miércoles, 19 de junio de 2024

Fútbol pasión porteña, recientemente publicado por la editorial El Ateneo.






Buenos Aires perdida: el mítico estadio donde se registró la primera vuelta olímpica en la Argentina
En octubre próximo, se cumplen cien años del espectacular partido entre la selección nacional y la uruguaya, en el que Cesáreo Onzari realizó el primer gol olímpico de la historia en la desaparecida cancha de Sportivo Barracas
Silvina Vitale
“¿Cuántas veces utilizamos los términos ‘gol olímpico’, ‘vuelta olímpica’ y ‘alambrado olímpico’ cuando hablamos de fútbol?”, se pregunta el historiador Leonel Contreras en el libro Fútbol pasión porteña, recientemente publicado por la editorial El Ateneo. El autor dedica varias páginas al suceso que originó estos tres conceptos, ocasión en que la selección le ganó a su par uruguaya en la cancha de Sportivo Barracas el 2 de octubre de 1924 por dos goles contra uno. “Sin dudas, uno de los partidos más extraordinarios de toda la historia del fútbol nacional”, sostiene. Y destaca que fueron varios factores los que lo hicieron tan especial, al punto de quedar grabado en la memoria popular.
“En 1924, la Argentina mandó por primera vez una delegación de deportistas a los Juegos Olímpicos que se celebraron en París. Sin embargo, por algunas desavenencias, en momentos en que en nuestro país había dos ligas de fútbol, no se envió ningún equipo que nos representara en este deporte. En cambio, Uruguay sí mandó a su equipo, arrasó en los juegos y resultó campeón”, cuenta Contreras. Y aclara: “A los argentinos nos quedó la espina porque el clásico rival había ganado una competencia tan importante en la que nuestro país ni siquiera se había presentado. Lo primero que buscó la Asociación Argentina de Football [como se nombraba en ese entonces al deporte] fue organizar un partido contra Uruguay para ganarle”, señala y reconoce que la cuestión era demostrarles que éramos mejores.
Así era la cancha de Sportivo Barracas
Tierra de pasiones
La cancha elegida para el encuentro fue la de Sportivo Barracas, club que, en ese momento, estaba afiliado a la asociación de fútbol oficial. Cabe aclarar que, en ese entonces, existían dos asociaciones de este deporte en el país, la Amateurs de Football y la Argentina de Football. Está última era la oficial, la que estaba afiliada a la FIFA, de manera que los partidos de la selección empezaron a jugarse en la cancha de Sportivo Barracas que era la de mayores dimensiones. Para 1923 esta había alcanzado la capacidad de 33.000 espectadores que la ubicaba como la más grande del país detrás de la de River Plate situada entonces en Alvear (actual Avenida del Libertador) y Tagle, pero que pertenecía a la otra asociación.
Detalla Contreras en su libro, que recorre la apasionante historia de clubes, hinchas y estadios porteños desde 1867 a la actualidad, que el estadio de Sportivo Barracas fue construido de manera particular, tanto que Luis Marzoratti, creador del blog Viejos estadios, afirma que esa tipología nunca más se volvió a aplicar en la ciudad.
Para su construcción se excavó el terreno para que la cancha estuviera en un pozo debajo del nivel de las veredas. Con la tierra extraída levantaron las gradas que la rodeaban y que, según detalla Contreras, terminaron siendo terraplenes en un terreno de plano inclinado con piso de carbonilla que se dividían en anchos escalones. En tanto que el campo de juego estaba un poco más alto bordeado por un foso de drenaje protegido por una cadena con postes. La entrada a la cancha era por Iriarte 2870 y el sentido del campo de juego era paralelo a las calles Luzuriaga y Perdriel, mientras que los arcos daban a Iriarte y Río Cuarto. Sobre Luzuriaga, en 1923 se construyó la tribuna oficial techada, que era de madera y zinc. También se edificaron tribunas de madera por sobre los terraplenes, salvo en la cabecera de Río Cuarto donde quedó solo la montaña de tierra original. En cuanto a los vestuarios eran modernos para su época y se ubicaban en los subsuelos.
En Iriarte y Luzuriaga estaba la cancha de Sportivo Barracas
“No obstante, se decía que fue la peor cancha de toda la historia del fútbol argentino porque la gente estaba hacinada, era muy incómoda, si bien tenía terraplenes y tablones de madera encima de estos, no era la típica estructura de hierro y de madera de otros estadios. Tenía una parte muy coqueta, un codo con una balaustrada y los vestuarios eran de lujo, pero la gente estaba incómoda y veía mal el partido”, advierte el autor.
Los hitos
En cuanto al mítico partido, el libro detalla que, si bien el encuentro había sido programado para el 28 de septiembre, la desmesurada cantidad de público que se acercó –unas 50.000 personas aproximadamente–, obligó a la suspensión del encuentro que se terminó jugando cuatro días después ante 30.000 espectadores. Como en la primera fecha, los asistentes invadieron el campo de juego y se decidió instalar alambrado alrededor de la cancha. “A este se lo llamó después el ‘alambrado olímpico’”, aclara el historiador. “Otra expresión que nació luego de ese partido fue el de ‘vuelta olímpica’. Porque antes de empezar a jugar, los uruguayos dieron una vuelta alrededor de la cancha, algo que ya habían hecho en París cuando se consagraron campeones. Los medios la denominaron como ‘la vuelta olímpica’, de manera que así inventamos el término que se usa hasta el día de hoy”, indica.
El partido en el que se marcó la primera vuelta olímpica en la historia argentina
Y durante el partido sucedió otro hecho trascendente: “Unos días antes, la federación inglesa que establece las reglas de este deporte, había dado como válido al gol hecho desde el corner o tiro de esquina, que hasta entonces no se consideraba legítimo. Fue unos pocos días antes y muchos desconocían esta reglamentación”, explica Contreras. Esta situación se relata en Fútbol pasión porteña: “Cuando iban solo quince minutos del partido, el jugador argentino Cesáreo Onzari (de Huracán) ejecutó un tiro de esquina de manera tan brillante que la pelota ingresó en el arco sin que nadie la tocara. Golazo. Hoy sí, y en ese momento, ¿era lícito? Sí, pero solo gracias a las modificaciones realizadas un tiempo antes en el reglamento, que incluían la legitimidad del gol directo de corner. El árbitro, que casualmente era uruguayo, Ricardo Vallarino, era uno de los pocos allí presentes que sabía de la nueva regla y lo convalidó inmediatamente. Ante la sorpresa del público y de los propios jugadores que no entendían nada. Ese fue el primer gol olímpico de la historia. El partido terminó cuatro minutos antes porque la gente entró a la cancha, la Argentina lo había ganado”.
Fútbol, pasión porteña, de Leonel ContrerasAGN
Otro hito que marcó ese juego fue el de ser el primer partido transmitido por radio a nivel mundial. “No era una transmisión con relatos como los actuales, sino que se leían cables, relatando algunas jugadas. A pesar de ser un amistoso fue un partido bisagra, emblemático por todo lo que sucedió”, dice el autor.
La famosa cancha de Iriarte y Luzuriaga se mantuvo en pie hasta 1942, año en el que Sportivo Barracas perdió el terreno. La debacle comenzó con la irrupción del profesionalismo en el fútbol en 1931 cuando el equipo siguió jugando en primera división e incluso ganó el campeonato de esa categoría en 1932. Sin embargo, dos años más tarde se unificaron las asociaciones del fútbol local en una y el club pasó a jugar en segunda categoría. En tanto que en 1937 pasó a tercera división. En cuanto a su cancha, cuenta el escritor que ya casi sin mantenimiento y con las tribunas desmanteladas mantuvo los terraplenes hasta 1942, año en que la institución perdió el terreno, lo que terminó en la demolición del histórico estadio. El terreno fue loteado e incluso se dividió en dos, atravesado por la calle Río Limay.
“Este año, los vecinos están organizando festejos para el 2 de octubre cuando se cumplen cien años de ese partido. Incluso piensan hacer una excavación arqueológica y poner una placa que recuerde a la desaparecida cancha. Se prevé que estará presente el nieto del autor del gol olímpico para el aniversario. Cabe aclarar que, Sportivo Barracas no volvió a tener cancha después de esta”, finaliza Contreras. Efectivamente, un grupo integrado por antropólogos, arqueólogos y gestores culturales, vecinos del barrio, con la colaboración del club, planea una serie de actividades. Se desarrollarán desde el 2 hasta el 5 de octubre próximos (más información en su cuenta de Instagram).
El gasómetro y otras emblemáticas que ya no están
En Fútbol pasión porteña, Contreras ahonda en los orígenes porteños del fútbol, en los primeros clubes, los hinchas, en la profesionalización, el nacimiento de los grandes equipos y sus estadios. Su investigación también recae en aquellas canchas que ya no están, algunas emblemáticas que hacen a la historia de la ciudad. “La más emblemática desaparecida es el Gasómetro, ubicado en avenida La Plata y Las Casas, un estadio que desapareció en 1982″, sostiene.
El GasómetroAGN
Inaugurado el 7 de mayo de 1916, en el libro se afirma que se lo llamó el Wembley porteño por la similitud entre su tribuna cabecera y la del mítico estadio londinense. Llegó a tener una capacidad de 73.400 espectadores y durante bastante tiempo fue el estadio más amplio del país. Tras las obras inauguradas en 1945, San Lorenzo se convirtió en un club modelo. “Llegó a ser una de las instituciones deportivas más importantes del mundo”, advierte el autor. En esos años se consolidó como el club con más socios del país (40.391 en 1949) y más de cincuenta actividades deportivas y culturales. “Por la cantidad de títulos obtenidos a lo largo de toda su historia en las distintas disciplinas deportivas, el historiador Adolfo Res considera que San Lorenzo es el club con más triunfos del deporte argentino”, explica Contreras.
También integra la lista la cancha de River, ubicada en Alvear (ahora Del Libertador) y Tagle, y que inaugurada en 1923 donde ahora se emplaza la Plaza República Oriental del Uruguay, que representó la mudanza del club desde La Boca –desde la cancha situada en Caboto y Pinzón– a Recoleta. Más tarde, en 1935, llegaría la construcción del Monumental.
El estadio de River que estaba ubicado en Alvear y TagleAGN
Otro desaparecido es el estadio del Club Platense, ubicado en Manuela Pedraza y Cramer. “Actualmente el club está peleando para recuperar el terreno, no para hacer una cancha allí, sino para construir instalaciones tipo centro cultural. Ahora se ubican en ese terreno un colegio, un polideportivo y una plaza”, sostiene Contreras. Se suma la cancha del Club Vélez Sarsfield que estuvo en Basualdo 436, en el barrio de Villa Luro desde 1923 hasta 1941 y donde actualmente se levantan casas.

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