miércoles, 26 de junio de 2024

CLAVES AMERICANAS E IGLESIA Y SOCIEDAD


Mundo raro
Andrés Oppenheimer
MIAMI
La sociedad en la que estamos inmersos está invadida de tecnología en todos los ámbitos de la vida (celulares, computadoras, televisores, etc.), que hace que no pocos de los que peinamos canas.......
El presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, está haciendo una interesante propuesta al presidente Joe Biden que podría reducir drásticamente la inmigración de indocumentados a Estados Unidos, que viene cayendo en los últimos meses, pero sigue siendo tema clave en la campaña electoral norteamericana. Mulino, que asumirá el cargo el 1º de julio, propone un acuerdo con Biden para cerrar el corredor selvático del Darién en la frontera de su país con Colombia, una de las principales rutas de inmigración ilegal a EE.UU.
El año pasado, más de 500.000 migrantes de Venezuela, Cuba y otros países cruzaron la selva del Darién rumbo a EE.UU. Mulino me dijo que está ofreciendo empezar a detener a los migrantes en la selva de Darién e iniciar vuelos diarios para repatriarlos a sus países de origen. “Estoy muy motivado y muy decidido a colaborar con la administración Biden desde nuestro país hacia la solución a este problema allá en EE.UU.”, me dijo.
EE.UU. debe “correr con el costo de esta operación”, porque es un problema del país del norte, señaló. “La frontera de EE.UU. hoy no es Texas, sino Darién, en Panamá”, agregó. Mulino dijo que ya discutió la idea de iniciar una repatriación diaria pagada por EE.UU. con diplomáticos estadounidenses y espera explorarla en mayor detalle con el enviado de Biden a su ceremonia de toma de posesión, que probablemente sea el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas.
Mulino admitió que sería difícil y demasiado costoso transportar a todos los migrantes de regreso a sus países. “Pero después de que despegue el cuarto o el quito avión hacia Colombia o Venezuela, [la gente] lo va a pensar dos veces” antes de embarcarse en el peligroso viaje a través de la selva, me explicó. Algunos diplomáticos y expertos en inmigración señalan que, con un vuelo de repatriación al día, Panamá solo podría enviar de vuelta alrededor del 10% de los aproximadamente 1200 inmigrantes indocumentados que cruzan la selva del Darién a diario. Eso difícilmente haría una gran diferencia en el número total del flujo migratorio, dicen.
Pero los defensores del plan de Mulino dicen que Panamá podría enviar más de un vuelo de repatriación por día y conseguir que EE.UU. ayude con inteligencia satelital y asesores en el terreno. John Feeley, exembajador de EE.UU. en Panamá, me dijo que Washington ya está pagando vuelos de deportación desde EE.UU. “EE.UU. debería pagar por vuelos de repatriación desde Panamá”, me dijo Feeley. “El Departamento de Seguridad Nacional tiene un presupuesto significativo para repatriar a extranjeros indocumentados”. Hay varias razones por las que Mulino podría estar impulsando la idea de iniciar un puente aéreo de repatriación desde Panamá.
Como exministro de Seguridad, Mulino es muy consciente de que la selva del Darién se convirtió en un centro de tráfico de personas, carteles de la droga y el crimen organizado. Además, los cruces por la jungla crean problemas de derechos humanos para Panamá, porque muchos migrantes mueren en la jungla. También es posible que Mulino quiera solidificar el estatus de Panamá como uno de los principales aliados de EE.UU. en la región, en contraste con Nicaragua y otros gobiernos antiestadounidenses. Y que Mulino quiera ser más proactivo en temas regionales para construir su propio perfil político. Mulino ganó las elecciones gracias al apoyo del expresidente Ricardo Martinelli, fue condenado por lavado de dinero y asilado en la embajada de Nicaragua en Panamá.
Biden haría bien en ayudar a Panamá a contener la migración. Lo ayudaría a reducir el flujo migratorio y a rebatir las falsas afirmaciones del aspirante republicano Donald Trump de que existe una supuesta “invasión” de inmigrantes. En rigor, el flujo de migrantes a EE.UU. cayó un 40% en los primeros cuatro meses de este año, comparado con los cuatro meses anteriores, según datos oficiales de EE.UU. Con el acuerdo ofrecido por Mulino, esa caída sería aún mayor.

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¡Con la misa, no!
Gustavo Irrazábal

La misa, celebración eucarística, es un acto de fe. Los creyentes celebramos en la misa a Jesucristo como nuestro Salvador. Sin embargo, desde hace tiempo se suceden en nuestro país misas con sobretonos cada vez más políticos y menos religiosos. En algunos casos, ese es el propósito explícito de los organizadores; en otros, resulta una consecuencia esperable del tipo de convocatoria, así como de las consignas que se enarbolan, convirtiendo tales misas en “celebraciones temáticas” en las cuales la eucaristía es puesta al servicio de otros fines. Un ejemplo claro fueron las misas de “desagravio” al Sumo Pontífice, en plenas elecciones nacionales, por expresiones vertidas años antes por el actual presidente. En cualquier caso, quien preside la celebración es el responsable del orden en la asamblea y del adecuado desarrollo de la liturgia.
Ante lo sucedido el 14 de junio, en una misa presidida por el vicario general de la Arquidiócesis de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara, en la parroquia Inmaculado Corazón de María (Constitución), en la cual se entonaron sobre el final cánticos políticos contra el Gobierno, el arzobispo José Ignacio García Cuerva tuvo palabras muy firmes: “La misa es algo sagrado. Aquí venimos a alimentarnos de unidad, de fraternidad y de paz. No está bien usar la misa para dividir, para fragmentar, para partidizar”.
Lamentablemente, esta advertencia resulta insuficiente en medio de un clima enrarecido. La politización de ciertos sectores de la Iglesia argentina es inocultable. Y, como en ocasiones anteriores, el tema del hambre brinda la mejor de las ocasiones. ¿Quién podría negar que es una cuestión gravísima y perentoria? La demora en el reparto de los alimentos por parte del Gobierno es ciertamente inexcusable. Pero el problema del hambre no comenzó en diciembre, como tampoco la corrupción organizada a partir de las políticas asistenciales, que incluye desde la venta de alimentos destinados a los comedores hasta el escándalo de los comedores falsos, las cooperativas fantasma y el sometimiento de los pobres a toda clase de extorsiones por parte de algunas organizaciones sociales.
Por un lado, las autoridades eclesiásticas, desde el momento en que recibieron cierta información de fuentes no oficiales y −hasta donde se sabe− sin ningún contacto con el respectivo ministerio para chequear los datos y constatar las razones de las demoras en la distribución de los alimentos, hicieron pública la denuncia en los medios, generando la impresión de que se trataba de un proceder deliberado. Esa precipitación le hizo el juego a un sector de la oposición contra el Gobierno que está empeñada en incitar con cualquier excusa la indignación general. “¡¡¡¡ Con la comida, no !!!! ” (sic), exclamó el Equipo de Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de CABA y GBA en una vehemente declaración.
Sin embargo, frente a las denuncias de irregularidades en el manejo de la ayuda social (apoyadas por copiosa información), las mismas autoridades religiosas cerraron filas en una actitud de negación y, más, han decidido responder con misas en todo el país en “homenaje” a las “Madres de la Patria”, es decir, las mujeres que colaboran en los comedores, supuestamente agraviadas por esas denuncias. No sería de extrañar que desórdenes como los sucedidos se repitan. En cualquier caso, se puede generar fácilmente la impresión de que estas misas son actos contra el Gobierno y de que su objetivo implícito es condicionar las auditorías y las investigaciones judiciales en curso.
Se ha vuelto frecuente invocar una frase del Papa: “Para muchos la política hoy es una mala palabra, y no se puede ignorar que detrás de este hecho están a menudo los errores, la corrupción, la ineficiencia de algunos políticos. A esto se añaden las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología. Pero ¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?” (Fratelli Tutti, n. 176).
Pero estas palabras de Francisco sobre la importancia de la política no autorizan a que obispos y sacerdotes deserten de su función específicamente religiosa e intervengan en política partidaria o dispongan a su arbitrio de bienes que pertenecen a toda la Iglesia, como son los sacramentos. Quienes han sido llamados a participar activamente en la vida política no son los ministros de la Iglesia, sino los laicos. Y cuando estos lo hacen, deben actuar a título personal, sin comprometer la autoridad de la Iglesia.
La Iglesia tiene una misión profética en el campo social, sobre todo en favor de los pobres, pero esta debe ser ejercida con prudencia evangélica, sin espíritu faccioso ni afán de protagonismo. Es preciso escuchar con atención la voz de una multitud creciente de fieles que, justamente agraviados por los episodios referidos, reclaman: “¡Con la misa, no!”.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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