jueves, 1 de agosto de 2024

GUERRA Y ALEGORÍA


Las preguntas del pacifismo
Javier Cercas

Soy pacifista. De hecho, no conozco a nadie en su sano juicio que esté a favor de la guerra, salvo los fabricantes de armas y sus compinches (siempre y cuando ni ellos ni sus hijos tengan que ir al frente, claro está). El problema es que, para preservar la paz, no basta con ser pacifista; además, hay que responder algunas preguntas. Allá van unas cuantas.
España, 1936. No deberíamos olvidar que la Guerra Civil no se desencadenó exactamente porque un grupo de militares felones diera un golpe de Estado contra la II República, sino porque el gobierno de la II República se opuso a él de la única forma que podía oponerse: con las armas. ¿Qué hubiera debido hacer? ¿Aceptar el golpe? En ese caso, es obvio que la guerra no se hubiera producido y que, aunque nadie sabe si nos hubiéramos ahorrado los 40 años de dictadura posteriores, seguro que muchísimas de las vidas que se perdieron se hubieran salvado. ¿No debió resistirse el gobierno de la II República? ¿Se equivocaron los republicanos que lucharon por sus libertades en el campo de batalla durante tres años terribles? ¿Hubieran debido claudicar el primer día para preservar la paz? Y, puestos a preguntar, ¿qué clase de paz hubiera sido esa? ¿Hubiera podido llamarse paz?
Otro ejemplo. Europa, 1939. Hitler, que ha declarado sus intenciones desde el primer día (basta con leer Mein Kampf) y que las está llevando a la práctica desde el poder (Austria, Checoslovaquia), invade Polonia y provoca la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué hubieran debido hacer los polacos? ¿No enfrentarse a los nazis? ¿Y qué hubieran debido hacer los rusos dos años más tarde, cuando Hitler irrumpió en la Unión Soviética? ¿Hubieran debido recibirlo con los brazos abiertos? ¿Y cuál hubiese sido la actitud correcta de los aliados (EE.UU., Reino Unido) frente a la ofensiva general de Hitler? ¿No oponerse a ella? Si nadie hubiese plantado cara a Hitler, seguro que no hubiera habido guerra ni hubieran muerto muchas de las muchísimas personas que murieron en ella, pero ¿hubiese habido paz? De nuevo: ¿qué clase de paz? Bertrand Russell, encarnación de la decencia, pacifista y opositor a la Primera Guerra Mundial (y a la de Vietnam), opinó que había que combatir a Hitler. ¿Qué pensamos los pacifistas de hoy? ¿Se equivocaron los hombres de medio mundo que pelearon contra Hitler, igual que los españoles que pelearon contra Franco?
Adivino lo que están pensando: que también Putin avisó casi desde el primer día (nunca ocultó que, a su juicio, la caída del imperio soviético era una calamidad, ni que lo deseable era reconstruirlo) y que, casi desde el primer día, puso en práctica su aviso (Georgia, Chechenia, Crimea, Donbass). De nuevo: ¿qué hubieran debido hacer los ucranianos cuando los tanques rusos entraron a sangre y fuego en su país en febrero de 2022? No sabemos de un solo ucraniano que esté feliz con la guerra, pero ¿qué hubieran debido hacer para preservar la paz? ¿Entregarse al invasor? De haberlo hecho, no cabe duda de que no hubiera estallado la guerra y se hubieran ahorrado muchas vidas, pero ¿qué paz hubiera sido esa? ¿Hubiera podido llamarse paz? Y, por cierto, ¿qué hubiéramos debido hacer nosotros con los ucranianos? ¿Exigirles que no se defiendan? ¿No ayudarlos a defenderse y, en nombre de la paz, permitir que Putin haga con ellos lo que quiera? Más preguntas: ¿qué haremos si Ucrania cae y, al cabo de un tiempo, Putin va a por el siguiente, y el siguiente intenta defenderse? ¿Le diremos que allá se las componga, que al fin y al cabo nosotros estamos muy lejos de Putin y que con nosotros no se va a meter?
¿Alguien escribirá dentro de unos años una versión del celebérrimo poema de Martin Niemöller, aquel en que el pastor luterano alemán reprochó a sus conciudadanos que no protestaran cuando los nazis se llevaron primero a los comunistas y luego a los socialdemócratas y luego a los sindicalistas y luego a los judíos, y que termina: “Cuando vinieron a buscarme a mí, / ya no había nadie más que pudiera protestar”?
Estas son algunas de las preguntas que, me parece, deberíamos plantearnos los pacifistas. Yo solo espero que nunca tengamos que responder a las últimas.

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Las sombras de Platón
Alejandro Poli Gonzalvo

Platón (427 a.C.-347 a.C.) fue discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, tres pensadores que llevaron la filosofía griega a su plenitud y cuyas obras influirán decisivamente en la filosofía occidental. En particular, Platón nos aportó una de las concepciones más influyentes en la historia del pensamiento: la teoría de las ideas.
En abreviatura, Platón distingue el mundo sensible del mundo inteligible. En el mundo sensible, las cosas son tangibles, cambiantes, evolucionan o se degradan, adoptan múltiples formas, y son aquellas que pueden ser percibidos por los sentidos del hombre. El mundo inteligible, en cambio, es el mundo de las ideas, que no pueden ser percibidas por los sentidos, sino por la razón. La idea es perfecta, inmutable, universal, pura y eterna. Debido a la existencia de la idea, las cosas sensibles participan de su esencia única y son una aproximación imperfecta a ese modelo ideal. Existe belleza en una flor, pero la Belleza con mayúscula es una idea: la flor es una realidad sensible de belleza imperfecta. Las cosas sensibles apenas imitan las ideas. No extraña, entonces, que para Platón, en su búsqueda del ser de las cosas, el verdadero objeto del conocimiento sea la idea, dado que sobre el mundo sensible solo es posible dar opiniones imprecisas. Escribe Julián Marías: “El ser verdadero, que la filosofía venía buscando desde Parménides, no está en las cosas, sino fuera de ellas: en las ideas”.
En su diálogo República, Platón presenta esta dualidad del mundo sensible y del mundo inteligible con el que seguramente es el mito más celebre del pensamiento occidental: el mito de la caverna. Sigo la descripción de Marías en su didáctica Historia de la filosofía: “Platón imagina unos hombres que se encuentran encadenados desde niños en una caverna, que tiene una abertura por donde penetra la luz exterior; están sujetos de modo que no pueden moverse ni mirar más que al fondo de la caverna. Fuera de esta, a espaldas de esos hombres, brilla el resplandor de un fuego encendido sobre una eminencia del terreno, y entre el fuego y los hombres encadenados hay un camino con un pequeño muro; por ese camino pasan hombres que llevan todo género de objetos y estatuillas, que rebasan la altura de la tapia, y los encadenados ven las sombras de esas cosas, que se proyectan sobre el fondo de la caverna”.
Para los encadenados, la realidad se reduce a las sombras que observan. Uno de ellos logra liberarse y sale de la caverna; se enceguece por la luz del sol, pero logra contemplar la realidad exterior: observa las cosas reales y no sus sombras. Finalmente observa el sol mismo, que en la alegoría representa la idea superior del Bien. Se da cuenta de que ha vivido en un mundo que no es real. Platón se pregunta que pasaría si regresara a la caverna, y cree que sus amigos se reirían de él y, si tratase de salvarlos y llevarlos al mundo real, seguramente lo matarían.
¿Qué nos enseña el mito de la caverna? En primer lugar, las somvallo bras representan el mundo sensible: el hombre liberado ha descubierto que ese mundo sensible participa de un mundo ideal, que será el verdadero objeto del conocimiento. En segundo lugar, plantea las dificultades para enseñarles a los hombres la verdad que está detrás de las cosas. Como se ha dicho, en el final trágico del mito que imagina Platón late la condena a muerte de su maestro Sócrates, acusado de pervertir a los jóvenes con su sabiduría.
Platón incluyó el mito de la caverna en su diálogo consagrado a estudiar la realidad de la república. Por eso mismo, su alegoría es aplicable a realidades políticas que han vivido, y en muchos casos viven, en un mundo de sombras que ocultan la verdadera realidad de las sociedades que progresan. Le queda al lector responder si en nuestro país hemos vivido, o no, prisioneros en una caverna de sombras y falsedades. Y por qué el intento de salir de esa prisión nos ha sido tan difícil. ¿Piensa el lector que lo lograremos esta vez?

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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