martes, 18 de junio de 2024

En San Isidro...Muy cerca del casco histórico, La Calabria combina tradición y modernidad; empezó a crecer luego de la llegada del tren, en 1860, y el impulso de los obreros extranjeros



Secretos del conurbano: en San Isidro, el barrio fundado por inmigrantes italianos que hoy atrae a las nuevas generaciones
Muy cerca del casco histórico, La Calabria combina tradición y modernidad; empezó a crecer luego de la llegada del tren, en 1860, y el impulso de los obreros extranjeros; mantiene viva su esencia, pero suma familias jóvenes
Silvina Vitale
En pocas manzanas concentra una gran actividad comercial, servicios educativos y de salud, gastronomía y una propuesta inmobiliaria moderna; a la vez, conserva su esencia, “lo adorable de los barrios"

Nació en la década de 1860 al ritmo de la llegada del tren y de la inmigración proveniente de la región de La Calabria, en el sudoeste italiano. En pocas manzanas concentra una gran actividad comercial, servicios educativos y de salud, gastronomía y una propuesta inmobiliaria moderna. A la vez, conserva su esencia, “mantiene lo adorable de los barrios como las casas de baja altura, la arboleda, los espacios verdes y la vecindad”, cuenta Jorge Bayá Casal, arquitecto, paisajista y presidente de Instituto Histórico Municipal de San Isidro.
Según explica, San Isidro tuvo su primer trazado urbano alrededor de la actual Catedral, que era la antigua parroquia del pueblo. “Las primeras casas se ubicaron próximas a esos terrenos a principios del siglo XVIII. Durante el siglo XIX se convirtió en un lugar de veraneo de los porteños, una zona de quintas de recreo, donde las familias solían pasar tres meses de vacaciones de verano”, señala. Pero, a partir de 1860, la llegada del tren revolucionó el lugar.
Vista del barrio, con la icónica parroquia San José, en la década del 40...Municipalidad de San Isidro

Este suceso representó una mejor conexión con la ciudad, lo que hizo que llegaran muchos inmigrantes. “Estos buscaron terrenos baratos que estaban del otro lado de la vía y, como muchos de ellos venían de La Calabria, en Italia, se le dio esa denominación. Surgió entonces un barrio de inmigrantes que se diferenciaba del sector de quintas que estaban sobre la barranca del Río de la Plata”, sostiene.
Según explica la arquitecta Marcela Fugardo, a cargo de la Coordinación de Patrimonio Histórico de la Municipalidad de San Isidro, los migrantes extranjeros se instalaron en los alrededores del pueblo hacia el sudoeste, cruzando las vías del ferrocarril (hoy línea Mitre). “A esta parte del pueblo, durante muchos años se la denominó oficialmente Villa Acassuso y era una barriada popular, fuera del casco histórico, aunque en algún punto comprendida dentro de las llamadas “tierras del Santo (en alusión a San Isidro Labrador)”, recuerda.
Un aspecto que hace a la identidad del barrio es la presencia de los padres salesianos que fundaron el Colegio Santa Isabel (Diego Palma 251) y la parroquia San José (Diego Palma 215)
Y aclara que la presencia de tantos italianos, especialmente calabreses, sumado al hecho de haberse bautizado en 1935 con el nombre de Acassuso a la estación del ferrocarril situada entre San Isidro y Martínez hizo que, con el tiempo, todo este sector comenzara a conocerse popularmente como La Calabria. Detalla, además, que la denominación oficial se formalizó recién el 31 de julio de 1972 y fijó los límites desde la avenida Centenario hasta la antigua avenida la Tahona –hoy Andrés Rolón– y desde la calle Intendente Tomkinson hasta la Avenida Bernabé Márquez.
“Sus pobladores eran mayormente inmigrantes italianos, aunque no exclusivamente, que se dedicaban a tareas diversas: eran quinteros, albañiles, empedradores u horneros de ladrillos, entre otros oficios”, añade.
La arquitectura es, aún hoy, uno de los ejes distintivos de La Calabria. Se conservan muchas casas llamadas “chorizo”, con sus típicos patios, habitaciones conectadas y fachadas en estilo italianizante. Coincide Fugardo en que, en un principio, el estilo era marcadamente italianizante, es decir casas sobre la línea municipal que reproducían en sus fachadas la preceptiva de los tratados italianos; algunas de ellas todavía pueden verse. Luego vino la etapa del art decó y de los chalets.
La plaza Padre Castiglia, en la calle Jacinto Díaz, recuerda a un sacerdote pionero en La Calabria
Asimismo, La Calabria conserva sus tradiciones, según explica Bayá Casal. Muchos vecinos italianos y descendientes celebran sus fiestas patronales en la Parroquia del Santo Cristo, muy próxima en un barrio que al que llaman Las Casitas. “Se trata de una zona mucho más nueva, que se inauguró en 1945, durante la presidencia de Farrell y está pegada a la avenida Tomkinson, pero ya en Béccar. Se construyó para alojar a los trabajadores de Obras Sanitarias de la Nación y se trata de un barrio obrero con una pintoresca iglesia en estilo colonial”, comenta.
Nueva impronta
Más de un siglo y medio después, La Calabria continúa con su espíritu convocante y es un barrio muy buscado donde las tradiciones están presentes. Fugardo recuerda que sus vecinos son en general familias que han vivido allí por generaciones y están muy arraigadas.
Existe actualmente una gran oferta habitacional por la construcción de edificios de departamentos de pocos pisos
Asimismo, existe actualmente una gran oferta habitacional por la construcción de edificios de departamentos de pocos pisos, además de una variedad de locales gastronómicos que se establecieron con fuerza en los últimos diez años. “Es un barrio muy amigable para vivir, un sector que está en evolución, donde lo nuevo convive con lo tradicional y donde se puede encontrar mucha gente mayor, vecinos de toda la vida, así como familias jóvenes”, expresa Bayá Casal.
Y explica que el tema económico es, como en los primeros tiempos, un motivo que hace deseable a La Calabria. “Es más barato que la zona que va de las vías del tren hacia la Avenida del Libertador, entonces muchos sanisidrenses lo eligen para su primera vivienda. Esto le da al barrio una perspectiva más moderna, que convive con los descendientes de los inmigrantes”, afirma.
Con una variedad de locales gastronómicos que se establecieron con fuerza en los últimos diez años, es un barrio muy amigable para vivir, en el que lo nuevo convive con lo tradicional
En cuanto a la propuesta comercial, las avenidas Centenario y Rolón lo nutren de comercios. “Es un barrio mixto, no es 100% residencial como pasa en otras zonas de San Isidro. Tiene buena conectividad porque está cerca del tren y de las avenidas donde pasan los colectivos, además de encontrarse próximo a la Panamericana”, añade.
Tradición e identidad
Otro aspecto que hace a la identidad del barrio es la presencia de los padres salesianos que fundaron el Colegio Santa Isabel (Diego Palma 251) y la parroquia San José (Diego Palma 215). “Todo ello se debe a la iniciativa de un sacerdote de origen italiano, a principios del siglo XX: el padre Castiglia, que era salesiano. En un primer momento, no fue tan bien recibido porque muchos de los pobladores eran anticlericales”, sostiene Fugardo. La primera capilla San José se construyó en 1895 y contó con la mano de obra de operarios especializados como eran estos italianos. La misma sería reemplazada luego por el actual templo, que comenzó a levantarse en 1925. El mismo fue proyectado por el arquitecto y sacerdote salesiano Ernesto Vespignani y sus constructores fueron Victorino Rosello y Valentín Boris, ambos vecinos de La Calabria.
De sus orígenes, La Calabria conserva los espacios verdes, la arboleda y la vecindad
En 1966, el entonces obispo de San Isidro, monseñor Antonio M. Aguirre, decidió declarar a San José como templo parroquial, lo que se concretó el 10 de noviembre. Cabe destacar que en su interior descansan desde 1936 los restos del padre Castiglia. En homenaje, la plaza situada en Jacinto Díaz al 200 lleva su nombre y allí se encuentran un monumento en su memoria y otro en honor y recuerdo del inmigrante calabrés. Frente a la plaza están la Escuela Secundaria Nº 3 “Libertador Gral. José de San Martín”, inaugurada en 1940, otra institución emblemática del barrio, y la Escuela Primaria Nº 2, ambas municipales.
Otro sitio que se relaciona con La Calabria es el Cementerio Central, creado en 1854, ubicado en la manzana delimitada por las calles Diego Palma, Intendente Becco, 3 de Febrero y Haedo. “El barrio se fue poblando aceleradamente y, a finales de los años 30, los salesianos decidieron la construcción de un cine-teatro para el entretenimiento no solo de los alumnos del colegio y sus familias, sino de toda la comunidad. Así nace el cine-teatro Don Bosco, que aún funciona”, suma Fugardo.
Muchos sanisidrenses eligen La Calabria para su primera vivienda; esto le da al barrio una perspectiva más moderna, que convive con los descendientes de los inmigrantes
El mismo se sitúa en la esquina de Diego Palma y Alberti; en sus inicios tenía una capacidad de 1500 butacas, plateas y dos niveles de pulman y superpulman, con dos proyectores de cine para poder hacer las funciones en continuado. Además, contaba con un escenario adaptado para teatro con vestuarios en el subsuelo y telones para las diferentes escenografías. “En los años 70 fue sede del famoso festival Buenos Aires Rock y desfilaron por sus tablas las más famosas bandas de música pop y rock”, agrega.
Con un gran desarrollo en los últimos años, La Calabria mantiene viva su esencia. “Todavía se puede respirar ese aire un poco añejo del barrio”, apunta Bayá Casal. “Hoy mucha de la arquitectura del pasado de La Calabria se ha cambiado por edificios más modernos, pero la impronta aún queda reconocible en los testimonios que permanecen en pie, sumado al arbolado y el empedrado de sus calles”, finaliza la arquitecta.

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