domingo, 24 de noviembre de 2024

CRISIS EN EL SINDICALISMO




Crisis en el sindicalismo: se fractura la CGT por el diálogo con el Gobierno
Pablo Moyano renunció al consejo directivo; se debilita el ala dura de la central
Pablo Moyano dejó el triunvirato de mando de la CGT por diferencias con sus colegas

Pablo Moyano renunció ayer al triunvirato de mando de la CGT después de que un sector mayoritario del consejo directivo rechazara su intento de avanzar con el tercer paro general contra la gestión de Javier Milei para abrir un canal de diálogo.
La salida del dirigente camionero debilita el ala dura de la central obrera y abre una crisis en el sindicalismo. “Renuncio al no coincidir con las medidas de la denominada mesa chica”, argumentó Moyano, quien ni siquiera tuvo el aval de su padre, jefe de los camioneros, en su intento de activar una nueva huelga antes de fin de año. El lugar de Moyano en la CGT será ocupado por otro dirigente camionero hasta el recambio de 2025. El sector dialoguista de la central abrió una negociación con el Gobierno a cambio de que no avancen en el Congreso los proyectos para limitar el poder de representación y recaudación de los gremios.
Pablo Moyano renunció ayer al triunvirato de mando de la CGT después de que un sector mayoritario del consejo directivo haya rechazado su intento de avanzar con el tercer paro general contra la gestión de Javier Milei.
“Renuncio al no coincidir con las medidas de la denominada mesa chica”, argumentó el hijo mayor de Hugo Moyano en una carta presentada al consejo directivo. De esta manera, Moyano deja de encabezar el triunvirato que integraba desde 2021 con Héctor Daer, referente de “los Gordos” (grandes gremios de servicios), y Carlos Acuña, un aliado de Luis Barrionuevo. Las diferencias y tensiones con ambos dirigentes no se ocultaron ni siquiera en el día de la asunción, el 11 de noviembre de 2021, cuando Moyano no asistió personalmente por un supuesto cuadro febril. “Después de años de distanciamiento de los dirigentes, logramos una unidad total. Esta CGT no será el apéndice de ningún gobierno”, dijo ese día por videollamada.
Antes del paro de transporte del 30 de octubre pasado, Moyano había condicionado su futuro en el triunvirato de mando de la CGT a la espera de una reacción corporativa en contra del Gobierno. “Una mitad de la CGT quiere dialogar con el Gobierno y la otra mitad quiere estar en la calle para defender los derechos de los trabajadores. No se puede mirar para otro lado”, dijo el número dos de los camioneros tras la huelga de transportistas. Un día antes, sin saber el grado de adhesión que iba a tener la medida de los transportistas, había dicho: “Después del 30 de octubre se decidirá la situación del sector que representamos, si continuar en la CGT o proponer una profundización del plan de lucha que arrancó con el paro de enero. No hay otra alternativa que un paro general”.
La CGT resolvió el martes pasado abrir un canal de diálogo con el Gobierno y desestimar el pedido de Moyano para avanzar con otra protesta contra la gestión de Milei. Esa postura, según reconstruyó la nacion, tuvo el aval de Hugo Moyano, que volvió a marcar diferencias con su hijo y reavivó la pelea interna en la familia camionera.
“No es momento para hacer un paro, no hay margen para una medida loca a fin de año, menos con la inflación a la baja y con estabilidad cambiaria”, dijo a la nacion un jerárquico de la CGT que presionó en la discusión interna para forzar una negociación con la Casa Rosada con el argumento de la reactivación económica y la baja de la inflación. “El diálogo es la llave maestra para resolver los conflictos”, argumentó el dirigente durante la reunión en la sede de UPCN. La decisión de no confrontar con los libertarios se resolvió allí, en el gremio estatal, con representantes de las distintas tribus sindicales que conviven hoy en la CGT. Dijeron dos testigos que la decisión fue resuelta por unanimidad. Hubo apenas un pedido disruptivo desde el moyanismo para que se reúna al consejo directivo en plenitud.
El ala dialoguista de la CGT, que reúne por ahora una mayoría, estaba lejos de aceptar ser guiada por Moyano hacia un conflicto con Milei. Mucho menos ahora, cuando el Presidente saca pecho por la caída de la inflación, el control del mercado cambiario y un repunte en las encuestas de imagen y aceptación.
La salida de Moyano se suma a la reciente renuncia de Mario Manrique, dirigente del Smata que ocupaba la secretaría gremial de la CGT. Manrique también argumentó al dar su portazo las diferencias con el sector dialoguista. Incómodo, Moyano decidió ahora sellar una alianza con las dos vertientes de la CTA, movimientos sociales vinculados al kirchnerismo y la izquierda. De hecho, es probable que con ellos active una movilización de protesta el 5 de diciembre próximo.
La renuncia causó un gran impacto en el sindicalismo, pero no generó sorpresas ya que el mismo Moyano había condicionado su futuro en la central obrera. Ahora, Hugo Moyano, líder del Sindicato de Camioneros, designará al reemplazante de su hijo mayor en la conducción cegetista, ya que los cargos no son personales, sino de cada organización gremial. El posible reemplazante de Moyano en la CGT podría ser Omar “Manguera” Pérez, secretario de Políticas de Transporte del sindicato y uno de los dirigentes de mayor confianza del jefe de los camioneros.
Es una incógnita saber qué pasará ahora con el resto de los dirigentes del consejo directivo que comulgan con el moyanismo, aunque Pablo Moyano no consultó a ninguno de ellos antes de enviar por carta su renuncia, según supo de fuentes moyanistas. La la nacion salida de Moyano adelanta el proceso de recambio de la central obrera, que tiene elecciones previstas para agosto de 2025.
Lejos de la CGT, Moyano está lanzado a construir una alianza con los gremios más combativos, las dos vertientes de la CTA, universitarios, piqueteros y la izquierda. Con ellos ya planifica una masiva marcha para diciembre. Además, en su entorno no descartan esta vez aceptar un lugar en las listas del peronismo para ocupar una banca en la Cámara de Diputados, al igual que Manrique, el bancario Sergio Palazzo y el ceteísta Hugo Yasky, tres de sus aliados en esta nueva aventura sin “los Gordos” y el barrionuevismo.

QUIÉN ES QUIÉN EN LA INTERNA CEGETISTA




Héctor Daer
SANIDAD


Es el referente del sector de “los Gordos” (grandes gremios de servicios), históricamente enfrentados con el moyanismo. integra el triunvirato de mando de la CGT desde 2016, cuando se concretó la reunificación impulsada por Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y antonio Caló. daer y sus aliados consideran que no es momento de confrontar con Milei. En la interna del PJ, tomaron distancia de Cristina Kirchner

Carlos Acuña
ESTACIONES DE SERVICIO


Es el peón de Luis Barrionuevo en la CGT. Llegó al triunvirato de mando en 2016 y renovó en el cargo en 2021. Ya avisó que en 2025, cuando se convoque a elecciones, dejará su lugar. Le responde un puñado de gremios vinculados al jefe gastronómico, pero su rol en la central obrera es pasivo. delega en daer, que suele tener la voz cantante. En la interna del PJ tomó partido por Kicillof y cuestionó siempre al kirchnerismo

Gerardo Martínez
UOCRA


Es uno de los sindicalistas más influyentes del país desde la década del 90 hasta la actualidad. Es el líder del sector que se autodenomina “independiente” junto con los estatales andrés rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (aysa). Este bastión se caracterizó siempre por tener diálogo con todos los gobiernos y evitar los conflictos. Martínez es uno de los que consideran que no es momento para un paro y es el nexo con Milei

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La tregua con Milei aceleró el quiebre
Pablo Moyano quedó aislado en una CGT con perfil dialoguista; el desplante de su padre que reaviva la pelea en el clan camionero; advertencia de gremios y empresarios por el plan económico
Nicolás BalinottiPablo y Hugo Moyano, referentes de Camioneros, en el museo de Perón infocamioneros
Pablo Moyano se sintió solo y aislado cuando se enteró de que su padre, jefe del poderoso sindicato de los camioneros, había llamado por teléfono a Héctor Daer, Gerardo Martínez y Julio Piumato para decirles que no avalaba la postura de su hijo de activar en diciembre el tercer paro general contra la gestión de Javier Milei. Con su intervención, el viejo jerarca enterró cualquier apoyo de la CGT a la medida de fuerza y sirvió para que la central obrera extienda su tregua con el Gobierno a cambio de blindar el cobro de la cuota solidaria y mantener la fluidez de recursos en sus obras sociales.
Hugo Moyano se involucró también para preservar a su hijo, a quien se le deshilachó en dos meses el experimento de reconstruir la estratégica alianza de gremios del transporte. “¿Cómo garantizamos el éxito de un paro sin la UTA, sin los ferroviarios y ahora sin los aeronáuticos?”, se preguntó un dirigente moyanista de la primera hora después del acuerdo sellado entre Aerolíneas Argentinas y los gremios del sector, y al escuchar al ferroviario Omar Maturano dinamitar “la mesa del transporte”. Las primeras acciones de Pablo Moyano ante estas circunstancias pueden leerse como una respuesta: se ausentó de la reunión de CGT del martes pasado, cuando se resolvió de manera unánime apostar al diálogo con el Gobierno, y reforzó su acercamiento con las dos vertientes de la CTA y otras tribus vinculadas al kirchnerismo para organizar una protesta callejera en diciembre. Ayer, con una carta, formalizó su salida y presentó su renuncia.
El mapa familiar de los Moyano sigue atravesado por las internas y la desconfianza. Otra renovada muestra de estas diferencias es que Pablo se mantiene corrido de la negociación salarial de los camioneros. Es Hugo, a sus 80 años, quien conversa por estos días con los empresarios para sellar un aumento de 5% mensual más un bono de fin de año de $650.000. Además, negocia hacer obligatorio el aporte adicional de $14.000 por trabajador que hacen los empresarios a la obra social de los camioneros, la viga maestra de los negocios de su imperio desde hace por lo menos dos décadas. La semana que viene o durante los primeros días de diciembre podría haber un apretón de manos, que si se concretara en esos términos porcentuales podría ser una amenaza a las proyecciones inflacionarias del Gobierno, que son inferiores al 5%. Tal vez la mesura que exhibió el jefe del clan Moyano ante la cúpula de la CGT sea para asegurarse la paritaria para su numerosa tropa, que es, en definitiva, la raíz de su poder.
Decidida a evitar hoy un choque con Milei y a mostrar voluntad de diálogo, la CGT resolvió bajar las persianas y adelantar sus vacaciones. En lo que queda de 2024 figura en el calendario el encuentro tripartito con los empresarios del Grupo de los Seis y el Gobierno. Hubo anteayer una suerte de adelanto para explorar posibles cambios en el sistema de riesgos laborales en una presentación de la que participaron el secretario de Trabajo, Julio Cordero; el titular de la Unión industrial Argentina (UiA), Daniel Funes de Rioja, y Gerardo Martínez, jefe de la Uocra, en representación de la CGT. Alrededor de la mesa, entre los técnicos, estuvo Hugo Moyano (h.), asesor legal de un abanico importante de gremios, entre ellos, el de los camioneros, que encabeza su padre. Podría haber próximamente otra reunión de gremialistas y empresarios con Cordero, pero para definir la letra chica de la reglamentación del artículo 242 de la Ley Bases, que se refiere a los bloqueos como “justa causa” de despido. La CGT distingue en el secretario de Trabajo un aliado para mitigar el alcance de la normativa, que fue aprobada hace cuatro meses en el Congreso, pero que aún tiene puntos sin precisar, con zonas grises abiertas a interpretaciones disímiles.
“No es momento para un paro”
“No es momento para hacer un paro, no hay margen para una medida loca a fin de año, menos con la inflación a la baja y con estabilidad cambiaria”, dijo un jerárquico de la CGT al que le incomoda el conflicto y que presionó en la discusión interna para forzar una negociación con la Casa Rosada. “El diálogo es la llave maestra para resolver los conflictos”, argumentó el dirigente el martes pasado durante la reunión en la sede de UPCN. La decisión de no confrontar con los libertarios se resolvió allí, en el gremio estatal, con representantes de las distintas tribus sindicales que conviven hoy en la CGT. Dijeron dos testigos que la decisión fue resuelta por unanimidad. Hubo apenas un pedido disruptivo desde el moyanismo para que se reúna al consejo directivo en plenitud, algo que probablemente no suceda hasta 2025.
Antes del paro de transporte del 30 de octubre, Pablo Moyano había condicionado su futuro en el triunvirato de mando de la CGT a la espera de una reacción corporativa en contra del Gobierno. “Mitad de la CGT quiere dialogar con el Gobierno y la otra mitad quiere estar en la calle para defender los derechos de los trabajadores. No se puede mirar
Hugo Moyano llamó a tres dirigentes de la CGT para decir que no avalaba el paro
Además, desplazó a su hijo de las charlas por la paritaria de los camioneros
Pablo Moyano quedó aislado cuando se rompió la alianza de transportistas y la CGT le dio la espalda
La teoría del cementerio que alerta al Gobierno
para otro lado”, dijo el número dos de los camioneros tras la huelga de transportistas. Un día antes, sin saber el grado de adhesión que iba a tener la medida, había dicho: “Después del 30 de octubre se decidirá la situación del sector que representamos, si continuar en la CGT o proponer una profundización del plan de lucha que arrancó con el paro de enero. No hay otra alternativa que un paro general”.
Pablo Moyano no toleró un nuevo desplante y renunció. En esa lógica debe interpretarse su nueva alianza con Rodolfo Aguiar, el jefe nacional de los estatales de ATE, y con los movimientos sociales que responden a Juan Grabois. También su apoyo a Mario Manrique, el número dos del Smata, que se fue del consejo directivo cegetista por diferencias con la cúpula. Manrique y su secretario general, Ricardo Pignanelli, fueron los que le facilitaron dinero y estructura al kirchnerismo para entronar a Cristina como nueva jefa del PJ. ¿Habrá más renuncias, además de las de Pablo Moyano y Manrique? Es posible.
Los sindicalistas suelen tener un termómetro especial para detectar las crisis. Ese don, adquirido por la experiencia de estar en sillones de mando en los que el recambio no se produce con frecuencia, algunos dirigentes lo conservan para definir sus alineamientos políticos. Los gremios dialoguistas se guían por esa sensación para no confrontar hoy con Milei. Se alinean con esta estrategia desde “los Gordos” (grandes gremios de servicios) hasta los autodenominados “independientes” (los estatales de UPCN y AySA, y la Uocra) y el puñado de gremios que digita Luis Barrionuevo, que hizo gestiones para frustrar el plan combativo del hijo mayor de Moyano.
En la Casa Rosada saben que la tregua con la CGT es circunstancial y que en cualquier momento puede romperse. Las vigas que sostienen hoy el pacto tienen que ver con no alterar el modelo sindical vigente. Por eso el Gobierno decidió no jugar a fondo esta semana para que obtenga dictamen el proyecto de ley que impulsaron la UCR y Pro para limitar los mandatos de los sindicalistas y eliminar la “cuota solidaria”, un descuento salarial compulsivo a todos los trabajadores de una actividad, sean afiliados o no, que es pactada en los convenios colectivos y que es uno de los principales sostenes económicos de los gremios. Si la iniciativa lograba dictamen en la Comisión de Legislación Laboral, que preside el diputado Martín Tetaz, ya existía un compromiso oficial a no incluirla en el temario de un eventual llamado a sesiones extraordinarias, según supo de fuentes confiables. ¿Qué dirían Milei y Federico Sturzenegger sobre este acuerdo con “la casta sindical”? “La cuota solidaria y la reforma de la ley de asociaciones sindicales no son prioridad ahora, pero es un tema de debate social”, dijo un funcionario de trato cotidiano con los gremios.
La teoría del cementerio
Durante la discusión interna de la CGT surgió una preocupación sobre el plan económico de Milei que encontró curiosas coincidencias con un reciente mensaje de la Unión industrial Argentina. Los empresarios fabriles alertaron sobre las consecuencias negativas para el mercado interno de la apertura comercial que dispuso el Gobierno, al liberar importaciones y flexibilizar las compras al exterior. Alertaron que las pymes perdieron más de 30.000 puestos de trabajo desde agosto de 2023 y pidieron bajar impuestos para que la producción local gane competitividad. El martes próximo la UiA celebrará su conferencia anual y es posible que esa inquietud renueve un foco de tensión con el Presidente, que no confirmó aún su asistencia al encuentro.
En la CGT el diagnóstico es parecido y los dirigentes siguen con atención que la apertura de las importaciones no destruya la producción local ni desencadene una pérdida masiva de puestos de trabajo. Hay alerta en diferentes rubros, sobre todo en el textil, el metalúrgico, el mecánico y el de las alimentarias.
Marcelo Peretta, jefe del sindicato de farmacéuticos y bioquímicos, que está alejado de la central obrera tras una fugaz excursión a la política de la mano de Patricia Bullrich, publicó recientemente un libro [El derecho a elegir tu sindicato] en el que hace referencia a esta preocupación que une hoy a gremios y empresarios. “Milei logró superávit en las cuentas públicas, bajar la inflación y ahorrar divisas. Tres acciones que parecían dignas de Misión Imposible. Merece un reconocimiento por eso, pero también una advertencia: cuidado con un ajuste clásico que te lleve al orden y la paz de cementerio, en que todo funciona y todo está limpio y prolijo: el sereno cuida, el empleado ordena y la florista vende sus ramos. Pero abajo están todos muertos”, escribió Peretta, un dirigente que se define como “sindicalista liberal” y que se jacta de haber metido a Milei en la política cuando era un asiduo panelista televisivo. Es apenas otra voz de alerta, como la del economista Juan Carlos de Pablo, otro interlocutor de Milei

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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