Las pastillas del abuelo, en versión nórdica
Cuando se apaga la luz, se enciende la música: si un viejo remate publicitario apelaba a la oscuridad para despertar el deseo masculino (era el aviso de una crema vigorizante que funcionaba por frotación), en esta época de deconstrucción se apela menos al macho y más al machomenos.
El grupo sueco Viagra Boys es el último grito de una masculinidad menguada: al ritmo del post-punk, se burla de usos, costumbres y taras del tipo congelado en la era jurásica de la hombría. Con un arsenal de humor negro, sátira aguda y depresión nórdica (en su último video se ríe de las reuniones de oficina antes del imperio del Zoom y en una de sus canciones reclama el derecho universal del hombre a ver deportes por televisión), Viagra Boys es una rareza: un grupo con un monotema, la modesta saga cotidiana del varón domado.
"BASEBALL! BASKETBALL!", grita el cantante Sebastian Murphy en el hit Sports, donde describe la obsesión masculina por mirar deportes más que practicarlos
"BASEBALL! BASKETBALL!", grita el cantante Sebastian Murphy en el hit Sports, donde describe la obsesión masculina por mirar deportes más que practicarlos
. El estereotipo del macho es la narrativa principal de Viagra Boys, un grupo que a diferencia de otras bandas paródicas como, digamos, Los Sultanes, retrata con lucidez y brutalidad los tiempos que vivimos. "Es un tour de force musical revestido con las reprobaciones más aceptadas por la sociedad", definió la revista estadounidense Pitchfork: "Por su nombre y su entrega vocal, Viagra Boys parece ser una broma, pero ellos quieren controlar cuándo y cómo se devela su trama cómica". El sexteto debutó hace cinco años en Estocolmo con un puñado de canciones en inglés, publicó dos discos breves, salió de gira por Europa y finalmente editó un álbum de larga duración titulado Street Worms, en el que las nueve canciones versan sobre la virilidad presumida, las diferencias de clase y la futilidad de la vida cotidiana: "Los mismos gusanos que me comen a mí, algún día te comerán a vos también", son las últimas líneas del disco. Ahora, Viagra Boys acaba de sacar otro EP, Common Sense, donde se burla de los postulados del menos común de los sentidos. La historia oficial de la banda dice que sus músicos solo una vez tomaron Viagra.
Ahí donde la potencia amatoria sea una obsesión del hombre preocupado por el rendimiento, la solución farmacéutica infundirá ánimos. Aun a los gritos, las canciones de Viagra Boys se compadecen del amante inseguro. Entre todas las preocupaciones del macho aún no deconstruido, una de las principales es empardar destreza sexual con performance deportiva: por algo la pastillita azul se propone como un remedio para aquel que "no puede presentar el equipo".
Ahí donde la potencia amatoria sea una obsesión del hombre preocupado por el rendimiento, la solución farmacéutica infundirá ánimos. Aun a los gritos, las canciones de Viagra Boys se compadecen del amante inseguro. Entre todas las preocupaciones del macho aún no deconstruido, una de las principales es empardar destreza sexual con performance deportiva: por algo la pastillita azul se propone como un remedio para aquel que "no puede presentar el equipo".
Listamanía
Cinco canciones de Viagra Boys, el grupo post-punk de Suecia
"Sports". El hit de la banda liderada por el cantante Sebastian Murphy: una enumeración de los deportes, y algo más, que obsesionan a los hombres.
"Down in the Basement". La canción que abre el disco larga duración Street Worms, en la que se exige a un marido infiel que pida disculpas a la esposa engañada.
"Best in Show". Una parodia de una exhibición de perros en Texas donde los participantes compiten con sus animales mientras se recitan nombres de razas.
"Worms". Los gusanos que dan título a su LP: una fábula oscura sobre el final de todas las cosas y la inutilidad de competir unos con otros.
"Common Sense" El último tema de Viagra Boys, lanzado en plena pandemia, que pregunta machacante: "¿Por qué no tenés un poquito de sentido común?".
N. A.
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