domingo, 23 de junio de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE


Radio Nacional, en su hora más crucial
Pasa de RTA a depender del vocero presidencial y falta que el Congreso defina si se privatizará o seguirá en manos del Estado
Pablo Sirvén
Sostener operativa a Radio Nacional le cuesta al Estado $1300.000.000 mensuales. Y para qué sirve es una discusión eterna nunca zanjada.
Tras el vendaval kirchnerista que la partidizó en los últimos veinte años (ya que ciertos mandos internos claves subsistieron en el período macrista), esa amenaza sigue latente hoy porque ocho de sus gerencias continúan comandadas por personas que militan aquella ideología.
En la reciente ceremonia de los Martín Fierro de radio, Nacional no ganó ni una sola estatuilla, síntoma de su notable irrelevancia. “La Radio se quedó sin alma. La grieta es espantosa y sigue creciendo, es intestina. Nada ha cambiado y sin depuración no avanzamos”, argumenta contundente una voz en off que se escucha por sus micrófonos desde hace décadas.
La nueva administración dio de baja Las dos carátulas, prestigioso radioteatro de obras clásicas, por el que han pasado los principales artistas de este país. El año que viene iba a cumplir 75 años ininterrumpidos en el aire, pero se decretó su fin por tres razones: 1) falta de audiencia, 2) alto costo para ser un programa semanal (más de un millón de pesos por mes) y 3) insistir en mantenerlo, alegan las nuevas autoridades, sería como pretender que subsistan para siempre Los Pérez García o La revista dislocada, célebres ciclos radiales de mediados del siglo pasado.
Acaban de sonar todas las alarmas por el levantamiento de un programa matutino de actualidad política apenas dos meses después de su salida al aire. También hubo despedidos y no se renovaron contratos.
Aunque el primer nombre de Nacional fue Radio del Estado, no fue ningún gobierno populista al que se le ocurrió cargarle al erario público ese gasto. Fue la administración conservadora del general Agustín P. Justo la que la puso en marcha el 6 de julio de 1937. Sin embargo, no fue la primera emisora oficial que hubo en la Argentina. Diez años antes, en 1927, durante el gobierno radical de Marcelo T. de Alvear, su esposa Regina Pacini, que había sido cantante lírica, propició la inauguración de Radio Municipal (hoy llamada La OnceDiez) con la idea de que por esa onda se transmitieran los conciertos y óperas del Teatro Colón.
Nacional fue la tercera en llegar ya que LS11 Radio Provincia arrancó cinco meses antes con los auspicios de Roberto Noble, entonces a cargo del ministerio de gobierno bonaerense (también conservador). Ocho años más tarde fundaría Clarín, ya desde el ámbito privado.
Las malas mañas, la sindicalización excesiva y superpuesta (en Nacional conviven seis gremios que convocan a recurrentes asambleas), los contratos rimbombantes y la ideologización de sus micrófonos en tiempos más recientes opacan su marca. Sin embargo, si conservadores y radicales antipersonalistas apostaron a sostener desde el Estado algunas emisoras radiales no fue por mero capricho: buscaban informar a todo el país, en especial a sus zonas más remotas poniendo el foco en la cultura como herramienta democratizadora y de elevación de la audiencia, algo que se fue desvirtuando y que quedó por el camino.
Ahora que soplan los vientos extremos libertarios, aquellas primeras intenciones aparecen borroneadas y la frágil Radio Nacional se estremece en medio de un tembladeral con final incierto.
Es que son más los interrogantes que las certezas: en la Ley Bases aprobada por Diputados LRA, tanto como la TV Pública, quedan sujetas a ser privatizadas. Pero eso voló en la versión aceptada por el Senado, como una de las concesiones que hizo el Gobierno a último momento para que el tratamiento prosperara en la cámara alta. Habrá que esperar qué versión es la que finalmente prevalece cuando retome y liquide el tema la cámara baja el próximo jueves.
Mucho más es lo que el Poder Ejecutivo todavía debe resolver: cambió recientemente el titular de RTA, de quien dependía Radio Nacional, pero el vocero presidencial Manuel Adorni anunció días atrás que ahora esa emisora, tanto como la TV Pública, reportarán a él. Sucederá en unas dos semanas, cuando salga el decreto que delineará las nuevas competencias de la reorganizada Jefatura de Gabinete.
Mientras tanto, Héctor Cavallero, exitoso empresario privado de espectáculos, con 80 años clavados, aceptó ser director de la emisora con sensaciones ambivalentes ya que al mismo tiempo le resulta desafiante y tedioso. Su idea es desideologizar la onda y volverla más popular y pasatista al estilo de la vieja Radio Rivadavia que hicieron grande Cacho Fontana, Antonio Carrizo y Héctor Larrea.
Nacional cuenta con 49 filiales en todo el país y con tres FM (Clásica, Folklórica y Rock, bajo la tutela de Pablo Valente) más Radiodifusión Argentina al Exterior. Muy dudoso que algún privado le entusiasme hacerse cargo de ese paquete descomunal.

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