jueves, 1 de agosto de 2024

MERCADOS Y EMISIÓN


El dólar blue cayó y perforó la barrera de los $1400
MERCADOS. Las cotizaciones financieras bajaron casi $30, y la brecha se redujo a 35%; las acciones retrocedieron hasta 9%
Melisa Reinhold
El dólar blue cayó y perforó la barrera de los $1400. Esta tendencia a la baja también se vio reflejada en las cotizaciones financieras, que retrocedieron casi $30 en el día, incluso a pesar de que en la última semana se observaron menos intervenciones oficiales en el mercado del MEP y el contado con liquidación (CCL). Para los analistas, la entrada de divisas por el blanqueo de capitales y una mayor demanda estacional por los pesos afectaron estos días los dólares libres.
En las calles de la City porteña, ayer los arbolitos ofrecieron dólares blue a $1385. Se trató de una baja de $30 frente al cierre anterior (-2,1%), y de $50 acumulada en los primeros dos días de la semana (-3,5%). Aun así, siguió unos $100 por encima de los tipos de cambio financieros, lo que incentivó el regreso del “rulo” financiero.
“Pareciera que se comienzan a sentir con cierta intensidad la falta de pesos y el inicio del llamado apretón monetario. En el dólar blue también impacta el cambio de estacionalidad, ya que terminan las vacaciones de invierno, y el inicio de agosto anticipa más necesidades de pesos. Además, puede influir, aunque pienso que poco, el proceso que permite comprar MEP y vender en el blue, ganando una diferencia”, enumeró Gustavo Quintana, operador de cambios PR.
La misma tendencia a la baja se replicó en los financieros. Ayer, el dólar MEP apareció en las pantallas del mercado de capitales a $1267,95, con una caída diaria de $28,6 (-2,2%). En tanto, el contado con liquidación cotizó a $1265,14, unos $29,1 menos (-2,3%). En los últimos días, retrocedieron $55,2 y $52,7, respectivamente.
Sin embargo, estas cotizaciones se ven influidas por la oferta que les llega de dos frentes diferentes. Por un lado, por las ventas de los exportadores, ya que el 20% de sus ventas pueden canalizarlas por el CCL. Por el otro, por las intervenciones que hace el Banco Central, que habría volcado entre US$231 y US$262 millones en las últimas once ruedas, de acuerdo con estimaciones de Portfolio Personal de Inversiones (PPI). De todos modos, el volumen de intervenciones habría disminuido la semana pasada.
“Durante esta semana, al igual que en las ruedas previas, el ojo del mercado seguirá teniendo como prioridad la dinámica de las reservas netas del BCRA, cuya dinámica continúa bajista [ayer vendió otros US$64 millones]. Puede parecer contraintuitivo el comportamiento del CCL en este marco, en caída incluso con el BCRA vendiendo en el MULC, algo que creemos está asociado al blanqueo de capitales dispuesto por el Gobierno, que podría traer algo de flujo vendedor en CCL”, coincidió Juan Manuel Franco, economista jefe de Grupo SBS.
Ayer, el tipo de cambio oficial mayorista cotizó a $932,50, lo que significó una microdevaluación diaria de $0,50 (+0,1%). Frente al contado con liquidación, la brecha cambiaria se redujo a 35,6%. Dos semanas atrás, antes de que el BCRA empezara a intervenir, era de 55%.
Por segunda rueda consecutiva, la Bolsa porteña cayó 4,7%. En el panel principal, conformado por aquellas empresas con mayor volumen de operaciones, las bajas más marcadas se observaron entre los papeles de Sociedad Comercial del Plata (-9,5%), BYMA (-5,7%), Central Puerto (-5,6%) y Transportadora de Gas del Norte (-5,4%).
Los bonos soberanos operaron dispares, dependiendo de la legislación y el vencimiento. Así, el riesgo país avanzó tres unidades y cerró el día en los 1556 puntos (+0,19%).

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Los bancos no tienen más espacio para guardar los billetes viejos
EMISIÓN. Las entidades construyeron bóvedas con el propósito de ampliar la capacidad de almacenaje, pero no dan abasto; en el país circulan 11.859 millones de papel moneda
Sofía DiamanteEn el país hay 6212 millones de billetes de $1000
Pese a que la inflación se desaceleró en los últimos meses y a que el Banco Central (BCRA) lanzó papeles moneda de mayor denominación ($10.000), la economía argentina sigue batiendo récords semanalmente en términos de cantidad de billetes en circulación.
Según el último informe de la autoridad monetaria, en el país hay 11.859 millones de billetes en las calles; es decir, casi 12 millones de toneladas de papel moneda. Esto equivale a cerca de un 20% más que la cantidad de billetes que había en circulación en diciembre pasado (9920 millones) y el doble en comparación con los que había en diciembre de 2019 (5242 millones).
En total, son 258 billetes por habitante, un exceso, cuando se lo compara con los 68 per cápita que tiene Chile, los 65 de Europa o los 35 de Brasil, por caso.
“La gente antes venía al banco con una mochila llena de pesos para depositar. Después, empezó a venir con la valija carry on, y ahora directamente viene con la de 23 kilos que va en la bodega. Todos quieren sacarse de encima los billetes de menor denominación”, describen en una entidad bancaria. Para los gerentes de las sucursales bancarias, la situación es “desesperante”.
Esta dinámica anómala no es nueva, sin embargo. Comenzó durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner, cuando la expresidenta prohibió emitir billetes de mayor denominación para negar la aceleración de la inflación, pese a que ya deterioraba el poder de compra del peso. Al finalizar su administración, los billetes de $100 representaban el 70% del total en circulación.
Esta situación se repitió durante el gobierno de Alberto Fernández, cuando también se decidió postergar la impresión de billetes de mayor denominación y solo se lanzó el de $2000 nueve meses antes de finalizar la gestión, pese a que la inflación interanual superaba el 200%.
Actualmente, pese a que el actual gobierno de Javier Milei lanzó los billetes de $10.000 y confirmó la entrada en circulación de los de $20.000 para octubre, los bancos siguen enfrentando el mismo problema de falta de espacio para almacenar los billetes en desuso.
“Tenemos el agrado de dirigirnos a usted con relación a las complicaciones que afrontan las entidades financieras en la gestión del efectivo”, dice la última misiva que enviaron las cámaras bancarias el 15 de julio pasado al Banco Central. Se trata de la tercera carta en los últimos siete meses remitida por la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA, banca extranjera), la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba, bancos nacionales) y la Asociación de la Banca Especializada (ABE).
Las entidades bancarias suelen remarcar que “en un país normal” el sobrante de pesos se almacenaría en el tesoro del Banco Central, pero como la autoridad monetaria no tiene espacio de guardado, delegó esa función en los bancos. Estos, a su vez, tuvieron que buscar nuevos lugares para almacenar los papeles. Se calcula que construyeron desde 2020 a la fecha 10 bóvedas grandes (llamadas coloquialmente en el sector “sarcófagos”), con un costo de US$4 millones cada una, debido a las medidas de seguridad que deben tener, y 100 bóvedas más chicas, con un costo de US$1 millón.
Sin embargo, pese a esta inversión, los bancos se están quedando nuevamente sin espacio para guardar billetes, una situación que se agravó con la emisión del papel moneda de $10.000, aunque parezca contradictorio. Esto se debe a que, al haber un billete de mayor denominación, el de $1000 dejó de ser atractivo y perdió parte de su demanda.
El billete de $1000, que tiene un valor de casi un dólar al tipo de cambio oficial y de 70 centavos al paralelo, hoy representa el 52% del total de unidades en circulación. Si bien no llega al 70% que representaba el de $100 en 2015, en términos de unidades batió todos los récords, con 6212 millones de billetes en circulación (lo máximo que se llegó a imprimir de $100 fueron 4229 millones).
Ante esta situación, el Banco Central incorporó en el último año dos máquinas destructoras para acelerar el proceso de eliminación de los billetes en desuso. De esta forma, tiene tres, dos instaladas en Retiro, en la Casa de Moneda, y una en Santiago del Estero, y una capacidad total de retirar más de 2000 millones de unidades al año. Sin embargo, las máquinas no están operando a toda la velocidad que podrían.
“Por estos días está volviendo a las sucursales todo el dinero del pago del aguinaldo y de los salarios que se gastó en las vacaciones. Sobre todo vuelven los de $1000, que son los que más hay y ya no tienen tanta demanda porque la gente prefiere quedarse con los de $10.000. La llegada del billete de mayor denominación fue fundamental, pero necesitamos que el de $1000 se retire más rápido del mercado, porque ya no tenemos lugar donde guardarlo”, cuentan en uno de los mayores bancos privados del país.
Ante esta situación, las entidades le pidieron al BCRA que flexibilice algunas normativas para que se pueda acelerar el proceso de destrucción de los billetes. El papel moneda tiene cinco categorías de calidad. El nivel “uno” es el de muy buen estado (“los que están planchaditos para estrenar”); entre “dos y tres”, son de circulación, y los “cuatro y cinco” son en estado para destrucción.
El Banco Central aceleró y flexibilizó la normativa para que se puedan destruir más rápido los billetes de $100, $200 y $500, y asegura que hará lo propio con el de $1000, cuando se emita el billete de $20.000. Si bien esto descomprimió bastante la situación de los billetes de $100, todavía quedan en circulación 1024 millones (8,6% del circulante), casi la misma cantidad que los de $2000 (1100 millones).
Adaptación de cajeros
En los bancos aseguran que ya el 80% de los cajeros automáticos ofrecen los billetes de $10.000, aunque todavía no están adaptados para recibir depósitos. Esto se debe al proceso de seguridad que tiene que hacer el software para detectar que el billete no sea una imitación.
“Configurar la casetera para entregar billetes se hace más fácil. De hecho, con el de $10.000 se logró ponerlo en los ATM en menos de cuatro meses, cuando con el de $2000 se había tardado seis meses. Pero configurar las aceptadoras de billetes lleva más tiempo. El software que hay que instalar en las máquinas previamente hace muchas pruebas de seguridad con el billete nuevo en distintos estados de calidad”, explican.
Para ampliar la cantidad de puntos de acceso al sistema financiero y agilizar el proceso de extracción y depósito de dinero, el BCRA habilitó este mes que los bancos puedan delegar en agencias complementarias la posibilidad de hacer ciertas operaciones. “En la ciudad de Buenos Aires parece medio ridículo, pero en el interior es necesario porque no hay suficientes bancos ni cajeros. La medida busca facilitarle la vida a la gente”, explicaron en la entidad monetaria.
La comunicación A 8069 del BCRA revive una vieja norma de la gestión de Federico Sturzenegger al frente de la entidad. “Para abrir una de estas agencias complementarias no hace falta autorización del BCRA, solo hay que avisar con 60 días de anticipación los convenios de apertura. Solo se pueden operar pesos y se limita por un tema de control antilavado la cantidad de dinero que se puede depositar en efectivo a tres salarios mínimos. Si los bancos lo desean, van a poder delegar en estas sucursales la opción de abrir o cerrar una cuenta bancaria, por ejemplo”, agregaron en el BCRA.

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