lunes, 30 de septiembre de 2024

CARLOS PÉREZ, ESTRATEGA COMUNICACIONAL Y Teruko Yahata ...SOBREVIVIENTE DE HIRISHIMA


Carlos Pérez
“Está de moda el villano, el polemista, el pendenciero. Ya sea un político o una celebridad”


Texto de Sebastián Campanario /
Circulan todo tipo de leyendas sobre la última edad de oro del negocio publicitario en la Argentina, en los 90. Con presupuestos de marketing multimillonarios, los mejores creativos eran rockstars famosos que salían en las tapas de revistas, tenían oficinas con jacuzzi y aceptaban llaves de Jaguars de regalo de sus clientes. Celebridades del cine como Wim Wenders venían a Buenos Aires a filmar cortos publicitarios por el mismo cachet que cobraban por un largometraje: las historias de una era de exuberancia (la mayoría ciertas) podrían seguir por varias páginas más. Woody Allen solía decir que él se perdió la revolución sexual por un par de meses, y a Carlos Pérez le pasó algo parecido con el ámbito descripto en el párrafo anterior: se hizo cargo de la agencia BBDO en 2001, en plena crisis, muy joven, cuando tenía 29 años. Llegó a un lugar de liderazgo en este campo cuando se estaban levantando las mesas de la fiesta, en las que, de todas formas, se hubiera sentido incómodo: Pérez es un antirockstar, de perfil muy bajo, introvertido, al que le da pudor estar en el foco de atención (de hecho, casi no da notas). De origen humilde (su padre era encargado de un edificio y su madre ama de casa), hizo casi completa la carrera de Abogacía en la UBA antes de descubrir su vocación. Maneja un viejo VW Gol que era de su papá, no un Jaguar. Hasta su nombre, “Carlos Pérez”, parece la quintaesencia del ciudadano común y promedio. El creativo típico de los 90, solo que multiplicado por menos uno. BBDO, la agencia que lideró junto a Daniel Melero por casi 25 años, estuvo vigente como una de las tres mejores de la Argentina durante un tiempo muy prolongado, algo inédito para la fugacidad que suele tener el éxito en este negocio. Su socio (homónimo del conocido músico), venía de una carrera corporativa en Molinos y en Telefe. Arrancaron el proyecto desde cero, con un equipo de diez personas al que Pérez les compró las primeras computadoras con ahorros familiares prestados. Desde entonces, la agencia ganó centenares de premios, todos los posibles en el segmento publicitario. Leones de Cannes y Clios de oro en todas las categorías y otros galardones menos comunes en el sector, como el Great Place to Work (que reconoce un buen entorno de trabajo) o un récord de Effies, que premia la eficiencia de las campañas, más allá de la explosión creativa. Un lugar del que salieron campañas icónicas como la del pajarito de Twistos, que mencionó una vez Cristina Kirchner; “Que vuelvan los lentos”, de Doritos, o el lanzamiento de H2O de Pepsi a nivel mundial, entre otras. Varias de estas iniciativas revelan una mente hipercuriosa y muy audaz para hacer estrategia comunicacional con instrumentos que, cuando se utilizaron, ni siquiera tenían una categoría en festivales, como ocurrió con el Barrio Bonito de Nike. Pérez es también un atleta de élite de la curiosidad, siempre con un libro a mano. A los 15 años, con un amigo del secundario, se contactaron “de caraduras” con Jorge Luis Borges, fueron a tomar el té con el escritor y le llevaron masitas.  “Siempre fue el mejor para armar equipos de trabajo, con buen clima; y el mundo publicitario lo reconoce como un tipo superinteligente y estratégico. Pero Pérez es más que eso: es un pensador con una lucidez única para entender la comunicación y los cambios sociales”, lo define un colega ante la consulta  “En materia de emocionalidad colectiva, los argentinos somos tan pendulares como sucede con los ciclos económicos”, marca Pérez. En una charla de dos horas   en un café de Chacarita, el creativo abunda en ejemplos de la cultura pop, que apoya con algunas referencias académicas. Desde la “estructura del sentimiento colectivo” de Raymond Williams hasta el paradigma indiciario de Carlo Ginzburg, que indaga en la recopilación e interconexión morfológica de huellas, rastros o síntomas. Y apunta a tres canteras para entender mejor las reglas de los cambios actuales: la cultura urbana de los duelos de los raperos “freestyle”, los video-juegos y las redes sociales (particularmente X, ex Twitter).“De un jugador de Fortnite a un simpatizante del ultraliberalismo hay pocos grados de separación", plantea el creativo
–¿Cómo caracterizarías la dinámica de la comunicación y el sentimiento social de esta era? –Dentro del fenómeno global de la polarización, creo que vale la pena detenerse en el modo de relacionarnos, que hoy está definitivamente signado por esta confrontación. Un modo que probablemente tenga varias razones confluyentes:  la dinámica de las plataformas sociales que lo permea todo; una tecnología, el blockchain, y su ideología subyacente, el liberalismo radical; y un escenario pospandémico que catapultó algunos valores, entre ellos el que para mí es determinante: la autenticidad. Pareciera que todo se ordena alrededor de ella, pero lo interesante es que no es la autenticidad que conocimos hasta el siglo pasado, la autenticidad comprendida como virtud, de alguna manera “más blanca”. Esta autenticidad actual está más en línea con la que describía el canadiense Charles Taylor: algo que se opone a un sistema de valores e incluso a una moralidad. Tenías una autenticidad “blanca”, virtuosa, y la que tenés hoy es necesariamente pasional, provocativa, rupturista. Hoy el auténtico es el que se lleva puesto el statu quo, el que pierde los estribos, “el que si se enoja, lo notan todos”, como dijo de sí mismo Volodímir Zelenski en el debate antes de ser elegido presidente. Todo aquel que no hace lo que se debería hacer es auténtico. Este para mí es el principal sostén del conflicto como modo relacional. Si hay conflicto, algo del orden de la verdad está sucediendo. –¿Este nuevo orden que describís empieza con la pandemia?  –Para mí es anterior. Ya es claramente identificable en plataformas sociales mucho antes de la pandemia, donde el emergente de todo esto era Twitter. Lo que estamos viendo es que eso se está derramando a otros órdenes. En ese sentido, X funcionó como una avant premiere y Andrew Marantz lo describió muy bien en su libro Antisocial ya en 2019 al indagar cómo el marco mental de la extrema derecha cooptó la conversación en redes. Pero esa lógica de Twitter (ahora X) derramó e invadió todo el resto de las esferas.  –“El conflicto es atención y la atención es influencia”.  –Exacto. Palabras del referente de la alt right Mike Cernovich. Esta máxima, que es una regla de etiqueta de X, hoy está cooptando la relación entre Estados, la relación entre representantes de esos Estados, la relación entre marcas y colectivos, entre usuarios y marcas, entre artistas, influencers y creativos entre sí y con la sociedad, la relación entre personas, finalmente. Esto no existía 10 años atrás. La lógica conflictiva, la lógica del prepoteo es un estándar. Y esto determina en cómo nosotros percibimos al otro bajo esta ética de la autenticidad: aquel que tiene buenas formas y tiene un don de gentes hoy probablemente sea visto como inauténtico o poco genuino. Es elocuente ese meme que en plena campaña electoral circuló en redes el año pasado entre los simpatizantes de Milei: “El falso le cae bien a todo el mundo”. –Vos cruzás a Milei con el lenguaje del hip-hop, del “freestyle” de los raperos que se baten a duelo.  –Entiendo que hay muchas cosas asimilables. Y que esa sea quizás una de las razones por las que Milei sea percibido como lo es en ciertas franjas etarias. El beef (un “bife” que se tiran unos a otros) del hip-hop y las prácticas combativas de los gamers en el Call of Duty o el Fortnite, por caso, nos sirven para entender a los Milei, Trump, Musk y Grabois de este mundo. –El beef sería ese prepoteo que mencionás. –Es eso y más, porque beef alude a un desacuerdo, a una “pica” entre dos personas sostenida en el tiempo, en un ida y vuelta de diatribas, insultos o difamaciones. Beef  son las canciones que se dedican uno al otro los raperos Kendrick Lamar y Drake. Menotti y Bilardo fueron cultores del beef. Milei y Cristina lo son hoy.  –Estás viendo a la cultura urbana de los raperos como prisma de interpretación. Seguramente más efectivo hoy que un focus group o un análisis sociológico tradicional. –Es que el hip-hop es un fenómeno cultural del que todavía no estamos tomando conciencia de lo importante que es dentro de la historia de nuestro país. Equiparable en influencia al que en la década del 30 tuvo en hispanoamérica Victoria Ocampo con la revista Sur y todo ese seleccionado de intelectuales argentinos. La diferencia es que Ocampo la proyectó sobre las elites, y la influencia del trap y de la cultura urbana argentina es más masiva y de pretensiones globales.  –Hablaste de cosas asimilables entre Milei y el “freestyle”. ¿Cuáles serían?  –Primero esta idea de un ida y vuelta y un desacuerdo sostenido en el tiempo en el cual yo vapuleo a otra persona, ¿no? En el cual me siento y me perciben muy cómodo, es mi hábitat. Segundo, la ausencia de victimización: estas son las reglas con las que me muevo y son también las reglas que acepto. Ni Trump cuando era presidente, ni Milei, ni Musk piden respeto cuando son atacados. Está bien que te ataque, está bien que me ataques. Los ejemplos se suceden: el ida y vuelta de Milei con Cristina en redes, o el intercambio entre Musk y Maduro, que no casualmente se citan a una sesión de box. Lo ves en el ida y vuelta entre el actor Esteban Lamothe y Milei. Lamothe se dirige al presidente en términos pugilísticos después de que este repostea una foto suya apócrifa, lo adjetiva de la peor manera en que puede, y ni el Presidente ni nadie levantan la mano para pedir respeto a la “investidura presidencial”. No hay investidura que defender, este es el nombre del juego. Así se lo dice Milei a los periodistas: “Muy guapos para ensuciar y muy débiles para la réplica”. Sería: ‘Yo me la banco, pero ustedes también bánquensela’. Las barbaridades que dice Lamothe de Milei en un programa de streaming son impensadas hace pocos años (“Es un boludo, un cara de chota que le está diciendo cualquier cosa a todo el mundo… cómo te cagaría a piñas Milei, la concha de tu madre”). No sale Adorni a reclamar por respeto a la investidura, sino sus seguidores en X: “Menos mal que lo invitás a pelear y no a ver una película tuya”. Ese es el retruco de su tribu. Tercero, la autocelebración, muy propia de los MC’s (maestros de ceremonia), raperos y freestylers. Cuando Milei dice “soy una de las dos personas más populares del planeta”, yo no puedo dejar de pensar en Bad Bunny, cuando en su canción “Mónaco” dice: “Vos estás 101 en el top 100 y yo estoy primero”. Esta jactancia, tan propia del lenguaje hip-hop, es la de Maduro: “No me durás un round”. Y esto es parte del atractivo, a mi modo de ver, que genera en los jóvenes. En marzo del año pasado, en una investigación a jóvenes de 16 y 24 años para estudiar algunas conexiones entre el gaming y servicios financieros, uno de los chicos dice, hablando de Milei, “tiene buen flow”. Eso te da la pauta de hasta qué punto los jóvenes lo leen en clave “freestyle”. El flow es la forma en la que el freestyler encaja las barras (frases) en la base rítmica. Es la gracia o el estilo que tiene al hacerlo. Milei es percibido como un buen freestyler.La mirada de Pérez es que los jóvenes leen a Milei “en clave freestyle"
–Mencionás el caso Maduro-Musk. Hay una cosa interesante, que es el concepto de batirse a duelo. Lo más parecido a esa instancia que hubo durante la campaña fue el debate con Sergio Massa, que para todos los analistas tradicionales ganó Massa por escándalo, pero tal vez acá son otras reglas las que indican quién es el ganador.  –Sí, ahí se escribió y se dijo mucho, sobre todo esa lectura de un Massa ducho que se aprovechaba de un Milei inexperto y cómo la audiencia terminó tomando partido por el desvalido. Quizás también podría leerse como que había una persona, Massa, que incurría en armas que no eran las que las reglas de juego establecían, los tosedores, por ejemplo, y había otro personaje, Milei, que era percibido como genuino desde ese lugar. En el “freestyle”, el que ya tiene frases pensadas de antemano hace trampa. ¿Cómo se sabe? Se intuye, se siente cuando se escucha. Y los tramposos no son bien vistos en este universo que hoy parece imponer las reglas. –El debate Trump-Harris también puede ser visto desde esta óptica. –Kamala Harris explica mucho todo esto que estamos diciendo. Otro candidato demócrata, bien pensante, correcto, quizás no hubiera podido pararse con la potencia requerida ante una persona como Trump, ¿no? Aquí aparece otro concepto muy interesante, alineado a todo este imaginario, con el que la cantante inglesa Charli XCX define a Kamala Harris: “Brat”. Tuitea “Kamala is Brat” y le da una gran mano en la carrera electoral. Brat es, en una traducción rápida, una mocosa. Pero para los jóvenes esa palabra fue leída como algo mucho más grande. Como lo dijo una creadora de contenidos: “Brat is be yourself, bad bitch, fuck everybody, fuck yourself”. Bajo esta lógica de la confrontación, hoy se necesita una mocosa de estas características para pararse en un ring frente a Trump. Alguien con su risa fuera de lugar, su manera de mover el cuerpo (baila muy bien además, y esto no es un dato menor) y su decir provocativo. Se diferencia claramente de un Biden, Obama o de los Clinton, bien pensantes y con un manual de buenas prácticas debajo del brazo. Es el fin del buenismo y la llegada del villanismo. –Hagamos doble clic ahí, ¿cómo sería eso? –Está de moda el villano, el polemista, el pendenciero. Ya sea un político, una celebridad, una institución, es mucho más atractivo y funciona mucho mejor en esta era, ¿no? Bajo la lógica de la confrontación es muy atractivo, muy sexy. –Pienso en Descendientes, la serie de Disney que retrata a los hijos de los villanos, desde Cruella de Vil a Maléfica, y que es furor entre preadolescentes, o a las películas del Pingüino. –O en el Joker. Digamos que hace bastante tiempo que el villano es insumo importante de la industria del entretenimiento. Quizás ahora estamos viviendo el “villanismo”, un modo de ser en muchos órdenes, que estaría teniendo mucha atención. –¿Cómo se “coachea” a un candidato en este nuevo escenario? ¿Qué tenés que hacer si sos un político para prepararte para 2025 o 2027? –El gran diseñador Dieter Rams tenía esa máxima: “Tan poco diseño como sea posible”. Si sos un político, y diría si sos una compañía o una marca, me parece que el imperativo es, justamente, la ausencia de coacheo, de guión, de impostura. De nuevo: la autenticidad, la era del “coacheo cero”. Ya tenemos casi un siglo y medio de trucos y estratagemas comunicacionales. Está hiperdesarrollada la capacidad colectiva de escaneo, de mirar más allá del mensaje y entender qué hay detrás, en bastidores. Todos estos personajes que hemos mencionado quizás nos hacen creer que ya no hay margen para el pudor. Yo creo que lo que no hay es margen para la ambigüedad. Firmeza en la postura. No estás obligado a insultar, pero sí a tener “filo”.Pérez destaca que Kamala Harris se diferencia de Biden, de Obama o de los Clinton, a los que denomina “bien pensantes con un manual de buenas prácticas debajo del brazo”
–¿En la comunicación de marcas se ve esto? O sea, no solamente al mundo de la comunicación política, en todo tipo de comunicación. –Esto ya se ve hace mucho en X, cuando compañías grandes, cadenas de restaurantes como Wendy’s bardean a McDonald’s, o Burger King, de manera provocativa, le contesta un tuit al rapero Kanye West.  Pero lo que antes era el tono de una marca en una red social, una salida ingeniosa, hoy parece más el tono general con el que nos movemos. El fin del buenismo puede verse en muchos lados. Por empezar, con el fin del movimiento de que cada marca existe para salvar al mundo. En jerga marketinera, marcas con propósito. Está claro de que hay una necesaria responsabilidad de cada compañía en lo social, en lo ambiental, pero de ahí a que un papel higiénico se haya inventado para salvar al mundo…mmm, no. Contame por qué es mejor que otro. O divertime. Eso es lo que demanda y en lo que cree el usuario: información o entretenimiento. Otro caso: hubiera sido impensable ver en la ciudad de Buenos Aires una vía pública que dice “la basura se saca de 19 a 21”. Si hay algo que caracterizó a las gestiones del Pro en materia comunicacional es evitar a toda costa el imperativo. Y en ese afiche hay una orden en algún punto, hay un tono diferente, hay un tono mucho más duro, más firme. O lo ves también en un aviso que demostró ser desafortunado, en el que se veían dos imágenes idénticas, una con una persona en situación de calle durmiendo en un banco de la ciudad, y la otra con el banco vacío, en la que se leían respectivamente “Antes y Ahora”. Hay un marco mental diferente, muy diferente, que hizo que alguien pensara que el tratamiento de las personas en situación de calle pudiera ejecutarse comunicacionalmente de esa manera. –¿Y dónde crees que se encuentra el límite en esta lógica? –Bueno, esta pieza comunicacional de la ciudad de Buenos Aires es un muy buen ejemplo de que esta lógica in your face, que es muy celebrada y que es muy atractiva, contiene en sí misma cables de alta tensión. El aviso  fue retirado, se había ido demasiado lejos. Es como bailar capoeira en un campo minado. Respecto a cuáles son los límites, mi impresión es que los hay, pero no está claro cuáles son ni dónde se encuentran. Solo cuando se los toca se sabe. Un ejemplo autorreferencial del “freestyle”: en 2019 fui con mi hijo a la final de la FMS entre Trueno y Papo, dos grandes exponentes locales. Hacia el final de la batalla, y luego de que Trueno lo tildara a Papo de ser “el gordo más falso de toda la Argentina”, Papo le responde “falso es tu papá, que hace años que está viviendo de tus rimas”. A la exclamación del público, le sigue el comentario de mi hijo que me dice: “Perdió Papo”, y lo mismo sostenían, sin dudarlo, sus amigos. Habían sentido inmediatamente después de escucharlo que eso no estaba bien. ¡Después de que se habían dicho de todo! Papo perdió esa final e, independientemente del peso que esa estrofa haya tenido, tengo la impresión de que esta lógica confrontativa, por muchos celebrada, puede que, en algún momento dado ante un movimiento, una frase o una sola palabra dicha en un determinado momento, haga que todos digamos: “hasta acá”. Es como prender las luces de un boliche a las siete de la mañana. ¿Este lugar sucio y carente de encanto era el que tenía tanta magia?  –Claro, y qué pasa el día después, ¿no? El creativo Nico Pimentel suele repetir que la mayor parte de los adultos tiene, aunque sea en el inconsciente, esta idea de que salimos de un puerto de aguas calmas, que hoy estamos en un mar de aguas turbulentas, pero tenemos el chip en la cabeza de que, en algún momento, volveremos a un “puerto”, que puede ser distinto al anterior, pero con aguas calmas. Y lo que uno ve –por el contrario– son olas cada vez más altas.  ¿Te parece que es más probable que después de Milei venga alguien más raro todavía que Milei, y no un político tradicional? –En todo caso la ilusión de un regreso –un escenario post-Milei, por caso– sería como esas películas en las que las personas viajan en el tiempo y viendo que siguen en el mismo lugar, piensan que no hubo viaje. Y aún no caen en la cuenta que están en el pasado o en el futuro. Vamos a estar en el mismo lugar, sí, pero todo va a ser muy diferente. Los economistas suelen decir que la Argentina es uno de los países más volátiles del mundo, en términos de la macro, pero esa volatilidad no es nada al lado del humor social, las creencias, los valores de época. Pimentel, a quien vos citabas, habla de la padelización del sentimiento colectivo, de la ideología, de los valores: hace 30 años estábamos todos jugando al pádel, de golpe todos dejamos de jugar, y ahora tres tipos se pusieron a jugar al pádel y todos de nuevo masivamente a las canchas de pádel. –En ese “ya nada será igual”, ¿cuál imaginás que será el aporte de las nuevas generaciones? –Generaciones que crecieron con un celular en la mano (y, por lo tanto, víctimas de la ansiedad, como nos alecciona Jonathan Haidt) y bajo el influjo silencioso del gaming. Las plataformas y los juegos hacen que la experiencia que un joven tiene de la mayoría de las instituciones sea crítica, desde la escuela hasta la democracia: no solo les parecen aburridas, también sienten que son lentas. El género de los “sandbox games”, hablo del Minecraft, Roblox o Fortnite con su función “modo creativo”, van a tener, ya tienen, innumerables implicancias. Por empezar, una exaltación de la autonomía individual. El mundo de la programación y el mundo cripto también tienen entornos “sandbox” (arenero). La programación, el mundo cripto, el gaming, todo está imbricado. Y como decíamos al principio, toda tecnología tiene una ideología. A mi modo de ver, de un jugador de Fortnite a un simpatizante del ultraliberalismo hay muy pocos grados de separación. Un dato de color: cuando escucho esa leyenda urbana de que el libro de Marcos Peña está en alguna dependencia de la Casa Rosada con un puñal clavado encima, esa es una imagen del mundo gamer. Es muy Zelda o Resident Evil. Además de todo lo que charlamos del hip-hop, me parece que el otro gran prisma para entender la dinámica de esta nueva realidad es, precisamente, el de los videojuegos. –Después de 25 años de liderar una agencia creativa estás entrando en una nueva etapa. –Me llegó el momento de poder aplicar todo lo que aprendí, sintetizado en que la creatividad es un activo estratégico y determinante, a otras áreas que siempre me interesaron: la cultura organizacional, el cruce entre tecnología y contenido, un emprendimiento de deporte, educación y ocio. Muy honrado porque soy parte de equipos con referentes globales en lo suyo. Y estoy asesorando a empresas y marcas. –¿Qué impacto está teniendo la meditación en tu proceso creativo? –El autoconocimiento tiene tan poca prensa, ¿no? Te va otorgando ductilidad para lidiar con la expectativa, la frustración, el deseo, el tirano interno. Y vas ganando en claridad para ver y sentir al otro. Y luego está esto de sentarse a meditar para no lograr nada. Para quedarse ahí, observando el misterio de la mente. Empecé hace pocos años, impulsado en buena medida por una amiga en común, Lorena Llobenes. Ella y muchos especialistas en neurociencias contemplativas están estudiando un fenómeno de “inteligencia relacional” en la mente, que creo que también se puede llevar a las marcas. Hay mente entre vos y yo cuando hablamos, y de alguna manera también en el colectivo de la sociedad. Las marcas empezaron siendo una propuesta súper rígida desde un conjunto de activos, luego se fueron desmaterializando y hoy son lo que la gente piensa cuando percibe esa marca. Pero se puede ir un punto más allá: la idea de una marca relacional que se construye de manera invisible sobre lo que vos y yo, estemos hablando de la marca o no, pensemos sobre ella. Hay una traspolación de esa noción de mente relacional a la de marca relacional, que creo que puede ser muy potente para generar nuevos vínculos. –¿Hay más creatividad que antes? ¿Distinta? ¿Cómo ves este momento de la industria? –Es un momento de exuberancia, ¿no? Todas las industrias creativas parecieran estar en una etapa fascinante. Y luego está este ser mitológico, la IA.  Me parece que es una época única, donde se está redefiniendo el rol del ser humano, el fin de página en blanco, como dice el creativo Diego Luque, y esta cosa que siempre traes vos de que no se puede controlar el azar, pero sí la velocidad de interacción con el azar (NdR: es una frase del psicólogo inglés Richard Wiseman en su libro 59 segundos). Eso es aplicable a la inteligencia artificial. Se va a notar la diferencia y el valor agregado, no ya en la velocidad de interacción sino en el grado de profundidad y calidad que uno pueda darle a esa interacción. Como cada uno de nosotros va a interactuar con la IA va a ser la diferencia.

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Organizada por la Secretaría de Cultura del Ministerio de Capital Humano, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, y el ex CCK [también llamado Palacio Libertad], Buenos Aires será sede de la Exposición sobre las bombas atómicas y la paz de Hiroshima y Nagasaki – Hacia los 80 años desde el bombardeo muestra histórica que ya recorrió 58 ciudades de 20 países desde 1995, dedicada a la memoria de los bombardeos atómicos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki que marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad, de los que se conmemoran 80 años el próximo año.
Hasta el 3 de noviembre se podrá recorrer la muestra que exhibirá objetos de las víctimas, paneles fotográficos, se proyectarán films que retratan el impacto del horror y se realizarán diversos talleres.
A Teruko Yahata -quien ofrecerá dos conferencias testimoniales en la Argentina (el miércoles 2 de octubre, a las 18.30 en la Sala Federal, del 6to piso, en el CCK y el jueves, también a las 18.30 en el Salón Auditorio - Anexo A, H. Cámara de Diputados de la Nación, Av. Rivadavia1841. Entrada gratuita con inscripción previa aquí)- le preocupa que la producción y la tenencia de estas armas nucleares inhumanas serán usadas en algún momento, o serán accionadas accidentalmente y provocarán la ruina de la humanidad.

El testimonio de una sobreviviente de la bomba atómica de Hiroshima: “El olor a gente quemada aún persiste en mí”
En exclusiva, Teruko Yahata recuerda lo vivido antes de su llegada a Buenos Aires para acompañar una histórica exposición. Como sobreviviente alza la voz con un mensaje de paz , promueve el desarme nuclear y busca concientizar sobre los horrores de la guerra
Fabiana Scherer
Teruko Yahata hoy se dedica a promover el desarme nuclear
El 6 de agosto de 1945, a las 8.15, se desató el infierno sobre Hiroshima. El Enola Gay, un bombardero B-29 estadounidense liberó a unos 9,5 km de altura a Little Boy, la primera bomba atómica. Explotó en el aire, a 600 metros del suelo. Se estima que instantáneamente la temperatura se elevó a más de un millón de grados centígrados, lo que incendió el aire circundante, creando una bola de fuego de 256 metros de diámetro aproximadamente. Decenas de miles de personas fallecieron.
Teruko Yahata tenía 8 años cuando ese lunes su vida cambió por completo. Hoy alza la voz por la paz como sobreviviente, promueve el desarme nuclear y busca concientizar sobre los horrores de la guerra. Yahata llegará a Buenos Aires para acompañar la Exposición sobre las bombas atómicas y la paz de Hiroshima y Nagasaki. Hacia los 80 años desde el bombardeo, que inaugurará el próximo miércoles en el ex CCK. Es la primera muestra de este tipo que se desarrollará en un país hispanoparlante de Latinoamérica, tras una edición en Brasil, en 2008.
“Antes de las 8.15 AM éramos ocho personas en casa: mi bisabuela, mi abuela, mis padres, mi hermana mayor, dos hermanos menores y yo –recuerda en exclusiva  Teruko Yahata–. Desayuné un poco tarde debido al cansancio que tenía por nadar en la playa con mi familia el día anterior. No estaba segura de si la advertencia que había estado en vigor desde temprano en la mañana había sido levantada, así que dije: ‘¡Bueno, iré a preguntarle a Tetsu-chan, el vecino!’ y bajé al patio trasero”.
A las 8.15 de esa mañana el cielo relampagueó “de un color azul y blanco -dice-. Si tuviera que describirlo ahora, sería como si todo el cielo se hubiera convertido en una gigante luz fluorescente. Sorprendida, me tapé la cara con los dedos (recrea: tres dedos para los ojos, el pulgar para las orejas, el meñique para la nariz) y traté de tumbarme en el suelo, tal como había practicado en la escuela, pero me desmayé y perdí la consciencia”.
Teruko Yahata junto a sus compañeros de la escuela primaria. Posa para el fotógrafo en la fila inferior, tercera desde la izquierda
“Cuando escuché el grito de mi madre: ‘¡Todos, reúnanse aquí!’, fui lanzada de 5 a 6 metros desde el patio trasero, a través del pasillo y la sala de 8 tatamis, hasta la puerta principal, y me quedé agachada junto al escritorio. Me dolía mucho la cabeza. Cuando traté de salir arrastrándome, confiando en la voz de mi madre, a mi alrededor quedaban los muros de barro destruidos y me veía cubierta de una espesa nube de polvo. Mi padre subió corriendo las escaleras derruidas y bajó cargando a mi bisabuela, que había sido arrastrada a un rincón de la habitación después de que el techo del segundo piso se hubiera desprendido. Mi madre sacó un gran acolchado del armario, lo extendió sobre la familia reunida y dijo con firmeza y con voz desgarradora: ‘¡Muramos todos juntos! Todos juntos’. Pensó que, si llegaba una segunda o tercera bomba, no llegaríamos a sobrevivir”.
–¿Qué imagen, sentimiento aparece cuando piensa en ese día?
–La calidez de la familia en ese momento, con el acolchado sobre la cabeza y los hombros bien pegados. Ese vínculo familiar que sentí en el corazón cuando era niña. Al mismo tiempo, lo que me viene a la mente son los “Hibakusha” [sobrevivientes de la bomba atómica] con el pelo erizado, gravemente quemados y la piel expuesta colgando de las yemas de sus dedos como trapos mientras huían. También aparece en mi mente la escena que vi en la sala de primeros auxilios de la escuela: el patio de la escuela se había transformado en un crematorio, y el sol de verano golpeaba las llamas ardientes, generando un aire caliente que surgía de entre las llamas produciendo un espejismo de figuras oscilantes con las personas que trabajaban allí en silencio. El olor a gente quemada aún persiste en mis cinco sentidos.

Una imagen que muestra la devastación de la bomba. La imagen fue tomada por el ejército de los Estados Unidos
Cuando la explosión arrastró a Teruko Yahata le dejó una cicatriz en la frente (a la altura de la línea del cabello): “Una cicatriz que parece haber sido estampada con un sello”, reconoce la mujer de 87 años que nació en Osaka y cuya vida es símbolo de uno de los hechos más atroces de la humanidad.
–¿Qué pasó después con usted y su familia? ¿Fueron evacuados?
–Sí, después del bombardeo fui evacuada durante tres meses en la casa de un familiar en Koiue-machi, a unos 4 km del hipocentro. Surgió un rumor: “No crecerán plantas en Hiroshima durante 75 años”, por lo que mi padre decidió quedarse para reconstruir su empresa en la ciudad, mientras que la familia se mudó a la ciudad de Hikari, prefectura de Yamaguchi, bendecida con montañas y mar, viviendo allí durante cinco años. Escuché que para aquel entonces mucha gente construía barracas y vivía en barrios marginales ya que el daño de la radiación se mantenía aún oculto.
–Hay informes que aseguran que las heridas físicas y el temor a que los efectos de la radiación fueran contagiosos llevaron a que muchas personas fueran discriminadas.
–En la escuela, las personas con cicatrices de quemaduras que se convertían en queloides [cicatriz engrosada y elevada] eran discriminadas y llamadas “fantasmas”. Había llegado a oír que “la bomba atómica se transmite y se hereda”. Si bien en Hiroshima la mayoría de las personas éramos sobrevivientes, una vez le dije a alguien en Tokio que yo era una sobreviviente de la bomba atómica y se distanció de mí. El hijo de mi maestro tenía queloides en la cara y las orejas después del bombardeo y, mientras sufría un trauma, fue apoyado por las palabras de su padre: “Conviértete en una persona con un corazón puro” y, aunque hoy ya haya superado los 90 años, aún participa activamente en actividades por la paz.
Uno de sus amigos estuvo expuesto a la bomba atómica mientras visitaba a su abuela en la ciudad. “Él y su hermana mayor sufrieron graves quemaduras y murió al sumergir su cabeza en el agua de protección contra incendios que en ese momento estaba instalada en cada casa frente a la entrada principal. Mi marido estuvo expuesto a la bomba atómica cuando tenía 10 años, y también perdió a sus dos abuelos por parte paterna y materna a causa de la bomba, y todos sus familiares que vivían a 500 metros del hipocentro fueron aniquilados, sin que quedaran ni los huesos”.
Entre los objetos que se exhibirán en la muestra está lonchera que fue donada por Shigeru Watanabe
–Usted se casó con un sobreviviente. ¿Temió alguna vez por la salud de sus hijos?
–Estaba preocupada cuando di a luz, pero he sido bendecida con dos niñas sanas y ahora tengo seis nietos y seis bisnietos, todos sanos. Se decía que el bombardeo atómico era contagioso o hereditario, pero fueron los fetos los más afectados, dándose casos de bebés con microcefalia y anomalías físicas y mentales.
–¿Qué la motivó a contar su historia?
–Impresionada con la actividad que desarrollaba la sobreviviente Setsuko Thurlow, en 2013 participé del Barco de la Paz “Hibakusha Navegación Testimonial Alrededor del Mundo” que organiza una ONG japonesa. Ofrecí conferencias en los puertos del mundo que este barco tocó. Desde 2019 participo de las actividades del Centro Cultural de la Paz de Hiroshima como testigo.
–Con el correr de los años, se perdió la dimensión de lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki. ¿Qué reflexión se permite?
–Las personas del mundo aún no comprenden completamente lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki. Se debe saber lo que ocurrió, de no saberlo, se volverá a cometer el mismo error. Es imposible resolver conflictos con las armas. La escalada del uso de armas hace que el odio llame a más odio. Me preocupa pensar que el mundo entero pueda transformarse en la Hiroshima de aquel día. Un estadounidense que escuchó mi testimonio dijo: “Tenemos una pistola porque hay gente que tiene pistolas. Es igual que la teoría de la disuasión nuclear”. Es un pensamiento sin salida.
A Teruko Yahata -quien ofrecerá dos conferencias testimoniales en la Argentina (el miércoles 2 de octubre, a las 18.30 en la Sala Federal, del 6to piso, en el CCK y el jueves, también a las 18.30 en el Salón Auditorio - Anexo A, H. Cámara de Diputados de la Nación, Av. Rivadavia1841. Entrada gratuita con inscripción previa aquí)- le preocupa que la producción y la tenencia de estas armas nucleares inhumanas serán usadas en algún momento, o serán accionadas accidentalmente y provocarán la ruina de la humanidad.
“Deseo transmitir que vivimos en la misma Tierra y en la misma era (que nunca se repetirá), y por ello debemos vivir juntos en paz. Estoy segura de que podemos entendernos porque somos personas que poseemos tanto sentimientos como capacidad de dirigir un país. ¿A quién amas? ¿Qué deseas proteger? Entreguemos a nuestros más queridos y a las siguientes generaciones un mundo hermoso. Como sobreviviente de la bomba atómica, iría ya mismo a decirles eso”.
Una botella de vidrio deformada que pertenece a la Colección del Museo de la Bomba Atómica de Nagasaki
–Tuvo la oportunidad de viajar para ofrecer su testimonio y dar un claro mensaje de paz. ¿Cuál fue la respuesta?
–Cuando recorrí el mundo en 2013 (Vietnam, Singapur, India, Chipre, Turquía, Grecia, Italia, Francia, Polonia, España, República Dominicana, Jamaica, El Salvador, México, entre otros), quedé impactada por el daño provocado por los herbicidas estadounidenses en Vietnam, o por la gravedad de los perpetradores japoneses en Singapur. Hay quienes piensan que las bombas atómicas pusieron fin a la Guerra del Pacífico. Pero conociendo las historias de cada país, sus guerras internas, conflictos, el terrorismo, la pobreza y la discriminación, he sentido nuevamente lo cruel e insensata que es la guerra. Muchos dijeron haber entendido por primera vez la experiencia y la realidad de las bombas atómicas.
En Hawái, 2024 [visita en ocasión de la firma de Parques Hermanos] Teruko Yahata ofreció su testimonio en Pearl Harbor y en otros lugares. “Aprendimos mutuamente sobre nuestras historias, por un lado el ataque al puerto de Pearl Harbor y por el otro, la bomba atómica. Como lección, intercambiamos opiniones para crear la paz en el futuro. Me han contado que hace 10 años en Pearl Harbor no podíamos ver el buque de guerra Arizona y nos decían “Vuélvanse japoneses”. En esta oportunidad fueron muy amigables. Personalmente me sentí con muchas ganas de pedir perdón.
–¿Qué recuerda de su vida antes de la bomba?
–Recuerdo que mientras mi madre hacía las tareas del hogar, mi padre, mis hermanos y yo salíamos a dar largos paseos persiguiendo el atardecer. Recuerdo las palabras de mi padre señalándonos un campo de arroz radiante de color dorado: “¡Mirá! Los agricultores están trabajando duro para cultivar arroz. Gracias a ellos podemos comer un arroz delicioso”. En los días libres íbamos al Parque Hanshin (parque de diversiones). Siempre que tomábamos café y comíamos panqueques en la cafetería, recuerdo la sonrisa de mi padre llena de amor mientras me preguntaba: “¿Está rico?”. Me parece que las luces de la ciudad de Kobe al anochecer eran de antes de la guerra.
A medida que la situación de la guerra empeoraba, Teruko Yahata y su familia se mudó a la casa de su abuela paterna en Koi-machi (actual Koi-honmachi, distrito Nishi), Hiroshima. “La situación alimentaria también empeoró y las raciones de arroz escasearon, por lo que la sopa de Dango llamada “Suiton” y la de arroz llamada “Zosui”se convirtieron en los alimentos básicos. En la escuela, ya no teníamos los platos de aluminio para el almuerzo escolar (habiendo sido donados al gobierno) y comíamos sopa de miso y otros alimentos en platos de bambú elaborados de modo que los nudos del bambú hacían de base y fondo del plato”.
Cada mañana, después de la reunión matutina, “los estudiantes de último año marchaban mientras cantaban: “Mataré a 100 o 1.000 personas por una sola vida”. (Se les había enseñado cómo matar gente afilando la punta de un bambú largo) y estaban decididos a enfrentarse una batalla decisiva contra el enemigo -asegura-. En ese entonces, no había bombardeos, pero por razones de seguridad impartían clases de a grupos reducidos en un lugar de reunión cerca de mi casa. A menudo cuidaba de mis hermanos menores, que en ese momento tenían 5 y 3 años”.
Chikako Okubo, cursaba quinto grado en la escuela de Nakajima en el momento del bombardeo. Nunca regresó. Esta es una de las cartas que escribió a su padre antes del horror en Hiroshima...Colección del Museo Memorial de la Paz de Hiroshima
Como la mayoría de las niñas de esa época: “con mis amigas jugábamos a la casita e imitábamos lo que hacían nuestras madres -rememora-. También nos divertíamos haciendo de cocineras, jugando con muñecas, y jugando al doctor... Cuando sonaba la alarma, cubríamos las luces con paños negros y nos dirigíamos a los refugios antiaéreos. En ese momento, no tenía idea de cómo eran nuestros enemigos señalados como “los brutales Estados Unidos y Gran Bretaña”, y trataba de imaginarme a qué tipo de monstruos se parecían, ya que en esa época no había manera de que pudieran verse a través de una imagen. Cuando hablábamos de la guerra con mi familia, era para expresar nuestro agradecimiento a los soldados que luchaban por nuestro país”.
Organizada por la Secretaría de Cultura del Ministerio de Capital Humano, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, y el ex CCK [también llamado Palacio Libertad], Buenos Aires será sede de la Exposición sobre las bombas atómicas y la paz de Hiroshima y Nagasaki – Hacia los 80 años desde el bombardeo muestra histórica que ya recorrió 58 ciudades de 20 países desde 1995, dedicada a la memoria de los bombardeos atómicos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki que marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad, de los que se conmemoran 80 años el próximo año.
Hasta el 3 de noviembre se podrá recorrer la muestra que exhibirá objetos de las víctimas, paneles fotográficos, se proyectarán films que retratan el impacto del horror y se realizarán diversos talleres.

Durante ese mes, los asistentes podrán reflexionar sobre la devastación causada por las bombas atómicas y su impacto en las generaciones futuras, así como la importancia de avanzar hacia un mundo libre de armas nucleares.
El porta carnet donado por Sayoko Funatsuki que podrá verse en la muestra pertenece a la Colección Museo Memorial de la Paz de Hiroshima
–¿Qué expectativas tiene con la llegada de la muestra a Buenos Aires y las conferencias que brindará?
–Realizar una exposición y dar testimonio sobre el bombardeo en el extranjero es la lección que enseña que lo vivido es igual a la memoria, y que la realidad de lo ocurrido es igual al registro. Ambos son fundamentales para crear la paz del futuro. Es necesario saber la verdad de lo que ocurrió hace 79 años. Al conocer la realidad de las bombas, las personas del mundo sentirán que no solo es algo que sucedió en el pasado, sino que es una amenaza que acecha a escala global y deben movilizarse para eliminarlas. La bandera Argentina es celeste en la parte superior e inferior, simbolizando el cielo y el mar. Asimismo, expresan la justicia, la verdad y la amistad. Me enseñaron que el sol del medio es el “Sol de Mayo”, que simboliza la independencia de España. Expreso mi profundo respeto por la bandera de su país que reúne lo más importante para una persona y ser humano. Deseo poder transmitir a cuantos pueda la crueldad y la tristeza que provoca la bomba atómica.
–¿Llegó a perdonar?
–En una guerra todos son víctimas y victimarios. La Guerra del Pacífico comenzó con la agresión de Japón. Ahora reflexiono sobre la responsabilidad del gobierno japonés que no daba el brazo a torcer y estaba decidió a luchar hasta el último hombre, y pienso que debemos pensar en un futuro de paz superando la tristeza y el odio. La secretaria general adjunta de las Naciones Unidas, Nakamitsu Izumi, en la Cumbre del Futuro intercambió discusiones sobre cómo mejorar concretamente la calidad de su participación en las decisiones políticas y dijo que dada la división cada vez más profunda del mundo y la expansión militar que se observa, la creatividad de los jóvenes es fundamental. En ocasión del intercambio basado en el convenio de parques hermanos entre el Parque Nacional de Pearl Harbor en Hawái y el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, se organizó una actividad donde cinco jóvenes aprendían sobre la historia del otro, para una comprensión mutua, e intercambiaban opiniones sobre la paz del futuro.
Grullas de papel de Sadako Sasaki quien tenía dos años cuando estalló la bomba en Hiroshima. Diez años más tarde, enfermó de la leucemia y falleció. Fueron donadas por Shigeo y Masahiro SasakiColección del Museo Memorial de la Paz de Hiroshima
La esperanza se hace eco en cada frase de Teruko Yahata: “En aquel entonces noté una luz de esperanza en su capacidad de comunicación en inglés y de diálogo. Con la educación para la paz desde la escuela primara y los conocimientos de inglés, espero que Japón prepare personas que puedan dialogar más allá de las fronteras. La primera camada del programa “Fundación de Jóvenes Líderes Anti Nucleares”, que defendió el Primer Ministro Fumio Kishida, estaba compuesta por 49 personas de 37 países. Ellos participaron de las actividades que se desarrollaron en Hiroshima y Nagasaki. Con el conocimiento y habilidades adquiridos allí, además de lo que llegaron a sentir en el mismo lugar que ocurrieron los bombardeos, espero que lleguen a ser líderes que apliquen lo aprendido para un futuro más seguro”.

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