanto a lo económico, la hiperinflación da muestra de eso. Pero a los presidentes se los debe juzgar por las posibilidades que tuvieron de hacer frente a la situación y el cumplimiento de su palabra. Alfonsín hizo campaña prometiendo “democracia y libertad para siempre”. A 41 años de ese hecho histórico hay que destacar muchas cosas: su docencia permanente mientras ejerció el poder, convenciendo a cada argentino de que la democracia era el único sistema posible en el que podíamos vivir, su trabajo respetando las instituciones siempre, aun recibiendo embates golpistas, teniendo el gesto de adelantar la entrega del poder solo con el fin de pacificar y otorgarle más tiempo a quien había sido elegido por la voluntad popular. Sobre todo, y no es poco, no llevó consigo ninguna causa ni proceso por corrupción. Años después, dos expresidentes, Menem y Cristina Fernández, eran condenados por corrupción, y un vicepresidente, Amado Boudou, fue preso. En cualquier país, ante esa trayectoria, a un dirigente político de tal envergadura se lo enaltecería. Milei elige defenestrarlo, para construir un relato propio que confunda y fanatice a los suyos, como lo hicieron los Kirchner con otros temas.
Cuando Javier Milei era candidato a la presidencia, en una entrevista con Luciana Geuna en TN, evitó pronunciarse en favor de la democracia. Este fue el diálogo:
L. G.: –¿Usted cree en la democracia?
J. M.: –Digamos, yo creo que la democracia tiene muchísimos errores.
L. G.: –Pero ¿usted cree en el sistema democrático?
J. M.: –¿No conocés el teorema de imposibilidad de Arrow?
L. G.: –Yo le hago la pregunta de nuevo porque la que pregunta acá soy yo. ¿Usted cree en el sistema democrático?
J. M.: –¿Y yo no puedo contestar con una pregunta?
L. G.: –No. Lo que le pregunto puede ser importante. Ahora me lo cuenta el teorema, no lo conozco, pero es importante la pregunta y requiere una respuesta contundente, ¿cree o no en el sistema democrático?
J. M.: –Si vos conocieras el teorema de imposibilidad de Arrow, digamos, o sea, tendrías algunas consideraciones.
La periodista entendió que faltaba una definición clara sobre un sistema que Milei aspiraba a representar. La respuesta de Milei debió haber sido concluyente. Pero evitó definirse mencionando a Kenneth Arrow, premio Nobel de Economía. Muchos teóricos destacados salieron al cruce señalando que el llamado “teorema general de la imposibilidad” no afecta la preferibilidad de la democracia por sobre sistemas no democráticos.
Milei desprecia a Alfonsín, como lo repite cada vez que puede. Y lo puede decir sin reparos porque hay democracia y libertad para decir esas cosas y criticar aquel gobierno. Pero acusar a Alfonsín de golpista reviste desprecio por la verdad y falta de respeto a la institucionalidad que un presidente constitucional debería honrar. Seguramente Milei no lo sepa o no quiere saberlo, pero si él es presidente legítimo de nuestra democracia, si tiene la libertad para expresar y emitir agravios e insultos que pueden ser reprochables, pero no son censurados, se debe a que unos pocos hombres –quizás nadie como Raúl Alfonsín– hicieron posible que aquella promesa de campaña, “vamos a tener democracia para siempre”, se cumpliera. Ojalá que al final de su mandato Milei pueda jactarse de lo mismo.
Muchos teóricos destacados salieron en su momento al cruce señalando que el llamado “teorema general de la imposibilidad” no afecta la preferibilidad de la democracia por sobre sistemas no democráticos
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Educación versus violencia
Un reciente informe de la ONG Bullying Sin Fronteras reveló que suman más de 4400 los episodios de violencia extrema denunciados este año en escuelas primarias y secundarias de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. La escalada se siente más en los barrios porteños de Flores, Liniers, Retiro, Palermo, Barracas y Almagro, mientras que en el territorio provincial las denuncias provienen mayormente de Lomas de Zamora, Quilmes, Moreno, Morón, San Martín y San Isidro. En 2023, la Argentina fue el quinto país con más casos de bullying y ciberbullying en el mundo.
Golpizas, amenazas con armas y acosos involucran a alumnos, padres, docentes y directivos, tanto en escuelas públicas como privadas, no solo en los ámbitos educativos, sino también en cercanías de los establecimientos. Con la salud mental de muchos en jaque, evidenciada en brotes, depresiones, ansiedad o falta de sueño, sumada a los efectos del alcohol y las drogas, que generan dependencias en tantos otros, el peligroso escenario está montado.
Días pasados se viralizaron las imágenes de una profesora de inglés de una escuela de José C. Paz que fue víctima de las agresiones a golpe de puño, patadas e insultos de un grupo de madres. La acusaban de maltratar, denigrar y discriminar a sus hijos y, tras argumentar las agresoras que se habían presentado las denuncias correspondientes sin encontrar respuesta, el injustificable ataque se produjo en la puerta de la institución. Las madres quedaron imputadas por “lesiones leves agravadas por el concurso premeditado de dos o más personas”. La Dirección General de Cultura y Educación bonaerense expresó “su más enérgico repudio ante los hechos de violencia acontecidos”.
El enfrentamiento entre dos alumnos en un aula de la Escuela Normal Superior Próspero Alemandri de Avellaneda también quedó registrado en un video de 16 segundos. Uno amenaza al compañero con un arma blanca ante las risas del resto que asisten divertidos a la escena. El Sistema de Protección de Derechos Humanos se activó pues se violentaron los derechos de ambos menores.
Los trágicos enfrentamientos en tantos puntos del planeta nos recuerdan que la paz se construye desde adentro. Los tristes ejemplos en ámbitos escolares a los que nos referimos reflejan cómo la violencia se expresa desde el cuerpo, dando un empujón o empuñando un arma, pero no debemos soslayar su origen. El ánimo colectivo está caldeado, en medio de tanta inseguridad, y muchos se encargan de atizar el fuego. La violencia discursiva, esa que permanentemente denigra y descalifica al otro, se instala a partir de las conductas de quienes deberían ser conscientes de su impacto ejemplificador. Desde un presidente o funcionario, pasando por un dirigente político, un sindicalista, un deportista, un maestro o un profesor, hasta un padre o una madre de familia, como adultos no podemos olvidar que con nuestro ejemplo estamos educando. Para la paz o para la violencia.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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