martes, 18 de junio de 2024

LECTURA.."La cabalgata de las valquirias "


Un policial con hambre de símbolos
Carlos Sanzo
lLa cabalgata de las valquirias Pablo De Santis Seix Barral 296 páginas $ 21.900

Bosque Blanco es un pueblo patagónico que está al borde de la agonía. Hace once meses que no para de recibir una lluvia de cenizas producto del despertar de un volcán. Frente a ese panorama desolador y para evitar respirar esa nube de veneno, la mayor parte de sus habitantes decidieron huir. Los que quedaron intentaron seguir con sus vidas como pudieron.
Sin embargo, en ese pueblo en el que parecía que nada pasaba, un buen día apareció asesinado a golpes uno de sus habitantes. En uno de los bolsillos de la campera del cadáver, los agentes policiales encontraron una amapola roja que estuvo prensada entre las páginas de un libro. Ante el hallazgo de esa flor que podría indicar un crimen que se sale de la media, el comisario a cargo de la investigación, Conrado Nebra, reflexiona: “La gente tiene hambre de símbolos”.
Y ese hambre se despliega en La cabalgata de las valquirias, la nueva novela de Pablo De Santis (Buenos Aires, 1963). Como en gran parte de los policiales, del que el autor es un referente, en este la resolución del misterio (¿quién es el asesino? y ¿cuál es la motivación de sus crímenes?) se asienta en la clásica figura del “pueblo chico, infierno grande”. Un escenario perfecto para que todos sus habitantes parezcan sospechosos.
En la novela, narrada en primera persona por Nebra, el lector irá descubriendo que debajo de esa aparente calma que sobrevuela Bosque Blanco hay una ira y un resentimiento social que están a punto de explotar.
De Santis va regando su novela de símbolos, como el extraño sermón a cargo del sacerdote del pueblo (“Que los muertos entierren a los muertos”, dice en un momento), el cuadro de una mujer con una almohada que cuelga en la biblioteca del lugar, la reproducción en un viejo tocadiscos de la ópera La Valquiria de Richard Wagner, la tradicional figura del héroe, y hasta la clásica cabeza de Geniol llena de clavos y tornillos incrustados. Todos ellos, en un momento determinado del libro, se resignificarán y empezarán a encajar en el engranaje de la trama. Porque un buen policial antes que nada es una obra de ingeniería literaria: todas las piezas que el autor se encargó de presentar deben encastrar perfectamente y dar al lector una resolución del misterio que lo sorprenda. Y La cabalgata de las valquirias lo logra, sobre todo porque el motivo que lleva al asesino a matar es un problema ético que en gran parte de las sociedades se considera un tabú.
Quizás esto último es lo que hace que la propuesta de De Santis no se quede en el simple entretenimiento de generar en el lector la avidez por resolver el crimen y descubrir la identidad del asesino, sino también en enfrentarlo a un dilema moral que terminará por perturbarlo y que hará que la historia gane en profundidad

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