domingo, 29 de septiembre de 2024

VIDA LABORAL Y Gonzalo Iparraguirre


Recetas para fidelizar a los perfiles tecno
La escasez de perfiles IT persiste, y aunque algunos puestos logran cubrirse, hay roles clave en áreas como Cloud, inteligencia artificial y ciberseguridad donde la falta de talento es alarmante
Débora Slotnisky

Ni siquiera los beneficios extraordinarios alcanzan hoy para mantener a los empleados del área informática, y entonces surgen otros, todavía más ambiciosos o creativos

El último reporte relevado por el Observatorio Permanente de la Industria del Software y Servicios informáticos (Opssi) con datos de abril/junio destaca que los salarios vienen siendo considerablemente mayores en comparación con el promedio de otros sectores. En este sentido, en abril la media salarial de una persona empleada en el sector (tecnológicos, pero también no tecnológicos) era de $1.560.000 brutos, representando casi el doble a comparación del promedio salarial de todos los trabajadores en relación de dependencia, en el mismo periodo, según el Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte), que consignaba 819.500 pesos brutos.
“Además, el Observatorio proyecta una actualización salarial durante el primer semestre de 2024 en la que la media de los sueldos brutos llegará a $1.890.000, aumentando aproximadamente un 51% en comparación del último semestre del año pasado”, explica María Laura Palacios, directora del Espacio de Talento y prosecretaria de la Cámara de la Industria Argentina del Software de Argentina (Cessi). Pero extraoficialmente se mencionan otras cifras: “Un arquitecto Cloud senior bilingüe puede ganar entre un 30% y 40% más que un director de marketing de una empresa tecnológica con cargo regional”, explica una fuente que prefiere no revelar su identidad.
Aun así, el salario por sí solo ya no es suficiente. Por eso, los empleadores se esfuerzan por encontrar beneficios adicionales que atraigan, involucren y retengan a los mejores talentos. Los paquetes de compensación suelen incluir extras como seguro médico, más días de vacaciones pagadas, abono de Internet, gimnasio, litros de nafta y hasta el costo de congelar óvulos. Pero incluso estos beneficios se han convertido en un commodity. Por eso las organizaciones deben ser cada vez más creativas e innovadoras en sus propuestas.
Un día en la oficina
Aditi Consulting es una empresa de tecnología radicada en la Argentina, que recluta perfiles tecnológicos bilingües senior en América latina para trabajar con Estados Unidos en proyectos relacionados con Cloud, IA, data driven y ciberseguridad. “Del combo que ofrecemos, el principal atractivo es el pago en dólares, con un porcentaje que varía entre el 55% y el 75%, cumpliendo completamente con la legislación argentina. Esto es un diferencial clave, ya que mientras otras empresas recurren a pagos en cuentas en el exterior, criptomonedas o plataformas, nuestros empleados reciben jubilación, aportes sociales y cobertura médica”, explica Hernán Furia, Director de HR para América latina de esta firma. Y agrega otro dato importante: “La base de cálculo siempre son los pesos, y los ajustes se realizan trimestralmente según el IPC. De esta manera, una vez determinado el monto del sueldo en pesos, lo convertimos a dólares oficiales”, remata. Esta empresa cuenta en la Argentina con 130 empleados y una rotación del personal de 18%, cuando la media en esta industria ronda el 21%, según la Cessi.
Otro caso es Deel, una plataforma que ofrece servicios relacionados con nómina, RRHH, rendimiento y cumplimiento legal para cualquier tipo de trabajador. “Al ser una empresa 100% remota, trabajar juntos en persona es poco común, por eso diseñamos un programa para fomentar la interacción entre colegas”, explica Natalia Jiménez, directora regional de la empresa para América latina. Dicho esto, el beneficio que implementaron recientemente permite al empleado con más de un año de antigüedad viajar a visitar a un compañero a elección en cualquier parte del mundo. El viaje puede durar lo que la persona quiera y la cobertura que le da la empresa es de hasta 800 dólares.
“Este beneficio se puede enganchar con las vacaciones”, agrega la ejecutiva y señala que en la Argentina trabajan 90 personas, aunque en el nivel global son más de 4000. ¿A qué se debe esta novedad en los beneficios? “Se trata de la respuesta de las organizaciones a los intereses y preocupaciones de las generaciones más jóvenes. Como empresas, es crucial escuchar sus inquietudes, y estas demandas están marcando la agenda actual. Para los talentos mayores de 50 años, por ejemplo, los beneficios más valorados se centran en el entrenamiento y la capacitación sobre tecnologías actuales”, explica Ariela Fefer, responsable del espacio de talento del Polo de Tecnología Informática de Buenos Aires, que nuclea a 200 empresas proveedoras de productos y servicios informáticos de la Ciudad de Buenos Aires y su área metropolitana. Según Fefer, con estos nuevos beneficios las organizaciones buscan acompañar a sus colaboradores no solo en su desarrollo profesional, sino también en lo personal.

&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&


Cómo podemos cambiar nuestra concepción del tiempo—
Licenciado y doctor en antropología, acaba de publicar un libro en el que investiga el fenómeno del tiempo y propone formas novedosas de concebirlo y experimentarlo Laura Cedeira.El tiempo no es dinero Gonzalo Iparraguirre Paidós
Desde adolescente, Gonzalo Iparraguirre se dedicó a estudiar y leer sobre algo que lo inquietaba y apasionaba: el tiempo. Fue el tema central de su tesis de grado y de doctorado hasta que, a lo largo de su carrera, se dio cuenta de que había un hueco en la temática en términos de comunicación y divulgación a nivel masivo. Con El tiempo no es dinero, su nuevo libro, se propuso escribir sobre todo aquello que ya había desarrollado para la academia, pero en un lenguaje accesible. “¿Por qué descansar o esperar está asociado a momentos que dejan de tener sentido o productividad? ¿No resulta contradictorio pretender bienestar mientras vivimos apremiados por el tiempo? ¿Será que nuestra idea del tiempo es parte del problema?”, son algunas de las preguntas sobre las que el autor indaga y profundiza en su sexto título.
–¿Qué significa que el tiempo no es dinero?
–Justamente, el título del libro busca atraer la atención acerca de algo que naturalizamos y ya consideramos obvio: vivimos nuestra vida como si fuera una mercancía, un recurso más dentro de todos los que administramos. Estamos rodeados de cosas que tienen significación porque se miden, se evalúan, tienen un precio. Y pareciera que en esa lógica también entran nuestro cuerpo y nuestra salud. Entonces, el mensaje es que si dimensionamos que el tiempo no es un recurso, que no lo podemos administrar ni tener, nos damos cuenta de que la experiencia del tiempo puede cambiar. Esa es la búsqueda principal que tiene el libro.
–También solemos decir, por ejemplo respecto a los vínculos, que “perdimos el tiempo”.
–Claro, porque en realidad hay un error en creer que uno puede juzgar, medir o comparar ese proceso en términos de tiempo. Porque no hay forma de asegurar que se ganó o perdió tiempo con una persona. O sea, es justamente una de las trampas que tiene este modelo que lleva a pensar absolutamente todo en términos cuantitativos, económicos, y que en temas tan intangibles como el amor y los afectos, se vuelve más obvio. Es realmente inviable pensarlo así. Por eso la propuesta metodológica y teórica del libro es que pensemos que nuestra vida es una experiencia de combinación de ritmos y rítmicas. Los ritmos son los naturales, las rítmicas son las culturales, y de esa integración podemos repensar cómo nos vinculamos con los demás.
–Al inicio del libro hacés una diferenciación entre tiempo y temporalidad. ¿Podrías explicarla de manera sencilla?
–Cada vez que hablamos del tiempo, estamos hablando de la interpretación que hacemos de él. Por lo tanto, esa es una temporalidad, es una interpretación entre otras. Lo que busco es que la palabra tiempo tenga otro valor para nosotros. El tiempo es el fenómeno del devenir, eso que te atraviesa, independientemente de que creas que lo usás o lo manipulás. Y la temporalidad es la que te sitúa en un contexto cultural, te asigna características históricas, sociales y económicas que hacen que pienses al tiempo de un modo que puede variar. La noción del tiempo pasa a ser esa experiencia común que todos tenemos: lo que uno comprueba cuando va a otro lugar es que hay distintos ritmos que tienen que ver con cómo esa persona, en ese contexto, concibe el tiempo. Por ejemplo, cuando vivimos apurados en entornos urbanos, tiene que ver con que creemos que acelerar los procesos nos va a dar alguna mejora o beneficio. Y en otros contextos, como pasa en el norte de Argentina, la gente anda más lento porque no tiene esa opresión de querer ganar o lograr otra cosa sino que buscan disfrutar del día, pasarla bien, atender al turista.
Entonces ahí entra en juego cómo ese ritmo de vida está condicionado por una cosmovisión, por una forma de entender la vida.
–¿En qué “usamos” nuestro tiempo los argentinos?
–El problema está en ese concepto de uso del tiempo. Las encuestas del uso del tiempo marcan cómo organizamos el día y lo pautamos en horas de trabajo, de descanso, etcétera. Sin embargo, lo podemos pautar con otra unidad de medida tranquilamente, lo que pasa es que estamos tan socializados en que el día se organiza en horas, que es como un lenguaje, lo adaptás y lo usás. Pero podrías usar otro y seguiríamos hablando igualmente de la experiencia del tiempo y cómo nos organizamos con esa experiencia.
–Pero, ¿hay alguna forma de salirnos de ese círculo de responsabilidades, mandatos o culpas, respecto a ser productivos? Porque si uno no “usa” el tiempo es sinónimo, en nuestra cultura, de estar perdiéndolo.
–Claro, justamente el libro intenta generar un contra-argumento con respecto a eso. En realidad aquel que cree que es eficiente o hiperproductivo no está usando el tiempo, lo que está haciendo es acumular acciones, producir un valor económico. Entonces, la forma de repensar esto es que vos en tu día logres un balance que te permita seguir vivo –obviamente–, estar sano, y que a la vez te saque de esa trampa de creer que si maximizás los procesos vas a estar mejor. Porque lo que muestran las estadísticas y los estudios por todo el mundo es que cuanto más productivos se vuelven los grupos sociales, más demanda tienen de ver cómo disfrutar de eso que acumulan. Por lo tanto, nada asegura que volverte híperproductivo genere mejor calidad de vida.
–Y qué pasa por ejemplo con las personas que antes de ir a trabajar van al gimnasio: en esa estructuración del día, no importa solo ser productivo en cuanto al trabajo remunerado, sino que también quieren trabajar con su cuerpo.
–En uno de los capítulos yo hago una reflexión sobre el auge de los gimnasios y lo vinculo a que dentro del proceso de mercantilización del cuerpo, este pasa a ser una matriz más y, por lo tanto, debe ser administrado como cualquier otro recurso. Además, lo que se pone en juego es tu bienestar, es decir: ¿tu bienestar es estrictamente tu entrenamiento físico o tiene que ver con cómo le das sentido a ese entrenamiento en el resto de tu vida? ¿Lo hacés porque es una moda y todo el mundo va o es algo que te vitaliza y te refuerza? Ahí es donde propongo que uno tiene que encontrar el valor de los ritmos en su vida. Más allá de que hay ritmos que te impone la sociedad, como puede ser ir al supermercado, al trabajo o a la escuela, uno tiene que ver cómo los maneja y cómo eso mejora tu calidad de vida y tu bienestar.
–¿En algún momento se podrá salir de esta forma productivista de estructurar el tiempo o es una utopía?
–Sí, se puede, transformando nuestra experiencia del tiempo y dejando de pensarlo en términos productivistas. Mi propuesta es: fijate cómo articulás tu pasado y tu futuro. Es decir, cómo balanceás eso que sos en términos identitarios, de experiencia, con aquello que soñás y deseás. Y ese cambio puede ocurrir no solo en el plano personal, sino por ejemplo, en el plano organizacional. Una de las cosas que hago como consultor es asesorar a las empresas para que incorporen este enfoque y promuevan cambios culturales respecto a cómo administrar el tiempo, a cómo la gente se siente, y a cómo se produce el bienestar en términos rítmicos, o sea, valorizando y poniendo en sincronización lo que llamamos ritmo biológico con el ritmo social.ß
En entornos urbanos creemos que acelerar los procesos nos va a dar algún beneficio

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.