Milei: ante el mito de la eterna encerrona, una jugada arriesgada
Sin estar del todo convencidos, el mercado y el establishment político esperan nuevos indicios para creer en lo que será la segunda etapa del programa libertario
Francisco Olivera
jeron a este diario en una “cueva”. Dado el escaso volumen operado, no parecería difícil hacer presionar al billete apenas con un par de operaciones.
Pero en esta atmósfera de escasas noticias por celebrar inciden también otros factores, como la actitud de la oposición y la viabilidad de las propuestas del Gobierno. Milei dice que eliminar la inflación le llevará un año y medio y que sería ilógico que todo ese camino no se diera “en serrucho”, con avances y retrocesos. La incógnita es cuánto IPC está dispuesto a resignar su ministro de Economía, Luis Caputo, que esta semana volvió a postergar aumentos en las tarifas y en los combustibles y que deberá convivir desde la semana próxima con un nuevo integrante del gabinete, Federico Sturzenegger, con quien ya tuvo alguna fricción. Los objetores internos de Caputo vienen en realidad de antes, desde los tiempos en que Milei pensaba aplicar otro plan. Aunque ahora le reconocen en silencio el logro de la inflación, de vez en cuando recuerdan que el ministro llegó al Palacio de Hacienda con la convicción de que podría conseguir 30.000 millones de dólares, todavía pendientes: unos 15.000 millones del FMI, otros 12.000 millones de Wall Street y 5000 millones de la Anses. Ideal para salir del cepo.
La etapa que viene incluye de todos modos algunas ventajas para el Gobierno. A diferencia de lo que ocurría hasta anteayer, la Ley Bases y el paquete impositivo harán más creíble y sostenible el cumplimiento del equilibrio fiscal. Hay algo que cambió drásticamente en favor de Milei: ya casi nadie discute la necesidad de tener las cuentas en orden. Los gobernadores ya casi no reclaman. Hasta Kicillof, que llegó en su momento a convocar a una movilización en contra de ambos proyectos antes del debate en el Senado, tiene un doble juego: mientras cuestiona, se muestra al mismo tiempo interesado en los proyectos del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). Por ejemplo, para la planta de gas natural licuado que proyecta construir YPF con Petronas y otras compañías y que todavía no tiene lugar de edificación. ¿Será en Punta Colorada, como piden los gobernadores Alberto Weretilnek (Río Negro) y Rolando Figueroa (Neuquén)? ¿O en Bahía Blanca, sede para la que trabaja el PJ bonaerense? “Sin RIGI no hay planta”, avisó hace dos lunes Horacio Marín, presidente de YPF, en una entrevista con Carlos Pagni.
Si pretende que el proyecto se haga en Bahía Blanca, Kicillof debe enviarle a la Legislatura la adhesión al RIGI. En el PJ bahiense casi no se habla de otra cosa. álvaro Díaz, jefe del bloque peronista de concejales y muy cercano al intendente Federico Susbielles, se lo recordó esta semana en público. “Confiamos ciegamente en el gobernador @Kicillofok para que el RIGI tenga impacto positivo en la ciudad”, dijo al diario La Nueva. Dicen que es una estrategia acordada: que la adhesión al programa oficial pase con el menor costo posible para Kicillof.
El interés no reside solo en la planta de GNL. Frente a las costas de Mar del Plata, por ejemplo, ya hay perforaciones de la estatal noruega Equinor, que trabaja en sociedad con YPF y Shell, y con CGC, de Eduardo Eurnekian. La explotación de esa área, considerada por algunos petroleros más atractiva que Vaca Muerta, reactivó alquileres de varias oficinas en la ciudad. Son proyecciones casi tan optimistas como las que las mineras Lundin, Quantum, Glencore y McEwen tienen para el cobre en Catamarca, Tucumán, Salta, San Juan y Jujuy. Geólogos y economistas calculan ahí una inversión total superior a los 20.000 millones de dólares. Un sueño minero. Ahora se entiende el interés de los gobernadores Jalil, Jaldo, Sáenz, Orrego y Sadir por la Ley Bases. Que no alcanzó para contagiar también al senador Sergio Uñac, tan entusiasta por la minería durante sus años al frente de la provincia. Uñac votó en el Senado contra el RIGI, al que definió como “una gran amenaza contra nuestras industrias”. ¿No la ve o la vio tarde?
La política juega, pero con gran parte de sus liderazgos en transición. Ya casi nadie fantasea, por ejemplo, con la idea de que Cristina Kirchner conduzca el PJ nacional. El fervor peronista da a lo sumo para la jefatura del partido bonaerense. Molesta por la interna entre Máximo y Kicillof, ella les habría pedido a ambos no poner en riesgo el único distrito fuerte del espacio. Y, como la tregua fue acatada, es probable que termine afectando a los intendentes más leales al gobernador. Jorge Ferraresi, Mario Secco. La propuesta es entonces cantada: recluirse en la provincia y aguardar una oportunidad que, esperan, siempre llega. Parte del comportamiento del Bonar 2030 depende de cómo salga esta jugada. Hasta ahora venía dando resultado.
Se entiende el interés de los gobernadores Jalil, Jaldo, Sáenz, Orrego y Sadir por la Ley Bases, que no alcanzó para contagiar también al senador Sergio Uñac
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Conmovedora historia de náufragos e inmigrantes
Conductas como la del comandante del crucero Insignia, de su tripulación y de su pasaje ponen de relieve lo mejor de la condición humana
Recientemente, en aguas atlánticas, a 850 kilómetros de Tenerife, se vivió una odisea humana en principio propia de estos tiempos; en realidad, propia de todos los tiempos. Un cayuco repleto de gente exhausta que huía de Mali, Senegal, Burkina Faso, y entre la que a esa altura había cadáveres después de veinte días de travesía, fue avistado desde un crucero de lujo.
El comandante sopesó la situación. Por un lado, debía responder por el confort de 300 pasajeros, en su mayoría norteamericanos y mexicanos, que realizaban un viaje de seis meses alrededor del mundo a un costo que llegaba hasta los 150.000 dólares por cabeza: Hawái, la Polinesia, Nueva Zelanda, Japón, puertos innúmeros de áfrica. El crucero se aproximaba a las islas Canarias en circunstancias en que se producía el estremecedor encuentro con una embarcación a la deriva, con hombres, mujeres y niños en estado físico deplorable, cuando no muertos, por la privación de agua potable y comida y las exorbitancias fatales de la sal marina y del sol. Por el otro lado, el viejo marino se debía a sí mismo y a su tiempo una respuesta sobre el principal de los derechos humanos, el derecho a la vida, que se jugaba minuto a minuto entre el oleaje embravecido del Atlántico.
Decidió lo que correspondía hacer. Explicó al pasaje la gravedad de la situación y que el barco y su tripulación desviarían la atención que les habían brindado y se pondrían a la tarea de salvar cuantas almas pudieran. Los esfuerzos hechos desde el crucero resultaron infructuosos para actuar con la eficacia y rapidez que el momento demandaba. El comandante se vio así obligado a requerir la intervención de un buque petrolero. Se salvaron 64 vidas y se pudieron rescatar solo dos cadáveres; otros dos se perdieron entre las aguas del océano, sumándose a más de treinta que habían desaparecido desde la partida desde costas africanas.
Entre los 300 pasajeros del crucero Insignia muchos se despojaron de calzados, ropa y dinero para ponerlos en mano de los sobrevivientes exhaustos y en pánico. Hay narraciones sobre cómo se habían atropellado en desesperación unos a otros al ser alzados a la cubierta, poco menos que desde las entrañas del mar.
Esta manifestación encomiable de solidaridad con trazos históricos se diluirá, lamentablemente, en medio de los conflictos pavorosos que se viven en Europa por una inmigración masiva, que irrumpe intempestivamente en muchas regiones del continente. Otra vez más, en la historia de la humanidad, se asiste al inevitable conflicto y a la pulsión entre quienes huyen de forma masiva de escenarios de violencia o hambrunas para encontrar sosiego y pan en ámbitos más saludables y quienes, por su parte, resisten comprensiblemente la destrucción o los cambios radicales en culturas muchas veces milenarias de las que se sienten custodios y responsables.
Por mucho menos, como fue el fenómeno inmigratorio con gobiernos adscriptos al mensaje alberdiano de que “gobernar es poblar” y, por lo tanto, sin extranjeros que procuraran ingresar compulsivamente al país, se produjeron en la segunda mitad del siglo XIX en nuestra campaña gravísimos hechos contra quienes venían de otras partes del mundo. Entre los que se citan como expresión de aquella época de configuración de la nueva nacionalidad, figura la famosa matanza de 36 inmigrantes en 1872, en Tandil. Cayeron a manos de criollos azuzados por un gaucho entrerriano, medio místico y con fama de sanador, que al grito de “viva la patria”, equivalente al más actualizado de “la patria no se vende”, habían resuelto limpiar de gente “extraña” el suelo argentino.
Ese drama fue duramente calificado por este diario, tan consustanciado con el valor que la creciente inmigración italiana tenía para el país, tanto para llevar la civilización al desierto como para acelerar el desarrollo integral de la Nación y la prosperidad de los habitantes. A veces, se criticó a Mitre por su defensa denodada de la inmigración italiana. Fue eso a tal punto entre risueño y ácido que, como derivación de las controversias que los trenzaban por una diversidad de temas institucionales, Sarmiento se descolgó un día diciendo que, más que llamarse este diario debió haber sido fundado por su predecesor en la presidencia bajo el nombre de La Nazione Italiana.
Sea como fuere, seguimos orgullosos de las políticas que facilitaron la gran inmigración europea de fines del siglo XIX y principios del XX, y también sensibles a conductas como las del comandante del crucero Insignia, que permitió poner de relieve lo mejor de la condición humana.
jeron a este diario en una “cueva”. Dado el escaso volumen operado, no parecería difícil hacer presionar al billete apenas con un par de operaciones.
Pero en esta atmósfera de escasas noticias por celebrar inciden también otros factores, como la actitud de la oposición y la viabilidad de las propuestas del Gobierno. Milei dice que eliminar la inflación le llevará un año y medio y que sería ilógico que todo ese camino no se diera “en serrucho”, con avances y retrocesos. La incógnita es cuánto IPC está dispuesto a resignar su ministro de Economía, Luis Caputo, que esta semana volvió a postergar aumentos en las tarifas y en los combustibles y que deberá convivir desde la semana próxima con un nuevo integrante del gabinete, Federico Sturzenegger, con quien ya tuvo alguna fricción. Los objetores internos de Caputo vienen en realidad de antes, desde los tiempos en que Milei pensaba aplicar otro plan. Aunque ahora le reconocen en silencio el logro de la inflación, de vez en cuando recuerdan que el ministro llegó al Palacio de Hacienda con la convicción de que podría conseguir 30.000 millones de dólares, todavía pendientes: unos 15.000 millones del FMI, otros 12.000 millones de Wall Street y 5000 millones de la Anses. Ideal para salir del cepo.
La etapa que viene incluye de todos modos algunas ventajas para el Gobierno. A diferencia de lo que ocurría hasta anteayer, la Ley Bases y el paquete impositivo harán más creíble y sostenible el cumplimiento del equilibrio fiscal. Hay algo que cambió drásticamente en favor de Milei: ya casi nadie discute la necesidad de tener las cuentas en orden. Los gobernadores ya casi no reclaman. Hasta Kicillof, que llegó en su momento a convocar a una movilización en contra de ambos proyectos antes del debate en el Senado, tiene un doble juego: mientras cuestiona, se muestra al mismo tiempo interesado en los proyectos del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). Por ejemplo, para la planta de gas natural licuado que proyecta construir YPF con Petronas y otras compañías y que todavía no tiene lugar de edificación. ¿Será en Punta Colorada, como piden los gobernadores Alberto Weretilnek (Río Negro) y Rolando Figueroa (Neuquén)? ¿O en Bahía Blanca, sede para la que trabaja el PJ bonaerense? “Sin RIGI no hay planta”, avisó hace dos lunes Horacio Marín, presidente de YPF, en una entrevista con Carlos Pagni.
Si pretende que el proyecto se haga en Bahía Blanca, Kicillof debe enviarle a la Legislatura la adhesión al RIGI. En el PJ bahiense casi no se habla de otra cosa. álvaro Díaz, jefe del bloque peronista de concejales y muy cercano al intendente Federico Susbielles, se lo recordó esta semana en público. “Confiamos ciegamente en el gobernador @Kicillofok para que el RIGI tenga impacto positivo en la ciudad”, dijo al diario La Nueva. Dicen que es una estrategia acordada: que la adhesión al programa oficial pase con el menor costo posible para Kicillof.
El interés no reside solo en la planta de GNL. Frente a las costas de Mar del Plata, por ejemplo, ya hay perforaciones de la estatal noruega Equinor, que trabaja en sociedad con YPF y Shell, y con CGC, de Eduardo Eurnekian. La explotación de esa área, considerada por algunos petroleros más atractiva que Vaca Muerta, reactivó alquileres de varias oficinas en la ciudad. Son proyecciones casi tan optimistas como las que las mineras Lundin, Quantum, Glencore y McEwen tienen para el cobre en Catamarca, Tucumán, Salta, San Juan y Jujuy. Geólogos y economistas calculan ahí una inversión total superior a los 20.000 millones de dólares. Un sueño minero. Ahora se entiende el interés de los gobernadores Jalil, Jaldo, Sáenz, Orrego y Sadir por la Ley Bases. Que no alcanzó para contagiar también al senador Sergio Uñac, tan entusiasta por la minería durante sus años al frente de la provincia. Uñac votó en el Senado contra el RIGI, al que definió como “una gran amenaza contra nuestras industrias”. ¿No la ve o la vio tarde?
La política juega, pero con gran parte de sus liderazgos en transición. Ya casi nadie fantasea, por ejemplo, con la idea de que Cristina Kirchner conduzca el PJ nacional. El fervor peronista da a lo sumo para la jefatura del partido bonaerense. Molesta por la interna entre Máximo y Kicillof, ella les habría pedido a ambos no poner en riesgo el único distrito fuerte del espacio. Y, como la tregua fue acatada, es probable que termine afectando a los intendentes más leales al gobernador. Jorge Ferraresi, Mario Secco. La propuesta es entonces cantada: recluirse en la provincia y aguardar una oportunidad que, esperan, siempre llega. Parte del comportamiento del Bonar 2030 depende de cómo salga esta jugada. Hasta ahora venía dando resultado.
Se entiende el interés de los gobernadores Jalil, Jaldo, Sáenz, Orrego y Sadir por la Ley Bases, que no alcanzó para contagiar también al senador Sergio Uñac
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Conmovedora historia de náufragos e inmigrantes
Conductas como la del comandante del crucero Insignia, de su tripulación y de su pasaje ponen de relieve lo mejor de la condición humana
Recientemente, en aguas atlánticas, a 850 kilómetros de Tenerife, se vivió una odisea humana en principio propia de estos tiempos; en realidad, propia de todos los tiempos. Un cayuco repleto de gente exhausta que huía de Mali, Senegal, Burkina Faso, y entre la que a esa altura había cadáveres después de veinte días de travesía, fue avistado desde un crucero de lujo.
El comandante sopesó la situación. Por un lado, debía responder por el confort de 300 pasajeros, en su mayoría norteamericanos y mexicanos, que realizaban un viaje de seis meses alrededor del mundo a un costo que llegaba hasta los 150.000 dólares por cabeza: Hawái, la Polinesia, Nueva Zelanda, Japón, puertos innúmeros de áfrica. El crucero se aproximaba a las islas Canarias en circunstancias en que se producía el estremecedor encuentro con una embarcación a la deriva, con hombres, mujeres y niños en estado físico deplorable, cuando no muertos, por la privación de agua potable y comida y las exorbitancias fatales de la sal marina y del sol. Por el otro lado, el viejo marino se debía a sí mismo y a su tiempo una respuesta sobre el principal de los derechos humanos, el derecho a la vida, que se jugaba minuto a minuto entre el oleaje embravecido del Atlántico.
Decidió lo que correspondía hacer. Explicó al pasaje la gravedad de la situación y que el barco y su tripulación desviarían la atención que les habían brindado y se pondrían a la tarea de salvar cuantas almas pudieran. Los esfuerzos hechos desde el crucero resultaron infructuosos para actuar con la eficacia y rapidez que el momento demandaba. El comandante se vio así obligado a requerir la intervención de un buque petrolero. Se salvaron 64 vidas y se pudieron rescatar solo dos cadáveres; otros dos se perdieron entre las aguas del océano, sumándose a más de treinta que habían desaparecido desde la partida desde costas africanas.
Entre los 300 pasajeros del crucero Insignia muchos se despojaron de calzados, ropa y dinero para ponerlos en mano de los sobrevivientes exhaustos y en pánico. Hay narraciones sobre cómo se habían atropellado en desesperación unos a otros al ser alzados a la cubierta, poco menos que desde las entrañas del mar.
Esta manifestación encomiable de solidaridad con trazos históricos se diluirá, lamentablemente, en medio de los conflictos pavorosos que se viven en Europa por una inmigración masiva, que irrumpe intempestivamente en muchas regiones del continente. Otra vez más, en la historia de la humanidad, se asiste al inevitable conflicto y a la pulsión entre quienes huyen de forma masiva de escenarios de violencia o hambrunas para encontrar sosiego y pan en ámbitos más saludables y quienes, por su parte, resisten comprensiblemente la destrucción o los cambios radicales en culturas muchas veces milenarias de las que se sienten custodios y responsables.
Por mucho menos, como fue el fenómeno inmigratorio con gobiernos adscriptos al mensaje alberdiano de que “gobernar es poblar” y, por lo tanto, sin extranjeros que procuraran ingresar compulsivamente al país, se produjeron en la segunda mitad del siglo XIX en nuestra campaña gravísimos hechos contra quienes venían de otras partes del mundo. Entre los que se citan como expresión de aquella época de configuración de la nueva nacionalidad, figura la famosa matanza de 36 inmigrantes en 1872, en Tandil. Cayeron a manos de criollos azuzados por un gaucho entrerriano, medio místico y con fama de sanador, que al grito de “viva la patria”, equivalente al más actualizado de “la patria no se vende”, habían resuelto limpiar de gente “extraña” el suelo argentino.
Ese drama fue duramente calificado por este diario, tan consustanciado con el valor que la creciente inmigración italiana tenía para el país, tanto para llevar la civilización al desierto como para acelerar el desarrollo integral de la Nación y la prosperidad de los habitantes. A veces, se criticó a Mitre por su defensa denodada de la inmigración italiana. Fue eso a tal punto entre risueño y ácido que, como derivación de las controversias que los trenzaban por una diversidad de temas institucionales, Sarmiento se descolgó un día diciendo que, más que llamarse este diario debió haber sido fundado por su predecesor en la presidencia bajo el nombre de La Nazione Italiana.
Sea como fuere, seguimos orgullosos de las políticas que facilitaron la gran inmigración europea de fines del siglo XIX y principios del XX, y también sensibles a conductas como las del comandante del crucero Insignia, que permitió poner de relieve lo mejor de la condición humana.
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