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Controles de precio y especulación II
Y sus variantes como los subsidios o las licencias ocupacionales
La semana pasada hablábamos de los controles de precios y cómo estos desde los albores de la civilización, hace más de 4000 años, no han funcionado y es imposible que alguna vez funcionen. En esta reflexión quiero abordar la segunda parte del título de esta serie: la especulación que se me quedó fuera del tintero en la entrega anterior.
La especulación se da principalmente cuando hay situaciones inesperadas. Un barco cargado de víveres se hunde por una tormenta en alta mar y esto ocasiona que el mercado que va a recibir dichos víveres en cuestión de semanas quede desabastecido. Esto genera que los precios de dicho mercado se eleven repentinamente y que haya un clamor para que las autoridades implementen algún tipo de control. Pero cuando la autoridad interviene termina agravándose la situación, pues dicho control de precios lo único que logra es que lo poco que había en el mercado, desaparezca. Los comerciantes, que no quieren perder su dinero o su producto ante el control de precios, deciden retirarlo para no perder y el desabastecimiento empeora. El argumento para prohibir esta escalada de precios y especulación es que hay que proteger a los consumidores más vulnerables de la rapacidad de los empresarios o comerciantes que aumentan los precios, pero se logra exactamente lo contrario a lo que se buscaba con dicho control de precios.
Veamos que habría sucedido en ausencia de esta prohibición o ley que prohíbe la especulación. Como explicábamos en el comentario anterior, esa subida de precios ante esa escasez súbita actúa como una llamada para suplir esa demanda y como un mecanismo regulador de la escasez en el mercado. Lo que indica a los consumidores es que, dado que el precio se ha incrementado mucho, no es posible con los limitados recursos de los que se dispone y hay que evitar el consumo de dicho bien. En otras palabras, disminuye esa presión por dicho producto y se buscan alternativas, sea consumiendo otras opciones o a buscando en lugares cada vez más distantes. Del lado del comerciante o del productor lo que está indicando es que el mercado, las personas, pues el mercado son las personas, están dispuestas a pagar más por dicho producto y hay que buscar la manera de importar dicho bien por otros medios o producir más de dicho bien. En un mercado no regulado, donde otros productores puedan entrar sin mayores licencias o barreras rápidamente, esta escasez termina bastante pronto y más bien más allá del desajuste temporal causado por el desastre, el mercado, las personas, alcanzan nuevamente una situación de normalidad y son capaces de reconstruir sus vidas.
El economista Peter Boetke, con otros economistas afiliados a la Universidad de George Mason, junto con el Mercatus Center de dicha Universidad, analizaron poco tiempo después del Huracán Katrina, en Luisiana, Estados Unidos, lo que pasó y cómo se reconstruyó dicha ciudad y cuáles fueron los efectos económicos y de respuesta post huracán. Al que entienda inglés recomiendo mucho esta lectura, pues demuestra lo que comento sobre el rol de los precios (entre otros factores) y por qué es un error tratar de controlar los precios cuando hay especulación debido a desastres naturales o situaciones aparentemente extremas. En algunos de los estudios (como el liderado por el fallecido Steven Horowitz) se comparaba por ejemplo la respuesta casi inmediata del sector privado en el área de la tragedia, por parte de empresas como Walmart u otros actores de la sociedad civil que tuvieron una respuesta a la tragedia más eficiente en comparación a la que tuvo el gobierno a través de agencias de gobierno como FEMA ante el desastre de dicho huracán.
Otro aspecto importante en esta temática de controles de precios y especulación es la existencia de licencias ocupacionales. Las licencias ocupacionales terminan siendo un control de precios pues restringen la oferta de personas que ofrezcan un bien o producto si es que no cuentan con la debida licencia. Usualmente estas licencias para operar son en teoría implementadas por el gobierno o por asociaciones profesionales que reciben dicho privilegio de parte del gobierno para garantizar que el proveedor del servicio haga su parte de manera “profesional” y que haya tenido algún tipo de capacitación.
Una vez más, como todo control de precios, el resultado es el opuesto pues allí donde se requieren licencias es que se incrementan los costos de transacción y se aumentan las barreras de entrada para proveedores de servicios. Por lo tanto, se termina restringiendo la oferta de un producto o servicio. Esto es muy común en nuestros países hispanoamericanos, donde abundan los requerimientos de permisos y licencias, aunque es una tendencia creciente en países desarrollados y en países como Estados Unidos donde el sistema federal busca dividir el poder para evitar su abuso pero, en contrapartida, hay ausencia de un sistema universal o unificado de la licencias ocupacionales, lo cual hace imposible que, por ejemplo, un profesional contable o de estética pueda ejercer rápidamente su actividad en un estado diferente al que se ha licenciado si previamente no se ha registrado en el nuevo estado y ha pasado las certificaciones requeridas. El resultado final es que hay estados donde es casi imposible encontrar profesionales para ciertas ocupaciones pues sus requerimientos son muy estrictos. También nos encontramos con inmigrantes que son perfectamente cualificados pero que debido a que no han estudiado en ese estado o dentro de Estados Unidos no pueden, de manera rápida, incorporarse al mercado profesional para el cual se han preparado y tienen experiencia. Estos profesionales terminan haciendo otras labores que no requieren dicha calificación e incluso abandonando del todo la profesión para la cual estudiaron. Esto resulta en una pérdida de capital humano, tanto para el país que pierde a dicho emigrante como para el país que lo recibe que no pueden aprovechar del talento y experiencia de este profesional.
En este sentido la organización que cobija a esta publicación, Archbridge Institute, ha hecho el esfuerzo de publicar un “Índice de licencias ocupacionales estatales 2024” (el primero fue publicado en el 2023), que trata precisamente de determinar dónde hay mayor o menor libertad para operar, y en qué estados (de Estados Unidos) es aceptado el reconocimiento universal de licencias, lo cual es un indicador de qué tan fácil es moverse de un estado a otro si uno es un profesional que requiere de licencia para operar. Esfuerzos similares para lograr cambios y mediciones en las barreras de entrada profesionales hay en España y hay esfuerzos en otros países precisamente para ver la manera de reducir estas barreras de entrada que terminan reduciendo innecesariamente la oferta de profesionales.
Por ejemplo, en Nepal, adquirir una licencia de manejo de moto toma años. Si uno no ha visto imágenes de dicho país, se preguntará si la gente allí no andará en moto. Lo cierto es que se ven muchísimos conductores de estos vehículos pues son los más baratos. En realidad, lo que ocurre es que muchos de sus conductores no tienen más remedio que pagar sobornos para operar dichos vehículos o simple y sencillamente los operarán hasta que sean capturados por la autoridad. Cómo se podrá deducir, la mayor dificultad de obtener una licencia ocupacional o de cualquier tipo, lo único que logra es una disminución de la oferta disponible y por otro lado un incremento de la informalidad y del respeto a la ley y el estado de derecho. Bikalpa, un instituto en Nepal, no hace mucho hizo una campaña precisamente para lidiar con este problema y buscar reducir los requerimientos y el tiempo para obtener licencias de conducir.
Video con subtítulos en inglés:
Los controles de precios no solo causan restricciones en la oferta e inflación o más impuestos (pues de alguna manera el gobierno paga el subsidio) si no que cuando estos vienen dados como subsidios, es decir en aquellos casos en que se busca estimular la producción a través de un precio subsidiado que paga el gobierno a los productores para que haya más producción, esto causa desperdicio, exceso de producción. Incluso, en el caso de que este desperdicio sea “exportado” a otras partes fuera de la región de donde se consumen, a través de ayudas humanitarias a países pobres, estos se convierten en los grandes destructores de las economías que reciben dicha “ayuda humanitaria”. En este sentido es traumático lo que a veces sucede con dichos excesos cuando van a parar a países pobres, pues estos, al recibir un producto subsidiado, destruyen sus economías locales y su capacidad de producción. Esto puede pasar por alto en una economía desarrollada, pero donde más destructivo y nocivo resulta ser es en los países subdesarrollados, pues su efecto final es la desaparición de las pocas industrias locales en dichos productos “regalados” y por ende su perenne empobrecimiento. Esta no es la única causa del subdesarrollo de estos países, hay muchas más, pero estas ayudas humanitarias de productos subsidiados es un factor importante para considerar.
La respuesta no está en imponer impuestos de entrada a estos productos subsidiados (impuestos de importación), pues el exceso de regulación no se cura con más regulación, parafraseando esto de que la enfermedad no se cura con más enfermedad, sino más bien habría que abrir estas economías subdesarrolladas, no cometer los mismos errores que estos países desarrollados cometen y reconocer que los controles de precios -sean estos a través de subsidios o a través de regulaciones como las licencias ocupacionales o de otros tipos- solo traen miseria, destrucción y perpetúan la pobreza.
PS. Buscando el enlace del libro de Robert Schuettinger y Eamonn Butler sobre los controles de precios me encontré con este artículo de Infobae que está muy bien resumido sobre lo que trata el libro "4000 AÑOS DE CONTROLES DE PRECIOS Y SALARIOS", que recomiendo mucho leer para quien quiera adentrarse en la historia de este tema.
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