Biografía de Ludwig van Beethoven, el compositor que revolucionó la música a pesar de quedarse sordo
Popularmente conocido por sus sinfonías y por la sordera que le sobrevino a los 26 años, el genio alemán cambió el devenir de la música clásica con unas magníficas composiciones en las que quiso reflejar los cambios e ideales de su época. Descubre a continuación la vida y obra de Beethoven
Juan Castroviejo
Doctor en Humanidades
Ludwig van Beethoven es considerado uno de los compositores más importantes en la historia de la música clásica. Su vida y su obra revolucionaron la música de su tiempo y dejaron una huella indeleble que sigue siendo admirada en la actualidad. Aunque su carrera estuvo marcada por importantes dificultades, como la sordera que lo afectó en la segunda mitad de su vida, Beethoven logró componer algunas de las piezas más icónicas de la música clásica, como sus sinfonías, sonatas para piano y cuartetos de cuerda.
Orígenes y primeros años de vida
Ludwig van Beethoven nació en la ciudad alemana de Bonn el 16 de diciembre de 1770 en una familia de gran tradición musical. Tanto su abuelo -que compartía nombre con el célebre compositor- como su padre Johann trabajaban en la corte del arzobispo Elector de Colonia, Clemens August de Baviera. El primero era maestro de capilla (Kapellmeister), cargo en el que desempeñaba las funciones de director, mientras que su progenitor ejercía como instrumentista y cantante tenor.
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Su madre, María Magdalena Keverich, también trabajaba en el mismo palacio que ambos, aunque en su caso, como jefa de cocina. Como era habitual en la época, no todos los nacidos alcanzaban la edad adulta, por lo que Ludwig tan sólo tuvo dos hermanos, ambos menores que él: Kaspar Anton Karl (1774-1815) y Nikolaus Johann (1776-1884).
El gran talento musical que Beethoven demostró desde muy joven fue aprovechado por su padre como una oportunidad para emular el éxito del joven Wolfgang Amadeus Mozart, quien ya era famoso en toda Europa como niño prodigio. Por este motivo, Johann sometió a su hijo a un estricto régimen de estudio que permitió a Beethoven convertirse en un destacado pianista a una edad temprana. Tanto es así que, a los 11 años, fue nombrado organista asistente en la corte de Bonn, marcando el inicio formal de su carrera musical.
Retrato ilustrado de perfil del compositor alemán Ludwig Van Beethoven (1770 - 1827) a la edad de 16 años.
Los primeros maestros y las primeras obras
Además de las interminables y, en ocasiones, desagradables sesiones de estudio a las que fue sometido por su padre, del que se dice que era alcohólico y de fuerte carácter violento, uno de sus primeros maestros fue Christian Gottlob Neefe. Este organista y compositor de la corte de Colonia, que introdujo a Ludwig en la obra de los hermanos Carl Philipp Emanuel y Johann Sebastian Bach y otros grandes compositores, también fue el encargado de catalogar y publicar las primeras piezas realizadas por el joven Beethoven como, por ejemplo, sus tres primeras sonatas para piano. Compuestas en 1783, a la edad de 13 años, fueron dedicadas al por entonces arzobispo Elector, Maximiliano Federico von Königsegg-Rothenfels, primer protector del nuevo niño prodigio.
Cuatro años más tarde, siendo aún menor de edad, Beethoven se sentía preparado para cumplir uno de sus mayores deseos: viajar a Viena para recibir las enseñanzas del mismísimo Mozart directamente. Así, gracias al mecenazgo del nuevo Elector de Colonia Maximiliano Francisco, el joven Ludwig emprendió el viaje hacia la ciudad austriaca a finales de marzo de 1787, a donde llegaría el 7 de abril. Llegados este punto, no existe acuerdo sobre si realmente llegaron a conocerse en persona, si bien hay quienes defienden la verosimilitud del siguiente relato.
El compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart.
Pocos días después de su llegada a Viena, Beethoven fue llevado ante Mozart, recientemente llegado de Praga, ciudad en la que acababa de estrenar su Sinfonía n.º 38 en re mayor K. 504 (que llevaba por sobrenombre el de la propia capital checa) para mostrarle sus maravillosas dotes musicales. Así, comenzó a interpretar varias de sus composiciones, incluidos sus tres cuartos para piano, e improvisó a partir de un tema que el propio Mozart le propuso. Después de este recital, el de Salzburgo quedó impresionado por la capacidad creativa e interpretativa del alemán y, según cuenta la leyenda, acabó diciendo a alguno de los presentes: “Prestadle atención, algún día dará que hablar al mundo”.
Sea cierto o no este episodio, una de las razones fundamentales de este debate sobre la coincidencia entre ambos compositores reside en la breve presencia de Ludwig en la ‘Ciudad de la Música’, pues tuvo que regresar a Bonn apenas unas semanas después de su llegada como consecuencia del fallecimiento de su madre, probablemente por tuberculosis, el 17 de julio de ese mismo año. Este suceso sumió en la tristeza a su padre, cuya insostenible situación se agravó por su ya citado alcoholismo. En consecuencia, el joven Beethoven tuvo que asumir la responsabilidad económica y familiar -hacerse cargo de sus dos hermanos menores-, permaneciendo en su ciudad natal durante los siguientes cinco años.
Por su parte, el genio de Salzburgo moriría con tan solo 35 años, en diciembre de 1791, a causa de unas “fiebres miliarias”, evitando así un posible encuentro futuro y dejando abierta la duda sobre si ambos maestros de la música llegaron a coincidir personalmente en 1787.
La llegada definitiva a Viena
Fue un año después del fallecimiento de Mozart, en 1792, cuando Beethoven llegó a la capital austriaca para asentarse en ella de manera definitiva gracias a una nueva oportunidad para aprender de otro gran maestro que, a su vez, fue un gran amigo de Mozart: Joseph Haydn. Mientras acudía a sus lecciones, Ludwig comenzó a adquirir una gran fama en la ciudad gracias, además de a sus magníficas composiciones, a su trabajo en las principales casas de la nobleza vienesa.
A ellas acudía para tocar el piano demostrando su gran virtuosismo con este instrumento y, de paso, para ir haciéndose un nombre entre la flor y la nata de la sociedad vienesa, cuyo mecenazgo económico fue un espaldarazo en su carrera. En este sentido habría que destacar a personalidades como el príncipe Lichnowsky, el embajador ruso en Viena Andrey Razumovsky o el archiduque Rodolfo de Austria.Beethoven dando un recital privado para la familia Razumovsky (Viena, hacia 1805).
La lucha contra la sordera y la creación musical
Beethoven comenzó a notar los primeros síntomas de sordera en 1796, cuando apenas tenía 26 años. A lo largo de los años siguientes, la enfermedad empeoró, y hacia 1811, había perdido casi completamente la capacidad de escuchar. Para un compositor, esta sería una tragedia devastadora, pero Beethoven decidió no rendirse. A pesar de la profunda angustia que le causó su enfermedad, la cual lo llevó a considerar el suicidio en algún momento, continuó componiendo y creando obras maestras.
La sordera no solo afectó su habilidad para tocar el piano, sino también a sus relaciones sociales. El compositor se volvió más aislado y, uno de los datos curiosos sobre Beethoven es que recurrió a la escritura de notas en cuadernos para comunicarse con los demás. No obstante, este aislamiento parece haber intensificado su concentración y creatividad, permitiéndole explorar nuevos territorios musicales que rompieron con las convenciones de su tiempo.Dispositivos acústicos en la casa natal de Beethoven en Bonn.
Durante este periodo su capacidad para seguir innovando en la composición fue notable, incluso sin poder escuchar sus propias creaciones. El piano, instrumento que había sido su medio de expresión más directo, seguía siendo central en su producción. De hecho, sus sonatas para piano son consideradas algunas de las más importantes del repertorio pianístico. A pesar de no poder interpretar sus propias obras, Beethoven componía imaginando los sonidos y confiando en su vasta experiencia musical.
La evolución de su obra
La música de Beethoven puede dividirse en tres periodos distintos: el temprano, el medio o "heroico", y el tardío. En su etapa temprana, su obra se mantuvo fiel a las formas clásicas heredadas de Haydn y Mozart, pero ya se vislumbraban signos de originalidad y fuerza expresiva que lo separarían de sus contemporáneos.
Durante su segunda etapa, conocida como el periodo “heroico”, el de Bonn comenzó a experimentar con nuevas formas y a expandir los límites de la composición clásica. Este fue un periodo especialmente importante, pues coincidió con el inicio de su sordera, una enfermedad progresiva que lo afectaría profundamente, tanto en lo personal como en lo profesional. A pesar de esta dificultad, o quizás debido a ella, Beethoven se embarcó en la creación de algunas de sus obras más revolucionarias, como la Sinfonía n.º 3 en Mi bemol mayor, también conocida como Eroica o Heroica, terminada en 1803.
La Sinfonía n.º 3 es considerada una de las piezas más importantes de la historia de la música clásica. Originalmente, Beethoven la había dedicado a Napoleón Bonaparte, a quien admiraba como símbolo de los ideales de la Revolución Francesa. Sin embargo, cuando Napoleón se proclamó Emperador de Francia en 1804, Beethoven se sintió traicionado y borró el nombre de Napoleón de la dedicatoria. La Eroica marcó el comienzo de una nueva era en la composición sinfónica, caracterizada por una mayor complejidad estructural y emocional, como queda patente en su Marcha fúnebre.Napoleón cruzando los Alpes, obra de Jacques-Louis David.
Beethoven, un hombre de su tiempo
Beethoven vivió en una época de grandes cambios políticos y sociales. Los ideales de la Revolución Francesa, con su énfasis en la libertad, la igualdad y la fraternidad, influyeron profundamente en su pensamiento. A pesar de sus inclinaciones republicanas, Beethoven también dependía del patrocinio de la aristocracia para financiar su trabajo. Sin embargo, a diferencia de muchos compositores anteriores, que trabajaban exclusivamente al servicio de nobles o eclesiásticos, Beethoven fue uno de los primeros músicos que intentó vivir como un "artista independiente". Este hecho, le convirtió en un precursor del compositor romántico, un creador que valora su libertad artística por encima de todo.
Goya y Beethoven, dos genios y un mismo destino
La relación de Beethoven con la sociedad fue ambigua. Aunque era admirado por su genialidad musical, su carácter excéntrico y temperamental lo mantuvo alejado de la vida pública en muchas ocasiones. Además, su sordera lo aisló aún más de los círculos sociales. No obstante, en su música, Beethoven expresó un profundo humanismo. Obras como la Sinfonía n.º 9, con su mensaje de unidad y fraternidad, reflejan sus deseos de una sociedad más justa y equitativa.
El legado musical de Beethoven: las sinfonías
Las nueve sinfonías de Beethoven son consideradas su contribución más significativa a la música clásica. Estas obras no solo rompieron con las estructuras tradicionales, sino que también ampliaron el rango emocional y expresivo de la sinfonía como forma musical.
La Sinfonía n.º 5 en do menor, con su famoso motivo de apertura, es quizás la más reconocida y emblemática de todas sus composiciones. Ese primer movimiento, que comienza con cuatro notas simples, es una de las frases más conocidas en toda la música clásica. La quinta sinfonía se ha interpretado como una representación de la lucha personal de Beethoven contra su sordera y su destino.
Otra sinfonía fundamental es la Sinfonía n.º 9 en re menor, también conocida como la "Coral". Esta obra monumental incluye un final que incorpora voces, algo sin precedentes en la forma sinfónica hasta ese momento. La inclusión de un coro que canta el poema Oda a la Alegría, de Friedrich Schiller, fue una declaración de esperanza y hermandad universal, conceptos profundamente arraigados en las creencias de Beethoven sobre la sociedad. Por este motivo, no es de extrañar que fuera esta la composición elegida por los dirigentes europeos para convertirse en el himno de la Unión Europea en 1985.Manuscrito de la primera edición de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven mientras se subasta por Sotheby's (22 de mayo de 2003).
Además de sus sinfonías, Beethoven compuso una gran cantidad de obras para piano, violonchelo y otros instrumentos. Entre sus piezas más notables están sus conciertos para piano y sus cuartetos de cuerda, en los que experimentó con nuevas formas de interacción entre los instrumentos. Su música de cámara, como sus tríos para piano y violonchelo, también es de gran importancia dentro de su catálogo, mostrando su habilidad para desarrollar complejas interacciones melódicas y armónicas.
Por último, no menos importante es la única ópera que escribió el de Bonn, Fidelio. Concluida en 1805 y revisada en 1814, cuenta la historia de Leonora quien, haciéndose pasar por un guardia de prisión llamado Fidelio, rescata a su marido Florestán del cadalso. Aunque está ambientada en la España del siglo XVIII, en una cárcel sevillana, la trama está inspirada en un drama acaecido durante la Revolución Francesa titulado Léonore, ou l’amour conjugal.
La trascendencia de su figura
Ludwig van Beethoven murió el 26 de marzo de 1827 en Viena, dejando un legado que transformaría la música para siempre. Su funeral fue un evento multitudinario, al que asistieron miles de personas, incluidos músicos de la talla de Franz Schubert. A lo largo de su vida, Beethoven desafió las convenciones musicales de su tiempo, abriendo el camino para los compositores románticos que seguirían sus pasos.Monumento a Ludwig van Beethoven en el centro histórico de Bonn.
Su influencia se extiende más allá de la música clásica. Beethoven es un símbolo de perseverancia, creatividad y rebeldía. Su capacidad para seguir componiendo a pesar de su sordera es un testimonio del poder del arte para trascender las limitaciones humanas. Cada obra suya, desde sus íntimas sonatas para piano hasta sus poderosas sinfonías, sigue siendo estudiada y celebrada por músicos de todo el mundo.
En resumen, Beethoven no solo transformó la música con su audacia e innovación, sino que también personificó el espíritu del compositor como artista individual. Su obra, influida por las circunstancias de su vida, sigue siendo un recordatorio de la capacidad del ser humano para superar la adversidad y crear belleza, incluso en las circunstancias más difíciles.
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