domingo, 30 de junio de 2024

CRIANZA


Emociones en crisis, de la ficción a la realidad
Maritchu Seitún–

La película Intensamente 2 me recordó a Erik Erikson y sus ocho edades del desarrollo del ser humano. Para la adolescencia él recalca el tema de la incertidumbre, que va desde la confusión de roles hasta alcanzar un sentido de identidad hacia al final de la etapa, poniendo primero en duda mucho de aquello en lo que creían y confiaban cuando eran más chicos. Es una de las etapas más complejas de esas ocho edades, ya que los cambios biológicos, emocionales y sociales generan una crisis que lleva varios años sortear.
Erikson habla también de que los adultos ofrecemos a los adolescentes una “moratoria psicosocial”, un tiempo y un lugar para seguir creciendo, madurando y conociéndose sin preocuparse por cuestiones de supervivencia.
Durante ese tiempo los adolescentes cambian de intereses, preocupaciones, amigos, se les presentan nuevos obstáculos, cometen errores y se atienen a las consecuencias de esos errores. Aprenden de cada una de esas experiencias, que los moldean, mientras siguen bajo la protección y cuidado de sus padres y otros adultos. Los adolescentes creen –desde su omnipotencia– que no los necesitan y, al mismo tiempo les da un enorme alivio saber que están cerca, ya que siguen siendo puerto seguro para ellos y también brújula y faro para muchos momentos de soledad, de dudas, de miedo, de dificultades.
En la película vemos en acción dentro de la mente de Riley, la protagonista, el proceso de cambios de esta etapa. Ella ahora tiene 13 años, y a las emociones que vimos en la primera –alegría, tristeza, miedo, ira, y rechazo– y que ahora ella siente con una intensidad inesperada, se le suman otras: ansiedad, vergüenza, envidia y ennui (aburrimiento y desgano), pero es la ansiedad la que lleva la voz cantante, intentando proteger a Riley y anticipando un futuro desconocido e incierto.
Ante esta enorme “remodelación” es esperable que los chicos tengan altos niveles de ansiedad hasta que logran acomodarse al cuerpo nuevo, a una nueva forma de ver el mundo, a emociones más intensas y complejas, a nuevos intereses y amigos, hasta que integran múltiples contradicciones.
Ellos abandonan la seguridad de la infancia e incursionan en territorio desconocido, sabiendo que tienen que llegar a convertirse en adultos, como sus padres, a quienes miran y admiran –aunque prefieren no reconocerlo– y a la vez rechazan, con el miedo de no tener los recursos necesarios para alcanzarlos, sin darse cuenta de que crecer lleva tiempo, y que tienen varios años para hacerlo.
Disney Argentina me ofreció la oportunidad de entrevistar a los asesores psicológicos de la película, Lisa Damour y Dacher Keltner, y con ellos retomamos algunas ideas muy interesantes.
Ya en Intensamente, a Riley de 11 años se le empezaban a caer las estructuras que la habían sostenido en su infancia a partir de una mudanza de estado y cambio de escuela. En la 2 nos encontramos con una Riley un poco mayor, en plena obra de reconstrucción de su sistema de creencias y de su sentido de sí misma, para hacer lugar a nuevas emociones. No porque sean realmente nuevas ni las únicas sino porque en esta etapa toman mayor preponderancia en la vida de los adolescentes.
Etapa de reconstrucción
Como toda obra de reconstrucción, la adolescencia implica conflicto, crisis, dudas, decisiones difíciles, incluso algunas equivocadas, roturas, dolores, sorpresas inesperadas, miedos, confusión, por momentos falta de rumbo, pero todo ello va abriendo camino a la maduración.
La mente de Riley busca primero hacer desaparecer las experiencias dolorosas, los recuerdos incómodos, incluso intenta sacar de su vida a las viejas emociones que la acompañaron hasta ese momento, ¡es muy tentador dar vuelta la página!, pero, como conversamos con Dacher, vemos en la película que el mejor camino no es suprimir, reprimir o negar sino recordar e integrar.
Durante ese tiempo les preocupa mucho la imagen que sus pares tengan de ellos y eso los lleva a buscar acomodarse para encajar en el grupo. Pero tal como vimos con Lisa, con las experiencias, la maduración y nuestra presencia cercana y valoradora, al crecer van a lograr pertenecerse a sí mismos sin miedo a quedarse solos, y así encontrar un verdadero grupo, donde puedan presentarse tal como son, sin disfraces, pudiendo decir, como Riley al final de la película, que es en realidad de Minnesota y no de Michigan, cuando antes lo había callado por miedo al rechazo de sus nuevas y admiradas amigas.
No hay emociones negativas en Intensamente 2, tampoco en la vida, solo muchas emociones a integrar de modo que el sistema de creencias de los adolescentes sea cada vez más colorido, rico y variado y les permita construir un sentido de sí mismo que los conduzca y acompañe.

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