El Gobierno busca atraer inversiones en IA, pero teme por el Congreso
Avance. Esperan que los legisladores no regulen en exceso; en la Casa Rosada creen que el país tiene características seductoras
María Julieta RumiMilei y Reidel cuando se encontraron con Zuckerberg
La semana que viene, la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Cámara de Diputados tiene previsto empezar a tratar distintos proyectos para regular la inteligencia artificial (IA). Y si bien todavía no está claro qué iniciativa podría prosperar o si efectivamente saldrá una ley al respecto, desde el entorno del Presidente y el sector empresario se encendieron algunas alarmas porque entienden que una sobrerregulación podría matar las chances de que la Argentina se convierta en un polo a nivel mundial de esta revolución tecnológica como quiere Javier Milei.
Según el Gobierno, hoy el país tiene una serie de características que lo convierten en un potencial destinatario de parte de las inversiones en IA, que ascendieron a US$125.000 millones en 2023, de acuerdo con la consultora McKinsey.
En primer lugar, tiene un clima de templado a frío y energía abundante y económica para la instalación de data centers. Pero a eso se sumaría que el Presidente tiene un discurso de libre empresa y que la tecnología resultó ser uno de los sectores incluidos en el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), con incentivos en materia fiscal y aduanera, además de garantías y seguridad jurídica para inversiones. Sin embargo, la mayor virtud de la Argentina sería algo que no tiene, que es una regulación para la inteligencia artificial, como la europea.
Según lo aprobado a fines del año pasado en el Viejo Continente, las empresas productoras de IA de uso general tienen que elaborar documentación técnica, cumplir con la ley de derechos de autor de la UE y difundir resúmenes detallados sobre el contenido utilizado para la formación. Pero para los modelos de alto impacto “con riesgo sistémico” hay obligaciones aún mayores, como realizar evaluaciones de modelos, evaluar y mitigar riesgos sistémicos, realizar pruebas constantes, informar a la Comisión Europea sobre incidentes graves, garantizar la ciberseguridad e informar sobre su eficiencia energética. Y si no cumplen, son sancionadas.
Esto hizo que Meta decidiera directamente no lanzar las versiones de sus productos y modelos de inteligencia artificial en la Unión Europea, tal como consignó el jefe del Consejo de Asesores del presidente, Demian Reidel.
Pero esta ventaja local podría desaparecer si prosperara alguna de las 10 iniciativas que están en Diputados en su mayoría desde el año pasado, cuando aún no se conocían los efectos adversos de la legislación europea.
“Las empresas han dicho que el sistema normativo europeo es muy intervencionista y están desinvirtiendo en Europa. Ya hay índices del fracaso. En cambio, el Reino Unido, Estados Unidos y Japón tienen esquemas más laxos. La regulación propia tiene que estar en relación con lo que pasa en otros países. Hay que encontrar un balance entre un desarrollo fecundo y un uso responsable de esas tecnologías”, dijo Luis Galeazzi, director ejecutivo de Argencon, en una posición que es compartida por la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi) y también por el diputado de Pro Martín Yeza, que habla de a lo sumo legislar sobre las consecuencias, pero no apagar la innovación.
“El problema de la regulación europea es que es muy abarcativa. En Chile siguieron sus pasos y tienen un capítulo legal que habla de usos éticos por si te opera un cirujano, consulta con ChatGPT y la operación sale mal. Pero la medicina es una profesión colegiada con un régimen penal. ¿Querés regular la inteligencia artificial o diluir responsabilidad profesional? Salvo que vayas a eliminar la carrera de Medicina, no tiene sentido regular la inteligencia artificial”, explicó Yeza.
Por esta razón, el exintendente de Pinamar presentó su propia iniciativa, que aún no fue subida a la página de la comisión, que habla de generar un sandbox regulatorio (mecanismo que otorga exenciones regulatorias a una empresa para que esta pueda probar nuevos productos) para que las compañías generadoras de IA puedan poner a prueba libremente sus desarrollos antes de lanzarlos. Esta iniciativa es la que más convencería a los empresarios y al propio Gobierno, que no quiere dar a conocer qué pasos está tomando en materia de IA, aunque sostienen que están empezando a ver avances concretos en términos de inversiones y que van a implementar algunas cosas que hizo Taiwán, que se convirtió en un polo tecnológico para el desarrollo de la inteligencia artificial por su industria de microchips.
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¿Dónde se aprende economía, pero en serio? En Venezuela
Juan Carlos de Pablo
Propongo cerrar las facultades de Ciencias Económicas de la Argentina durante un par de semanas para que los estudiantes se puedan trasladar a alguna ciudad de Venezuela y palpar las dramáticas implicancias que genera ignorar los principios económicos más elementales.
Venezuela es un país cuyo subsuelo está lleno de un recurso muy valioso y su suelo vacío de bienes. Lo explicó Adam Smith en La riqueza de las naciones cuando dijo que no es la benevolencia del carnicero la que nos proporciona el alimento, sino que el referido comerciante se gana la vida prestando un servicio.
Hace algunos años se supo que, con respecto a lo que ocurría antes de que Hugo Chávez llegara la presidencia, Pdvsa (la empresa petrolera de Venezuela) había disminuido su extracción de petróleo, y elaboración de derivados a la tercera parte a pesar de –o gracias a– haber multiplicado por diez su nómina salarial.
Alrededor del 25% de la población de Venezuela migró, reinsertándose con rapidez en los países que la aceptaron. ¿Qué pasó con el venezolano que me atendía en el bar de la esquina? Dejé de verlo porque escaló en el plano laboral.
China es el contraejemplo de Venezuela. Gracias a Deng Xiao Ping, el agricultor encontró que el primer repollo que producía era para el Estado y los demás para él. En la época de Mao Zedong ocurría lo contrario y solo cultivaba un repogentina. llo; ahora, del mismo terreno, con las mismas herramientas, salieron varios. Como bien dice Dany Rodrik, los chinos no descubrieron ningún principio económico, sino que los aplican todos.
Simón Kuznets, en la década de 1960, clasificaba a los países en cuatro “categorías”: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y la Armozo Hoy quitaría a Japón y, junto a la Argentina, colocaría a Venezuela. Ojalá dentro de algunos años a nosotros nos saque de la lista.
Si no queremos llevar a los estudiantes de economía a Venezuela, desde la caída del Muro de Berlín ya no nos queda mostrar el contraste entre Berlín Occidental y Oriental; pero todavía nos quedan Corea del Norte y del Sur.
No es necesario moverse físicamente: basta con plantear en el aula que no todos los problemas se deben a la escasez, el maldito imperialismo o la mala suerte. También se pueden deber a la importancia de que a los seres humanos les convenga hacer cosas que les aportan a los otros seres humanos, con los cuales pueden intercambiar en paz.
La semana que viene, la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Cámara de Diputados tiene previsto empezar a tratar distintos proyectos para regular la inteligencia artificial (IA). Y si bien todavía no está claro qué iniciativa podría prosperar o si efectivamente saldrá una ley al respecto, desde el entorno del Presidente y el sector empresario se encendieron algunas alarmas porque entienden que una sobrerregulación podría matar las chances de que la Argentina se convierta en un polo a nivel mundial de esta revolución tecnológica como quiere Javier Milei.
Según el Gobierno, hoy el país tiene una serie de características que lo convierten en un potencial destinatario de parte de las inversiones en IA, que ascendieron a US$125.000 millones en 2023, de acuerdo con la consultora McKinsey.
En primer lugar, tiene un clima de templado a frío y energía abundante y económica para la instalación de data centers. Pero a eso se sumaría que el Presidente tiene un discurso de libre empresa y que la tecnología resultó ser uno de los sectores incluidos en el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), con incentivos en materia fiscal y aduanera, además de garantías y seguridad jurídica para inversiones. Sin embargo, la mayor virtud de la Argentina sería algo que no tiene, que es una regulación para la inteligencia artificial, como la europea.
Según lo aprobado a fines del año pasado en el Viejo Continente, las empresas productoras de IA de uso general tienen que elaborar documentación técnica, cumplir con la ley de derechos de autor de la UE y difundir resúmenes detallados sobre el contenido utilizado para la formación. Pero para los modelos de alto impacto “con riesgo sistémico” hay obligaciones aún mayores, como realizar evaluaciones de modelos, evaluar y mitigar riesgos sistémicos, realizar pruebas constantes, informar a la Comisión Europea sobre incidentes graves, garantizar la ciberseguridad e informar sobre su eficiencia energética. Y si no cumplen, son sancionadas.
Esto hizo que Meta decidiera directamente no lanzar las versiones de sus productos y modelos de inteligencia artificial en la Unión Europea, tal como consignó el jefe del Consejo de Asesores del presidente, Demian Reidel.
Pero esta ventaja local podría desaparecer si prosperara alguna de las 10 iniciativas que están en Diputados en su mayoría desde el año pasado, cuando aún no se conocían los efectos adversos de la legislación europea.
“Las empresas han dicho que el sistema normativo europeo es muy intervencionista y están desinvirtiendo en Europa. Ya hay índices del fracaso. En cambio, el Reino Unido, Estados Unidos y Japón tienen esquemas más laxos. La regulación propia tiene que estar en relación con lo que pasa en otros países. Hay que encontrar un balance entre un desarrollo fecundo y un uso responsable de esas tecnologías”, dijo Luis Galeazzi, director ejecutivo de Argencon, en una posición que es compartida por la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi) y también por el diputado de Pro Martín Yeza, que habla de a lo sumo legislar sobre las consecuencias, pero no apagar la innovación.
“El problema de la regulación europea es que es muy abarcativa. En Chile siguieron sus pasos y tienen un capítulo legal que habla de usos éticos por si te opera un cirujano, consulta con ChatGPT y la operación sale mal. Pero la medicina es una profesión colegiada con un régimen penal. ¿Querés regular la inteligencia artificial o diluir responsabilidad profesional? Salvo que vayas a eliminar la carrera de Medicina, no tiene sentido regular la inteligencia artificial”, explicó Yeza.
Por esta razón, el exintendente de Pinamar presentó su propia iniciativa, que aún no fue subida a la página de la comisión, que habla de generar un sandbox regulatorio (mecanismo que otorga exenciones regulatorias a una empresa para que esta pueda probar nuevos productos) para que las compañías generadoras de IA puedan poner a prueba libremente sus desarrollos antes de lanzarlos. Esta iniciativa es la que más convencería a los empresarios y al propio Gobierno, que no quiere dar a conocer qué pasos está tomando en materia de IA, aunque sostienen que están empezando a ver avances concretos en términos de inversiones y que van a implementar algunas cosas que hizo Taiwán, que se convirtió en un polo tecnológico para el desarrollo de la inteligencia artificial por su industria de microchips.
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¿Dónde se aprende economía, pero en serio? En Venezuela
Juan Carlos de Pablo
Propongo cerrar las facultades de Ciencias Económicas de la Argentina durante un par de semanas para que los estudiantes se puedan trasladar a alguna ciudad de Venezuela y palpar las dramáticas implicancias que genera ignorar los principios económicos más elementales.
Venezuela es un país cuyo subsuelo está lleno de un recurso muy valioso y su suelo vacío de bienes. Lo explicó Adam Smith en La riqueza de las naciones cuando dijo que no es la benevolencia del carnicero la que nos proporciona el alimento, sino que el referido comerciante se gana la vida prestando un servicio.
Hace algunos años se supo que, con respecto a lo que ocurría antes de que Hugo Chávez llegara la presidencia, Pdvsa (la empresa petrolera de Venezuela) había disminuido su extracción de petróleo, y elaboración de derivados a la tercera parte a pesar de –o gracias a– haber multiplicado por diez su nómina salarial.
Alrededor del 25% de la población de Venezuela migró, reinsertándose con rapidez en los países que la aceptaron. ¿Qué pasó con el venezolano que me atendía en el bar de la esquina? Dejé de verlo porque escaló en el plano laboral.
China es el contraejemplo de Venezuela. Gracias a Deng Xiao Ping, el agricultor encontró que el primer repollo que producía era para el Estado y los demás para él. En la época de Mao Zedong ocurría lo contrario y solo cultivaba un repogentina. llo; ahora, del mismo terreno, con las mismas herramientas, salieron varios. Como bien dice Dany Rodrik, los chinos no descubrieron ningún principio económico, sino que los aplican todos.
Simón Kuznets, en la década de 1960, clasificaba a los países en cuatro “categorías”: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y la Armozo Hoy quitaría a Japón y, junto a la Argentina, colocaría a Venezuela. Ojalá dentro de algunos años a nosotros nos saque de la lista.
Si no queremos llevar a los estudiantes de economía a Venezuela, desde la caída del Muro de Berlín ya no nos queda mostrar el contraste entre Berlín Occidental y Oriental; pero todavía nos quedan Corea del Norte y del Sur.
No es necesario moverse físicamente: basta con plantear en el aula que no todos los problemas se deben a la escasez, el maldito imperialismo o la mala suerte. También se pueden deber a la importancia de que a los seres humanos les convenga hacer cosas que les aportan a los otros seres humanos, con los cuales pueden intercambiar en paz.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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