Cuando el corazón falla, cada minuto cuenta
Guillermo Nuncio Vaccarino
Cada cinco minutos, una persona muere en nuestro país debido a motivos cardíacos, un recordatorio de la gravedad de la enfermedad coronaria, la principal causa de muerte en la Argentina. Cuando alguien tiene un infarto, existe un factor que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte: el tiempo, una carrera contra reloj ni bien se manifiestan los primeros síntomas.
El corazón necesita un suministro constante de oxígeno para funcionar correctamente, y durante el infarto, ese flujo se interrumpe. Cuando esto sucede, las células del corazón comienzan a morir. Cuanto más se demora la restauración del flujo sanguíneo, mayor es el daño, lo que puede llevar a complicaciones como la insuficiencia cardíaca o, en el peor de los escenarios, a la muerte súbita. La rapidez es clave; cada minuto representa la oportunidad de maximizar las chances de supervivencia y de reducir el daño cardíaco. Por eso, las personas con signos de infarto necesitan buscar ayuda médica inmediatamente, dentro de los primeros minutos. Para que esto suceda, es crucial que sepan identificar sus dolencias, que muchas veces malinterpretan por negación o falta de conocimiento. Luego está el sistema de emergencias: las ambulancias y los servicios de urgencia deben comenzar el tratamiento inicial dentro de los primeros 10 minutos de haber recibido la llamada.
Ya en el centro médico, en un hospital con capacidad para realizar una angioplastia, el objetivo será realizar este procedimiento dentro de los primeros 90 minutos desde la llegada del paciente, un estándar conocido como tiempo “puerta-balón”. En hospitales sin capacidad para realizar angioplastia, se administrarán fibrinolíticos –medicamentos que disuelven coágulos– en la primera media hora, período llamado “puerta-aguja”.
Estos son los tiempos “ideales”, que no necesariamente se cumplen en la Argentina, tal cual se observa en el ARGEN-IAM, registro de la Sociedad Argentina de Cardiología y la Federación Argentina de Cardiología. Este documento, que releva información de pacientes que sufrieron un infarto en los últimos ocho años, señala que solo el 25% que recibió fibrinolíticos tuvo una “puerta-aguja” inferior a 30 minutos, mientras que el 47,7% tratado con angioplastia tuvo una “puertabalón” menor de 90 minutos.
¿Cómo lograr que la atención sea más rápida y efectiva? Creando redes de infarto eficaces que interconecten los distintos sectores del sistema de salud, tanto públicos como privados, para optimizar el traslado, la derivación y la atención de los pacientes. Necesitamos mejorar además los tiempos de reconocimiento de los síntomas por parte de los pacientes mediante la concientización, y el tiempo de diagnóstico por parte de los médicos mediante capacitación continua. Los desafíos son grandes, en especial, en un contexto de crisis que no solo pone en jaque la viabilidad económica de las instituciones, sino también la calidad y equidad de la atención médica. La especialidad de cardiología conserva un alto nivel en la Argentina, pero esta performance podría alterarse en los próximos años.
En un país donde la mortalidad por enfermedades cardiovasculares sigue siendo alta, es imperativo abordar los desafíos que enfrenta nuestro sistema de salud mientras fortalecemos dos pilares: la prevención primaria (con consultas periódicas que permitan detectar y tratar factores de riesgo como la hipertensión y el colesterol alto) y la educación (promover hábitos saludables a través de campañas). Solo a través de una acción coordinada y decidida podemos reducir el impacto de estas enfermedades y salvar más vidas. Es hora de que cada minuto cuente, no solo en los corazones de los pacientes, sino también en la agenda de nuestras políticas de salud.
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Cuba, ajuste y represión
Las icónicas protestas iniciadas en julio de 2021 en Cuba fueron un grito desesperado pidiendo cambios para el país. Desde entonces, las marchas no han cesado y el mundo es testigo de la represión para silenciar a las personas con detenciones arbitrarias, interrupción del servicio de internet, violaciones del debido proceso, torturas, desapariciones forzadas y juicios manipulados con condenas infames. Cualquier semejanza con la situación venezolana permite entender el trasfondo de las relaciones entre regímenes opresores y abusivos.
Distintas organizaciones internacionales han reclamado al dictador cubano, Miguel Díaz-Canel, la liberación de los detenidos durante aquella masiva protesta reprimida con violencia policial y paramilitar. De acuerdo con cifras oficiales, unos 500 cubanos fueron condenados hasta por 25 años de prisión por participar en las históricas manifestaciones del 11 y 12 de julio de aquel año.
La ONG Prisoners Defenders determinó que hay en Cuba 1117 presos políticos. Treinta encarcelados son menores de edad; de ellos, 14 ya han sido condenados por sedición, con una pena media de cinco años.
El Estado cubano reprime violentamente a la ciudadanía para evitar el ejercicio de derechos refrendados en la Constitución, incluyendo los más elementales, como los de libertad de movimiento, de asociación y de expresión. En cuanto a este último, el derecho a decir lo que uno quiera solo existe siempre y cuando lo que se quiera decir coincida con las políticas que sostiene la dictadura cubana.
El Consejo de Ministros ha presentado una batería de medidas para recortar gastos, medidas que se suman a las decisiones de diciembre pasado, con las que principalmente se buscaba aumentar los ingresos, en pesos y en divisas.
El gobierno habló asimismo de posponer, e incluso paralizar, inversiones que no sean imprescindibles, restringir al máximo posible los gastos corrientes y de capital del sector estatal y disminuir las transferencias de recursos al sector empresarial. Cuba importa el 80% de lo que consume.
A los problemas de liquidez se suman recortes y retrasos en la llamada canasta básica, incluidos los medicamentos, e inestabilidad en el suministro de combustibles, un ingrediente más de la crisis energética. Las autoridades cubanas prevén que el desfase entre gastos e ingresos en las cuentas públicas implicará en 2024 el 18,5% del PBI, con lo que Cuba concluirá su quinto año consecutivo con números en rojo, tres de ellos con un déficit superior al 10%.
Con un desplome de la actividad turística que se redujo a la mitad desde 2019, la desmoronada economía cubana soporta una inflación desbordada, acompañada por la caída del peso cubano en el mercado informal y bajos niveles productivos. Más de 400.000 personas, esto es, el 10% de la población activa, han dejado Cuba en los últimos dos años, un récord desde los tiempos de la revolución.
La comunidad internacional, juntamente con los organismos pertinentes, no debe cesar en sus reclamos, exigiendo la libertad de los presos políticos y el respeto de los derechos humanos.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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