Alejandro Werner, exdirectivo del FMI que negoció el acuerdo con Mauricio Macri, dice que Javier Milei necesita mostrar caudal político y aprobar la Ley Bases
El director del Georgetown Americas Institute cree que el Gobierno puede ser exitoso y plantea dos salidas: una tradicional y otra rupturista
Rafael Mathus Ruiz
CORRESPONSAL EN EE.UU.

WASHINGTON.- Alejandro Werner es optimista: cree que la Argentina está en condiciones de encarrilar la economía, tejer una “transformación profunda” y salir del pozo. Ve en Javier Milei a un presidente con un diagnóstico correcto, convencido del rumbo y más comprometido con la estabilización que Mauricio Macri. “Milei siente que su éxito político está muy alineado con el éxito económico, y con el éxito estabilizador”, dice. “Milei no ve una restricción en la sociedad, sino que dice: ‘Esa restricción la voy a cambiar’”, destaca.
Luego de seis meses de gobierno mileísta, Werner ve dos salidas. Una es un plan de estabilización tradicional, una “segunda etapa” del programa económico: un acuerdo político en el Congreso, Ley Bases, corrección del atraso cambiario, un nuevo acuerdo con el Fondo, baja gradual de la inflación, recuperación del peso. Cree que es viable. La otra salida es rupturista: una dolarización. El Gobierno estira el atraso del dólar, consigue financiamiento, devalúa y dolariza. Ese camino retrasaría la recuperación, advierte, además de poner en duda que la Argentina pueda conseguir el financiamiento necesario para enarbolarla. El Fondo, desliza, vería con mejores ojos la primera opción. El éxito dista de estar garantizado.
–¿Puede salir bien?
–Creo que puede salir bien. Es un proceso complejo, los niveles de desequilibrios de la economía argentina eran muy, muy grandes tanto en la parte macroeconómica, coyuntural, como en la parte estructural. Una economía muy cerrada, altamente regulada, poco competitiva. Se necesita reestablecer equilibrios macroeconómicos, reformar la economía y crear instituciones. Pero muchos países han logrado hacer este cambio. Tal vez en la Argentina se sienta todavía más complicado porque es una patología crónica, mucho más enraizada en la realidad económica y social, cuando en algunos otros países fueron fenómenos que duraron menos tiempo. Uno ve en la región, Chile, Colombia, Brasil, México, Uruguay, con diferentes niveles de transformación, dejaron atrás los desequilibrios crónicos y se movieron a economías más abiertas y competitivas. De que es posible, es posible. Hay un presidente con un pleno convencimiento y el diagnóstico correcto de cuáles son los problemas de la Argentina. Y, en tercer lugar, habiendo hecho campaña quizá pensando que no iba a ser presidente, le dijo por lo tanto la verdad al pueblo argentino. Y en ese sentido tiene una posición mucho más cómoda que la que tuvieron otros gobiernos de América latina para hacer esta transición que probablemente corrieron con un lenguaje más ambiguo sobre el ajuste, la apertura, y cuando llegaron al gobierno hicieron estos cambios. Pero claramente hay dificultades muy, muy grandes.
–¿Qué ha hecho bien Milei hasta ahora para enfrentar las dificultades?
–Primero, el nivel de convencimiento que tiene en cuáles son las políticas necesarias para la Argentina le permite avanzar en estos objetivos sin distraerse con otros objetivos a veces importantes que pueden dinamitar el esfuerzo estabilizador. A veces, vemos políticos más tradicionales que ya estarían pensando en la elección de medio término, y en comprar a ciertos sectores de la sociedad tratando de aislarlos del ajuste. Milei siente que su éxito político está muy alineado con el éxito económico, y con el éxito estabilizador. Él piensa que, al final del día, su éxito político está alineado con el éxito en la reducción de la inflación, el establecimiento del equilibro fiscal y el poder ir moviéndose a una economía con una inflación que para la elección de medio término esté alrededor del 20, 25 por ciento y camino a sacar el cepo y estas restricciones que sufre la economía que no le permiten atraer inversión, y por lo tanto crecimiento y creación de empleo. Eso lo ha hecho muy bien. Y lo negativo viene por el ascenso a primera división, todavía está jugando con un equipo que no está tan coordinado, no está tan aceitado, y muchos de ellos tal vez no pertenecen a la primera división y que tal vez no lo ayudan a lograr ciertos acuerdos y a moverse más rápido en el entorno político que al final del día, es el de lograr acuerdos.
El flanco débil
Werner cree que el flanco débil del gobierno de Milei es político: encontrar el “punto óptimo”, saber “cuándo ceder, cuándo no ceder, cuándo mantener el discurso en Twitter o meterse en el Congreso a cerrar negociaciones”, una “estructuración fina”, dice, donde el Gobierno todavía falla. Werner elogia el programa económico, aunque allí también describe fortalezas y debilidades, así como problemas irresueltos. “El programa tiene, primero, una corrección fiscal y de gasto impresionante, que se puede debatir mucho si es licuadora, motosierra. Ningún ajuste fiscal tan grande se hace con bisturí. La gente que lo quiere hacer con bisturí, nunca lo hace”, sentencia. Y pondera el cierre de la canilla del Banco Central al Tesoro: el fin de la llamada “maquinita”, algo parecido al plan del Fondo con Macri. “No había mucho secreto”, afirma. Cree que hacia adelante, sin embargo, existen “dudas importantes”.
–El ministro Luis Caputo dijo que lo peor ya pasó, ¿coincide?
–Yo diría que es difícil pensar que vayamos a ver en el resto del año efectos reales tan grandes como los que vimos en la primera mitad de este año y lo más probable es que veamos en la segunda mitad del año estabilidad en la actividad económica y probablemente cierto rebote. Eso va a depender de que la próxima etapa en el proceso de estabilización esté bien hecha. Ahí es donde creo que hay dudas importantes.
–¿Cuáles?
–Una, todo este tema que el Fondo Monetario ha pedido y también lo ha dicho mucha gente en la Argentina, de ya lograr un acuerdo político que sustente el ajuste fiscal, porque, si no, las expectativas de la sostenibilidad del ajuste fiscal para los próximos años se deterioran de manera importante y pierde credibilidad el programa. Entonces, cerrar la negociación en el Congreso. En segundo lugar, la inflación. Si el gobierno argentino piensa que las próximas etapas de la estabilización van a ser de la misma forma que vimos en el primer semestre, esto es, no emisión, seguir deslizando el tipo de cambio al 2% por mes aunque la inflación sea más alta, eso sabemos que eventualmente va a empezar a generar dudas sobre la sostenibilidad del tipo de cambio. Va a empezar a generar retraso en la oferta de dólares a la economía y probablemente la única manera de seguir haciendo sostenible este programa va a ser empezar a ver aumentos muy importantes en la tasa de interés.
–Ya se ve atraso cambiario, ¿no?
–Yo creo que sí. Ahora, mientras el Gobierno, el Banco Central, pueda seguir acumulando reservas, uno puede decir que el mercado no está percibiendo este atraso de manera tan tangible, pero eventualmente te va a empezar a reflejar el problema que vimos en gobiernos anteriores. Una posibilidad puede ser retirar el cepo y subir las tasas de interés muchísimo, y que el Gobierno muestre que no va a emitir y la tasa de interés se va a ir adonde se tenga que ir y vamos a entrar en un proceso donde la recuperación económica se va a retrasar todavía más. Otra es decir que se está terminando el año con una tasa de inflación anualizada del 40% y el proceso de estabilización se va a dar como se dio en países como Chile, Colombia, etc., donde nos vamos a mover de 40 a 25 por ciento en el año 25, y luego a 15 en el año 26. El ajuste cambiario se va a tener que ajustar a esas tasas de inflación, los precios públicos se van a tener que ir a acomodando a esas situaciones esperadas y los salarios van a tener que regirse por esos patrones. Es importante estructurar esta segunda etapa del programa de estabilización y ahí está esta discusión a veces implícita sobre la competencia de monedas.
Recuperar el peso
Werner cree que, en un eventual esquema de competencia de monedas, la responsabilidad del Gobierno es recuperar el peso argentino, crear un marco institucional con un Banco Central independiente y un sendero de estabilización para que, una vez que se libere el cepo, el peso pueda demostrar que es una mejor alternativa que el dólar. Pero duda que el Gobierno tenga ese objetivo en mente. “Para mí, la duda de que este Gobierno realmente quiere que el peso desaparezca y que la Argentina migre al dólar es muy clara”, afirma.
–¿Cómo juega la idea de insistir con la dolarización?
–Lo que sigue ocurriendo es que, si bien se han acumulado reservas, más reservas de las que muchos de nosotros creíamos, la Argentina sigue estando en una situación en donde un proceso de dolarización llevaría a una depreciación del peso importante. Y eso es lo que se quiere evitar. Eso retrasaría la recuperación económica.
–¿Insistir con la dolarización atenta contra la estabilización?
–Yo creo que sí. Y básicamente genera percepciones de que se está poniendo demasiadas esperanzas en un gran pelotazo financiero, en poder lograr una estructura de financiamiento muy importante para tener los dólares para dolarizar. Hoy, con el riesgo soberano de la Argentina, es muy difícil pensar que la Argentina tenga financiamiento necesario para poder contar con los dólares para poder llevar adelante una dolarización.
En busca de fondos frescos
El Gobierno ya dejó en claro que quiere más dinero del Fondo. Hoy “no existe” predisposición en el Fondo para poner plata fresca, remarca Werner. Sí cree que puede ser una opción más adelante, si el Gobierno muestra caudal político con la aprobación de la Ley Bases y con el avance de otras reformas –pone, como un ejemplo, la eliminación del régimen de Tierra del Fuego–, y además se establece un “marco de estabilización” con mayor respaldo global, similar al que siguieron otros países en la región. Un “tercer programa” para amarrar los logros, arraigar la estabilización y liberar a la economía del cepo.
“Es bastante más fácil que el Fondo aporte recursos adicionales para apuntalar un programa más tradicional en donde se trate de rescatar al peso y de estabilizar de manera un poco más gradual”, define Werner. Una negociación para dolarizar, advierte, “va a ser mucho más compleja y probablemente muy difícil de cerrar, y si se cierra, los requerimientos del Fondo Monetario a la Argentina en la parte estructural van a ser mucho más importantes”.

Werner sostiene que se podría pensar en un contexto muy diferente de aquí a cuatro o cinco meses “si se aprueba la Ley Bases”, “se establece un marco de estabilización más aceptado internacionalmente”, “se establecen algunas medidas estructuralmente importantes” y “se empiezan a ejecutar privatizaciones y planes de apertura”, entre otras medidas.
“Si todo esto está ocurriendo, el Fondo y los principales accionistas del Fondo verán que hay un cambio muy importante en la economía argentina respaldado por una proporción importante del espectro político, y al final del día, el rol de la comunidad internacional es apoyar estas medidas y aumentar la probabilidad de que estas medidas sean exitosas”, enumeró Werner. “Esos recursos deberían estar para la Argentina”, completó.
–¿Qué diferencias ve entre este momento y el gobierno de Macri?
–Un presidente, hoy, que está 100% convencido de este cambio. Macri tenía un nivel de convencimiento importante, pero tenía otros objetivos políticos que lo hacían ver que en el corto plazo probablemente era óptimo desviarse de las metas económicas para lograr ciertos beneficios políticos que le permitieran ganar una elección. Hoy, me da la impresión de que eso no se ve con Milei. Primero, por el nivel de convencimiento que tienen en el plan que necesita la Argentina. Y la diferencia entre un primer año de gobierno contra un tercero o un cuarto, que cambia mucho el esquema de incentivos que enfrenta el gobernante. Y el convencimiento de Milei de que parte de su reto como presidente es el cambio cultural de la Argentina. Milei se ve a sí mismo como una persona que quiere transformar a la sociedad la Argentina. Milei no ve una restricción en la sociedad, sino que dice: “Esa restricción la voy a cambiar”. Mientras que Macri pensaba que no, la sociedad argentina está adicta a estos programas públicos y entonces políticamente los tengo que mantener. Milei piensa que con su discurso está cambiando esta sociedad para lograr la implementación de políticas públicas que él quiere. Hay que ver si su diagnóstico es correcto o no, pero si pensamos que el programa va avanzando y el cambio se va dando, creo que la comunidad internacional debería apoyar a la Argentina.
–Los planes de estabilización son muy difíciles de implementar, la sociedad se cansa, ¿cuál es el principal riesgo? ¿por dónde puede explotar?
–En primer lugar, la parte política. Si no hay un acuerdo político para apuntalar este cambio fiscal en un acuerdo más amplio, va a perder credibilidad de manera importante. En segundo lugar, el atraso cambiario. Lo fiscal es fundamental. Ahora, incluso teniendo lo fiscal, probablemente el atraso cambiario ha llevado a que se postergue un ajuste cambiario que luego eventualmente se da de manera más violenta, detona una nueva burbuja inflacionaria que probablemente contamina el poder político del gobierno de turno y eso deriva eventualmente en debilitamiento fiscal, y volvemos a entrar en un equilibrio inflacionario. Anticipar el punto de quiebre en el atraso cambiario es muy importante. Y yo veo dos salidas. Una es un plan de estabilización más tradicional, que creo que hoy, por el éxito que ha tenido el Gobierno, es bastante viable. La otra es estirar el atraso cambiario lo más posible hasta que este pelotazo de media cancha se dé, se consigan los dólares; entonces se da una devaluación del 30 por ciento y se dolariza. Entonces sales del atraso con una devaluación, pero con un cambio de régimen permanente.
–¿Y qué salida tomará el Gobierno?
–Nadie sabe. Bueno, seguro ellos saben. A mi, de afuera, no me queda claro.
–¿Es optimista?
–Si. Creo que sí. También lo fui con el gobierno de Macri. Pero creo que este es un gobierno que está haciendo en la parte fiscal algo que muy pocos creíamos que iba a ser posible. Y también está haciendo en la parte estructural cambios realmente de gran envergadura para la Argentina. Todavía sorprende que en la Argentina veamos rechazo a la privatización de Aerolíneas Argentinas, cosas que en el mundo ya no se ven; que todavía siga existiendo un electorado que crea que este tipo de empresas públicas tienen un valor social. Pero creo que en la Ley Bases hay cambios radicales que pueden tener impactos muy importantes en la Argentina y que refleja el convencimiento que tienen el Presidente y el espacio político que se ha venido creando en la Argentina para hablar de estas propuestas, algo que hace seis años no se daba. Hay un espacio muy importante, y está la claridad técnica de diagnóstico por parte del Presidente. Está el espacio político, se van a tener que ir haciendo ajustes a lo largo del camino. Pero creo que la Argentina no está en una mala posición para lograr una estabilización importante y una transformación económica profunda.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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