Libre circulación de obras, protección del patrimonio y un debate que se instala en días febriles para el arte
El anuncio de la eliminación de las restricciones y los trámites aduaneros se hace eco entre los protagonistas de un ambiente fervoroso en pleno arteBA; qué dirá la inminente resolución: los pros y los contras en un coro de voces
María Paula Zacharías
Eduardo Mallea, Andrés Duprat, Gonzalo Lagos, Aníbal Jozami, Mauro Herlitzka y Nora Fisch: experiencias y opiniones sobre la norma
¿Libre circulación de obras o cuidado del patrimonio nacional?: son dos cuestiones distintas de las que se está hablando mucho por estos días en el mundo del arte, porque están atravesadas por las recientes declaraciones del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger. “El objetivo no es simplificar trámites, sino eliminarlos”, dijo. “Exportar una obra de arte es un verdadero incordio, hay que ir al Ministerio de Cultura y si el artista murió hace más de 50 años el Estado debe decidir si quiere comprar la obra. No se trata de simplificar, sino de eliminar”, detalló en el Council of the Americas el 14 de agosto pasado.
El arte argentino sale y entra del país habitualmente. Ahora mismo está por todo el mundo: en la Bienal de Venecia, además del envío oficial a cargo de Luciana Lamothe, expone el dúo Chiachio & Giannone, y hay obras patrimoniales y contemporáneas elegidas por el curador Adriano Pedrosa en la muestra principal: Libero Badii, Elda Cerrato, Victor Cúnsolo, Juan Del Prete, Clorindo Testa, Claudia Alarcón, Juana Elena Diz, Raquel Forner, María Martorell, Emilio Pettoruti, Lidy Prati, Kazuya Sakai y Mariana Tellería. La Chola Poblete, artista ganadora de una mención especial y best seller en Art Basel, continúa su gira mundial, de Berlín a Portugal. Ningún trámite aduanero la detiene. “Por ahora no cambia nada”, comentaba una coleccionista en un cóctel de los tantos que riegan la semana más activa del arte, la de arteba. Sí y no. Porque las voces a favor y en contra de liberar el comercio de arte ya se están haciendo oír.
Uno de los núcleos históricos de la bienal, con obras de los argentinos Elda Cerrato, Juan Del Prete, Clorindo Testa, Lidy Prati y Libero Badíi
De todos modos, la reforma avanza a paso firme, y así lo confirmó a LA NACION Eduardo Mallea, Director General de Aduanas de la AFIP, abogado, coleccionista y exvicepresidente de arteba. “Estamos trabajando con el ministro Sturzenegger y el Secretario de Cultura Leonardo Cifelli en el borrador de la norma basándonos en la siguiente idea: circulación es circulación de verdad. Para exportar una obra de arte lo único que vas a tener que presentar es una declaración jurada que indique bajo juramento que la obra no es robada. Con el esquema actual, la exportación no paga derechos. En lo que es equipaje, artista o galerista que lleva obra al exterior, va a desaparecer la necesidad de aviso. Las licencias para obras de artistas fallecidos hace más de cincuenta años también van a desaparecer. El Estado argentino no va a jugar más a ser eventual comprador ni va a poder dar la potestad a un privado para que lo haga, porque restringe la circulación: si no, un privado no va a traer nunca más un Picasso para exponer porque si lo querés sacar de regreso, se va a disparar todo el proceso de publicación en el Boletín Oficial, reunión de un comité asesor, etcétera. Todo lo que sea patrimonio nacional de instituciones públicas es otra cosa”.
“Yo creo que hay que favorecer el ingreso, pero que hay que regular el egreso de obras de arte, porque con ese criterio de libre circulación del que se está hablando se deja de proteger a las obras que forman parte del patrimonio artístico del país. En todos los países existe”, señala Aníbal Jozami, experto en movimientos globales de obras como director de Bienalsur, que sucede en más de 80 ciudades de 30 países. “Es necesario aligerar el trámite para ingresar con un cuadro o para que los mismos artistas que van a hacer una exposición afuera no tengan complicaciones. Pero hay que proteger el patrimonio, y eso no está previsto en lo que se habla de la nueva ley. Si no, puede venir cualquiera y comprar lo que debería estar en los museos argentinos”, agrega.
Andrés Duprat es el director del Museo Nacional de Bellas Artes, curador de muestras internacionales -como la que llevó el año pasado a 22 artistas locales al Padiglione d’Arte Contemporanea (PAC) de Milán- y anteriormente se desempeñó como director de Artes Visuales del Ministerio de Cultura. “Las muestras grandes como la de Milán se hacen contratando un transportista especializado que tiene sus propios despachantes. Si se liberan los trámites, es bueno para el artista individual, que si hoy quiere llevar cuatro obras a Madrid a ver si se venden, no puede dejarlas cinco años, sino que tiene permiso para tenerlas afuera doce meses. Como director de Artes Visuales, solamente una vez en una década se objetó una salida del país, y era discutible. Es necesario que los artistas puedan sacar sus obras, tenerlas afuera más tiempo, que las puedan vender. Es una gran noticia liberar lo más posible, porque no hay riesgo para el patrimonio. Lo constaté durante tantos años dando las licencias. Hay que facilitar la difusión del arte argentino”, dice.
Actualmente la autoridad para validar la salida y entrada de obras de arte es la Secretaría de Cultura. “A través de esta autoridad se aplica un mecanismo idóneo de evaluación de la calidad artística y valores que por su incumbencia la Aduana no tiene. De hecho, este mecanismo es muy eficiente y facilita la celeridad aduanera de verificación posterior. Obturar o modificar este mecanismo llevaría el proceso de verificación a la Aduana, que no tiene ni la experiencia por conocimiento ni la incumbencia en arte y crearía demoras e inconvenientes, sumando riesgos de preservación al no poder expedirse en forma inmediata: hoy en forma digital y anticipada se obtienen los certificados de importación y exportación en forma eficiente”, observa Gonzalo Lagos, director de Meridiano, la cámara que agrupa a 64 espacios en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Tucumán con diversas trayectorias, que representan a su vez a más de 1000 artistas.
Por ejemplo, si un gran coleccionista trae al país para exponer una obra de arte debe pagar actualmente un 10,5% de IVA. Esto también cambiaría con la nueva resolución. “La importación siempre está gravada. Pero si alguien quiere traer alguna de obra para exponer por un tiempo, lo va a poder hacer de forma no gravada con un permiso temporal por cinco años”, detalla el funcionario.
Esto es lo que destacan que está bien del actual sistema: que es un trámite online, gratuito, que toma dos días y se realiza en el portal . Para sacar del país obras de arte originales, objetos de colección y antigüedades, la legislación obliga a pedir una autorización que certifica que la salida del país del bien declarado no vulnera el patrimonio cultural argentino. Para artistas nacionales y extranjeros, vivos o fallecidos hasta el término de 50 años a contar desde la fecha de deceso del autor, se tramita un Aviso de Exportación. Para artistas fallecidos hace más de 50 años, ilegibles, anónimos o desconocidos, una Licencia de Exportación. El Aviso de Importación es el documento necesario para el ingreso de obras de arte al país, sean de autor desconocido o no, vivo o fallecido. No es necesario si se tiene un certificado de exportación emitido por el país de procedencia.
Parece complicado, pero no: con el trámite online y la factura de la compra, una obra comprada en arteba estará pasando la Aduana sin problemas en 48 horas. “La Secretaría de Cultura interviene de una manera muy eficiente en las importaciones y exportaciones de obras de arte”, dice Lagos. “Tarda menos, por lo general. Si no hay sobrecarga de trabajo, lo hacen en el día”, coincide la galerista Nora Fisch. De todas formas, los compradores internacionales son pocos, y suelen ser instituciones o museos, por lo que son procesos que duran meses, se expiden comités de compra y se envían con despachantes.
“Este trámite ya no será necesario. Ya no vas a tener que pedir permiso para llevarte algo que es tuyo, lo compraste o es de tu autoría”, dice Mallea. Antes de 2018, era necesario realizar trámites kafkianos en una agencia del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, pagar honorarios exorbitantes a despachantes de aduana y escribanos para sacar del país una obra. La ley se modificó por el decreto 27/2018, firmado por Pablo Avelluto durante la presidencia de Mauricio Macri.
Desde la delegación Cultura de la Asociación Trabajadores del Estado emitieron hoy un comunicado en defensa del actual sistema para “evidenciar que no existen trabas burocráticas ni trámites poco transparentes. La Dirección Nacional de Bienes y Sitios Culturales tramitó 53.670 expedientes relativos a exportación, medido desde junio 2018 a julio 2024″, expone sus datos. Sin la ley actual, concretamente, se perdería toda posibilidad de hacer una trazabilidad de las obras de arte como bienes culturales y estas pasarían a convertirse en un mueble más″. Entre los beneficios del sistema actual, señalan en el escrito que “los bienes culturales tienen beneficios aduaneros, los artistas pueden exportar 15 obras sin complicaciones, permite detectar el contrabando, sólo cinco obras en seis años fueron evaluadas como patrimonio y su precio lo fijó el dueño”. Como consecuencia de la desregulación advierten que el artista deberá pagarle a un gestor, habrá derechos de exportación pagos, tasas de embarque e IVA y las obras de arte correrán riesgos si quedan estacionadas en los almacenes de la Aduana.
Todavía hay cosas por mejorar, notan los galeristas desde Meridiano: “La ley aduanera 22.415 prevé en su reglamentación un plazo para exportaciones temporarias que resulta corto para realizar exposiciones en el exterior, o formar parte de ferias en el exterior u otras formas de circulación. Escuchando las experiencias de los distintos actores involucrados, proponemos que puedan llevarse hasta un límite de cinco años. Lo mismo para las importaciones temporarias, dado que hay muchas exposiciones itinerantes o situaciones comerciales en el exterior que requieren un tiempo prolongado de exhibición superior al que rige actualmente”, observa Lagos.
Esto estaría contemplado en la nueva normativa. “Las licencias temporales de importación solo serán necesarias para facilitar el reingreso de la obra de arte y no tener que pagar el 10,5 de IVA. Pero los permisos no serán por un año, sino de cinco. Será un trámite en Aduana, no en la Secretaría de Cultura. En resumen: va a ver una casi absoluta libre circulación de obras de arte, y se va a extender de uno a cinco años tanto las importaciones como las exportaciones temporarias”, explica Mallea.
Será un alivio para el caso de muestras itinerantes, que tienen hoy el engorro de volver al país cada año. Por ejemplo, La Menesunda, la gran instalación de Marta Minujín, que estuvo en gira mundial: no es fácil moverla de un continente al otro solo por cumplir un trámite. Lo señala el galerista Mauro Herlitzka: “Muchas obras que viajan tienen ese problema. Duran tres meses en un lugar, se desmontan, viajan, se vuelven a montar... eso puede llevar mucho más de dos años. Entonces, resulta que al artista argentino no lo incluyen, la muestra no se hace o termina siendo muy cara. A veces las muestras se piensan para dos o tres lugares, y una vez afuera surgen dos lugares más: la obra puede estar afuera tres o cuatro años, tranquilamente. Entonces, que hay que nacionalizar la obra afuera, mandar las divisas como si se hubiera exportado, y para traerla de vuelta es otro trámite. Muchos artistas se ven perjudicados por estas licencias que duran tan poco”.
“¡Vivimos en un país que queda lejos! -continúa Herlitzka, que fue parte del equipo consultor en diputados que aportó experiencia y conocimiento para la redacción de la ley madre promulgada en 1996-. Incluso, en giras latinoamericanas es un incordio porque una muestra puede itinerar por países limítrofes, ¡y va a tener que volver al país cada vez! La obra de Kosice, después de Malba, va a ir al PAMM de Miami y después al Museo de Houston... y quizá surge otro lugar más. Las obras que son argentinas no las van a poder pedir”. Es muy caro el transporte internacional de obras de arte. Hoy con licencias de un año se achican las posibilidades de venta. “Llevás un conjunto de obras a una feria internacional, y para lo que no vendés surgen posibilidades de exposición para el artista en ese lugar o querés mandar sus obras a otra feria. De Miami puedo mandar a Madrid... pero no se puede, la obra tiene que pasar en el medio por Argentina. Es un clavo”.
“Si una galería en el exterior invierte mucho dinero en llevar obra de un artista argentino, va a querer tener la obra en consignación en trastienda varios años después. Así funciona el mercado -coincide Fisch-. No es que vas, hacés una muestra y todo se vende. La obra circula, se presta a un museo. Por eso, los tiempos tan cortos van a contrapelo de cómo funciona el arte internacional”.
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