domingo, 30 de junio de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Perón y Milei: dos anomalías con ciertos parecidos

Cincuenta años después de la muerte del líder justicialista, el libertario se le asemeja, y no solo en la aversión hacia la prensa no adicta
Pablo Sirvén
Hace cincuenta años también era domingo como hoy y Juan Domingo Perón transcurría el último día completo de su vida. Dos días antes le había transmitido el mando a su vice y esposa, María Estela Martínez. El entonces presidente de la Nación moriría el lunes 1° de julio, a las 13.15, en la residencia de Olivos.
Tanto los acérrimos libertarios como los peronistas más fanatizados acordarían en que el líder justicialista poco tiene que ver con Javier Milei. Primera coincidencia. Pero hay varias más. Veamos.
Ambos, Perón y Milei, cada uno en su época, encarnan una suerte de “per saltum” ante el deficiente funcionamiento del sistema político que encuentra cada uno de ellos al irrumpir en la vidriera pública. Expresan, con sus apariciones tan disruptivas en lo más alto del poder, un intento de reparación y de salida por arriba del laberinto. Son bruscos catalizadores de malestares sociales de los que nadie se hace cargo.
Perón, surge del seno de una dictadura militar en 1943 y lava esa oprobiosa mancha de origen en las urnas; Milei, llega a la Casa Rosada en 2023 “de carambola” (como el mismo admitió), tras eliminar a Juntos por el Cambio en la primera vuelta electoral y a Unión por la Patria, en la segunda.
Los dos encarnan una anomalía que, a su vez, interrumpen sendas secuencias tóxicas: Perón, el fraude electoral de los gobiernos conservadores en las décadas del 30 y del 40 del siglo pasado; Milei, el hastío y la frustración de la ciudadanía por los últimos gobiernos inoperantes para resolver los problemas pendientes, que empeoraron y sumaron otros más graves.
Los dos personajes son “sapos de otros pozos”: no provienen de la dirigencia política tradicional, a la que más bien aborrecen, y a la que descolocan. También se obsesionan con el periodismo no adicto, al cual intentan destruir.
Ambos pretenden fundar un “nuevo orden” que dé por tierra con todo lo anterior y arman de la nada sus propios movimientos: el primero, el Justicialismo; el segundo, La Libertad Avanza. En 2025 aquel cumplirá 80 años. El otro está dando apenas sus primeros pasos.
Perón acepta el rótulo de “primer trabajador argentino”; Milei ya se percibe “premio Nobel de Economía”. Para cada uno de ellos hay un solo discurso admisible: el propio. Para Perón los que no lo aceptan son “los vendepatria”; Para Milei, “la casta”.
Los dos son enormes comunicadores que se construyen a sí mismos con sus verbas encendidas y provocativas. Perón es un encantador presencial de las masas obreras. Milei es un encantador virtual de millones de seguidores en las redes sociales.
El líder justicialista y Eva Perón ponen la “materia prima”. Raúl Apold, el gran artífice de la propaganda de ese régimen multiplica al máximo esa magia, con una maquinaria propagandística colosal.
Aquí y ahora son los hermanos Javier y Karina Milei los que ponen la “materia prima”. Él, con un liderazgo ostensible mientras ella avanza con silenciador. El relato libertario se expande y multiplica mediante la áspera locuacidad del Presidente, con su activísima participación diaria en la Web y dosificando sus entrevistas personales en un reducido staff de periodistas de la TV y de la radio. Manuel Adorni, como vocero, es un “ordenador” hacia el público del discurso oficial. Caputo, Villarruel, Francos, Lemoine, Menem y otros apellidos le dan coloratura a este naciente ciclo político.
El golpe militar de 1943 cierra la última era conservadora que duró trece años y que protagonizaron cuatro presidentes: el golpista general José Félix Uriburu y los electos en comicios fraguados, Agustín P. Justo y Roberto M. Ortiz (reemplazado por Ramón Castillo por su enfermedad y muerte).
La seducción de los sindicatos y el carisma arrollador catapultaron a Perón a la presidencia. La frustración y el empeoramiento de las condiciones económicas que generaron los gobiernos de Cambiemos y del Frente de Todos, más el deterioro en las condiciones de vida y en la psiquis de muchos ciudadanos provocados por la pandemia y el encierro interminable, catapultaron a Milei a la presidencia.
Ambas líneas del tiempo que funcionan en paralelo con tantas décadas de distancia entre una y otra, se cruzaron en la semana que pasó cuando el polémico megaministerio de Capital Humano desempolvó el viejísimo “Estatuto del Periodista” que había impulsado Perón en 1946, a manera de registro matriculador de quienes trabajamos en esta actividad, en una primera comunicación, con carácter obligatorio; en una segunda, de manera opcional, hasta que finalmente el oficialismo optó por borrar todo vestigio cuando ya sonaban todas las alarmas en Adepa y en Fopea (a la que trolls libertarios vienen hostigando con los retuiteos complacidos del Presidente). El fantasma de Perón merodea a Milei.

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Un pueblo que ve en la prensa la llave para la justicia
La sensación de impunidad y de connivencia política y judicial es algo que sobrevuela, aunque son pocos los que se animan a ponerle nombre y apellido
José María Costa
Marcha por Loan en la ciudad de Goya, en Corrientes, a dos semanas de la desaparición del niño
NUEVE DE JULIO.- “No se vayan, porque al día siguiente de que se retiren los medios nacionales no lo buscan más”, es la frase que la veintena de periodistas de medios nacionales recibimos en forma cotidiana desde hace 17 días en Nueve de Julio o en Goya, Corrientes, donde está el epicentro de la investigación por la desaparición de Loan Danilo Peña, el niño de cinco años del que no se sabe nada desde el mediodía del jueves 13.
Tanto el tranquilo poblado de 2500 habitantes, donde vivía y desapareció Loan, como la segunda ciudad más grande de Corrientes, donde están la fiscalía y el juzgado federal que se hicieron cargo de la investigación ante un posible caso de trata de personas, se vieron invadidos de cámaras, micrófonos, fotógrafos, reporteros y drones que sobrevuelan campos y edificios en busca de una nueva imagen del caso que conmueve al país y que ya tuvo dos “dramáticos giros”.
Sin embargo, a pesar de la invasión, los pobladores tratan de mantener las costumbres que los caracterizan desde siempre. Al mediodía la actividad se frena, salvo en el juzgado y la fiscalía, y retoma entre las 16 y las 17. La siesta es sagrada y no se negocia, ni siquiera ante un caso que puso en alerta a todos.
También en Nueve de Julio, donde el padre Cristian González definió a la comunidad como una “gran familia”, a cada uno de los foráneos se nos saluda con amabilidad. Incluso abren las puertas de sus casas y hasta acercan alguna que otra bolsita de papel con chipas recién horneados para que las largas jornadas de guardia periodísticas sean más amenas. Tampoco falta el que ofrece agua caliente y hasta el sanitario a ese grupo externo que se mueve en bloque y con lógicas propias.
“Como este caso, lamentablemente, hubo muchos más, pero no llegaron a la prensa nacional. Entonces, agarran a un perejil y todo queda en la nada. Ojalá esta vez no pase. Por eso, es importante su presencia acá”, argumenta otro de los vecinos que se acercan a ofrecer su casa a quien necesite poner a cargar el celular, la computadora o las baterías de las cámaras.
La sensación de impunidad y de connivencia política y judicial es algo que sobrevuela, aunque son pocos los que se animan a ponerle nombre y apellido. Incluso, la nueva versión lanzada ayer por Laudelina, tía del pequeño Loan y esposa de uno de los detenidos, no hace más que generar un mayor número de suspicacias.
En el medio, como si fuesen actores de alguna serie o película del momento, los curiosos hacen fila para tomarse una selfie con los cronistas que antes veían por la pantalla y ahora están en las puertas de sus casas.
Con el paso de las horas y los días, los periodistas, fotógrafos y técnicos también se vuelven una especie de “gran familia” donde, en los parates informativos, se comparten charlas, anécdotas y teorías sobre qué le pudo haber pasado a Loan.
Por otra parte, varias personas que claman por justicia en causas propias llegan hasta donde están los reporteros. Lo hacen provistos de expedientes y fotos para pedir que su caso trascienda y tenga un fallo o se revierta la decisión que se tomó.
Denuncias de mala praxis, usurpación de tierras y hasta regímenes de visitas son algunos de los expedientes que se acercan en las largas jornadas en Goya y Nueve de Julio, dos lugares donde un caso dramático hizo despertar viejos reclamos no escuchados.
El panorama se completa con las marchas, en su gran mayoría sin banderías políticas, que se repiten casi a diario y que son encabezadas por niños apenas un par de años más grandes que Loan. Ellos, protagonistas del reclamo, también levantan su voz y piden por el menor de los ocho hermanos de José Peña y María Noguera.
“Ahora nos miramos todos con desconfianza”, le había dicho esta semana  una vecina que participó de la décima marcha en la Plaza San Martín, en Nueve de Julio. Entre las manifestaciones de dolor y de apoyo cundían la angustia, la sorpresa y, también, las sospechas.
“¡Que hablen!”, son las dos palabras que se repiten en las marchas tanto en el pueblo de Loan como en Goya y en las diferentes localidades correntinas donde se organizan para reclamar por la aparición del pequeño.
“Victoria Caillava me trajo el botín de Loan y me dijo que me iba a matar si no lo ponía en el campo”, declaró en un video ante la Justicia provincial Laudelina Peña en la denuncia en la que acusó a la exdirectora de Producción del municipio de Nueve de Julio y a su esposo de atropellar y matar a su sobrino. Sin embargo, los dichos de la tía, que se dieron en la madrugada de ayer, no hicieron más que poner de manifiesto que, aunque los protagonistas de la historia “hablen”, lo que la sociedad sigue pidiendo es que se sepa la verdad.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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