Para agendar
Las performances se presentarán en loop toda la jornada.
Hoy: Las Amargas, de Mauro Guzmán (Herlitzka & Co.). Mañana: Descartes-Borderline, de Liv Schulman (Piedras). Pasado mañana: Arco reflejo, de Sofía Durrieu (Ruth Benzacar). Domingo: Defensa Inútil, de Daniela Arnaudo (Subsuelo).
¿Cómo se compra una performance? Los desafíos que plantea la oferta de “artes vivas”
Durante arteba, cinco piezas estarán a la venta: se ofrecen desde la propiedad intelectual con instructivos de uso hasta los registros fotográficos de los trabajos
Luisa EstradaShiva Esque, de la serie “Arco reflejo”, de Sofía Durrieu
“¿Vas a gastar esa plata en una obra que el 99% del tiempo no está exhibida, que no podés colgar en la pared?”. Pese a la incomprensión de sus amigos, Alec Oxenford ya compró siete performances. “Es lo más fronterizo que hay en el arte contemporáneo”, dice el reconocido coleccionista. En la feria arteba, donde cinco obras de este tipo estarán a la venta, la comercialización de las artes vivas plantea interrogantes y divide las aguas.
¿Qué se está adquiriendo cuando se compra una performance? Algunos artistas venden el registro de su trabajo –fotografías y videos–, mientras que otros ofrecen además el concepto mismo de la obra a través de un instructivo en el que especifican las condiciones para su actualización. “La reperformance constituye la evolución más avanzada en la teoría y la práctica de esta disciplina”, explica el curador del programa de performance de arteba Eugenio Viola. “Implica la recontextualización de una performance realizada en otro espacio y en otro tiempo, no necesariamente por el mismo artista que concibió la acción. Por eso el ciclo se llama ‘Una vez más’. Pero no implica una reproducción: cada una es única en su actualización del aquí y ahora”.
Mauro Guzmán es uno de los performers que venderá las instrucciones de su obra Las amargas, en Herlitzka & Co. “Mis trabajos funcionan como un laboratorio permanente, se reescriben y resitúan al contexto presente y a veces eso que parece ser un obstáculo es la llave que los potencia y resignifica”. Dentro de las condiciones de venta se estipula: “Mientras viva no la dejaría en manos de terceros”.
Las artes vivas como objeto de compraventa plantean desafíos. “He querido hacer una performance que había comprado durante un evento de arteba en mi casa en Pilar”, recuerda Oxenford. “Pero el artista se opuso porque creía que el contexto era banal, que él no había concebido la obra para ser realizada en una fiesta. Mi meta es apoyar la escena, por eso decidí priorizar mi relación con el artista y darle lugar a su opinión. Ahí hay algo interesante: qué es lo que comprás, hasta dónde es tuya”.
Oxenford cuenta que pudo realizar la performance Horses don’t lie, de Eduardo Navarro, en la cancha de polo de Martindale. En esa obra, basada en un libro sobre el autismo como posibilidad más que como limitación, un grupo de performers con cabezas de caballo en actitud contemplativa pastan desplazándose lentamente por el campo.
“No me parece mal que el artista conserve esa potestad de decidir cómo y cuándo se realiza”, opina Joaquín Rodríguez, coleccionista junto a Abel Guaglianone. “Nosotros compramos una performance de Osías Yanov. La hicimos dos veces más en casa, pagando los costos de producción”. Se refiere a Géminis-vulcao, realizada con una escultura de hierro ensamblada por un enhebrado de soga de algodón acompañada por un traje catsuit y dos monedas de un real perforadas. La obra se complementa con dos registros fotográficos y un video de tres minutos que permite recomponer la acción
En la vereda de enfrente, Pancho Casas, artista chileno que presentó ayer en arteba El rodete de Eva Perón, cree que “la performance no se vende porque no es un espectáculo ni una mercancía. En la repetición la performance pasa a ser un loop comercial, una historia de Instagram que pierde la capacidad de asombrar. Es la manera en que los capitales absorben los saberes del cuerpo”. Aunque no venderá la propiedad intelectual de la obra, las fotos de la intervención estarán en la galería Pasto.
“El mercado siempre encuentra la forma de comercializar las propuestas que tratan de escapar a esa lógica”, reflexiona Rodríguez. Oxenford, por su parte, asegura: “Cada vez están más en boga las obras interdisciplinarias. La performance es adecuada para las redes sociales: se puede compartir con más eficacia que otras disciplinas. Suelen ser críticas muy directas a ciertas dinámicas sociales”. •
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Las performances se presentarán en loop toda la jornada.
Hoy: Las Amargas, de Mauro Guzmán (Herlitzka & Co.). Mañana: Descartes-Borderline, de Liv Schulman (Piedras). Pasado mañana: Arco reflejo, de Sofía Durrieu (Ruth Benzacar). Domingo: Defensa Inútil, de Daniela Arnaudo (Subsuelo).
“¿Vas a gastar esa plata en una obra que el 99% del tiempo no está exhibida, que no podés colgar en la pared?”. Pese a la incomprensión de sus amigos, Alec Oxenford ya compró siete performances. “Es lo más fronterizo que hay en el arte contemporáneo”, dice el reconocido coleccionista. En la feria arteba, donde cinco obras de este tipo estarán a la venta, la comercialización de las artes vivas plantea interrogantes y divide las aguas.
¿Qué se está adquiriendo cuando se compra una performance? Algunos artistas venden el registro de su trabajo –fotografías y videos–, mientras que otros ofrecen además el concepto mismo de la obra a través de un instructivo en el que especifican las condiciones para su actualización. “La reperformance constituye la evolución más avanzada en la teoría y la práctica de esta disciplina”, explica el curador del programa de performance de arteba Eugenio Viola. “Implica la recontextualización de una performance realizada en otro espacio y en otro tiempo, no necesariamente por el mismo artista que concibió la acción. Por eso el ciclo se llama ‘Una vez más’. Pero no implica una reproducción: cada una es única en su actualización del aquí y ahora”.
Mauro Guzmán es uno de los performers que venderá las instrucciones de su obra Las amargas, en Herlitzka & Co. “Mis trabajos funcionan como un laboratorio permanente, se reescriben y resitúan al contexto presente y a veces eso que parece ser un obstáculo es la llave que los potencia y resignifica”. Dentro de las condiciones de venta se estipula: “Mientras viva no la dejaría en manos de terceros”.
Las artes vivas como objeto de compraventa plantean desafíos. “He querido hacer una performance que había comprado durante un evento de arteba en mi casa en Pilar”, recuerda Oxenford. “Pero el artista se opuso porque creía que el contexto era banal, que él no había concebido la obra para ser realizada en una fiesta. Mi meta es apoyar la escena, por eso decidí priorizar mi relación con el artista y darle lugar a su opinión. Ahí hay algo interesante: qué es lo que comprás, hasta dónde es tuya”.
Oxenford cuenta que pudo realizar la performance Horses don’t lie, de Eduardo Navarro, en la cancha de polo de Martindale. En esa obra, basada en un libro sobre el autismo como posibilidad más que como limitación, un grupo de performers con cabezas de caballo en actitud contemplativa pastan desplazándose lentamente por el campo.
“No me parece mal que el artista conserve esa potestad de decidir cómo y cuándo se realiza”, opina Joaquín Rodríguez, coleccionista junto a Abel Guaglianone. “Nosotros compramos una performance de Osías Yanov. La hicimos dos veces más en casa, pagando los costos de producción”. Se refiere a Géminis-vulcao, realizada con una escultura de hierro ensamblada por un enhebrado de soga de algodón acompañada por un traje catsuit y dos monedas de un real perforadas. La obra se complementa con dos registros fotográficos y un video de tres minutos que permite recomponer la acción
En la vereda de enfrente, Pancho Casas, artista chileno que presentó ayer en arteba El rodete de Eva Perón, cree que “la performance no se vende porque no es un espectáculo ni una mercancía. En la repetición la performance pasa a ser un loop comercial, una historia de Instagram que pierde la capacidad de asombrar. Es la manera en que los capitales absorben los saberes del cuerpo”. Aunque no venderá la propiedad intelectual de la obra, las fotos de la intervención estarán en la galería Pasto.
“El mercado siempre encuentra la forma de comercializar las propuestas que tratan de escapar a esa lógica”, reflexiona Rodríguez. Oxenford, por su parte, asegura: “Cada vez están más en boga las obras interdisciplinarias. La performance es adecuada para las redes sociales: se puede compartir con más eficacia que otras disciplinas. Suelen ser críticas muy directas a ciertas dinámicas sociales”. •
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Las performances se presentarán en loop toda la jornada.
Hoy: Las Amargas, de Mauro Guzmán (Herlitzka & Co.). Mañana: Descartes-Borderline, de Liv Schulman (Piedras). Pasado mañana: Arco reflejo, de Sofía Durrieu (Ruth Benzacar). Domingo: Defensa Inútil, de Daniela Arnaudo (Subsuelo).
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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