Milei nos lleva al futuro, y no nos damos cuenta
Carlos M. Reymundo Roberts
Tengo que admitir, ya desde el principio, mi incapacidad. “¿Cuál de las tantas?”, se preguntarán ustedes, y razón no les falta. En este caso hablo de mis dificultades para entender al Gobierno, y también al Presidente, a cuya generosidad sin límites le debo que me regale su amistad; yo le regalo mis consejos, que tampoco son moco de pavo.
Convengamos: es un gobierno contracultural, rarito en sus formas, y además lo evaluamos con criterios de otros tiempos; criterios analógicos en plena era digital. Por ejemplo: ¿qué está haciendo Javi en Estados Unidos? Diríamos: dándose una vuelta a ver qué tal todo por ahí, pasándola bien, visitando amigos. Amigos muy top, es verdad: desde que asumió ya fue cuatro veces y lo reciben chabones como Elon Musk, Mark Zuckerberg, Tim Cook, Sam Altman. Tesla, Meta, Apple, OpenAI; chupate esa mandarina. Nunca un Biden, Dios no lo permita, pero todos grosos, todos la mejor onda con él. Cuando un hijo mío vio la foto del abrazo con Musk, flasheó; no le pasó lo mismo cuando Alberto le hacía reverencias a Putin. Sin sacarlo de su fascinación, le dije que, por ahora, cero reciprocidad. A esos monstruos sagrados que están cambiando el mundo los quiero ver acá; que sean ellos los que llegan a Buenos Aires a conocer in situ la disrupción libertaria, la políticaespectáculo, el canil de Olivos, los últimos estertores de la casta. Y, sobre todo, quiero que traigan dólares, que le pongan unas fichas a su amigo. Temo que para eso todavía falta un poco. Diez viajes más.
Y que puedan mostrarles una ley aprobada.
Estas misiones del Presi se deciden medio de raje y no siempre cuando el ARG-01 despega tiene claro qué va a hacer o quién lo va a recibir. La cosa se va armando sobre la marcha y sobre el terreno; “si hay luz, subimos”. ¿Vértigo frente a una agenda abierta y con horas en blanco? Todo lo contrario. Javi es un animal de trabajo: se sienta a tuitear.
Esta vez no tuvo suerte. Se fue con el país en llamas: estallido del gabinete, pueblada en Misiones, industrias y surtidores sin gas, senadores motosierra en mano desguazando la Ley Bases, trenes arrastrándose por las vías a 30 km por hora, nuevos rajes en el Ministerio de Capital Humano, que sigue descapitalizándose. La buena noticia fue que ya llegan a nuestras casas facturas de gas con aumentos de hasta 400%. Al pie del avión le dijeron que podía irse tranquilo: en Estados Unidos hay muchos menos mosquitos.
La salida de Nicolás Posse de la Jefatura de Gabinete estaba pensada para dentro de unos días, pero él mismo, un ejecutivo, fue el que la apuró. Cuando el fin de semana dejaron de llegarle las apasionantes grabaciones de políticos y periodistas que pedía a los espías se dio cuenta de que no tenía sentido quedarse un minuto más. Javi está muy enojado. En cualquier momento filtra los audios que tiene de él. A Nico lo reemplaza Guillermo Francos, un político surgido de la política. Decir que donde estaba un CEO ahora hay casta es no conocer a Guille, libertario 24x7, salvo cuando tiene que negociar en el Congreso. No se sabe a ciencia cierta cuál será el destino de esa jefatura, ni de Interior, ni cómo se llamará el ministerio de Sturzenegger –quizás, así: Ministerio Sturzenegger–, ni qué funciones tendrá. Mi intuición es que el Presi reflexiona profundamente sobre esas cosas mientras sale de la sede de Apple y entra en la de Meta, o en el vuelo a El Salvador para asistir a la reasunción de Bukele. OK, OK, otra de mis limitaciones: nunca fui un intuitivo.
De vuelta: para juzgar a este gobierno hay que contraculturizarse. Si aplicás los patrones que usábamos para medir la eficacia de una gestión, te extraviás. ¿Seis meses sin leyes? El León aplicará la ley de la selva. ¿Fracasó el Pacto de Mayo? Nadie dijo que era mayo de este año. ¿Cruje el gabinete? A eso vino la administración anarco: a poner el Estado patas para arriba. ¿El Presi detesta ir a las provincias y ama perderse por las calles de Silicon Valley? Entérense: seremos inteligencia artificial o no seremos.
De un triángulo de poder como el actual pueden esperarse castañuelas. El vértice es un predicador picante, ajeno al día a día, y en la base están una “bruja” –así se llama a sí misma Kari, según el extraordinario perfil de ella que hizo esta semana Hugo Alconada Mon– y un zorro del marketing, Santi Caputo. Sinceramente lo digo: no hay forma de que nos vaya mal. Venimos del triunvirato de Alberto, Cris y Massita, y siempre está el riesgo de volver a pisar el palito. Sí: con solo pensar en eso, todos los bondis nos dejan bien.
Llamo a los argentinos a la calma. El Presidente ya está volviendo. Yo, para no extrañarlo tanto, apenas parte me pego a sus redes y consumo hasta el último posteo.
Gracias, Javi, por llevarnos de la mano al futuro.
Para evaluar a este gobierno nos queda un solo camino: contraculturizarnos.
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La candidatura de Lijo, espejo del país
HÉCTOR M. GUYOT
Una economía en la lona, que el Gobierno intenta resucitar, es hoy el problema más urgente y doloroso del país. A la vez, el desierto de la recesión refleja la suma de errores que los argentinos acumulamos en las últimas décadas. Pero si queremos mirarnos en el espejo y enfrentar de manera más sincera el mal que nos corroe, no encuentro nada mejor que el camino que está haciendo el juez Ariel Lijo para llegar a la Corte Suprema. Confirma que la raíz de nuestros problemas reside en una falla moral muy particular, muy nuestra, que consiste no solo en obrar mal, sino en justificar esas acciones contrarias a lo que dicta la conciencia con un palabrerío lleno de mentiras que apunta a hacer pasar el mal por bien. Así, nos degradamos por partida doble: sufrimos las consecuencias de esas acciones perversas y además agregamos cuotas extras de hipocresía y cinismo en una sociedad en que la palabra, por estos abusos, ha perdido buena parte de su valor.
El caso de Lijo excede las ideologías. Por eso es un espejo más brutal. Cuando uno intentaba desarticular el relato kirchnerista, sabía que junto con los advenedizos había militantes que defendían de buena fe aquel falso progresismo. Ahora que el péndulo pasó al otro extremo, muchos abrazan el dogma libertario a rajatabla porque creen en él con fervor. Las razones por las que unos y otros resignan su capacidad crítica, o el poder de avalar ciertas cosas y cuestionar otras, es un tema aparte. Lo que importa es que el caso Lijo no deja espacio para la buena fe o la ingenuidad. Los hechos lo dicen todo.
El Gobierno sostiene la candidatura del juez sobre la base de su eficiencia y su saber, dos atributos que los juristas y las entidades más respetadas del país se encargaron de desestimar de modo rotundo. “Es el juez más ineficaz de Comodoro Py”, señaló el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Sociales y Penales, basado en estadísticas. Traducido: es un hecho que Lijo pone a dormir las causas de corrupción. Tampoco hay evidencia escrita de su supuesto saber. Lo más grave de todo, sin embargo, es la impugnación ética. “No cuenta con los criterios de integridad e independencia mínimos”, dijo del juez la ONG Poder Ciudadano. Por cualquiera de estas objeciones, repetidas por un número abrumador de organizaciones de distinta índole, en un país sano la candidatura de Lijo caería por su propio peso.
¿Nadie pudo hacerle ver a Javier Milei la magnitud del error que está cometiendo? Más allá de los intentos que haya habido para que revisara la decisión, sus principales escuderos defienden la postulación públicamente y repiten con incomodidad las mismas incoherencias. Otro problema grave. Una persona visceral y arrebatada como Milei necesita de colaboradores capaces de hacerle ver, cuando hace falta, que está a punto de dar un mal paso. Concedo, es difícil señalarle un error a quien no acepta que lo contradigan. Pero si nadie a su alrededor tiene la valentía de plantarse con firmeza en estos casos, estamos perdidos. Quiere decir que sus funcionarios, en lugar de ayudarlo, confirman su autopercepción de iluminado que llegó a salvar a la humanidad. No se me ocurre peor antesala del desastre.
Incluso los advenedizos, por cálculo mezquino, tendrían que haberle señalado a Milei que esta postulación contradice de plano el mandato del voto que lo llevó a la presidencia. ¿Cómo creer ahora en su lucha contra “la casta”?
Las crónicas de estos días recordaron quiénes han hecho campaña sigilosa para que Lijo llegue a la Corte. En primer lugar, él mismo. Así actúa un político con ambiciones, no un juez. Entran luego en el listado Daniel Angelici, Guillermo Scarcella y el hermano del juez, Alfredo Lijo, también reconocido operador de Comodoro Py. Y Ricardo Lorenzetti, por supuesto, impulsor original de la movida. Sumemos al gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, y al formoseño Gildo Insfrán. La lista sigue, pero podemos hacernos una idea. Según parece, estamos no solo ante un núcleo esencial de la casta, sino frente a la parte de ella que garantiza la perpetuación del conjunto.
Por eso, todo indica que el juez va a obtener en el Senado los votos que necesita para llegar a la Corte. No solo los del kirchnerismo, que es lo esperable, dada la condena en primera instancia de Cristina Kirchner. También sumará el aval de supuestos republicanos que, del mismo modo, ven en Lijo la mano que meterá en el cajón cualquier causa que eventualmente los comprometa. Todo al precio de un simple voto, de una mano alzada que produce un efímero sentimiento de vergüenza pública, pero que, de cualquier modo, se olvida y pasa pronto. Lo que importa es lo que queda: para los corruptos, un seguro de impunidad; y para los demás, la supuesta garantía de que, en reciprocidad, un juez no los perseguirá arbitrariamente, ya sea desde Comodoro Py o desde el máximo tribunal. El poder de Lijo es grande incluso antes de llegar a la Corte.
Un pedido final a aquellos senadores que a la hora señalada alcen la mano para que el juez Lijo llegue a la Corte Suprema: ahórrennos los discursos.
El Gobierno sostiene la postulación del juez sobre la base de su eficiencia y su saber, dos atributos que han sido desestimados de plano por voces autorizadas
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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