miércoles, 19 de junio de 2024

FALLO HISTÓRICO


Alperovich fue condenado a 16 años de prisión por abuso sexual y quedó detenido
El juez Ramos Padilla ordenó su arresto inmediato y una “reparación” a la víctima, su sobrina segunda; fue acusado de abusos reiterados en 10 oportunidades fallo históriCo.
Hernán CappielloEl exsenador miró al piso al escuchar el veredicto y la orden del juez para apresarlo en ese momento
En un fallo histórico, el exgobernador de Tucumán José Jorge Alperovich (PJ) fue condenado ayer a 16 años de prisión por abuso sexual en perjuicio de su sobrina segunda y exsecretaria. El veredicto fue dado a conocer por el juez Juan Ramos Padilla, que dispuso la inmediata detención del exgobernador. Además, sostuvo que corresponde “la reparación” a la víctima y la inhabilitación para ejercer cargos públicos del exgobernador. En silencio y con los ojos cerrados, Alperovich estuvo en la sala acompañado por sus abogados defensores y sus hijos.
La semana pasada, en un durísimo alegato final, el fiscal Sandro Abraldes había definido este caso como “un juicio sobre la impunidad del poder” y pidió que el exgobernador fuera condenado a 16 años y seis meses de prisión. El fiscal lo acusó de abusos reiterados en 10 oportunidades. El abogado de la víctima había pedido una pena de 22 años de cárcel.
Alperovich fue gobernador de Tucumán entre 2003 y 2015, y ocupó una banca en el Senado como aliado del kirchnerismo.
Mirando el piso, los labios apretados bajo el bigote canoso y con las manos entrelazadas, el exgobernador de Tucumán José Jorge Alperovich escuchó anoche la condena que le impuso el juez Juan Ramos Padilla a 16 años de prisión por el delito de abuso sexual en perjuicio de su sobrina segunda y exsecretaria. Segundos después quedó preso desde los estrados del tribunal, cuando un comisario de tribunales lo trasladó tomándolo del brazo.
Alperovich, de camisa blanca y traje azul con corbata al tono, estaba rodeado de sus abogados en una diminuta sala de audiencias. Sus hijos estaban en la primera fila, casi a su lado. En cambio, su esposa, Beatriz Rojkés, siguió la lectura del veredicto desde una pantalla negra, por Zoom. Lo mismo hizo la víctima de los abusos sexuales, identificada en el juicio por sus iniciales M.F.L.
El juez Ramos Padilla concedió todo lo que pidió el fiscal Sandro Abraldes: no solo los 16 años de prisión, sino también que corresponde “la reparación“de la víctima. La defensa apelará la condena.
Ramos Padilla inició la lectura del veredicto a las 20.10, tras advertir que si había exclamaciones iba desalojar la sala. Allí mencionó que Alperovich fue condenado como autor de tres cargos de abuso sexual, dos en grado de tentativa, y además por otros “seis cargos de abusos agravados pues hubo acceso carnal de manera vaginal, anal y oral con partes de su cuerpo, su pene, por las tres vías y con los dedos en el primero de los casos”. La crudeza del relato dejó la sala en silencio.
El juez dijo que el abuso se dio en el marco de una relación de intimidación, donde hubo un abuso del exsenador contra su excolaboradora, pues había una relación de dependencia, poder y autoridad. La pena dictada anoche vencería el 17 de julio de 2040. Pero Alperovich puede recurrir a la Cámara Federal de Casación y a la Corte Suprema de Justicia. El año próximo cumple 70 años, por lo que a partir de ese momento también puede pedir cumplir la pena en su domicilio. Se le atribuyen decenas de propiedades (ver aparte).
No es habitual que una persona condenada a una pena de prisión efectiva quede presa desde el tribunal. Esto se realiza cuando hay peligro de que el acusado se fugue. Más aún cuando la condena no está firme. Ello ocurriría cuando la Corte rechace su último recurso. En general, se espera a ese momento para disponer la detención.
Los fundamentos de la sentencia se conocerán el 16 de agosto. Tras la lectura del veredicto, Alperovich se mantuvo en calma, apretó los labios y no se soltó las manos.
El juez, luego de anunciar su arresto, le ordenó al comisario de tribunales, del edificio de la calle Paraguay al 1500, que “proceda sin ninguna situación de degradación”. El policía, vestido de civil, lo tomó del brazo, le permitió ponerse el sobretodo azul, abrazar a sus hijos y se lo llevó detenido, camino a una celda de tránsito.
A las 21 llegaron al tribunal motocicletas y móviles del Servicio Penitenciario Federal, para trasladarlo. Arribaron al lugar con luces y sirenas encendidas y efectivos con escudos ingresaron al edificio judicial para retirar al apresado exgobernador.
La semana pasada, en un durísimo alegato final, el fiscal Abraldes definió este caso como “un juicio sobre la impunidad del poder” y pidió que el exgobernador fuera condenado a 16 años y seis meses de prisión. El fiscal lo acusó de abusos reiterados en 10 oportunidades. El abogado de la víctima, la parte querellante, había pedido una pena de 22 años de cárcel. La defensa de Alperovich, en cambio, solicitó su absolución y argumentó que la denuncia tuvo un móvil político.
Ayer, Alperovich tuvo la posibilidad de pronunciar sus “últimas palabras” frente al juez, pero rechazó hacerlo. Fue en una audiencia muy breve, que empezó a las 13.15 y en menos de 15 minutos ya había terminado. Alperovich estuvo en el edificio de tribunales sin poder salir toda la tarde, hasta las 20.10, cuando se leyó el veredicto.
El alegato del fiscal había sido durísimo. “Alperovich no la quería para trabajar con él. La quería para la cama. El concepto es primitivo. Manda el señor feudal. Al gran mandón no se le discute. Se hace lo que quiere”, dijo Abraldes. El fiscal fue muy crítico de lo que sucedía en la sociedad tucumana en el momento de los hechos: “Este juicio es un juicio sobre la impunidad del poder. Ella estaba en un escenario de sometimiento. En una situación de cautividad”.
“La víctima se sentía prisionera y estaba a merced del abusador”, dijo, y agregó que, “como dijeron varios testigos, Alperovich estaba siempre sexualizado”. Tras comparar el poder total de Alperovich en su provincia con el de un señor feudal, afirmó: “Alperovich fue el constructor de su propio poder. Todo se hizo como él quería. Era dueño de todo”. Abraldes reclamó que Alperovich pagara con su “libertad ambulatoria por lo que hizo”.
El exgobernador de Tucumán (encadenó tres mandatos consecutivos, entre 2003 y 2015) y exsenador nacional llegó a este juicio acusado de tres hechos de abuso sexual (dos, en grado de tentativa) y otros seis hechos de violencia sexual agravada por haber sido con acceso carnal. Los hechos sucedieron tanto en Tucumán como en la ciudad de Buenos Aires.
El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº 29 llevó adelante el juicio, con el juez Ramos Padilla al frente de manera unipersonal. El fiscal Abraldes tiene a cargo interinamente la Fiscalía General ante los Tribunales Orales en lo Criminal y Correccional Nº 27. Los representantes de la querella fueron Pablo Rovatti y Carolina Cymerman.
La defensa del exgobernador
Aunque ayer se rehusó a pronunciar las últimas palabras, la semana pasada Alperovich había declarado durante siete horas ante Ramos Padilla. Negó haber abusado de la joven. “No pasó absolutamente nada”, aseguró el exmandatario. “No abusé de Flor. Eso es una mentira. La verdad es que soy un hombre de 70 años”, agregó el acusado, que remarcó: “Este es un juicio inventado, armado, donde claramente les voy a explicar que hubo un móvil económico y político, de eso no tengo dudas”.
En su declaración, el acusado negó también tener un vínculo cercano con la denunciante. “Yo nunca le dije sobrina ni ella me dijo tío. Jamás. Ella quiere instalar que yo prostituía a la secretaria. Todo esto está armado. Hace cinco años que en la prensa me dice violín”, afirmó ante el juez.
Entre las pruebas que se dieron a conocer en la causa, además del testimonio de la víctima, se desplegaron peritajes sobre la joven, testimonios de personas que conocieron de primera mano su situación y el contenido del celular de la víctima, con mensajes del ahora condenado caudillo tucumano.

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José Alperovich, condenado por abuso sexual: la caída de un caudillo que se creyó impune
Fue gobernador de Tucumán durante 2003 y 2015 y ocupó una banca en el Senado como aliado del kirchnerismo hasta que avanzó la denuncia de su sobrina
Nicolás Balinotti
José Alperovich fue condenado por abuso sexual contra su sobrina

José Jorge Alperovich cayó en soledad. Si bien escuchó la sentencia por abusar sexualmente de una sobrina rodeado de sus cuatro hijos, al exgobernador de Tucumán entre 2003 y 2015 lo atormenta un vacío de poder que tuvo coletazos en su vida privada y los negocios familiares. Ya no estaría más con Beatriz Rojkés, su esposa que siguió el veredicto por Zoom y quien fue el hilo que lo unió a Cristina Kirchner, y florecieron problemas con sus hermanos y cuñados por los emprendimientos automotrices, inmobiliarios y agrícola-ganaderos.
Tucumán se había olvidado de Alperovich, que tiene hoy 69 años. El escándalo por el abuso de una sobrina que trabajó con él para su frustrado intento de volver a la gobernación en 2019 lo devolvió al protagonismo de las charlas de café de una provincia acostumbrada a los manejos feudales, gobernada por el peronismo desde hace un cuarto de siglo. El exmandatario y exsenador, que supo tener a la provincia en puño, volvió a la portada de los diarios desde que fue denunciado y el juicio siguió su curso. Hasta entonces, Alperovich ya no era ni una nota al pie.
Osvaldo Jaldo, el actual gobernador y aliado de Javier Milei, esquivó recientemente una consulta periodística sobre la acusación de abuso sexual contra Alperovich, de quien fue su ministro del Interior y el mentor de una de las medidas que fue la llave maestra del PJ local para consolidar poder: el denominado “pacto fiscal”, que consistía en que los municipios cedan de manera opcional su porcentaje de coparticipación a la gestión central a cambio de que el Poder Ejecutivo provincial afronte el pago de las planillas salariales. La medida logró alinear con el oficialismo a 17 de los 19 municipios.
Al inicio de su gestión, Jaldo intentó darle cabida en su estructura de poder a los Alperovich y tenía prevista la Secretaría de Género para Sarita, una de las hijas del exsenador que estuvo a su lado durante casi todo el juicio en el que su padre fue condenado a 16 años de prisión. Pero ni bien surgió su nombre como una posibilidad, las agrupaciones feministas la rechazaron. Desde hace años que Alperovich no cuenta con tropa propia, como en las épocas doradas, en las que 16 de los 19 intendentes le respondían, 42 de los 49 legisladores hacían lo que el Poder Ejecutivo ordenaba y en la Corte Suprema funcionaba una mayoría automática, designada por él mismo.
Manzur, Jaldo, Rojkés y Alperovich, postal del pasamanos del poder político en Tucumánera vez que Alperovich queda envuelto en un escándalo sexual. Siendo gobernador, se lo vinculó en un romance con una joven que había participado en el reality Gran Hermano. Hasta su esposa debió intervenir públicamente para silenciar las versiones. Hoy, a 15 años de ese affaire, Alperovich seguiría frecuentando a la joven, que es tres décadas menor que él y con quien a veces se muestra por las calles de Yerba Buena.
Otro episodio polémico fue en junio de 2019, en plena campaña para intentar llegar otra vez a la gobernación: acosó en vivo a una periodista tucumana que lo entrevistaba. La repercusión del caso habría sido determinante para su pobre performance electoral (salió cuarto, detrás de Juan Manzur, Silvia Elías de Pérez y Ricardo Bussi). A quienes frecuentan a Alperovich no les sorprendió ese elogio envuelto de violencia a la periodista Carolina Servetto, de La Gaceta. Tampoco los comentarios machistas delante de su esposa, que solía soportarlos en un incómodo silencio hasta que se separó en los hechos después de la denuncia de acoso sexual de la sobrina.


Rojkés abandonó la política y sigue de cerca la fortuna familiar, que se multiplicó desde que desembarcaron en el poder en 2003, según lo reflejan sus propias declaraciones de bienes. De tener una concesionaria de autos pasaron a administrar empresas constructoras, inmobiliarias y financieras. Se ampliaron a compañías productoras de soja, ganado y una exportadora citrícola. Tendrían casi 75 inmuebles. Son ricos. Alperovich intentó callar a su sobrina con millones de dólares, pero no lo logró, según dijo la denunciante en la causa.
En 2013, Beatriz Rojkés y su marido, José Alperovich, disfrutaron en Emiratos Árabes de paseos en camellos
Empresario de buen pasar y bom-vivant, Alperovich dio sus primeros pasos en la política de la mano del radicalismo. Camaleónico, de ser legislador provincial por la UCR se cruzó al peronismo. Fue ministro de Economía de Julio Miranda, el gobernador en cuyo mandato se expuso la pobreza como nunca con la desnutrición infantil. Alperovich fue luego senador nacional y en 2003, finalmente, dio el salto a la gobernación. Encadenó tres mandatos seguidos por una polémica interpretación de una reforma de la Constitución local.
Sin otra reelección posible, en 2015 regresó al Senado, donde se mostró hasta el final como un fiel aliado a Cristina Kirchner. En 2021 se pidió licencia del Congreso por la denuncia de abuso sexual cuando percibió que el kirchnerismo le había soltado la mano. En uno de los últimos viajes de la expresidenta a Tucumán, visitó a Alperovich y a Betty Rojkés en su casa del Parque Guillermina. Una foto de aquel último encuentro decora el living de la mansión familiar donde habitó durante años el poder tucumano. En un salón contiguo de esa misma casa, Alperovich encabezaba casi todas las mañanas durante 12 años la reunión de gabinete. Hubo veces que se paró frente a sus ministros en pijama y hasta en calzoncillos. Postales impunes de un poder que ya no es.



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