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No tiene un desgarrón Con Vera Spinetta y Julieta Cardinali, dirigida por Rita Cortese.
En la sala Dumont 4040 (Santos Dumont 4040), los jueves a las 20
Vera Spinetta. “Mi padre era especial, te miraba y sabía todo”
En una extensa charla, la actriz habla de su familia y del placer que le da hacer teatro
Pablo Mascareño“Este año lo arranqué con la convicción total de querer hacer teatro”, cuenta
“Es mi debut teatral, menudo debut”. Vera Spinetta aún no sale de la extrañeza que le provocan las primeras funciones de No tiene un desgarrón, adaptación de la obra Heldenplatz, del austríaco Thomas Bernhard, en la que actúa con Julieta Cardinali dirigidas por Rita Cortese. La puesta también marca el debut en su rol de Cortese, quien adaptó el texto junto a Carolina Santos.
La obra, que se puede ver los jueves a las 20 en Dumont 4040, es la adaptación del primer acto de Heldenplatz, material que remite a los acontecimientos del 15 de marzo de 1938, cuando una multitud aclamó, en la Plaza de los Héroes de Viena, a Adolf Hitler y la Anexión (Anschluss) de Austria a Alemania. El tramo reconstruido por la trama encuentra a un ama de llaves y una criada, las voces que arman el rompecabezas de la tragedia y enmarcan la acción del texto dirigido por Cortese.
“Es un sueño hecho realidad”, sostiene Spinetta. A pesar de ser una mujer joven, ha postergado su incursión en la escena para privilegiar otros espacios de indagación, como el audiovisual y la música.
“Le tenía un poco de ‘idea’ a la repetición”, cuenta, “y las veces que me han propuesto obras, los textos no me terminaban de movilizar”.
A pesar de esa vacilación que la acompañó hasta hace no mucho, la actriz estudia formalmente teatro desde sus 14 años (en la escuela de Agustín Alezzo), pero su derrotero en torno al tema no fue el previsible. También hubo algo del peso de su apellido que desbalanceaba el deseo y priorizaba la cautela
Sí, es la hija de Luis Alberto Spinetta, “El Flaco”, eterno prócer. Ella asume su estirpe con naturalidad, no oculta de dónde viene ni exacerba legados. Y no duda en hablar largo y tendido con acerca de la nacion su padre, como así también sobre su propio camino artístico y personal que, por cierto, es de una búsqueda muy rica. Ya en los primeros minutos de charla, la música y actriz desenmascara una gran fortaleza y madurez, pese a su juventud. “Hay que ser copado, no tener dudas e ir para adelante”, remarca. “Las redes muestran lo lindo, lo masticado, lo asimilado; hay que devolverle al afuera algo que no tenga un recorrido interno personal”.
Mientras arma su cigarrillo, se apasiona con el relato. Piensa; lo suyo no es apresurarse a responder. Si le llevó más de tres décadas pararse sobre un escenario, no acelerará los plazos de la conversación; tiempos que maneja con destreza en la calma de Ingeniero Maschwitz, el lugar de zona norte donde vive hace unos años.
Antes de la pandemia, Spinetta estuvo a punto de debutar en teatro, pero otro proyecto se interpuso. “Me tuve que ir a hacer Soledad a Italia y no pude”. Se refiere al film de Agustina Macri -hija de Mauricio Macri- en torno la vida de María Soledad Rosas, una joven adinerada que terminó integrando una comunidad anarquista, fue acusada de ecoterrorismo y se suicidó, a sus 24 años, en Turín, en 1998. “Este año lo arranqué con la convicción total de querer hacer teatro”.
-Tu madre tuvo una gran presencia.
-Fue el sostén de todos.
-Había que sostener una familia tan poderosa, con tanta carga y sensibilidad artística.
-Había que sostener a Luis Alberto y a una familia de cuatro hijos, cada uno con su personalidad y sus formas, sus rayes, algo que ha sido consecuencia de permitirnos ser.
-Maravilloso, pero…
-Mi vieja sostuvo todo y ella misma era una artista de la vida. Leía un libro y, con solo contártelo, te volaba la cabeza.
-Con un perfil bajo.
-Siempre necesitó estar al refugio de lo externo; no le gustaba mostrarse, no le interesaba y eso también me parece super válido.
-Pareciera que algo de eso, de tu madre, heredaste, a pesar de ser una artista muy en movimiento. ¿Te dirimís en esa contradicción?
-Es la cuestión del anonimato… Yo, de verdad, soy tímida. A mí no me gusta dar notas, ir a la televisión, me da pudor, vergüenza, siento que no tengo nada para decir. Lo que tengo para decir lo digo con lo que hago, ahí está. Lo demás, lo charlo con mis amigos.
Así como elogia los modos que tenía su madre, ella misma se sabe muy en torno a sus propios hijos. “Me gusta mucho ser mamá”. Eloísa (9), la damita de la casa, y Azul (4), el varón, resumen gran parte del sentido de sus vidas. “Al haber sido mamá de muy joven y siendo muy proactiva, tuve que encontrar la manera de conjugar mi vida personal y mis proyectos con la maternidad, que es el gran proyecto. Los hijos son la gran obra de arte y es la más compleja de todas las funciones que puede tener el ser humano”.
Volver sobre los modos en los que cría a sus hijos le permite ir en busca de aquella esencia legada por su padre. “Siempre fue un desafío no abandonar mis sueños, metas y crecimiento personal, pero tampoco abandonar mi espacio para con mis hijos; poder tener tiempo de calidad con mis ellos”, reflexiona. “Para los hijos es una inspiración que los padres tengan un mundo personal desarrolladísimo; los impulsa a indagar en sus propios deseos, en su propia libertad. Recuerdo ver a mi papá, con la pasión y el deseo que lo movilizaba a hacer todo, y me parecía el mejor de los ejemplos. No necesitaba tenerlo todo el tiempo porque cuando estaba, estaba. Y cuando se iba a trabajar, se iba y punto. Yo sabía que, por tratarse de arte, estaba en un viaje total y pensaba en lo lindo que es animarse a vivir su vida de esa manera.
-También te animaste vos...
-Como dije, de por sí, soy una persona tímida, entonces, si me voy a expresar, quiero que sea lo más conciso, genuino y consecuente de mi forma de ese momento.
-El apellido, ¿fomentó esa timidez?
-Seguro. Hay un imaginario colectivo de lo que uno debe ser, siendo “la hija de…”. Siempre lo lamento un montón y les digo “no se ilusionen mucho, porque somos personas muy normales, muy humanos”. Mi papá también lo era.
-¿Difería mucho la imagen que tenía el público de Luis Alberto Spinetta con su personalidad en el fuero íntimo?
-No, era así como se mostraba, eso era lo más emocionante de él. Quienes lo vivimos profundamente y muy cerca -más que nada mi mamá, mis hermanos y yo-, su núcleo más privado, sabemos que él era así y era mucho más.
-¿Por qué “era mucho más”?
-Llegaba a un lugar y te transformaba la energía. Solo bastaba que entrase por la puerta, fin. No es que tenía que hacer determinada cosa, era una persona muy conectada con algo de un ritmo muy natural del universo; no sé ni cómo explicarlo. Tenía una lectura sobre el otro muy precisa. Te miraba y sabía todo lo que te estaba pasando. Era muy compañero, muy amigo de sus amigos, pero muy amigo de su familia; protector, dulce. Se generó algo snob a la hora de hablar sobre él. Sí, era culto, curioso, leía, indagaba un montón y sabía mucho, pero era un tipo normal. No se creía superior en ningún aspecto. Hay una idea de cómo seremos nosotros que pesa, porque no es así.
-¿Sos consciente de la dimensión del apellido Spinetta?
-Sí, lo dimensiono y, a veces, hasta me olvido y tengo que repensar que soy la hija de Luis Alberto Spinetta. Es fortísimo, porque también hay algo de hacerle honor al apellido y eso es, quizás, lo que te puede incomodar. Siempre he ido por mi camino, me la hice muy difícil a mí misma en un montón de aspectos, porque necesitaba encontrar mi individualidad, mi identidad.
-Como artista, no ha sido el tuyo un camino previsible.
-Para nada; ahora entiendo que hay cosas que podría haber hecho hace 15 años.
-¿Por ejemplo?
-Desde muy chica hago música y tenía todo al alcance de la mano, pero tuve que encontrar a las personas de mi propio círculo. Todos los “hijos de…” tenemos que hacer una gran fuerza para no perdernos en esa idea, en esa persona que se supone tenés que ser. Mi papá me dio mucho lugar; nunca nos invadió.
-¿Cómo es la vida en Ingeniero Maschwitz?
-Muy pacífica, un poco solitaria. A mí me gusta la soledad, sobre todo porque me permite sumergirme en las cuestiones que después son materia prima para todo lo demás. Por otra parte, mis hijos son muy felices en la naturaleza, como cualquier niño. Me encantan las cosas simples que tiene vivir allá, irme a dormir con los grillos, despertarme con los pajaritos, ver el cielo, respirar el aire fresco. Me sigue conmoviendo como, cuando uno vive en la naturaleza, se pone en sintonía con eso. Cuando me despierto sé qué hora es por la luz. Y eso cambia en cada estación. La luz, que va inundando los diversos rincones de la casa, te va marcando el día. Tomar café, ir al teatro o al cine, ver una muestra; eso no sucede tanto donde yo vivo, es una vida más contemplativa, pero la disfruto un montón, aunque no sé si será siempre así. El invierno es bastante hostil, hace más frío.
-¿Serías mamá nuevamente?
-Sí.
-¿Estás en pareja?
-No.
-¿Abordarías el desafío de la maternidad sin una pareja?
-Ehhh… Sí. No es lo que elegiría, pero, si me tocara atravesar eso, lo atravesaría, porque me gusta mucho ser madre, pero me parece una tarea muy difícil par hacer sola. Si decidiera volver a ser madre sería porque armé una familia con alguien y tendría muchas ganas de atravesar eso con esa persona, si no, no. -¿Cómo es la experiencia de tener a Rita Cortese como directora? -Es como hacer una maestría, es estar presenciando algo único. Cada cosa que piensa y dice la traslada con mucha generosidad. Al ser actriz, conoce el otro punto de vista, tiene muchas herramientas para hacerte llegar al lugar donde quieres que llegues.
-Es un material de mucha vigencia. -Fue escrito en los años 80, pero parece hecho ayer. El avance del odio, de la violencia humana contra el mismo humano es algo que se puede ver en el mundo y en la Argentina. Ese es el gran poder del arte.ß
El apellido “Todos los ‘hijos de’ tenemos que hacer una gran fuerza para no perdernos en esa idea, en esa persona que se supone debés ser”
Para agendar
No tiene un desgarrón Con Vera Spinetta y Julieta Cardinali, dirigida por Rita Cortese.
En la sala Dumont 4040 (Santos Dumont 4040), los jueves a las 20
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TEATRO MULTITEATRO COMAFI, CABA
Días de función
Mi, Ju, Vi, Sá, Do
Ver funciones (16)
Precio
23000 ARS
Comedia
Información del teatro
Avenida Corrientes 1283, Buenos Aires, Argentina
CABA
Información de obra
Sinopsis
En su primer día de trabajo como directora de Recursos Humanos, Lidia (Nancy Dupláa) enfrenta un enorme desafío, del que depende su futuro profesional. Manu (Juan Pablo Geretto) y Maite (Fernanda Metilli) son dos empleados de la compañía que llegan dispuestos a ayudarla...o a complicarle las cosas.
Bajo la dirección de Corina Fiorillo, Exit es una comedia disparatada para reír durante 80 minutos sin parar
Elenco
Nancy DupláaJuan Pablo Geretto
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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