Rosario: actuar antes de que sea demasiado tarde
Desbaratar el narcocrimen será una tarea ardua, pero imprescindible; es hora de dar esa batalla contra el poder del hampa manejado desde las cárceles
Las amenazas contra la familia del gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, que se vio obligado a trasladar a su esposa e hijos fuera de Rosario y por las que hay dos detenidos, son una demostración de hasta dónde puede llegar el poder mafioso, que, desde hace mucho tiempo, no encuentra límites. Ese criminal fenómeno que explotó en Santa Fe hace una década viene siendo subestimado por los sucesivos gobiernos, tanto a nivel provincial como nacional. Cada golpe de estas bandas rústicas y poco sofisticadas, surgidas de la marginalidad, muestra que su principal poder es generar cada vez mayor conmoción y pánico, y lo hacen desde las cárceles o por medio de emisarios.
El último hecho conmocionante ocurrió en un bar de la ciudad, cuando un hombre vestido como repartidor apuntó contra los comensales y disparó varias veces sin que salieran las balas del arma. Dejó un mensaje intimidatorio referido a los “presos de alto perfil”, cuyo accionar mafioso está en la mira de las nuevas autoridades.
Hasta no hace mucho, este escenario sangriento, comandado desde los penales, era inédito en la Argentina. Lo que ocurrió el 9 de este mes en Ecuador, cuando un grupo de narcos irrumpió en un canal de TV y amenazó a los periodistas en vivo y en directo, debería generar en todo el país mayor atención sobre lo que sucede en Santa Fe, donde desde 2018 crece el número de atentados y amenazas contra periodistas, medios de comunicación, jueces, fiscales, y dirigentes políticos y religiosos. Lo ocurrido en el bar referido, el reciente asesinato de un hombre que trabajaba en una gomería y las amenazas dejadas mediante inscripciones en una escuela, en destacamentos policiales, en un banco y en un centro de salud dan cuenta de que los narcos han decidido ampliar aún más sus objetivos criminales.
Para dimensionar lo que ocurre en Rosario basta el dato de que, en 2023, se atacaron a balazos 37 escuelas. También fueron blanco de disparos comisarías, y edificios del Poder Judicial y del Servicio Penitenciario. En octubre de 2022, un grupo narco colgó una bandera en la puerta de un canal de televisión con una amenaza directa: “Vamos a matar periodistas”, con la frase final “con la mafia no se jode”.
Fue el propio Pullaro quien alertó sobre la situación y activó las alarmas a partir de lo que ocurrió en Ecuador, donde el gobierno de Daniel Noboa movilizó al Ejército y declaró terroristas a los grupos criminales. “Lo de Ecuador debe ser un llamado de atención para la Argentina ante el avance de mafias ligadas al narcotráfico”, advirtió el mandatario. Rosario es blanco de una violencia extrema, que incluye también métodos terroristas, que buscan provocar un estado de conmoción social. El exministro de Seguridad Marcelo Saín apeló hace tres años al concepto de “terrorismo urbano” para referirse a un ataque contra el casino de Rosario, durante el que murió Enrique Encino, un apostador que nada tenía que ver con el entramado narco.
El fiscal de Rosario Franco Carbone identificó al narcotraficante Francisco Riquelme como autor intelectual de las últimas amenazas y los atentados. Pagó 100.000 pesos a tres jóvenes para que cumplieran esa misión. El mensaje que tenían previsto dejar los sicarios decía: “Gobernador Pullaro, dejá de arreglar con el narco Beto Godoy que está en Piñero porque sabemos todo y te vamos a matar a toda tu familia”.
Riquelme está alojado en el penal federal de Marcos Paz, en la provincia de Buenos Aires. No es un líder de peso en el entramado narco rosarino, pero tiene poder de fuego en su territorio, la zona oeste de la ciudad, donde hace dos años se desató una guerra narco entre dos facciones. Riquelme tributa a Esteban Alvarado, preso en Ezeiza y condenado a perpetua. Sus rivales en la zona son Los Monos. Los cuadros secundarios de estos grupos mafiosos están presos en la cárcel de Piñero, ubicada a 25 kilómetros de Rosario.
El problema de la criminalidad en esta ciudad, que impacta en las calles, con 259 homicidios en 2023 y una tasa de asesinatos de 22 personas cada 100.000 habitantes, tiene su génesis en las cárceles, donde purgan severas condenas más de 500 detenidos que pertenecen a distintas facciones. El negocio mafioso se trasladó hacia dentro de los penales, como ocurrió en otros países de la región. El caso más palpable es el de Brasil, donde el Primer Comando Capital y el Comando Vermelho, las bandas más poderosas de Sudamérica, surgieron de penitenciarías que estaban sobrepobladas.
Las autoridades de nuestro país deben tomar conciencia de la gravedad de este problema, que golpea cada día con más fuerza a la sociedad. Es sabido que muchas de estas mafias funcionan con amparo estatal.
La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, tiene en carpeta realizar cambios a nivel normativo que permitan aplicar un régimen especial para internos identificados en una primera etapa como presos de alto perfil. Es algo que la funcionaria venía preparando desde su campaña electoral. Se busca implementar un sistema de mayor rigor para los detenidos por causas graves, que siguen cometiendo delitos desde la prisión, incluyendo más controles en las visitas y las comunicaciones. Si el detenido mostrara cambios en su conducta, podría salir del régimen especial y volver al sistema ordinario de detención.
La Argentina está a tiempo de enfrentar este flagelo de vieja data y fuerte consolidación que podría agravarse aún más, en un contexto de crisis tan seria como la que estamos viviendo. Es imprescindible dar el debate, establecer las estrategias que correspondan logrando acuerdos sólidos para evitar males todavía mayores y apoyar las valientes acciones de quienes se han propuesto terminar con estas situaciones. Como hemos dicho en un reciente editorial, Ecuador es hoy un espejo donde mirarnos y así actuar antes de que sea demasiado tarde.
El triste hecho no apunta a los verdaderos delincuentes. Buscar y detener al asesino no basta. Detrás del delincuente hay más preparados a delinquir y asesinar. Siempre habrá un desarmador o reducidor de lo robado, sean autos, celulares y/o cualquier objeto de valor.
El delincuente necesita desprenderse del objeto robado lo más rápido posible. Lo vende a reducidores sin moral. Necesitan, estos, los delincuentes, proveerse de dinero para comprar droga. Su alimento diario para continuar delinquiendo. Enfatizo: el reducidor es más delincuente que el ladrón. Al igual de quien compra sabiendo que es un producto quizás de un crimen. Es mucho más lamentable. Sugiero que la ministra de Seguridad persiga a estos también. No solo a los que cometen el robo o el asesinato, sino a los reducidores, por aquel principio básico de la economía. Si no hay venta no hay ganancia. Repito: sugiero a la señora Bullrich y a la honorable policía que busque a los delincuentes que están detrás de estos hechos.
Los desarmadores o reducidores. Jorge F. Niemann
niemannjf@gmail.com
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Teoría y práctica de la igualdad
MADRID.– El 44,1% de los hombres españoles consideran que se ha llegado tan lejos en las políticas de igualdad que ahora son ellos los discriminados, lo que no obsta para que el 96% esté bastante o muy de acuerdo en que “la igualdad entre hombres y mujeres contribuye a hacer una sociedad más justa”. Estos datos de una última encuesta sobre la percepción de la igualdad y los estereotipos de género en la sociedad española muestran la distancia que hay entre asumir un discurso teórico y las consecuencias reales de ese discurso.
Que tantos hombres crean que los perjudica la práctica de una teoría que defienden es preocupante porque revela una percepción muy distorsionada de la realidad. Mayor preocupación, si cabe, despierta el hecho de que esa idea anide en más de la mitad (el 51,8%) de los jóvenes de entre 16 y 24 años, porque indica que ni la familia ni el sistema educativo están logrando una formación en valores que promueva la igualdad.
Una lectura posible es que si tantos hombres se sienten amenazados es porque las políticas de igualdad avanzan y las mujeres, poco a poco, van ocupando los puestos que por justicia les corresponden. Ya no quedan en meros discursos, sino que van penetrando en la realidad. El progreso de las mujeres conlleva necesariamente un retroceso de los hombres en los privilegios y los puestos de poder que durante tanto tiempo han monopolizado. El cambio que algunos perciben como amenaza a su hegemonía histórica es en realidad un avance civilizatorio en el que todos, hombres y mujeres, salen ganando.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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