La trastienda de una negociación frenética que terminó con un dictamen objetado
Los dialoguistas presentaron más de 170 puntos de disidencia con el articulado, lo que obligó a postergar la sesión; el papel de Sturzenegger
Laura Serra
Cuando en aquella madrugada del miércoles el presidente de la Comisión de Legislación General de la Cámara de Diputados, Gabriel Bornoroni, anunció que el megaproyecto de ley del Gobierno ya reunía la mayoría de las firmas para ser llevado al recinto, no aclaró que aquel dictamen agónico recibía 170 objeciones a sus artículos y más de la mitad de los 55 apoyos conseguidos fueron en disidencia.
Se trató de un triunfo pírrico el de los libertarios, que ahora llegarán a la sesión el próximo martes con un texto cuyos aspectos medulares seguramente caerán en letra muerta.
Pocas veces se ha visto un trámite parlamentario, como el que coronó este dictamen, teñido de tanta improvisación y desprolijidad. El apuro por exhibir un triunfo en las vísperas del primer paro de la CGT al Gobierno llevó a libertarios y opositores dialoguistas a firmar una suerte de carta blanca que no tenía siquiera reflejados los seis puntos de acuerdo que habían alcanzado los gobernadores de Juntos por el Cambio y el ministro del Interior, Guillermo Francos, esa tarde de negociaciones frenéticas.
Ningún opositor que se jacte de tal habría accedido a prestar su firma sin tener por escrito el compromiso asumido, aleccionan los parlamentarios más veteranos. Pero esa madrugada se rompió la regla.
De las 55 firmas que cosechó el dictamen en el plenario de las comisiones de Legislación General, Presupuesto y Asuntos Constitucionales, 35 fueron en disidencia. Los únicos que firmaron sin objeciones fueron los 18 libertarios y José Luis Espert –presidente de la Comisión de Presupuesto–, y Álvaro Martínez (Unión Mendocina).
Los dialoguistas, en cambio, firmaron todos en disidencia: 18 del Frente Pro; 8 de la UCR; 4 del bloque Hacemos Coalición Federal, y 3 de Innovación Federal. A ellos se sumaron el bloque Producción y Trabajo y el tucumano Agustín Fernández, quien acababa de defeccionar a sus colegas de Unión por la Patria por orden de su gobernador, Osvaldo Jaldo, más interesado en cerrar un acuerdo con la Casa Rosada para que el azúcar quedara exento de retenciones que en preservar sus lealtades con el kirchnerismo.
El último en firmar el dictamen fue Nicolás Massot, de Hacemos Coalición Federal, uno de los intermediarios en la negociación entre los gobernadores y el oficialismo. Llegó a las corridas al plenario de las comisiones, que se desarrollaba en el edificio anexo de la Cámara; solo cuando se cercioró de que Santiago Caputo y los escribas de la Casa Rosada, instalados en el despacho de Martín Menem, tomaban nota de los reclamos de los mandatarios accedió –no sin cierta desconfianza– a firmar el dictamen. Había mucho todavía por negociar, pero los tiempos se agotaban: el plenario estaba llegando a su fin, era la una y media de la mañana y faltaba su firma para rubricar el dictamen.
Los dialoguistas se retiraron de la comisión con una sensación semiamarga. Nadie se sentía cómodo por haber estampado su firma en un texto en el que objetaban más de la mitad del articulado. Se habían presentado 170 observaciones, la mayoría medulares. Estaba claro que, así planteado, el debate en el recinto iba a ser un descalabro. Fue entonces cuando acordaron continuar las deliberaciones al día siguiente para intentar acercar posiciones.
Rumores y desmentidas
La cita fue al mediodía en un departamento ubicado en Recoleta, frente al tradicional bar La Biela. Junto al anfitrión, el secretario parlamentario de la Cámara, Tomás Figueroa, Martín Menem y su primo Lule recibieron a una delegación de diputados dialoguistas.
Menuda sorpresa se llevaron los recién llegados cuando vieron que no estaban solos; allí apostado estaba también Federico Sturzenegger, el ideólogo del megaproyecto. Fue tal el impacto que el cordobés Osvaldo Agost Carreño, el negociador de Hacemos Coalición Federal, optó por retirarse para volver, en colectivo, al Congreso.
Por su parte, Miguel Pichetto, jefe de su bloque, ni siquiera aceptó el convite: sabido es su encono con el expresidente del Banco Central.
Mientras tanto, en la cuadra de enfrente, bajo la frondosa sombra del árbol gomero del bar La Biela, otro grupo de diputados dialoguistas esperaba a Martín Menem. El presidente de la Cámara los había citado allí; quería evitar el Congreso, epicentro de la marcha cegetista.
Algo nervioso, el riojano les pidió su colaboración para el operativo de la sesión del día siguiente; los opositores, sin embargo, echaron por tierra la posibilidad de sesionar en esas condiciones, con un dictamen a medio negociar.
Ya para entonces la reunión con Sturzenegger había terminado. No avanzaron mucho; empezaba a correr el rumor de que se estaba reescribiendo el dictamen que se había firmado la noche anterior. Una irregularidad que, de comprobarse, podía encuadrarse en un delito. “De ninguna manera, eso es mentira”, enfatizaron los dialoguistas, escaldados ante la posibilidad de quedar involucrados en un escándalo. Se acordó entonces que las disidencias, sobre todo las más gruesas –retenciones y movilidad jubilatoria–, se dirimirían en una votación a todo o nada durante la sesión, ya postergada para el martes pese a la presión de la Casa Rosada.
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La interna Jaldo-Manzur, el trasfondo de la escisión en Diputados
El gobernador y el senador tienen diferencias por la relación con la Casa Rosada
Ailén Vila
En medio del caos en la sesión plenaria de comisiones por la ley ómnibus y el paro de la CGT, la interna del peronismo de Tucumán crece entre manzuristas y jaldistas. La división del PJ provincial surgió luego de que tres de los cinco tucumanos dentro de Unión por la Patria (UP) se escindieran del bloque para formar uno propio llamado Independencia.
Uno de ellos, Agustín Fernández, fue quien acompañó el dictamen del oficialismo –con disidencias– tras el pedido del gobernador Osvaldo Jaldo, que aprovechó la desesperación del Gobierno para negociar alrededor de su provincia. Pero los cercanos al exgobernador y actual senador de UP, Juan Manzur, no concuerdan con la decisión.
El exgobernador tucumano se distanció de su sucesor y firmó el pedido del kirchnerismo en el Senado para una sesión especial el 1º de febrero para rechazar el mega-DNU de Javier Milei.
Las diferencias vienen desde antes. Durante todo 2023, Jaldo y Manzur mantuvieron un ida y vuelta en el ejercicio de la gobernación, después del paso del segundo por la Jefatura de Gabinete nacional y de frustrarse su proyecto, primero para ser presidente y después para secundar a Eduardo “Wado” de Pedro en una fórmula que resultó fallida. De fondo está una vieja disputa por el control del peronismo local, que en Tucumán equivale a manejar el poder provincial.
Tras la división de los tucumanos en Diputados, la interna entre los manzuristas y jaldistas creció luego de que el actual UP Pablo Yedlin asegurara que el acompañamiento de su colega Fernández al oficialismo se debió al “pedido del gobernador de la provincia”. “Hay que entender las presiones a las que los gobernadores se vieron sujetos en los últimos tiempos”, agregó.
Las preocupaciones principales para el gobernador alrededor de la “Ley de bases” giran en torno a tres cuestiones: la suba de retenciones a la actividad citrícola, la eliminación de la ley 25.715 del azúcar y la participación e importación de empresas petroleras en el negocio del bioetanol y biodiésel. Por eso es que, ante la pregunta de por qué apoyó el dictamen del oficialismo con disidencia, el diputado y nuevo presidente del bloque, Agustín Fernández, respondió que fue una decisión conjunta con Jaldo para “salvar el tema del azúcar” y por las retenciones al limón.
“Todo lo que solicitamos estaba inserto en el dictamen de mayoría. Se sacó el artículo 59 que eliminaba la ley del azúcar, se bajaron las retenciones de la actividad citrícola y hay un avance importante sobre el bioetanol”, explicó el gobernador en conferencia de prensa. También mencionó la negociación alrededor del impuesto a las ganancias, cuya baja en la cuarta categoría le había generado una pérdida a la provincia de “casi un 8% del presupuesto”.
La decisión de armar un bloque aparte habría pasado por “tener una representación más directa en las mesas de toma de decisiones” en Diputados.
En medio del caos en la sesión plenaria de comisiones por la ley ómnibus y el paro de la CGT, la interna del peronismo de Tucumán crece entre manzuristas y jaldistas. La división del PJ provincial surgió luego de que tres de los cinco tucumanos dentro de Unión por la Patria (UP) se escindieran del bloque para formar uno propio llamado Independencia.
Uno de ellos, Agustín Fernández, fue quien acompañó el dictamen del oficialismo –con disidencias– tras el pedido del gobernador Osvaldo Jaldo, que aprovechó la desesperación del Gobierno para negociar alrededor de su provincia. Pero los cercanos al exgobernador y actual senador de UP, Juan Manzur, no concuerdan con la decisión.
El exgobernador tucumano se distanció de su sucesor y firmó el pedido del kirchnerismo en el Senado para una sesión especial el 1º de febrero para rechazar el mega-DNU de Javier Milei.
Las diferencias vienen desde antes. Durante todo 2023, Jaldo y Manzur mantuvieron un ida y vuelta en el ejercicio de la gobernación, después del paso del segundo por la Jefatura de Gabinete nacional y de frustrarse su proyecto, primero para ser presidente y después para secundar a Eduardo “Wado” de Pedro en una fórmula que resultó fallida. De fondo está una vieja disputa por el control del peronismo local, que en Tucumán equivale a manejar el poder provincial.
Tras la división de los tucumanos en Diputados, la interna entre los manzuristas y jaldistas creció luego de que el actual UP Pablo Yedlin asegurara que el acompañamiento de su colega Fernández al oficialismo se debió al “pedido del gobernador de la provincia”. “Hay que entender las presiones a las que los gobernadores se vieron sujetos en los últimos tiempos”, agregó.
Las preocupaciones principales para el gobernador alrededor de la “Ley de bases” giran en torno a tres cuestiones: la suba de retenciones a la actividad citrícola, la eliminación de la ley 25.715 del azúcar y la participación e importación de empresas petroleras en el negocio del bioetanol y biodiésel. Por eso es que, ante la pregunta de por qué apoyó el dictamen del oficialismo con disidencia, el diputado y nuevo presidente del bloque, Agustín Fernández, respondió que fue una decisión conjunta con Jaldo para “salvar el tema del azúcar” y por las retenciones al limón.
“Todo lo que solicitamos estaba inserto en el dictamen de mayoría. Se sacó el artículo 59 que eliminaba la ley del azúcar, se bajaron las retenciones de la actividad citrícola y hay un avance importante sobre el bioetanol”, explicó el gobernador en conferencia de prensa. También mencionó la negociación alrededor del impuesto a las ganancias, cuya baja en la cuarta categoría le había generado una pérdida a la provincia de “casi un 8% del presupuesto”.
La decisión de armar un bloque aparte habría pasado por “tener una representación más directa en las mesas de toma de decisiones” en Diputados.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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