Cinco alternativas gratis (y muy buenas) para el Office de Microsoft
Las ventajas de la computación sobre la máquina de escribir son obvias; pero a veces la batalla de las compañías por quedarse con un estándar opacan estos avances
La suite del gigante de Redmond es extraordinaria, pero también costosa, y en muchos casos es más de lo que necesitamos; sin embargo, hay opciones sin cargo que son excelentes y se adaptan a diferentes escenarios
Ariel Torres
Como la felicidad nunca es completa, todas ventajas que los procesadores de texto, las planillas de cálculo y las presentaciones trajeron a nuestras tareas cotidianas, si los comparamos con la máquina de escribir, los libros contables y el retroproyector, terminaron opacándose (o, si quieren, tiznándose un poquito) con el monopolio de una sola compañía sobre este tipo de software. Hablo, claro, de Microsoft y su Office.
Office es una suite excepcional, no hay duda acerca de eso, pero los monopolios siempre son un problema, en todas las industrias. Una de las pocas que logró zafarse de esta clase de concentración fue la de los instrumentos musicales electrónicos. En 1983, los principales fabricantes (Roland, Yamaha, Korg, Moog) terminaron de acordar un estándar llamado MIDI (por Musical Instrument Digital Interface); se trata de un lenguaje que les permite a los sintetizadores de cualquier marca, año y modelo comunicarse entre sí. En mi estudio hoy hay máquinas de 1989, 1995 y 2017 comunicándose sin problemas, y, a su vez, interactuando sin el menor traspié con instrumentos virtuales y estaciones de trabajo de este año, del siglo XXI. Eso es un estándar y no tonterías.
En 1971 nació el MiniMoog, el sintetizador más famoso de la historia; 12 años después, la industria de los instrumentos musicales electrónicos acordaría un estándar fundamental, llamado MIDIS
Lo desarrolló originalmente Roland, pero lo adoptaron todos, sin costo. Esas marcas siguen fuertes y sanas, pese a haber cedido uno de los trofeos más buscados por los monopolios. Esto es, un estándar. Tampoco parece casual que esta sea una de las industrias más innovadoras y saludables que existen, con marcas nuevas como Arturia y Clavia/Nord (por citar solo dos) y una misión que, si lo piensan un poco, es demencial. Sus máquinas deben funcionar durante todo un concierto tras soportar traslados traumáticos, con intérpretes apasionados y en condiciones climáticas de lo más variadas; todo, sin fallar ni una vez. Quiero decir, no está bueno que te aparezcan mensajes de error o se te cuelgue todo en lo mejor del show.
Mudanza complicada
De vuelta en nuestro trabajo cotidiano de oficina, salirse del Office de Microsoft es complicado. Primero, depende de qué hagas. En mi caso, para escribir, LibreOffice cubre sobradamente todas mis necesidades. Pero varias personas que conozco, que trabajan mucho con presentaciones, siguen prefiriendo el Office.
Esto equivale a decir que si vas a hacer música barroca no hay problema en pasarte de Moog a Korg, pero si lo tuyo es el bolero, no, cuidado, hay incompatibilidades. Puesto que una licencia de Office (Word, Excel y PowerPoint) arranca en 52.800 pesos, y puede llegar a más de 241.000 con otros componentes, como Outlook y Teams, buscar alternativas no es asunto menor. Con dos adicionales.
Primero, muchas personas compran una notebook convencidas que ya viene con un paquete ofimático. Solo una posición monopólica permite vender un equipo para trabajo de oficina con lo que parece ser Office, pero en realidad es solo una forma de promover el Office. La decepción es rotunda (y onerosa), cuando el usuario descubre que al Office hay que pagarlo aparte.
Segundo, cada licencia es para una sola computadora. Hay planes para más equipos, pero son también más caros. Para el resto de nosotros, una computadora, una licencia. Dos computadoras, dos licencias. Y así. Ahora, Microsoft está empecinada en que usemos el Office 365, que es por suscripción, al punto que el bot de su tienda online empezó tratando de convencerme de que compre esa edición. De verdad, me encanta cuando un bot me dice (y cito) “lo más recomendable para ti es Microsoft 365 Personal”.
Precios de la suscripción a Microsoft 365
Está todo bien con Office 365 (ahora llamado Microsoft 365), pero la objeción es obvia: como Netflix, si no podés seguir pagando, adiós. Con las películas y series no pasa nada, pero con algo tan sensible como mi trabajo, prefiero tener una aplicación instalada en una computadora. Es cierto que en el proceso de darte de baja Microsoft te ofrecen una serie de alternativas “antes de que sea demasiado tarde” (SIC) y es verdad que los documentos en sí pueden guardarse (y abrirlos con otra aplicación, quod erat demonstrandum). Pero cuando uno atraviesa un momento desafortunado, las suscripciones a herramientas pueden incluso empeorar el panorama.
Ahí es donde entran las alternativas. Aunque, debido a que esta industria está a años luz de acordar estándares, en algunos casos la mudanza es muy complicada. Hay muchos paquetes de oficina gratis (o de menor costo), pero seguimos sin tener un modo universal que sirva para las tareas indispensables. Con WordPad, que venía con Windows, discontinuado, estamos un poco como Tántalo, que tenía toda esa comida a la vista, pero no la podía tocar. Así que, raro como pueda sonar, después de 40 años de computadoras personales, solo el esfuerzo de un puñado de organizaciones sin fines de lucro nos permiten usar las máquinas sin enredarnos con costos impagables o con estándares incompatibles.
Dicho sea de paso, el rumor de que Windows 12 y siguientes vayan a ser por suscripción no ha sido confirmado por Microsoft, pero tampoco denegado. La comunidad de usuarios de la compañía especula que no será así. Se los pregunté ayer, pero todavía no obtuve respuesta. Si la compañía responde, se los haré saber.
No tengo nada en absoluto contra el comprar programas. Si bien prefiero el software libre, no es por una cuestión económica. Sin embargo, a falta de estándares, esta industria, al revés que la mayoría de las otras, ofrece muy buenas aplicaciones sin costo alguno. Y eso, cuando no hay plata, es muy importante. Veamos lo mejorcito que hay hoy disponible, sin cargo, sin trampas, 100% legal y probadamente útil.
LibreOffice, OpenOffice
Las dos más recomendables, a mi juicio, son LibreOffice y su pariente Apache OpenOffice; la de estos dos paquetes ofimáticos es una larga y por momentos traumática historia, que pueden leer aquí.
LibreOffice es por lejos la mejor opción sin cargo para trabajo de oficina; viene en dos versiones, la estable (7.6.7.2 en este momento) y la más nueva (24.2, en este momento)
LibreOffice, pese a esta historia, cumplió sobradamente con su promesa y desde hace más de una década ha mantenido una calidad y una constancia extraordinarias. Para escribir, llevar hojas de cálculo nativas y presentaciones sin efectos especiales cinematográficos, es excepcional, y se actualiza constantemente. Escribí dos libros con LibreOffice y todas mis notas para el diario desde hace 25 años salen de su procesador de texto.
OnlyOffice
Sin embargo, un querido amigo me consultó hace poco por OnlyOffice, porque encontraba problemas con la interfaz y los atajos de las planillas de cálculo de LibreOffice. Es un viejo debate, comprensible, y con algunas soluciones solo parciales. Y que lleva de nuevo al asunto de los estándares. Sigamos.
Planillas de cálculo en OnlyOffice
El caso es que no conocía OnlyOffice, así que la probé, y si bien no me sirve para escribir, resultó una solución para las dificultades de usabilidad que puede encontrar un usuario al salir del Office de Microsoft. Es gratis (con versiones comerciales), de software libre y viene en dos ediciones, una para correr en red y otra local, llamada Desktop, que está para Windows, Mac y Linux. Visualmente y en lo que concierne a los atajos es idéntica a Office, por lo que puede resultar una solución para los que están encontrando en LibreOffice un entorno desconocido.
Su principal punto débil es todo lo relativo a la autocorrección. Por lo tanto, simplemente, no puedo usarlo para escribir. Pero resolvió sin fisuras los problemas de incompatibilidad que tenía mi amigo con Excel, así que es una suite para tener presente.
Google Docs
Por supuesto, está también Google Docs, que ha mejorado mucho con los años y tiene de todo. Personalmente, de nuevo, necesito algo más ágil, especialmente para escribir, y no me gusta trabajar con la nube. Pero también es cierto que Docs es hoy una excelente plataforma y que el acceso a Internet está ya bastante garantizado. Vale la pena probarlo, si no podés comprar una licencia del Office de Microsoft. Incluso si podés comprarla, a lo mejor no necesitás tanto músculo como el que ofrece el Office, y con Docs tenés suficiente.
Un template para currículum de GoogleDocs
FreeOffice
También podés probar FreeOffice. Está muy bien y es más semejante a Office que LibreOffice (que en rigor es semejante al Office original). Su fabricante, la compañía alemana SoftMaker, tiene una suite de oficina con más funciones que cuesta 35.000 pesos por año, llamada Office NX Universal, así que no hay que confundirse. También pone un aviso del NX en el FreeOffice, pero solo al arrancar la suite por primera vez. Está en español (México y España), pero descargar e instalar el diccionario correspondiente a la Argentina es realmente muy simple. A mi juicio, FreeOffice está muy por encima de lo que en general vamos a necesitar en un estudio profesional, la universidad o una pyme. Hace rato que existe, está muy bien hecho y tiene versiones para Windows, Mac, Linux, Android y iOS.
FreeOffice, de la compañía alemana SoftMaker
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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