domingo, 14 de julio de 2024

LA FASE II DEL PROGRAMA


La fase II del programa es más ardua
La dirigencia política aún no entiende cabalmente a Milei, pero le reconoce un logro valioso: ubicarse en el centro de una convocatoria a la que fueron 18 gobernadores de la oposición, para firmar un acuerdo que incluye ajustar 25% del gasto
Francisco Olivera
El presidente Javier Milei, en la Bolsa de Comercio
Ya en Buenos Aires, todavía molesto, convencido de que su esfuerzo por estar en el acto del 9 de Julio no había sido valorado por el Presidente, Macri describió con ironía su helada visita a Tucumán: “Me la pasé hablando con Rodríguez Saá”, dijo esta semana. Sigue desconcertado. A sus íntimos les cuenta que Milei lo llamó especialmente para que fuera, que lo hizo volver de Wimbledon y que, a cambio, no fue capaz de facilitarle siquiera el traslado del aeropuerto a la sede en la que se firmaba el Pacto de Mayo.
El líder de Pro no hizo público el enojo, pero lo dejó trascender. “Ingrato e innecesario el destrato a Mauricio Macri hoy en Tucumán”, coincidió ese día en Twitter el diputado Maximiliano Ferraro, de la Coalición Cívica. El jefe del Estado dice, en cambio, que estuvo cortés. “¡Si rompí el protocolo para saludarlo!”, le contestó anteayer a Esteban Trebucq en LN+. ¿No se dio cuenta o lo hizo a propósito? La dirigencia política no logra todavía entender cabalmente a Milei. Pero le reconoce un logro valioso: haberse ubicado en Tucumán como centro de una convocatoria a la que fueron voluntariamente 18 gobernadores, todos ellos de la oposición, para firmar un documento que incluía el compromiso de ajustar un 25% del gasto. Una imagen fuerte y presidencialista.
La suerte de Milei es entonces, hasta ahora, exactamente la opuesta a la que el establishment le auguraba antes de que asumiera: la fase II de su programa incluye una consolidación política que dispersa a la oposición, pero, al mismo tiempo, un tránsito económico escabroso que se expresa en la escalada del dólar y el riesgo país. El 4,6% de inflación anunciado ayer por el Indec para junio es menor que el proyectado, pero convive con dudas del mercado sobre la sostenibilidad cambiaria. Los empresarios celebran el equilibrio fiscal y hasta parecen haberlo incorporado como parte del paisaje, pero se preguntan ahora por las encrucijadas de esta segunda etapa. El cepo, la recuperación, la paciencia social. O algo más específico y gravitante: cómo se resolverá el embrollo de los puts, opciones de venta que tienen los bancos que compraron bonos en la época de Batakis y Massa, que obligan al Banco Central a emitir pesos en caso de ser ejercidas y que ya desencadenaron el primer encontronazo público entre el Presidente y el Banco Macro.
La negociación es sigilosa, pero dura. El Gobierno tomó la precaución de no llevarla adelante con la cámara en conjunto, sino por banco y de a varias reuniones separadas. Los ejecutivos que últimamente llamaron por teléfono a Javier Bolzico, presidente de la asociación (Adeba), para preguntarle si tenía alguna novedad al respecto saben que no está demasiado al tanto.
La estrategia oficial parece deliberada, aunque no del todo coordinada. En estos días, mientras funcionarios de segunda y tercera línea del Palacio de Hacienda y el Banco Central les decían a ejecutivos del sector haber convencido al 95% de los bancos de aceptar la propuesta de recibir letras del Tesoro a cambio de los puts, Santiago Bausili, jefe de la autoridad monetaria, ubicaba esa adhesión en niveles más realistas: entre el 60 y el 70 por ciento.
No bien recibieron los primeros llamados del Gobierno, los banqueros se consultaron uno a otros. Constataron lo obvio, que no siempre todos cuentan toda la verdad, y hubo entonces que sondear caso por caso. Al enterarse por un funcionario de que uno de sus colegas había aceptado canjear los puts por las letras, el líder de un banco quiso certificarlo con la versión del propio involucrado. “No, nosotros todavía no aceptamos”, le contestó su par, que llamó entonces al BCRA para corregir el malentendido: les dijo que tenía buena voluntad de acordar, pero que no se apuraran a sacar conclusiones porque eso, en todo caso, debía antes ser aprobado por el directorio de la empresa. Aclarado ese punto, cortó y volvió a recibir una llamada del BCRA. Esta vez era el propio Bausili, a quien decidió exponerle mejor todos sus reparos: “Queremos acompañar al Gobierno, pero no me hagas entrar en un riesgo de liquidez”, le dijo.
Las conversaciones no están terminadas. Ahora se entiende mejor que Milei y el equipo económico hayan hecho pública la pelea con el Macro, que puede servir como advertencia al resto: es probable que terminen aceptando todos.
Es evidente que tienen ganas de apuntalar, pero también cierta desconfianza del programa. O al menos ansiedad por ver un horizonte más despejado. No son el único sector. Hace dos viernes, durante un encuentro en el Malba, desarrolladores inmobiliarios le preguntaron a Luis Caputo cuándo creía que vendría el repunte de la actividad. “Estamos haciendo los deberes para estabilizar la macro y crear las condiciones para generar confianza y credibilidad, pero la reactivación se va a dar cuando ustedes estén también dispuestos a confiar e invertir”, dijo el ministro. Será un invierno largo.
El Gobierno corre contra el tiempo. Desde las oficinas de comunicación que conduce otro Caputo, Santiago, piden últimamente a los ministerios que empiecen a mostrar proyectos y logros. Admiten que la incertidumbre es grande. “El rumbo está bien, pero no sabemos si el barco aguanta y los marineros son los adecuados”, dijo uno de los empresarios que estuvieron el miércoles con Milei en la Bolsa.
Difícil saberlo porque casi ningún pronóstico se ha cumplido. Ni la recuperación en V ni el pochoclo de Albistur. El peronismo sigue desconcertado. Quienes visitan últimamente a Massa, por ejemplo, salen de esa oficina de la Avenida del Libertador con diagnósticos prácticamente opuestos con pocas horas de diferencia. ¿Está el exministro esperando el escenario de 2027 o podría ser candidato en 2025? No queda claro. Depende del día del encuentro o de quien lo escuche. Y tampoco coinciden entre los anfitriones. Algunos dicen que Malena Galmarini proyecta con plazos políticos más cortos que los de su marido.
Milei mantiene, sin embargo, un sorprendente respaldo social. Hasta parece estar dándose el lujo de elegir a sus opositores. Su preferido: Kicillof. Es el más antagónico: tiene, por ejemplo, un proyecto de ley de góndolas, norma derogada en diciembre por el DNU de Sturzenegger, y ya logró media sanción para una empresa de emergencia sanitaria. Pero el Gobierno necesita evitar resbalones. Principalmente en las cámaras legislativas, donde no está exento de sorpresas. “Devuelvan las bancas”, les pidió por Twitter Victoria Villarruel a los nueve diputados bonaerenses de La Libertad Avanza que le votaron a Kicillof la creación de la empresa de emergencia sanitaria. Falta la discusión en el Senado. Sergio Vargas, otro exmassista que entró como legislador de Milei, ya anticipó que lo haría en contra. ¿Será siempre así? Habrá que seguir cada proyecto. En la provincia, la fase II resulta también ambigua. Hasta el mercado parece a veces más nítido y frontal.

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