Robo de cablesAsí operan las bandas que venden el cobre y contrabandean a otros países
Texto de Diego Cabot
En general, sucede de noche. Un camión o un utilitario, como el que puede tener cualquier cuadrilla que trabaja sobre alguna red de servicios públicos, llega con total disimulo a una esquina del Gran Buenos Aires. Suele detenerse sobre las denominadas bocas de tormenta, esas tapas de acero que llevan a las fosas donde corre el corazón de las redes de servicios públicos. Lo que sigue es el impune despliegue de todo el arsenal delictivo, necesario para uno de los robos que más ha crecido en el último tiempo: el de cables. La secuencia sigue con la colocación de vallas, muchas de ellas con el logo de empresas telefónicas, eléctricas o con la apariencia de aquellas tercerizadas que trabajan para ellas. Bajan uniformados, con casco, barnizados en la formalidad de las cuadrillas de calle. Colocan una lona para tapar aquella vista de la tapa deslizada. Entonces sí, empieza la operación que terminará con el corte en algún servicio y con una recompensa millonaria que comienza con el que reduce el cable, a razón de entre 6000 y 10.000 pesos el kilo, y termina con el que logra sacar al exterior el cobre, que se lleva alrededor de 11.000 dólares por tonelada. En el medio, se encadenan una decena de intermediarios y delitos que terminan con aquel cable robado convertido en una cotizada commodity, mayormente enviada de contrabando a países limítrofes.
En Paso de los Libres, a fines de marzo, Gendarmería detuvo a los conductores de dos camiones que trasladaban 46 toneladas de cobre y bronce procedentes de robos en el conurbano bonaerense con destino a Brasil
Generalmente, las bandas preparan vehículos especiales para robar los cables. De acuerdo a 12 testimonios que recogió entre las empresas damnificadas, dos fuerzas policiales, fuentes del Ministerio de Seguridad y tres fiscales que intervienen en causas relacionadas con estos hechos, los delincuentes acondicionan los camiones para llevar a cabo el ilícito. “Hay de todo, desde cisternas hasta utilitarios. En general, tienen un segundo motor, en los tanques o en la parte de atrás de la camioneta. Ese motor es el que le da tracción a una suerte de rueda o malacate, que mueve un cilindro donde se enrolla en cable”, dice un abogado que ha dedicado los últimos años de su profesión a trabajar sobre estas organizaciones.
Gracias a un trabajo de inteligencia previo, dos camiones que intentaban llegar a Brasil fueron inspeccionados: debajo de kilos y kilos de hierro, había varias toneladas de cobre
Al ritmo de la cotización del cobre Por estos días, un juicio contra una de estas bandas delictivas tiene lugar en los tribunales federales de San Martín. En ese expediente, los fiscales negociaron varios juicios abreviados, un mecanismo que requiere que el imputado reconozca el delito. Allí se vio un video que tomó un policía que pasó por una esquina bonaerense y se encontró con una camioneta con el chasis casi pegado al piso debido a la tensión que provoca retirar centenares de metros de cable enterrados. Lo filmó con su teléfono y, finalmente, se utilizó como evidencia. El robo de cables se convirtió en las últimas dos décadas en un delito que se mueve al ritmo del precio del dólar, de la cotización del cobre, de la necesidad y de la búsqueda de dinero fácil. En este hemisferio conviven bandas sofisticadas, estructuras dedicadas al lavado de dinero y contrabando, pero también pequeños malhechores que van detrás de un trozo de cable como para tener unos cuantos pesos en el bolsillo rápido, sin dejar rastro. Reducidores, técnicos para decodificar las redes, operadores de hornos de fundición, sistemas de transportes y, finalmente, millones de pesos en toda la cadena. Liquidez y anonimato. Como en todo delito masivo, las estadísticas escasean. Pero algunos datos podrían generar una idea de lo que significa. Por caso, una de las empresas que más sufre estos robos presupuestó 4000 millones de pesos en 2024 para poder remediar los daños que estima que sufrirá. Otra, en un parte interno al que tuvo acceso, registró 4476 hechos de vandalismo entre 2023 y 2024, con alrededor de 670 causas activas por robo y daños en los cables de cobre. Autopistas del Sol, concesionaria de los accesos Oeste y Norte, además de la avenida General Paz, es otra de las empresas más activas en la prevención y en la posterior denuncia de los delitos. Decenas de causas penales se acumulan. “Se constató que sustrajeron no solo cables, sino tableros de postes de iluminación y llaves termoeléctricas. Se destaca que los tableros de iluminación vandalizados en este caso habían sido reforzados con la construcción de un muro de cemento y alambres de púas, los cuales fueron superados”, se lee en una de las últimas instruidas. Las consecuencias muchas veces están a la vista, por ejemplo, autopistas a oscuras, avenidas sin luces o usuarios sin servicio telefónico. Al soldar las tapas y los accesos, las compañías han llegado a individualizar los cables y a identificarlos con su nombre, hasta el extremo de regresar a los 90 cuando se colocaba una calcomanía en los autos en la que se avisaba a los delincuentes que ese vehículo no tenía estéreo. Ahora, se instala un cartel amarillo: “Cable sin cobre”. Así rotulan a las redes de fibra óptica, caras y determinantes para las comunicaciones, en cuyas arterias no se podrá encontrar el material buscado por los ladrones. El robo de cables no requiere demasiada logística. Un fiscal relata que suele haber cientos por mes. “A veces son pocos metros, 5 o 10 metros de cable. Como es un delito no tan grande, los delincuentes pasan por la comisaría y al poco tiempo reinciden”, cuenta. Pero, igualmente, esos pocos metros suelen causar enormes consecuencias para los usuarios conectados a ese cable. O, en el caso de las autopistas, dejan varios centenares de metros a oscuras. Para entender el fenómeno hay que saber que la cotización en una chatarrera cualquiera se paga al menos $6000 el kilo y puede llegar hasta el doble si es de buena calidad o si ya se separó el plástico del cable. LA NACION lo comprobó en dos lugares de reducción de este tipo de productos, en la zona de La Matanza y José C. Paz. Cuando un vendedor llega con el cable sin desenvainar, con la estructura de plástico, se lo pesa y se lo divide por dos. Se estima que al menos la mitad es la goma que lo recubre. Es decir, quien llega con 10 kilos de cobre en cualquier estado, se lleva alrededor de 60.000 pesos en el acto. Semejante recompensa ha generado que se sucedan cada vez más robos a menor escala. En las empresas más activas en cuanto a la decisión de denunciar y mantener las querellas, Telefónica, Telecom y Autopistas del Sol, saben que dos o tres metros son rentables para el delincuente pequeño.
El robo de cables afecta a diversas empresas y a los usuarios, que encuentran avenidas y autopistas a oscuras
Mercado interno y contrabando de cobre a otros países De regreso a la cadena delictual, detrás o después de esa primera venta empieza una estructura que generalmente termina con el cobre fuera de la Argentina, puntualmente en dos destinos, Paraguay y Bolivia, y en menor medida, en Brasil. Solamente para dimensionar el negocio, vale la pena detenerse en un dato: Paraguay no produce cobre y se ha convertido en un país exportador. Maravillas productivas. Un alto jefe de seguridad de una compañía que opera en el mercado de las comunicaciones explica que un cable de teléfono de una columna puede llegar a pesar entre 6 y 7 kilogramos. La Justicia, la policía, los ministerios de Seguridad, las municipalidades y las empresas han enfocado su tarea en romper la cadena de comercialización. “La idea es que no sea tan fácil reducir el cable robado”, dice un comisario de la zona oeste. Una de las herramientas de las que se valen es una regulación que autoriza a las municipalidades a inspeccionar a los “chatarreros” y a exigirles que muestren si tienen cobre. De ahí que los cables, la gran mayoría identificados, se hayan convertido en un elemento “caliente”. Es decir, el material tiene que estar el menor tiempo posible en las “chatarreras”. Hay que desprenderse rápido. Dos chatarreros contaron a LA NACION que una logística aceitada recorre por las noches los lugares de reducción del conurbano. Se retira hasta el último metro de cable ya que las chatarreras pueden ser inspeccionadas. Después, el camino del cobre dependerá del nivel de sofisticación de la banda que opere. La que es juzgada en los tribunales de San Martín llegó a ser una de las más profesionales. Sus miembros tenían camionetas, mano de obra, operaban de noche y hasta alquilaban quintas por el fin de semana en la zona de Funes, cerca de Rosario, que utilizaban como centro de la operatoria. Se llevaban centenares de metros de cable por cada jornada, los descargaban en la quinta y los tapaban con lona verde. Una vez que el botín estaba completo, un camión transportaba todo a galpones ubicados en la zona de San Martín y La Matanza. Allí, verdaderas plantas industriales, hacían su trabajo. Una máquina llamada “desenvainadora” quitaba el plástico, que también se vende y se reduce. El cobre limpio se tritura en forma de pellet. Y luego, en hornos especiales, se funde. Según la modalidad del horno y de la matricería, las bandas suelen optar por confeccionar lingotes o, en este caso, chapas de alrededor de medio centímetro de espesor. La reducción del producto y la separación del plástico ya le genera al material un valor mayor, con el que se paga al primer eslabón de la cadena. Lo que sigue puede ser el mercado interno o la exportación, siempre a través del contrabando a Paraguay, Bolivia o Brasil.
LAS RUTAS DE TRASLADO DEL COBRE
Buenos Aires - Encarnación
El paso que cruza el río Paraná a la altura de Posadas y que llega a la localidad paraguaya es una de las principales rutas que utilizan los delincuentes para sacar el cobre del país
Buenos Aires - Paso de los Libres
Es una de las vías de traslado. En marzo, hubo un operativo que interceptó camiones que exportaban chatarra a la provincia de Corrientes. Dentro de la carga había cobre, valuado en alrededor de un millón de dólares
Buenos Aires - Asunción
La capital de Paraguay es el principal destino del cobre que sale del país. Desde ahí, se provee principalmente a Brasil
Buenos Aires-Rosario-Salvador Mazza-Yacuiba
La ruta por el norte de Salta tiene una frontera seca. El cobre entra en camiones a predios que tienen su ingreso por la Argentina pero que, por detrás, se comunican directamente con Bolivia. Los camiones se descargan y el cruce es manual
En marzo, por caso, se logró interceptar dos camiones en la zona de Paso de los Libres que viajaban con destino a Brasil. Trasladaban chatarra, material que tiene un régimen distinto para ser llevada fuera del país. Gracias a un trabajo de inteligencia previo, se detectó que debajo de kilos y kilos de hierro, había varias toneladas de cobre. Fue un secuestro millonario que terminó en una causa penal. Desde 2002, cuando el robo de cables comenzó a extenderse por la crisis económica, existe una ley nacional que establece la prohibición de vender cobre y de exportarlo. Desde hace tiempo, no se produce en el país y, por lo tanto, la Argentina no lo vende al mundo.
El robo de cables y la consecuente falta de señalización, una de las hipótesis del reciente choque de trenes en Palermo
La presión de las empresas y las inspecciones han logrado desarmar algunas de las bandas importantes. Pero el delito sigue. No es difícil encontrar en calles del conurbano fogatas en las que se quema el cable robado para borrar las identificaciones y, de paso, hacer una rudimentaria separación de cobre y plástico. Esa es una postal de la modalidad delictual. Otra escena que dejó este fenómeno bajo la lupa fue el choque de trenes de la línea San Martín, en Palermo, del 10 de mayo pasado: una de las hipótesis es que el robo de cables afectó la señalización y fue determinante para la colisión que, de milagro, no derivó en muertes. Pero hay más, en tono de tragedia. El 7 de mayo, en la ruta 33, cerca de Bahía Blanca, aparecieron cuatro cadáveres y un herido en una camioneta que fue abandonada en la puerta del Hospital Municipal Leónidas Lucero. Los dejó en el lugar el padre de una de las víctimas. Estaban tirados en la caja, algunos con los pies colgando fuera de la carrocería. El caso se investiga por electrocución masiva. Robaban cables de alta tensión.
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Oro y dólares, el tesoro oculto entre los ladrillos de una pared narco
La banda era liderada por un expolicía y entre los siete detenidos figura el hermano de un exsenador bonaerense del peronismo
Gustavo CarabajalDecomisaron dos kilos de oro y US$540.000 archivo
En lugar de enterrar el dinero en tambores como lo hacía Pablo Escobar Gaviria, el expolicía bonaerense Noel Martí eligió ocultar en la doble línea de ladrillos que componían la pared del departamento en el que vivía en Necochea, los millones de pesos que, supuestamente, obtenía de la venta de drogas.
Para la Justicia, Martí sería el jefe de la denominada banda de los lingotes de oro, que ostentaba una vida de lujos en la que varios de sus integrantes se mostraban en Necochea con automóviles, camioneta y motos de alta gama.
En las últimas horas Martí y otros seis acusados fueron trasladados a la cárcel de Batán, acusados de formar parte de una banda dedicada al narcomenudeo que llegó a recaudar $1300 millones por la comercialización de estupefacientes, durante casi cuatro años.
Al declarar ante la Justicia, los acusados afirmaron que los 30 lingotes de oro, los US$540.000 y $23.000.000 en efectivo fueron el producto de sus actividades comerciales y negaron que el dinero hubiera sido obtenido por la venta de drogas.
Sin embargo, durante la investigación realizada por el fiscal Carlos Larrarte se habrían encontrado pruebas que avalaron la sospecha de que los acusados compraban la droga a un distribuidor mayorista que la mandaba por encomienda a Necochea, donde se fraccionaba y se comercializaba.
Además, entre los acusados figura Carlos Amondarain, alias Piti, hermano del exsenador provincial por el PJ Juan Amondarain. Ese exlegislador y candidato en las últimas elecciones no está ni imputado ni investigado en esta causa.
Gran parte del dinero secuestrado estaba oculto en la pared de doble fondo del departamento situado en el cuarto piso del edificio donde funciona uno de los paseos de compras más importantes de Necochea. Fuentes de la investigación indicaron que, sumados los lingotes de oro, la marihuana, la cocaína y el dinero en efectivo, la valuación de los elementos secuestrados supera los $1300 millones.
Durante la investigación realizada por el fiscal Larrarte se habría determinado que la organización usaba una ferretería como fachada para comprar herramientas a un proveedor, en el Gran Buenos Aires. Esas herramientas se mandaban en encomiendas a Necochea, en la guía de los paquetes figuraba el nombre de Miguel Volpe, supuesto propietario de la ferretería, quien retiraba las cajas.
Pero, oculto entre las herramientas, el mayorista de cocaína que operaba en San Justo había colocado el alijo de droga.
Según fuentes de la investigación, el 23 de mayo pasado, el proveedor de cocaína, que habría sido identificado como Oscar “Willy” Cribilleros, avisó al falso ferretero que el paquete llegaría el sábado. Pero ese día era feriado por el 25 de Mayo.
No obstante, ante la posibilidad de que alguno de los responsables del transporte de encomiendas estuviera vinculado con la banda y hubiera decidido abrir el depósito para entregar el paquete con las herramientas y la droga, los responsables de la pesquisa decidieron preparar los allanamientos aunque el local estaba cerrado.
No hubo ningún empleado o dueño de la empresa de encomiendas involucrado. Los integrantes de la banda narco tuvieron que esperar hasta el lunes para que el local estuviera abierto y así poder retirar la encomienda con las herramientas y la droga.
El lunes pasado, antes del mediodía, Volpe concurrió al local del correo privado, retiró el paquete y se encontró en una confitería con Martí y Amondarain. Después, pasó por la una sucursal bancaria y transfirió el resto del dinero a la cuenta de Cribilleros para cancelar el pago del cargamento de cocaína.
Volpe fue sorprendido por los efectivos de la Prefectura cuando salía del banco. La celeridad y coordinación con la que intervinieron los efectivos de la unidad con base en Quequén impidió que Volpe pudiera alertar al resto de los integrantes de la banda. Al mismo tiempo que el falso ferretero era detenido en la puerta del banco, el resto de los uniformados irrumpía en el departamento de Martí, situado en el cuarto piso del edificio de la Galería Central, y en el departamento de Amondarain, en el séptimo del mismo complejo habitacional, ubicado en el centro viejo de la ciudad balnearia.
Martí había decorado su departamento como un boliche. Tenía la ornamentación e iluminación características de los locales bailables. Este detalle abonó la presunción entre los investigadores de que allí se habrían realizado reuniones sociales en las que se vendía la cocaína que les manda Cribilleros, de nacionalidad peruana.
Mientras tanto, en San Justo, otro grupo de efectivos allanaba la casa de Cribilleros, el principal proveedor de droga de la banda que operaba desde hace, por los menos, cuatro años en Necochea.
Al analizar la estructura de la organización narcocriminal los investigadores determinaron que el expolicía Martí, que se había desempeñado en Dirección Departamental de Investigación (DDI) de Necochea, sería el jefe de la banda.
Según las pruebas consignadas en el expediente, Martí habría aprovechado los conocimientos y relaciones obtenidas cuando realizaba funciones de policía adicional en una sala de juegos de Necochea para armar el circuito que utilizaría con plataformas de apuestas electrónicas para hacer circular el dinero proveniente de la venta de drogas.
Además de las apuestas electrónicas, entre la documentación encontrada en los diferentes allanamientos los investigadores encontraron que los imputados conformaron una multiplicidad de sociedades offshore con el objetivo de triangular el efectivo que obtenían de la comercialización de estupefacientes.
Parte de esa documentación fue encontrada en una oficina que los acusados instalaron en el mismo edificio en el que funciona el Centro de Monitoreo Municipal de Necochea. Aunque dicha dependencia no figuraba entre los objetivos investigados.
En la mencionada oficina, los efectivos de la Prefectura hallaron una computadora, varios pendrives y dispositivos de almacenamiento de datos. Uno de esos chips correspondía a la llave de una bitcoin.
Por este motivo, ante la posibilidad de que la banda hubiera utilizado criptomonedas para blanquear el dinero del narcomenudeo, los responsables de pesquisa resguardaron todas las pruebas sobre el presunto lavado de activos y las remitirán a la Justicia Federal para que investigue la presunta responsabilidad de los siete detenidos en dicho delito.
Por el momento, los acusados Martí, Volpe, Amondarain, Cribilleros, Adriana Beldoménico, Leonardo Jover y Ayelén Gómez, fueron indagados por su presunta responsabilidad en el delito de “comercialización de estupefacientes, agravada por el concurso de tres o más personas y fueron trasladados a la Unidad Penal N° 44, en Batán.
Los operativos fueron ordenados por la titular del juzgado de Garantías Nº 2, de Necochea, a cargo de la magistrada Aída Lhez, que aceptó la requisitoria del fiscal Larrarte para que se realizaran los allanamientos. Durante los próximos días la jueza deberá resolver los pedidos presentados por algunas de las defensas de los acusados que solicitaron la excarcelación y prisión domiciliaria con monitoreo de una tobillera electrónica.
Un homicidio, en la mira
Si bien, hasta el momento se trató de un hecho aislado y sin que alguno de los acusados apareciera en la mira de los investigadores de un homicidio ocurrido en julio de 2020, no pasó inadvertido el poder económico de la banda de los lingotes de oro y la red de protección que tendrían algunos de los integrantes de la organización narcocriminal.
Alejandra Fiorito, de 45 años, fue asesinada de cinco balazos cuando estaba en su automóvil Volkswagen Suran, en 58, entre 87 y 89. El asesino apoyó el cañón de su revólver .38 en el hombro de la víctima y disparó dos balazos a quemarropa. Luego efectuó otros tres disparos que atravesaron el tapizado de la butaca y pegaron en la espalda de la mujer, madre de tres hijos.
Ninguno de los vecinos de la zona pudo ver quién estaba en el automóvil con Fiorito. Tampoco escucharon las detonaciones del revólver. La policía llegó al lugar alertado por uno de los habitantes de la zona al que llamó la atención el Volkswagen Suran estacionado desde la tarde anterior.
Cuando los policías revisaron el vehículo hallaron el cuerpo de Fiorito con las cinco heridas provocadas por los balazos y más de treinta envoltorios con cocaína lista para su comercialización.
Al revisar la vivienda de la víctima, los investigadores hallaron una balanza de precisión y más cocaína. Aunque los investigadores policiales y judiciales determinaron que Fiorito se dedicaba al narcomenudeo y que el móvil del homicidio fue un ajuste de cuentas, hasta el momento no hay ningún sospechoso detenido.
Luego de investigar el abanico de actividades que desarrollaba la víctima, los responsables de la pesquisa encontraron un dato curioso: Fiorito había trabajado con una empresa que realizaba el desarrollo de claves para las apuestas electrónicas. Casualidad o una pista que podría conducir a los investigadores a los sospechosos del homicidio.
La organización criminal operaba en Necochea y se abastecía de drogas mediante el envío de encomiendas desde La Matanza
Usaban una ferretería como fachada para disimular cocaína entre herramientas en los pquetes que armaba su contacto en el conurbano
Investigan si ese grupo tuvo relación con un asesinato
En lugar de enterrar el dinero en tambores como lo hacía Pablo Escobar Gaviria, el expolicía bonaerense Noel Martí eligió ocultar en la doble línea de ladrillos que componían la pared del departamento en el que vivía en Necochea, los millones de pesos que, supuestamente, obtenía de la venta de drogas.
Para la Justicia, Martí sería el jefe de la denominada banda de los lingotes de oro, que ostentaba una vida de lujos en la que varios de sus integrantes se mostraban en Necochea con automóviles, camioneta y motos de alta gama.
En las últimas horas Martí y otros seis acusados fueron trasladados a la cárcel de Batán, acusados de formar parte de una banda dedicada al narcomenudeo que llegó a recaudar $1300 millones por la comercialización de estupefacientes, durante casi cuatro años.
Al declarar ante la Justicia, los acusados afirmaron que los 30 lingotes de oro, los US$540.000 y $23.000.000 en efectivo fueron el producto de sus actividades comerciales y negaron que el dinero hubiera sido obtenido por la venta de drogas.
Sin embargo, durante la investigación realizada por el fiscal Carlos Larrarte se habrían encontrado pruebas que avalaron la sospecha de que los acusados compraban la droga a un distribuidor mayorista que la mandaba por encomienda a Necochea, donde se fraccionaba y se comercializaba.
Además, entre los acusados figura Carlos Amondarain, alias Piti, hermano del exsenador provincial por el PJ Juan Amondarain. Ese exlegislador y candidato en las últimas elecciones no está ni imputado ni investigado en esta causa.
Gran parte del dinero secuestrado estaba oculto en la pared de doble fondo del departamento situado en el cuarto piso del edificio donde funciona uno de los paseos de compras más importantes de Necochea. Fuentes de la investigación indicaron que, sumados los lingotes de oro, la marihuana, la cocaína y el dinero en efectivo, la valuación de los elementos secuestrados supera los $1300 millones.
Durante la investigación realizada por el fiscal Larrarte se habría determinado que la organización usaba una ferretería como fachada para comprar herramientas a un proveedor, en el Gran Buenos Aires. Esas herramientas se mandaban en encomiendas a Necochea, en la guía de los paquetes figuraba el nombre de Miguel Volpe, supuesto propietario de la ferretería, quien retiraba las cajas.
Pero, oculto entre las herramientas, el mayorista de cocaína que operaba en San Justo había colocado el alijo de droga.
Según fuentes de la investigación, el 23 de mayo pasado, el proveedor de cocaína, que habría sido identificado como Oscar “Willy” Cribilleros, avisó al falso ferretero que el paquete llegaría el sábado. Pero ese día era feriado por el 25 de Mayo.
No obstante, ante la posibilidad de que alguno de los responsables del transporte de encomiendas estuviera vinculado con la banda y hubiera decidido abrir el depósito para entregar el paquete con las herramientas y la droga, los responsables de la pesquisa decidieron preparar los allanamientos aunque el local estaba cerrado.
No hubo ningún empleado o dueño de la empresa de encomiendas involucrado. Los integrantes de la banda narco tuvieron que esperar hasta el lunes para que el local estuviera abierto y así poder retirar la encomienda con las herramientas y la droga.
El lunes pasado, antes del mediodía, Volpe concurrió al local del correo privado, retiró el paquete y se encontró en una confitería con Martí y Amondarain. Después, pasó por la una sucursal bancaria y transfirió el resto del dinero a la cuenta de Cribilleros para cancelar el pago del cargamento de cocaína.
Volpe fue sorprendido por los efectivos de la Prefectura cuando salía del banco. La celeridad y coordinación con la que intervinieron los efectivos de la unidad con base en Quequén impidió que Volpe pudiera alertar al resto de los integrantes de la banda. Al mismo tiempo que el falso ferretero era detenido en la puerta del banco, el resto de los uniformados irrumpía en el departamento de Martí, situado en el cuarto piso del edificio de la Galería Central, y en el departamento de Amondarain, en el séptimo del mismo complejo habitacional, ubicado en el centro viejo de la ciudad balnearia.
Martí había decorado su departamento como un boliche. Tenía la ornamentación e iluminación características de los locales bailables. Este detalle abonó la presunción entre los investigadores de que allí se habrían realizado reuniones sociales en las que se vendía la cocaína que les manda Cribilleros, de nacionalidad peruana.
Mientras tanto, en San Justo, otro grupo de efectivos allanaba la casa de Cribilleros, el principal proveedor de droga de la banda que operaba desde hace, por los menos, cuatro años en Necochea.
Al analizar la estructura de la organización narcocriminal los investigadores determinaron que el expolicía Martí, que se había desempeñado en Dirección Departamental de Investigación (DDI) de Necochea, sería el jefe de la banda.
Según las pruebas consignadas en el expediente, Martí habría aprovechado los conocimientos y relaciones obtenidas cuando realizaba funciones de policía adicional en una sala de juegos de Necochea para armar el circuito que utilizaría con plataformas de apuestas electrónicas para hacer circular el dinero proveniente de la venta de drogas.
Además de las apuestas electrónicas, entre la documentación encontrada en los diferentes allanamientos los investigadores encontraron que los imputados conformaron una multiplicidad de sociedades offshore con el objetivo de triangular el efectivo que obtenían de la comercialización de estupefacientes.
Parte de esa documentación fue encontrada en una oficina que los acusados instalaron en el mismo edificio en el que funciona el Centro de Monitoreo Municipal de Necochea. Aunque dicha dependencia no figuraba entre los objetivos investigados.
En la mencionada oficina, los efectivos de la Prefectura hallaron una computadora, varios pendrives y dispositivos de almacenamiento de datos. Uno de esos chips correspondía a la llave de una bitcoin.
Por este motivo, ante la posibilidad de que la banda hubiera utilizado criptomonedas para blanquear el dinero del narcomenudeo, los responsables de pesquisa resguardaron todas las pruebas sobre el presunto lavado de activos y las remitirán a la Justicia Federal para que investigue la presunta responsabilidad de los siete detenidos en dicho delito.
Por el momento, los acusados Martí, Volpe, Amondarain, Cribilleros, Adriana Beldoménico, Leonardo Jover y Ayelén Gómez, fueron indagados por su presunta responsabilidad en el delito de “comercialización de estupefacientes, agravada por el concurso de tres o más personas y fueron trasladados a la Unidad Penal N° 44, en Batán.
Los operativos fueron ordenados por la titular del juzgado de Garantías Nº 2, de Necochea, a cargo de la magistrada Aída Lhez, que aceptó la requisitoria del fiscal Larrarte para que se realizaran los allanamientos. Durante los próximos días la jueza deberá resolver los pedidos presentados por algunas de las defensas de los acusados que solicitaron la excarcelación y prisión domiciliaria con monitoreo de una tobillera electrónica.
Un homicidio, en la mira
Si bien, hasta el momento se trató de un hecho aislado y sin que alguno de los acusados apareciera en la mira de los investigadores de un homicidio ocurrido en julio de 2020, no pasó inadvertido el poder económico de la banda de los lingotes de oro y la red de protección que tendrían algunos de los integrantes de la organización narcocriminal.
Alejandra Fiorito, de 45 años, fue asesinada de cinco balazos cuando estaba en su automóvil Volkswagen Suran, en 58, entre 87 y 89. El asesino apoyó el cañón de su revólver .38 en el hombro de la víctima y disparó dos balazos a quemarropa. Luego efectuó otros tres disparos que atravesaron el tapizado de la butaca y pegaron en la espalda de la mujer, madre de tres hijos.
Ninguno de los vecinos de la zona pudo ver quién estaba en el automóvil con Fiorito. Tampoco escucharon las detonaciones del revólver. La policía llegó al lugar alertado por uno de los habitantes de la zona al que llamó la atención el Volkswagen Suran estacionado desde la tarde anterior.
Cuando los policías revisaron el vehículo hallaron el cuerpo de Fiorito con las cinco heridas provocadas por los balazos y más de treinta envoltorios con cocaína lista para su comercialización.
Al revisar la vivienda de la víctima, los investigadores hallaron una balanza de precisión y más cocaína. Aunque los investigadores policiales y judiciales determinaron que Fiorito se dedicaba al narcomenudeo y que el móvil del homicidio fue un ajuste de cuentas, hasta el momento no hay ningún sospechoso detenido.
Luego de investigar el abanico de actividades que desarrollaba la víctima, los responsables de la pesquisa encontraron un dato curioso: Fiorito había trabajado con una empresa que realizaba el desarrollo de claves para las apuestas electrónicas. Casualidad o una pista que podría conducir a los investigadores a los sospechosos del homicidio.
La organización criminal operaba en Necochea y se abastecía de drogas mediante el envío de encomiendas desde La Matanza
Usaban una ferretería como fachada para disimular cocaína entre herramientas en los pquetes que armaba su contacto en el conurbano
Investigan si ese grupo tuvo relación con un asesinato
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