martes, 13 de agosto de 2024

“Las cuatro de Melchior”.


“Las cuatro de Melchior”. Las científicas que hicieron historia en la Antártida
Fueron las primeras argentinas en viajar al continente blanco; la líder del grupo tenía 72 años
Paz García PastormerloBernasconi, Pujals y Caría, en la Antártida; Martínez Fontes tomó la foto
SAN CARLOS DE BARILOCHE.– Una de ellas tenía 72 años y las otras tres más de 50 cuando las convocaron para embarcarse en una misión científica a la Antártida en 1968. Era el sueño de sus vidas: serían las primeras mujeres en llegar al continente blanco para “hacer ciencia”.
Irene María Bernasconi, María Adela Caría, Elena Dolores Martínez Fontes y Carmen Pujals eran las mejores en lo que hacían. La profesora Bernasconi era especialista en equinodermos (estrellas de mar); la bacterióloga Caría era jefa de Microbiología del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia (MACN) e investigadora del Conicet; la profesora Martínez Fontes era jefa de la sección Invertebrados Marinos del MACN, y la licenciada Pujals era una reconocida ficóloga (especialista en algas marinas).
Estas pioneras –que no solo contaban con una amplia trayectoria científica, sino que también se volvieron grandes amigas– planificaron minuciosamente su expedición. “Antes de viajar, la Marina les entregó ropa especial y botas. Estaba todo pensado para varones, así que les quedaron enormes. Más allá de la anécdota, eso demuestra claramente que la Antártida era un territorio históricamente masculino”, afirma Laura De Cabo, investigadora del Conicet y vicedirectora del MACN.
Además de algunos pocos elementos personales, llevaron 5 laboratorios móviles en bolsas y cajas. En una entrevista que les hicieron para la revista Gente antes de partir, les preguntaron por sus familias. “Somos mujeres sueltas. Todas solteras”, decía Martínez Fontes.
Se embarcaron en el buque carguero ARA Bahía Aguirre, de la Marina de Guerra. Zarparon desde la ciudad de Buenos Aires y, tras cruzar el Pasaje de Drake, arribaron al Destacamento Naval Melchior el 19 de noviembre de 1968. Allí vivirían durante dos meses y medio. La base –que había estado cerrada por cinco años– las esperaba totalmente cubierta de nieve. Los 200 tripulantes del buque permanecieron un día entero con quienes formaban parte de la campaña antártica desenterrando su nuevo hogar.
“La última vez que fui se dividieron en distintos batallones: batallón popa, batallón máquinas, etcétera, e hicieron una especie de competencia para ver quién limpiaba más en menos tiempo. También habrá que desescarchar las paredes interiores con piquete. Lo más importante es encender la calefacción”, contaba Norberto Bellisio, investigador a cargo de la División Ictiológica del MACN, antes de viajar.
Apodadas “las cuatro de Melchior” por el nombre que llevaba la base antártica que las recibió, las científicas estudiaron algas marinas, esponjas silíceas, estrellas, invertebrados y erizos de mar. También palearon mucha nieve y realizaron salidas diarias en botes con motor fuera de borda. Como contarían después, “fue la mejor experiencia” de sus vidas.
“Estas cuatro científicas desafiaron también los prejuicios de la edad: fíjese que Irene Bernasconi encabezó la expedición con 72 años. Y el resto tenían más de 50 años (María Adela, 56; Elena, 53, y Carmen, 52). Su valioso trabajo y sus contribuciones a la ciencia, especialmente durante su histórico viaje a la Antártida, merecen ser recordados y celebrados como parte integral de la historia científica de la Argentina”, dice Julia D’Angelo, becaria doctoral del Conicet en el MACN.
Era muy difícil conseguir un cargo en la administración pública en esa época. “Las cuatro de Melchior”, como muchas otras científicas argentinas, trabajaron ad honorem durante años.
–¿Ganan bien?, les preguntaban en aquella entrevista de 1968.
–En nuestro trabajo no existe el horario. Hay estudios y experiencias que no se pueden interrumpir por un timbre de salida. Nuestra dedicación es full-time. Puedo decirle que ahora las cosas están mejor, porque durante varios años todo lo que hicimos fue por vocación o amor al arte.
Durante su estadía en el continente blanco, “las cuatro de Melchior” recorrieron en bote 950 kilómetros de litoral antártico e hicieron numerosos desembarcos para tomar muestras. Su expedición allanó el camino para las científicas que vinieron después.
En 2018, la Cancillería anunció que, a instancias del Instituto Antártico Argentino y la Dirección Nacional del Antártico, el Servicio de Hidrografía Naval aprobó cuatro nuevos topónimos antárticos: se trata de la ensenada Pujals, el cabo Caría, el cabo Fontes y la ensenada Bernasconi.
Además de su hazaña pionera, estas cuatro mujeres desarrollaron líneas de investigación novedosas para la época, al tiempo que marcaron el comienzo de un mayor protagonismo de las mujeres científicas en la Antártida. Aquella proeza se resume en una frase que ellas mismas dijeron días antes de viajar: “Lo hemos deseado toda la vida”.

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