miércoles, 12 de agosto de 2020
LA OPINIÓN DE PABLO SIRVÉN,
Ishii, el señor de los cielos bonaerenses
Pablo Sirvén
Háganles caso a los barones del conurbano y no se pierdan los doce minutos completos que dura la grabación en la que Mario Ishii discute en la calle y de noche con un grupo de conductores de ambulancias. Un férreo coro corporativo de colegas del intendente de José C. Paz hicieron escuchar fuerte sus voces para alertar que había sido “sacada de contexto” la frase “Me estaban vendiendo falopa con las ambulancias” y que para juzgar correctamente había que ver la pieza completa. Nada más revelador.
El casting y la dirección actoral del involuntario cortometraje suburbano es inmejorable: el capanga lleva la voz cantante y ocupa el centro de la escena, con pleno dominio de la situación. No confunde las palabras “falopa” y “medicamento”, ni las usa como sinónimos, como insinuaron sus amigotes pejotistas de otros distritos bonaerenses y él mismo, por la sencilla razón de que durante su stand-up grabado por alguien que está pegado a su derecha distingue y usa perfectamente ambos vocablos: la palabra “falopa” la pronuncia dos veces, habla cuatro veces de “medicamento” y una vez menciona “paracetamol”. Ahora sabemos que la farmacología era una de sus pasiones ocultas.
Hay que reconocerle a Ishii una claridad de conceptos envidiable. “Entre que a ustedes les vaya mal y peor a mí, que les vaya mal a ustedes; quiero ser franco. A mí no me toquen el culo”. Martín Scorsese debería ficharlo para una de sus próximas historias de personajes poderosos y oscuros.
Para conseguir nuevas ventajas, los que protestaban pretendían emular los boicots que popularizó tristemente la familia Moyano a empresas que no acceden a sus reclamos, y bloqueaban la salida de las ambulancias. Suena mal impedir el paso de esos vehículos en cualquier época dado que suelen movilizarse para atender urgencias. ¿Con qué improperio calificar ese boicot si, encima, el escenario es de pandemia, con contagios y muertes que aumentan a diario en el desbordado Gran Buenos Aires?
Amo y señor desde las entrañas hasta el último hilo de su característico poncho rojo y negro, Ishii sabe apretar y mostrarse alternativamente paternalista al recordarles cómo también los protege “cuando se mandan una cagada que me venden falopa” (sic).
“Falopa” no pretende en este caso ser un eufemismo de potrero de la más formal palabra “medicamento”. Como se aprecia en el videíto bonaerense, sendos vocablos son dos cosas distinguibles pero que conviven armónicamente, no solo en el abstracto mundo del lenguaje. También se corporizan (falopa y medicamentos; después de todo, ambos son drogas) dentro de las ambulancias. Ya hace un tiempo trascendió que en Chaco habían interceptado a unos enfermeros que llevaban cocaína en un vehículo de ese tipo.
Todo tiene una explicación, aun en las catacumbas más sórdidas: la cuarentena complicó a los transas para moverse en sus bicis, motos o autitos destartalados. Cualquier control podría malograr una entrega. Las ambulancias pasan carpiendo sin que nadie las pare. Aunque, como decía Tusam, puede fallar, como sucedió en el infectado reino de Coqui Capitanich.
Y los mentados “medicamentos”, ¿qué función cumplen en esta historia de perdedores? El mismísimo Ishii lo aclara, en declaraciones posteriores al escándalo: “Falopa es todo lo que es Rivotril y ese tema”, dijo. La circulación creciente de sustancias como el clonazepam y el alprazolam sería “ese tema”. Mezclados con bebidas alcohólicas, marihuana y paco provocan efectos alucinógenos muy indicados para salir “de caño” con polenta. No todos se quedan en casa.
“La pandemia –apuntó anteanoche el diputado de la Coalición Cívica-ari Héctor “Toty” Flores, en Hablemos de otra cosa (repite hoy, a las 23, por LN+)– ha expuesto de manera obscena la realidad que vivimos en el conurbano”.
El “conurbanólogo” Jorge Ossona señala que la “puja distributiva”, que también se da en las capas más desamparadas de la sociedad, ya no es solo por comida y planes, sino por zonas liberadas que gestiona el poder político. Ishii, a diferencia de algunos de sus pares, que administran miseria en sus distritos, pero que duermen en Puerto Madero, en Las Cañitas o en algún country, es un intendente de los de antes, que se camina la calle, conoce el territorio y habla sin temor con el que venga, sea un pan de Dios o un testaferro de Lucifer.
Preguntas: ¿están unidos en una misma secuencia el videíto del escándalo con la entrevista que Ishii dio a Perfil el 5 de julio último, en la que advertía que se aproxima un nuevo 2001? ¿Es un “vuelto” por aquella nota? ¿Notó Ishii que lo estaban grabando y no le importó? ¿Qué opinará de todo esto el secretario de Seguridad, Sergio Berni? En vez de hacer el noticiero mundial del Covid (y errar en los datos de otros países), ¿no hay nada que pueda hacer el gobernador Axel Kicillof?
Toty Flores deja picando una hipótesis más que inquietante: “Ya no es la interna por quién reparte la bolsa de comida, sino quién maneja el delito en la provincia de Buenos Aires. Esa interna termina a los tiros. Por eso es tan peligroso el momento que estamos viviendo”.
El video del intendente de José C. Paz es solo la punta de un iceberg oscuro del conurbano
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