sábado, 28 de septiembre de 2024

DE UN MUNDO A OTRO Y EDITORIALES


Los nuevos descubrimientos espaciales abren un futuro deslumbrante
De un mundo a otro. Las imágenes transmitidas por el telescopio espacial James Webb permitieron descubrir la “cara oculta” del universo y abrieron expectativas fascinantes sobre el “misterio esencial” de la humanidad
Carlos A. Mutto


A medida que el hombre se acerca a la verdad, sus certezas pierden consistencia y, como es sabido, plantean dudas existenciales. Ahora, los 8000 millones de habitantes de la Tierra comienzan a tomar conciencia de la realidad cósmica que los rodea y –sobre todo– la intuición de que probablemente no están solos en el Universo, como sugiere la famosa paradoja de Fermi.
En 1950, el físico italiano Enrico Fermi ya era célebre por el Premio Nobel que había recibido en 1938 y su contribución al proyecto Manhattan sobre la fabricación de la primera bomba atómica. Habituado a las hipótesis audaces, Fermi expuso la premisa disruptiva de que en nuestra Vía Láctea–compuesta de 200.000millones de estrellas y 100.000 millones de planetas– existe un mínimo número de planetas que albergan vida y, entre ellos, por lo menos algunos que fueron capaces de desarrollar inteligencia. En ese caso, postuló Fermi, deberíamos estar nadando en “un mar de civilizaciones alienígenas”, incluyendo algunas más avanzadas que la nuestra. “¿Dónde están? ¿Por qué no hemos encontrado trazas de vida extraterrestre inteligente, por ejemplo, sondas, naves espaciales o transmisiones?”, se inquietó durante una conversación con un grupo de amigos.
La serie de ciencia ficción Three Body Problem (“El problema de los tres cuerpos”), basada en la trilogía homónima del autor chino Liu Cixin, propuso una tímida respuesta a ese interrogante crucial. Uno de los personajes, que trabaja en un observatorio, recibe un mensaje de una civilización alienígena advirtiéndole del peligro de responder. En el segundo volumen de la serie, El bosque oscuro, Liu Cixin profundiza la inquietud cuando describe el cosmos como un lugar de perpetua desconfianza y hostilidad latente, y compara el universo con un bosque sombrío, donde cada civilización procede como un cazador armado que actúa permanentemente en silencio para no poner en peligro su existencia. “Si encuentra otra vida, solo puede hacer una cosa: abrir fuego y eliminarla”.
Descifrar el universo es una preocupación humana que comenzó apenas el hombre levantó los ojos al cielo. Desde Aristóteles, que fue el primer hombre en interrogarse sobre esa cúpula atrayente y amenazadora que nos rodea, miles de científicos consagraron sus vidas a tratar de demostrar con cálculos matemáticos el origen de la Creación, el extraño equilibrio que permitía la coexistencia de estrellas o armonía de fuerzas que permitía el desplazamiento de planetas en el cielo. Copérnico, Newton y finalmente Einstein –entre otros– propusieron ecuaciones matemáticas esenciales que abrieron autopistas de conocimiento para que el hombre pudiera explorar, por primera vez, lo que bien podría llamarse el “misterio esencial” de la humanidad.
Para tratar de dilucidar ese enigma, a partir de los años 1950 los científicos promovieron un gran número de exploraciones estelares que primero les permitió poner un pie en la Luna, luego soñar con la conquista de Marte y, por último, comenzar a remontar el tiempo para tratar de llegar al origen del universo, ese fenómeno popularizado por el astrónomo británico Fred Hoyle como el big bang. El concepto tuvo un extraordinario impacto pedagógico, pero era inexacto. Por eso, a partir de los años 1990 una vez más comenzaron a vacilar las certezas, que terminaron de claudicar con los descubrimientos realizados por el telescopio Hubble, los datos obtenidos por la sonda espacial WMAP (Wilkinson Microwave Anisotropy Probe) en 2003 y los descubrimientos aportados por el satélite Planck de la Agencia Espacial Europea (ESA) en 2003. Ahora, la asombrosa serie de imágenes infrarrojas y datos espectroscópicos transmitidos por el telescopio espacial James Webb autorizan a datar en 13.800 millones de años esa explosión de materia hiperconcentrada –conocida como el big bang–, que permitió formar las galaxias y esos famosos agujeros negros que excitan la imaginación de los astrofísicos. Desde que fueron descubiertos, la cultura popular les asignó el papel de misteriosos villanos del espacio. Hace 40 años, el descubrimiento de la materia negra aumentó el enigma porque a los dos fenómenos solo se los conocía en teoría, puesto que nadie había logrado observarlos ni analizarlos.
El telescopio espacial, que continúa remontando el tiempo para acercarse al big bang, realizó un aporte esencial en mayo de 2022 cuando logró fotografiar la sombra de un agujero negro e incluso pudo detectar colisiones de agujeros negros gracias a las deformaciones del espacio que generan esos fenómenos. Einstein había imaginado esas ondas gravitacionales –que nadie pudo ver jamás– y asegurado que el espacio, esencialmente vacío, contenía en realidad una sustancia maleable. A ese puzzle de incertidumbres se agregaron nuevas ideas iconoclastas, como la teoría de cuerdas, según la cual el espacio –que parece tridimensional–, no estaría formado por 4 dimensiones espacio-temporales (3 de espacio y 1 de tiempo), sino por 10, 11 o incluso 26. Sin esas dimensiones adicionales, la teoría colapsa. Ahora se comienza a evocar también la hipótesis de universos paralelos que cohabitan como múltiples pompas de jabón.
La más inaudita de esas perspectivas es la “cara oculta del universo”, descubierta por el astrofísico francés David Elvaz, director de invesla tigaciones del Consejo de Energía Atómica (CEA) que funciona en el marco del polo científico de SaclayParís, ubicado en los suburbios de París. El nuevo telescopio europeo Euclides, lanzado hace 14 meses, permitirá comprobar si en esa dimensión desconocida e invisible funciona el centro operativo que pilotea el movimiento de galaxias, que podría constituir 95% del universo. Numerosos científicos conjeturan que es allí donde se alojan los agujeros y la energía negra, así llamados porque no emiten ninguna luz. Aunque nadie probó su existencia, sin su presencia no se podrían explicar las otras fuerzas que operan en el universo. Los astrónomos suponían hasta ahora que las estrellas y las galaxias surgieron después del big bang. Las nuevas evidencias inducen a pensar que los agujeros negros aparecieron incluso antes que las estrellas: “Eso significaría que nuestra historia pudo haber comenzado con un agujero negro”, conjetura Elvaz. Excitados por la información que transmite el telescopio, los científicos creen que –más temprano que tarde– James Webb terminará por enviar datos e imágenes probando la existencia de ciertas formas de vida en otro planeta. Nadie habla, por ahora, de otras civilizaciones. Pero en círculos científicos insinúan la conveniencia de reanudar los mensajes interestelares para explorar la posibilidad de diálogo con alguna civilización alienígena, como se hacía hace más de medio siglo. Esa idea, impulsada desde los años 1960 –entre otros, por los astrofísicos norteamericanos Carl Sagan y Michael H. Hart, y el ingeniero David Viewing– acaba de ser retomada por el gobierno de Estados Unidos, que decidió estudiar los llamados Fenómenos Aéreos No Identificados (UAP), mientras que el Pentágono creó la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO) para investigar los casos de ovnis, particularmente los que fueron señalados por pilotos militares. El año pasado, el Congreso norteamericano dedicó una audiencia a discutir la posibilidad de contacto con civilizaciones no humanas, sin formular otras precisiones.
Ese cuadro empieza a constituir una respuesta a la paradoja de Fermi, similar al escenario que plantea Liu Cixin en El fin de la muerte. En ese libro, tercer tomo de su trilogía, el autor chino imagina que en ese momento la humanidad quedará confrontada a una opción crucial: lanzarse a la conquista de otros universos o morir en su tierra natal.
Especialista en inteligencia económica y periodista

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Municipios y tasas: el temor a quedar expuestos
Las comunas ya no podrán “esconder” sus impuestos en las tarifas de servicios públicos para garantizarse el cobro de prestaciones que muchas veces retacean
Lamentablemente, y como era de esperar, varios municipios estudian judicializar la resolución de la Secretaría de Comercio que prohíbe incorporar en las boletas de luz y gas el cobro de cargos ajenos a esos servicios. Por ejemplo, las tasas por alumbrado o por mantenimiento de la red de gas que perciben las comunas. Y decimos que lo lamentamos porque esos rechazos e impugnaciones ante la Justicia representan un escollo no solo para la decisión nacional de transparentar las cargas fiscales de las que abusivamente están obligados a hacerse cargo los contribuyentes, sino que se contraponen al régimen de transparencia fiscal al consumidor sancionado por el Congreso Nacional como parte de la Ley Bases.
La primera presentación judicial fue realizada por el intendente de Pilar, Federico Achával (Unión por la Patria). El cuestionado juez Adrián González Charvay dejó sin efecto la resolución de Economía, pero de forma preliminar, acotada solo a esa comuna. González Charvay fundamentó su errónea decisión en resguardos legales que, a su juicio, amparan a los distritos a cargar sus tasas en las boletas de los servicios públicos. Otro tanto hizo el municipio de La Rioja. En ambos casos, el Gobierno rechazó las medidas cautelares, impugnó la legitimidad de las comunas y anunció que, a partir del 11 del mes próximo, sancionará a las empresas privadas que se nieguen a eliminar el cobro de tales tasas e impuestos en las tarifas mencionadas. Las multas podrían ser millonarias.
Desde hace mucho tiempo los contribuyentes ven infladas groseramente las facturas de servicios públicos como consecuencia de la innumerable cantidad de tasas que las comunas abusivamente les incluyen. La clave de esa vil estrategia municipal es clara: los municipios se aseguran así una alta cobrabilidad. De reclamarla por separado, y teniendo en cuenta el escaso servicio que brindan como contraprestación, muchos ciudadanos podrían cuestionar seriamente esos valores incluidos en una boleta de servicio público indispensable. Las más de las veces, se pagan sin analizar ni cuestionar. Esa situación los hace hoy presa fácil de intendentes inescrupulosos que, a pesar de garantizarse los cobros, invierten poco o nada en brindar la atención que merecen los ciudadanos.
El Régimen de Transparencia Fiscal al Consumidor ha sido impulsado fuertemente por la ONG Lógica, dedicada a generar una conciencia fiscal hoy ausente en muchos sectores y niveles de la sociedad. Entre otras cuestiones, se ha propuesto también visibilizar en los tickets de compra, además del IVA, la discriminación de otros impuestos indirectos nacionales que incidan en los precios de los productos.
En el ámbito municipal, la suba de tasas, más el aumento de las existentes (ecotasas, tasas viales, etcétera), evidencia dónde se ha descontrolado más la voracidad fiscal. En ese punto, resulta más que evidente el temor de muchos intendentes frente a la resolución que prohíbe cobrarlas en las boletas de servicios públicos. El hecho de que resulte evidente no hace más que confirmar el verdadero trasfondo de la queja: que nada impida garantizarse el cobro derivado de la brutal voracidad fiscal que intentan que siga escondida en servicios públicos esenciales que los ciudadanos no pueden dejar de pagar.
Hubo una condición para que la Argentina llegara a ser el país más gravoso del mundo a través de sus 155 tributos: un régimen que ocultó sistemáticamente los impuestos, con prohibiciones vergonzosas como la que desde 1973 regía para que no se muestre el IVA a los consumidores finales, tornando invisibles para el ciudadano algunos tributos a lo largo de la cadena productiva. Pero este ocultamiento llegó a su fin con la sanción de la ley de medidas fiscales paliativas y relevantes que aprobó el régimen de transparencia fiscal al consumidor. Incluso hubo supermercados que, en los últimos tiempos, empezaron a alertar a sus clientes sobre las tasas municipales que soportan, tanto mediante su exposición en los tickets como en carteles ubicados en los accesos.
Tras el pronunciamiento judicial respecto del reclamo de Pilar, ahora son varios los intendentes bonaerenses que presentarían un escrito unificado, con el aval de la Defensoría del Pueblo distrital.
Resulta sintomático que algunos alcaldes hayan puesto el grito en el cielo frente a la referida prohibición. Sucede que tener que extraer de los servicios públicos las tasas municipales los obligará a procurarse esos ingresos de manera directa y enfrentarse a que la ciudadanía les reclame de la misma forma por servicios que cobran y muchas veces no se dan o se dan de manera defectuosa. El colmo de la hipocresía lo protagonizó el intendente de Ezeiza, Gastón Granados, quien en diálogo con la prensa sostuvo que en su distrito hay 38.000 luminarias que, con la resolución del ministro Luis Caputo, tendrían que ser apagadas. “El gobierno nacional va a ser responsable del aumento de la inseguridad y va a afectar al vecino en forma directa”, dijo. Dos cuestiones para comentar respecto de esa aseveración: primero, el reconocimiento de la inseguridad que ya mismo afecta al vecino por más que la comuna recauda en forma indirecta. Y, segundo, ¿qué le impide a Granados, como al resto de los críticos de la medida nacional, facturarles la iluminación del distrito de manera directa a los habitantes de la comuna? Sin dudas, el mayor problema es tener que poner la cara por lo que se cobra y no se brinda.

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Un país unido por la lectura
El 28 de mayo último, en el marco del Consejo Federal de Educación, se firmó el Compromiso Federal por la Alfabetización, suscripto por los 24 distritos del país. La Argentina asumió así la responsabilidad de trabajar de manera articulada y sostenida para garantizar que todos los niños puedan leer y escribir según lo que se espera para su edad. La urgencia de esta misión se hace evidente: un alarmante 46% de los estudiantes de tercer grado no comprenden lo que leen, según han dado cuenta diversas pruebas.
En este contexto, la Fundación Leer renueva, una vez más, su compromiso con la alfabetización en todo el país. Por medio de convenios de cooperación firmados con los ministerios de Educación de Chubut, Jujuy, Tucumán, Córdoba y Mendoza, está llevando a cabo un trabajo colaborativo con cada provincia. En ese sentido, la tradicional Maratón Nacional de Lectura, que celebra hoy su 22ª edición, cobra nueva relevancia al ser incluida en los calendarios escolares de diversas jurisdicciones.
La maratón, que ya cuenta con la participación de más de 4,5 millones de chicos y adultos en 15.000 instituciones, lleva este año el lema “Entre risas, carcajadas e ironías. Cuando el humor irrumpe en la literatura”, temática que no solo invita a disfrutar de la lectura, sino que también busca despertar la creatividad.
Como parte de la celebración, se han sumado reconocidos escritores e ilustradores de literatura infantil, como Chanti, Mauro Solatz, Gabriela Burin e Istvansch, entre otros.
La Fundación Leer pone a disposición de todos los participantes, además, una biblioteca digital: la plataforma gratuita Desafío Leer. El Club será el espacio donde acceder a más de 250 clásicos y textos contemporáneos, así como a un “especial” de humor y literatura.
Crear el futuro requiere imaginación. La creatividad proporciona las respuestas que la realidad demanda para transformar el mundo en un lugar mejor. El humor despierta la creatividad y nos ofrece sonrisas sutiles ante los desafíos que la vida nos presenta. Con esta nueva edición de la maratón nacional, la Fundación Leer logra expandir la magia de la lectura a innumerables rincones del país.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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