El dólar blue y el riesgo país tocaron el valor más bajo en dos meses
El tipo de cambio paralelo cerró a $1315, mientras que los financieros consolidaron su precio por debajo de los $1300; las acciones subieron 7% en el exterior
Melisa Reinhold
Ayer fue una jornada positiva para el mercado financiero local. Entre el viento a favor que llegó desde el exterior, sumado a la expectativa de que el Gobierno reducirá diez puntos porcentuales el impuesto PAIS para las importaciones (de 17,5% a 7,5%), las acciones argentinas subieron hasta un 7% en el exterior y el riesgo país tocó el valor más bajo desde finales de junio.
Esto permitió consolidar el “veranito” cambiario que empezó a gestarse a mediados de julio, cuando el Gobierno anunció que el Banco Central (BCRA) intervendría en el mercado de los dólares financieros. En ese escenario, el dólar MEP retrocedió $10,9 y terminó el día a $1271,33 (-0,8%). El contado con liquidación (CCL), instrumento que se utiliza para traer y enviar divisas a una cuenta bancaria fuera de la Argentina cayó $3,6 y cerró a $1289,04 (-0,3%).
“Más allá de la tensión cambiaria latente, la brecha debería seguir estable en el corto plazo gracias al ingreso de dólares por el blanqueo y a la demanda excepcional de pesos para pagar el adelanto de Bienes Personales. Bajo este esquema, las perspectivas de carry trade se mantienen buenas, especialmente porque el Gobierno aún cuenta con poder de fuego para intervenir sobre los dólares financieros”, señalaron desde Cohen Aliados Financieros.
Indirectamente, estas medidas también tuvieron su impacto en el dólar blue, cotización que retrocedió por tercera rueda consecutiva. Ayer, se vendió en la informalidad de las cuevas porteñas a $1315, unos $20 menos con respecto al cierre previo (-1,5%). Para encontrar un valor similar, hay que remontarse al 19 de junio, cuando superó la barrera de los $1300.
Por otro lado, el tipo de cambio oficial mayorista cerró a $951, lo que significó una microdevaluación diaria de $1,50 (+0,2%), en línea con la estrategia del Banco Central (BCRA) de mover esta cotización a un ritmo del 2% mensual. Frente al contado con liquidación, la brecha cambiaria fue del 35,5%, cuando a mediados de julio había llegado a posicionarse por encima del 55%.
“De cara a los próximos días, el mercado mirará de cerca la dinámica en el Mercado Único y Libre de Cambios [MULC] luego del anuncio del Gobierno de que reducirá la alícuota del impuesto PAIS para importaciones de bienes y fletes desde septiembre. Creemos que, en lo que va de agosto, la expectativa por esa rebaja llevó a que la demanda de divisas por parte de importadores fuera menor, pero que podría aumentar una vez efectivizado el menor dólar importador”, señaló Juan Manuel Franco, economista jefe de Grupo SBS. El Banco Central terminó la rueda con saldo neutro por sus intervenciones, aunque en agosto acumuló US$618 millones de compras netas.
Bonos y acciones
En cuanto a los bonos soberanos de deuda, ayer volvieron a teñirse de verde en todas sus legislaciones y vencimientos. Entre los Bonares, se destacó el título con vencimiento en 2030 (AL30D), con un avance del 2,83%; entre los Globales, la mayor suba fue para el bono a 2030 (GD41D), con un 2,86%.
Esto permitió que el riesgo país descomprimiera unas 40 unidades y cerrara el día en 1444 puntos básicos (-2,7%). Este indicador, clave para que la Argentina vuelva a acceder a los mercados internacionales de crédito, tocó el nivel más bajo desde finales de junio. Aun así, todavía está lejos de los 1148 puntos que marcó en abril.
“Los avances en el frente fiscal y una mejor performance del Banco Central durante agosto han ayudado a las cotizaciones de los bonos junto a un entorno internacional más propicio para la demanda de activos ‘high beta’ [alto riesgo]. La baja del impuesto PAIS podría haber sido interpretada por los inversores externos como un acercamiento a la fecha del levantamiento del cepo”, consideraron los analistas de Delphos Investment.
También ayudó el viento externo, que esta vez sopló a favor del país. Es que el Departamento de Comercio de los Estados Unidos informó ayer que la economía norteamericana está creciendo, incluso por encima de las expectativas del mercado. Esa noticia impulsó a los activos financieros, a la espera de que la Reserva Federal (Fed) recorte las tasas de interés durante este mes.
En ese escenario, la Bolsa porteña se contagió del buen humor inversor y subió un 2,6%. Esta tendencia alcista también se observó entre las acciones argentinas que cotizan en la Bolsa de Nueva York (ADR): los papeles de Grupo Financiero Galicia treparon 7,2%, seguidas por Banco Macro (+6%) y BBVA
(+5,8%)
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La Argentina, ante el desafío de ingresar a la OCDE
Diana Mondino
La Argentina lleva décadas con dificultades sociales y económicas. Comparada con países democráticos con economías de mercado abiertas y transparentes, padecemos una baja tasa de crecimiento, alto costo financiero, baja tasa de inversión extranjera y local, inestabilidad macroeconómica, baja credibilidad económica internacional, altas tasas de pobreza y desigualdad más un débil entramado institucional, entre otros temas.
Un camino para mejorar esta situación es ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un foro de 38 países democráticos con ideas afines y comprometidos con principios económicos basados en el mercado. Propone un sistema de comercio multilateral abierto, libre, justo y basado en reglas, y cree en la transparencia y la responsabilidad gubernamental y el Estado de Derecho. En la OCDE se discuten y establecen estándares y buenas prácticas para el desarrollo económico. Su cumplimiento no es coercitivo, aunque cuenta con un eficaz mecanismo de monitoreo y revisión que induce cambios de comportamiento a través de incentivos reputacionales para los países.
La OCDE es nada más y nada menos que una organización que sugiere reglas. Es distinta de otras más conocidas. No provee financiamiento. Tampoco es un foro de negociación de acceso a mercados como la Organización Mundial del Comercio (OMC), ni negocia tratados de libre comercio. Tampoco se debe confundir su ranking de riesgo –que influye en la tasa de interés en créditos a las exportaciones y seguros de caución– con las calificadoras de riesgo.
Efectos institucionales, geopolíticos, económicos y de reputación
El primer efecto es el fortalecimiento institucional. El Estado argentino realiza un memorando inicial donde se autoevalúa en cuanto al grado de cumplimiento de los estándares y buenas prácticas de la OCDE. Debemos saber “dónde estamos”.
Hay un modesto primer efecto positivo que implica someter las políticas públicas al escrutinio en función de resultados. Posteriormente, en un proceso de negociación de la accesión que puede demandar algunos años, se alinearán la legislación, prácticas y políticas de nuestro país con los estándares y buenas prácticas de la OCDE.
Así, se busca anclar las reformas institucionales, económicas y políticas necesarias para mejorar nuestra situación de acceso al crédito, reducir tasas de interés, atraer inversiones, crecer y reducir la pobreza, entre otros alivios.
Hay una crítica obvia: la limitación de espacios de política de nuestro país y someternos a un esquema más rígido de normas y estándares que hoy no tenemos. Sin embargo, los países en desarrollo que abrazaron el modelo de las economías de mercado democráticas estables (México, 1994; Corea del Sur, 1996; Chile, 2010; Colombia, 2020, y Costa Rica, 2021, entre otros) usaron este proceso como parte de su camino de reformas estructurales.
Una vez logrado el estatus de miembro de la organización, el fortalecimiento de la calidad institucional continúa mediante el monitoreo periódico de las políticas públicas en función de resultados. Para ello, la OCDE cuenta con herramientas como “marcos de evaluación comparativa” (benchmarking) en diversas temáticas y “mecanismos de examen entre pares” (peer review) para evaluar el desempeño de los miembros vis á vis los estándares y buenas prácticas de la organización.
Consideraciones geopolíticas
Ingresar a la OCDE forma parte de una visión de mediano y largo plazo, inusual en nuestro país
Hoy estamos en el peor de los mundos: nos miran y no nos creen
Las naciones más desarrolladas del mundo no tienen reparos en someterse a esos escrutinios. ¿Por qué los tendríamos nosotros? Hoy solo tenemos magros indicadores de crecimiento, empleo y desarrollo. No estamos solos. La OCDE invitó a tres países europeos y tres latinoamericanos (Brasil, Perú y la Argentina), así como a Indonesia, preservando la representación geopolítica entre los miembros.
Evitemos ilusiones infantiles: ingresar a la OCDE forma parte de una visión de mediano y largo plazo, inusual en nuestro país. Es pensar más allá de la coyuntura, plantear una dirección a seguir y mantenerla en el tiempo. Las mejoras en la calidad de vida de la población, en su gran mayoría, serán la consecuencia de la adopción de medidas adecuadas y llevar adelante reformas estructurales que mejoren el clima y el marco legal de los negocios. Permite concentrarse en lo verdaderamente importante, como salud, educación y justicia, sabiendo que el clima de negocios permite que la economía crezca.
Desde hace décadas, y por muchas razones (defaults, déficits, inflación, etc.), los inversores extranjeros se han alejado de nuestro país. Construir una buena reputación llevará varios años. El desafío radica en pasar de una posición de outsider a una de prestigio. Dependerá de las medidas económicas y que mantengamos las reformas a lo largo del tiempo.
¿Qué pasa después?
Alcanzada la accesión, los mecanismos de revisión entre pares y los informes producidos por la OCDE permitirán observar y “certificar” los avances. De adoptarse y mantenerse las medidas, nuestro país obtendrá el “sello de calidad” que conlleva la membresía de la OCDE. Hoy estamos en el peor de los mundos: nos miran y no nos creen.
La OCDE califica anualmente el riesgo en la mayoría de los países del mundo, otorgando una nota que va de 1 a 7, siendo esta última la peor calificación que reiteradamente hemos recibido. No es motivo de orgullo y tiene costos muy directos: la baja calificación impacta en el costo de los seguros de inversión y el costo financiero que debe enfrentar nuestra sociedad.
Otros países hicieron y mantuvieron las reformas que mejoran la calificación trayendo confianza a país. Podemos y debemos hacerlo. Esa es la lógica que proponemos para la Argentina del futuro, que, con el esfuerzo de hoy, alcance el grado de desarrollo, grandeza y libertad que su pueblo supo tener y, sin dudas, aspira recuperar. La OCDE nos compromete con normas claras, previsibles y responsables en el camino para ese objetivo
Ayer fue una jornada positiva para el mercado financiero local. Entre el viento a favor que llegó desde el exterior, sumado a la expectativa de que el Gobierno reducirá diez puntos porcentuales el impuesto PAIS para las importaciones (de 17,5% a 7,5%), las acciones argentinas subieron hasta un 7% en el exterior y el riesgo país tocó el valor más bajo desde finales de junio.
Esto permitió consolidar el “veranito” cambiario que empezó a gestarse a mediados de julio, cuando el Gobierno anunció que el Banco Central (BCRA) intervendría en el mercado de los dólares financieros. En ese escenario, el dólar MEP retrocedió $10,9 y terminó el día a $1271,33 (-0,8%). El contado con liquidación (CCL), instrumento que se utiliza para traer y enviar divisas a una cuenta bancaria fuera de la Argentina cayó $3,6 y cerró a $1289,04 (-0,3%).
“Más allá de la tensión cambiaria latente, la brecha debería seguir estable en el corto plazo gracias al ingreso de dólares por el blanqueo y a la demanda excepcional de pesos para pagar el adelanto de Bienes Personales. Bajo este esquema, las perspectivas de carry trade se mantienen buenas, especialmente porque el Gobierno aún cuenta con poder de fuego para intervenir sobre los dólares financieros”, señalaron desde Cohen Aliados Financieros.
Indirectamente, estas medidas también tuvieron su impacto en el dólar blue, cotización que retrocedió por tercera rueda consecutiva. Ayer, se vendió en la informalidad de las cuevas porteñas a $1315, unos $20 menos con respecto al cierre previo (-1,5%). Para encontrar un valor similar, hay que remontarse al 19 de junio, cuando superó la barrera de los $1300.
Por otro lado, el tipo de cambio oficial mayorista cerró a $951, lo que significó una microdevaluación diaria de $1,50 (+0,2%), en línea con la estrategia del Banco Central (BCRA) de mover esta cotización a un ritmo del 2% mensual. Frente al contado con liquidación, la brecha cambiaria fue del 35,5%, cuando a mediados de julio había llegado a posicionarse por encima del 55%.
“De cara a los próximos días, el mercado mirará de cerca la dinámica en el Mercado Único y Libre de Cambios [MULC] luego del anuncio del Gobierno de que reducirá la alícuota del impuesto PAIS para importaciones de bienes y fletes desde septiembre. Creemos que, en lo que va de agosto, la expectativa por esa rebaja llevó a que la demanda de divisas por parte de importadores fuera menor, pero que podría aumentar una vez efectivizado el menor dólar importador”, señaló Juan Manuel Franco, economista jefe de Grupo SBS. El Banco Central terminó la rueda con saldo neutro por sus intervenciones, aunque en agosto acumuló US$618 millones de compras netas.
Bonos y acciones
En cuanto a los bonos soberanos de deuda, ayer volvieron a teñirse de verde en todas sus legislaciones y vencimientos. Entre los Bonares, se destacó el título con vencimiento en 2030 (AL30D), con un avance del 2,83%; entre los Globales, la mayor suba fue para el bono a 2030 (GD41D), con un 2,86%.
Esto permitió que el riesgo país descomprimiera unas 40 unidades y cerrara el día en 1444 puntos básicos (-2,7%). Este indicador, clave para que la Argentina vuelva a acceder a los mercados internacionales de crédito, tocó el nivel más bajo desde finales de junio. Aun así, todavía está lejos de los 1148 puntos que marcó en abril.
“Los avances en el frente fiscal y una mejor performance del Banco Central durante agosto han ayudado a las cotizaciones de los bonos junto a un entorno internacional más propicio para la demanda de activos ‘high beta’ [alto riesgo]. La baja del impuesto PAIS podría haber sido interpretada por los inversores externos como un acercamiento a la fecha del levantamiento del cepo”, consideraron los analistas de Delphos Investment.
También ayudó el viento externo, que esta vez sopló a favor del país. Es que el Departamento de Comercio de los Estados Unidos informó ayer que la economía norteamericana está creciendo, incluso por encima de las expectativas del mercado. Esa noticia impulsó a los activos financieros, a la espera de que la Reserva Federal (Fed) recorte las tasas de interés durante este mes.
En ese escenario, la Bolsa porteña se contagió del buen humor inversor y subió un 2,6%. Esta tendencia alcista también se observó entre las acciones argentinas que cotizan en la Bolsa de Nueva York (ADR): los papeles de Grupo Financiero Galicia treparon 7,2%, seguidas por Banco Macro (+6%) y BBVA
(+5,8%)
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La Argentina, ante el desafío de ingresar a la OCDE
Diana Mondino
La Argentina lleva décadas con dificultades sociales y económicas. Comparada con países democráticos con economías de mercado abiertas y transparentes, padecemos una baja tasa de crecimiento, alto costo financiero, baja tasa de inversión extranjera y local, inestabilidad macroeconómica, baja credibilidad económica internacional, altas tasas de pobreza y desigualdad más un débil entramado institucional, entre otros temas.
Un camino para mejorar esta situación es ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un foro de 38 países democráticos con ideas afines y comprometidos con principios económicos basados en el mercado. Propone un sistema de comercio multilateral abierto, libre, justo y basado en reglas, y cree en la transparencia y la responsabilidad gubernamental y el Estado de Derecho. En la OCDE se discuten y establecen estándares y buenas prácticas para el desarrollo económico. Su cumplimiento no es coercitivo, aunque cuenta con un eficaz mecanismo de monitoreo y revisión que induce cambios de comportamiento a través de incentivos reputacionales para los países.
La OCDE es nada más y nada menos que una organización que sugiere reglas. Es distinta de otras más conocidas. No provee financiamiento. Tampoco es un foro de negociación de acceso a mercados como la Organización Mundial del Comercio (OMC), ni negocia tratados de libre comercio. Tampoco se debe confundir su ranking de riesgo –que influye en la tasa de interés en créditos a las exportaciones y seguros de caución– con las calificadoras de riesgo.
Efectos institucionales, geopolíticos, económicos y de reputación
El primer efecto es el fortalecimiento institucional. El Estado argentino realiza un memorando inicial donde se autoevalúa en cuanto al grado de cumplimiento de los estándares y buenas prácticas de la OCDE. Debemos saber “dónde estamos”.
Hay un modesto primer efecto positivo que implica someter las políticas públicas al escrutinio en función de resultados. Posteriormente, en un proceso de negociación de la accesión que puede demandar algunos años, se alinearán la legislación, prácticas y políticas de nuestro país con los estándares y buenas prácticas de la OCDE.
Así, se busca anclar las reformas institucionales, económicas y políticas necesarias para mejorar nuestra situación de acceso al crédito, reducir tasas de interés, atraer inversiones, crecer y reducir la pobreza, entre otros alivios.
Hay una crítica obvia: la limitación de espacios de política de nuestro país y someternos a un esquema más rígido de normas y estándares que hoy no tenemos. Sin embargo, los países en desarrollo que abrazaron el modelo de las economías de mercado democráticas estables (México, 1994; Corea del Sur, 1996; Chile, 2010; Colombia, 2020, y Costa Rica, 2021, entre otros) usaron este proceso como parte de su camino de reformas estructurales.
Una vez logrado el estatus de miembro de la organización, el fortalecimiento de la calidad institucional continúa mediante el monitoreo periódico de las políticas públicas en función de resultados. Para ello, la OCDE cuenta con herramientas como “marcos de evaluación comparativa” (benchmarking) en diversas temáticas y “mecanismos de examen entre pares” (peer review) para evaluar el desempeño de los miembros vis á vis los estándares y buenas prácticas de la organización.
Consideraciones geopolíticas
Ingresar a la OCDE forma parte de una visión de mediano y largo plazo, inusual en nuestro país
Hoy estamos en el peor de los mundos: nos miran y no nos creen
Las naciones más desarrolladas del mundo no tienen reparos en someterse a esos escrutinios. ¿Por qué los tendríamos nosotros? Hoy solo tenemos magros indicadores de crecimiento, empleo y desarrollo. No estamos solos. La OCDE invitó a tres países europeos y tres latinoamericanos (Brasil, Perú y la Argentina), así como a Indonesia, preservando la representación geopolítica entre los miembros.
Evitemos ilusiones infantiles: ingresar a la OCDE forma parte de una visión de mediano y largo plazo, inusual en nuestro país. Es pensar más allá de la coyuntura, plantear una dirección a seguir y mantenerla en el tiempo. Las mejoras en la calidad de vida de la población, en su gran mayoría, serán la consecuencia de la adopción de medidas adecuadas y llevar adelante reformas estructurales que mejoren el clima y el marco legal de los negocios. Permite concentrarse en lo verdaderamente importante, como salud, educación y justicia, sabiendo que el clima de negocios permite que la economía crezca.
Desde hace décadas, y por muchas razones (defaults, déficits, inflación, etc.), los inversores extranjeros se han alejado de nuestro país. Construir una buena reputación llevará varios años. El desafío radica en pasar de una posición de outsider a una de prestigio. Dependerá de las medidas económicas y que mantengamos las reformas a lo largo del tiempo.
¿Qué pasa después?
Alcanzada la accesión, los mecanismos de revisión entre pares y los informes producidos por la OCDE permitirán observar y “certificar” los avances. De adoptarse y mantenerse las medidas, nuestro país obtendrá el “sello de calidad” que conlleva la membresía de la OCDE. Hoy estamos en el peor de los mundos: nos miran y no nos creen.
La OCDE califica anualmente el riesgo en la mayoría de los países del mundo, otorgando una nota que va de 1 a 7, siendo esta última la peor calificación que reiteradamente hemos recibido. No es motivo de orgullo y tiene costos muy directos: la baja calificación impacta en el costo de los seguros de inversión y el costo financiero que debe enfrentar nuestra sociedad.
Otros países hicieron y mantuvieron las reformas que mejoran la calificación trayendo confianza a país. Podemos y debemos hacerlo. Esa es la lógica que proponemos para la Argentina del futuro, que, con el esfuerzo de hoy, alcance el grado de desarrollo, grandeza y libertad que su pueblo supo tener y, sin dudas, aspira recuperar. La OCDE nos compromete con normas claras, previsibles y responsables en el camino para ese objetivo
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