Un vaticinio sobre Kamala
Allan J. Lichtman predijo todos los ganadores presidenciales recientes. ¿Acertará de nuevo?
Andrés Oppenheimer
Kamala Harris.
MIAMI.- Allan J. Lichtman, el profesor de American University que vaticinó el resultado de prácticamente todas las elecciones recientes en Estados Unidos y se hizo famoso cuando predijo - en contra de lo que decían las encuestas - que Donald Trump ganaría las elecciones de 2016, fue muy cauto cuando lo entrevisté sobre quién ganará los comicios de este año.
Sin embargo, aunque me dijo que recién emitirá su predicción en septiembre, me dio una buena pista de quién tiene las mejores posibilidades de ganar la carrera entre la aspirante demócrata Kamala Harris y el candidato republicano Donald Trump.
Lichtman, que ha desarrollado un sistema de 13 claves para predecir quién ganará las elecciones estadounidenses, me dijo que “muchas cosas tendrían que salir mal para que pierdan los demócratas”. Traducción: al día de hoy, Harris tiene las mejores posibilidades de ganar.
El sistema de predicción de 13 claves de Lichtman, basado en la premisa de que el partido gobernante siempre tiene una ventaja, consta de 13 preguntas que deben responderse cada una con un “verdadero” o “falso”. Si el partido en el poder obtiene un “falso” en seis de las 13 claves, perderá la Casa Blanca.
Desde que comenzó a anunciar sus pronósticos hace 20 años, Lichtman acertó en nueve de las últimas 10 elecciones. El sostiene que acertó en las diez, porque la elección de 2000 fue atípica: su candidato, Al Gore, ganó el voto popular, pero la Corte Suprema le dio la victoria a George W. Bush.
Entre las 13 claves de Lichtman se encuentran si hay un presidente que se está presentando para la reelección, si hay un candidato fuerte de un tercer partido, y si la economía va bien.
“En este momento, los demócratas están abajo en solo tres claves”, y tendrían que estar abajo en seis claves para que Trump gane”, me dijo Licthman. Los demócratas están abajo en la clave del “mandato”, porque perdieron la Cámara baja en 2022, en la clave de la “incumbencia”, porque el presidente Joe Biden ya no es el candidato, y en la clave del “carisma”, porque es demasiado pronto para saber si Harris es carismática, explicó.
Cuando le pregunté si Trump, nos guste o no, acaso no es carismático, Licthman respondió: “No encaja en la definición de la clave (del carisma), porque esa clave requiere que seas atractivo para una amplia audiencia. No puedes atraer simplemente a una base estrecha, como Trump”.
Trump, durante un acto de campaña en Las Vegas.
Lichtman dice que no le presta atención a las encuestas, porque son solo una fotografía del presente, que no sirve para predecir qué sucederá el día de las elecciones.
Además, así como los encuestadores subestimaron el voto pro- Trump en 2016, ahora pueden estar subestimando el voto prodemócrata, agregó.
“Los encuestadores dicen, que su margen de error es de más o menos 3% aproximadamente. Pero eso es un error estadístico puro”, me dijo Lichtman. “La gente puede mentir en las encuestas. Puede que aún no se haya decidido. Puede que cambie de opinión”.
En cuanto a las noticias sobre las donaciones a cada campaña, o los debates, me dijo: “Recuerda, con base en las mediciones convencionales, Hillary Clinton debería haber ganado en 2016: recaudó más dinero, tuvo más anuncios, ganó todos los debates, tuvo una mejor organización. Y, por supuesto, perdió”.
¿Acertará Lichtman esta vez nuevamente? No me animo a hacer un pronóstico electoral en este momento, pero aquí va mi humilde teoría: Harris ganará fácilmente el voto popular, y Trump -si pierde en el colegio electoral- cuestionará los resultados.
Trump ya está preparando el terreno para impugnar las elecciones, diciendo que Harris organizó un supuesto “golpe de Estado” ilegal contra la nominación de Biden, sigue negándose a aceptar su derrota en las elecciones de 2020 y elogia rutinariamente a los insurrectos que atacaron el Capitolio el 6 de enero de 2021 con el fin de revertir el resultado electoral.
Además, el expresidente aún no se ha comprometido a aceptar un posible resultado adverso en las elecciones de este año. Trump no juega bajo las reglas de la democracia, ni de la decencia. Así que, pase lo que pase, mi predicción es que veremos una elección muy cerrada, y un serio conflicto postelectoral.
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Todavía esperando el desarrollo
Marcello Averbug
La Argentina, Brasil y México son los tres países de América Latina que tienen mayor potencial para desarrollarse. Sin embargo, ninguno de ellos ha conseguido, hasta el momento, alcanzar este estatus privilegiado. Por diferentes razones, cada una de estas naciones continúa luchando contra deficiencias económicas y sociales que bloquean su camino hacia un nivel de prosperidad compatible con sus aspiraciones. Veamos el caso de Brasil.
Durante parte del siglo XX, principalmente entre las décadas de 1950 y 1990, prevaleció la convicción de que Brasil avanzaba hacia la categoría de desarrollado. Viendo la ampliación y diversificación del parque industrial como el camino correcto para alcanzar la categoría deseada, se implementaron políticas públicas para acelerar las inversiones en este sector.
De hecho, a través del proceso de sustitución de importaciones de manufacturas, el país se convirtió en un productor relevante de bienes de consumo, insumos básicos y bienes de capital. Paralelamente, construyó un sistema financiero sólido, impulsó el sector de servicios en general, avanzó en segmentos agrícolas y mejoró el nivel de vida de la población.
Ahora, después de setenta años, vale la pena preguntarse: ¿podemos considerar a Brasil victorioso en su avance hacia el desarrollo económico y social? ¿Es la calidad de vida de la mayoría de la población equivalente a la que disfrutan los Estados Unidos, Europa Occidental, Canadá y Australia? ¿El camino que siguió es similar al de otros países recientemente desarrollados, como Corea del Sur? Las respuestas obvias a estas preguntas son frustrantes.
Este artículo no pretende explicar las causas del desempeño brasileño, lo que requeriría escribir un libro, sino que se limita a reflexionar sobre las expectativas para el futuro. Además de las limitaciones coyunturales, como el déficit fiscal, la deuda pública, la inflación, las tasas de interés y las cuentas externas, las perspectivas de Brasil también dependen de la atención prestada a factores estructurales que nunca han sido priorizados.
Esta falta de atención no debe atribuirse solo a los sucesivos gobiernos, sino a la sociedad brasileña en su conjunto, que, históricamente, se ha abstenido de exigir el enfrentamiento de profundas limitaciones al desarrollo económico y social. Me refiero a temas como la baja calidad de la educación básica, el insuficiente ahorro interno, la débil investigación tecnológica, la desigualdad social, la modesta competitividad de gran parte del sistema productivo, la infraestructura obsoleta, la escasa formación profesional, etcétera.
Como consecuencia de la desatención mencionada, el país no logró integrarse a los flujos más ventajosos del mercado internacional como han conseguido, por ejemplo, China y Corea del Sur, ni tampoco ha construido un mercado consumidor interno con un tamaño capaz de fomentar altas tasas de crecimiento del PBI.
En definitiva, Brasil no ha aprovechado satisfactoriamente las oportunidades ofrecidas por los contextos global e interno de los últimos setenta años, lo que equivale a concluir que los esfuerzos pasados fueron insuficientes o mal concebidos.
En cuanto al futuro, solo nos queda esperar que sepa aprovechar las oportunidades que se presenten. Hasta que esto suceda, el país crecerá a un ritmo lento sin alcanzar el estatus de desarrollado, aunque pueden ocurrir cambios positivos en algunos segmentos de la economía.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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