domingo, 29 de septiembre de 2024

DE NO CREER Y AL MARGEN


¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No, es Milei!
CARLOS M.REYMUNDO ROBERTS
De “¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No, es Superman!”, a “¿Es un genio? ¿Es un loco? ¡No, es Milei!”. Así estamos los argentinos: todavía intentando desentrañar a nuestro Presi. Y podríamos seguir con las preguntas: ¿es un estadista, un profeta, un marciano, un kamikaze, un hombre de las tinieblas? Como que su fulgurante aparición –de la inexistencia a la presidencia– nos tiene desconcertados. Él viaja y viaja (en kilómetros, ya dio seis vueltas al mundo), y en todos lados pasa lo mismo: se sorprenden, les divierte, a algunos los maravilla y otros no saben si habla en serio. Welcome! Intentaré acá develar la gran incógnita: si es un pájaro o un avión.
Esta semana habló en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, y no lo escucharon 40 empleados del organismo haciéndose pasar por público, como suele ocurrir cuando le toca el turno al presidente de un país marginal, sino 60. El tipo atrae, de eso no hay duda. Al promediar el discurso quedaban cinco. Obvio: le dedicó severísimas parrafadas a la ONU, a la que calificó de socialista, perversa, inservible y casta (lo de casta lo agregué yo, pero la ONU se lo merece). Fustigó también el Pacto del Futuro, un programa de desarrollo que acababa de ser aprobado por amplio consenso. Javi, siempre disruptivo, se alineó así con Rusia, Nicaragua, Irán, Siria y Corea del Norte, unas monaditas, y se desalineó del Occidente democrático; ni Cristina se hubiese animado a tanto. A cambio propuso una Agenda de la Libertad; es decir, quiere exportar –ahora que se cae el precio de la soja– su plan anarcocapitalista. Dramático: se rajaron los últimos cinco empleados de la ONU.
El Presi sí cosechó grandes aplausos en la Bolsa de Nueva York. No dijo nada importante o novedoso y tampoco dio precisiones sobre el rumbo económico, que era lo que esperaban los operadores. Pero al terminar, para el célebre toque de campana que marca el comienzo de la rueda puso cara de loco, de muy loco, y fue allí cuando surgió la ovación. Si no hay pan, que no falte el circo. Se reunió con Elon Musk, su magnate de cabecera, único empresario al que le dispensó unos minutos. Creo que este año ya se juntaron cuatro o cinco veces; o Elon se está por comprar media Argentina, o Javi tiene asegurado un puestito en Tesla.
Nuestro corresponsal, Rafael Mathus Ruiz, contó que en la Bolsa parloteó 40 minutos, pero se negó a responder preguntas; al Consejo de las Américas, cita obligada para los presidentes de la región, se negó a ir, y también se negó a dar entrevistas. ¡Ese es mi pollo! Un distinto. ¿Balance del paso por Manhattan? Extraordinario: Santiago Oría, el cineasta que lo acompaña a sol y sombra, grabó material para 1500 posteos.
Alberto se gestionaba sus propios videos y, convengamos, le salían entretenidos.
Al volver del viaje, lo primero que hizo fue correrse a Córdoba, otra vez víctima de feroces incendios. Bien: mostró compasión y reflejos. Lástima eso de echarles la culpa a perversos militantes kirchneristas, versión rápidamente desmentida por el gobierno cordobés. Y lástima que se calzó una campera de combate, cuando solo recorrió la zona en helicóptero. Nadie le avisó que las llamas no eran tan altas.
¿Estamos ante un genio? Desde que asumió y mandó a Patricia Bullrich a encarar el drama de la violencia narco en Rosario, las muertes cayeron un 65%; en agosto hubo dos, contra 24 de agosto del año pasado. ¿O ante un desalmado? La recesión causa estragos, no solo en las encuestas: según el Indec, en el primer semestre la pobreza alcanzó al 53% de la población, la cifra más alta en 20 años. Por Dios, no es una cifra: es una tragedia; pasamos de “no hay plata” a “no hay comida”. Estadista: a partir de la Ley Bases, la revolución energética está en marcha, Vaca Muerta es un estallido de producción y por primera vez en 19 años dejamos de importar gas de Bolivia, un ahorro anual de 900 millones de dólares. Mago: logró lo que parecía imposible, flexibilizar el mercado laboral y sacarles poder a los sindicatos, cuya mayor reacción fue ir a lamentarse con el Papa, es decir, a llorar a la iglesia. Dicho sea de paso, Francisco fue más duro con Milei que con todos los presidentes anteriores juntos; tiene razón: cómo va a enterarse por los diarios de que están llegando las Fuerzas del Cielo. Iluminado: el RIGI promete tantas inversiones que hasta Kichi, un marxistón que ve un empresario y sale corriendo, se lo intenta copiar en la provincia de Buenos Aires; un RIGI con las narices tapadas y golpeándose el pecho, porque el destino se empeña es hacerles la vida imposible a los hijos de Cristina. Profeta: anunció la dolarización, el cierre del Banco Central y el levantamiento del cepo, medidas ya en vigencia y que el periodismo ensobrado y empautado se niega a publicar.
¿Pájaro? ¿Avión? A pura complicidad con Su Giménez en el mítico balcón: es Gardel.
En la Bolsa de Nueva York puso cara de loco, de muy loco, y ahí sí se ganó una ovación

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La hora de los que se las saben todas
Héctor M. Guyot
Los que solo tienen certezas no escuchan. No necesitan a los demás. En algún momento de sus vidas, vaya a saber uno cuándo y por qué, se han aferrado a una convicción totalizadora a través de la cual leen el mundo y lo explican todo. Como no la sueltan, carecen de la disposición para abrirse a la palabra del otro. Fundamentalistas, saltan cuando alguna opinión ajena contradice su dogma y ahí mismo ponen en su sitio al hereje. Están siempre en guardia, y sus ataques son en realidad reacciones defensivas. Si una idea ajena a su credo lograra filtrarse por alguna fisura de su blindado entendimiento, la duda, ese enemigo mortal, podría causar la súbita caída de todo el edificio, dejando al fanático expuesto a la intemperie de la libertad. ¡Vade retro!
Los que solo tienen certezas dividen. Son ellos contra el mundo, que vive equivocado. No conciben que se puedan mirar las cosas desde más de una perspectiva. La única válida es la suya, que adquiere la estatura de una verdad objetiva e irrefutable. Aquellos que no adhieren a ella solo pueden ser esclavos voluntarios de la ignorancia o estar inspirados por los móviles más abyectos. Unos y otros son despreciados por el dueño de la verdad. Y por supuesto, como potenciales agentes de la duda, son enemigos declarados. Ante ellos, no hay otra alternativa que la lucha.
Los que solo tienen certezas son violentos. Lo suyo es la política de la cancelación, borrar de la escena a los que no comulgan con lo que su biblia dice, dado que impiden que la buena nueva se extienda. La ira está justificada contra aquellos que obturan el advenimiento del Paraíso en la Tierra. Se acalla la voz ajena porque la propia aspira a ocupar todo el espacio. Al que piensa distinto se le niega el derecho de expresarse. Y si lo hace, a la carga con él. Una pulsión que está en el germen del totalitarismo.
Los que solo tienen certezas viven en su propia película. Anclados en su verdad inmutable, han cerrado los ojos a la complejidad siempre cambiante de la realidad. Todo aparece desfigurado por la lente reductora de sus creencias. No hay espacio para los matices. Un matiz es una falla de apreciación a través de la cual el diablo busca meter la cola, y ceder a esa debilidad se pagaría caro. Así, la realidad se esfuma, como desdibujada detrás de un vidrio empañado por el dogma, y el fanático, en lucha constante contra los infieles, empieza a ver conspiraciones por todos lados.
Los que solo tienen certezas son soberbios. Incapaces de abandonarse al diálogo, solo abren la boca para dar lecciones. Como la tienen clara, siempre están por encima de quienes todavía se resisten a ver la luz. Aunque la pérdida del sentido lógico que supone reemplazar la razón por el dogma los lleve a contradicciones flagrantes, su inteligencia esclarecida les permite trazar diagnósticos definitivos. Sin embargo, la fe los lleva al terreno de la admonición y la profecía, géneros literarios a los que se entregan con el ego elevado en el púlpito de una autoasumida superioridad.
Los que solo tienen certezas ejercen atracción. Y prosperan en un tiempo confuso como el nuestro, en el que los presupuestos que nos sostenían, como el progreso o la movilidad ascendente, se han desvanecido en el aire. Mejor todavía les va a aquellos profetas que acoplan su voz a la ira de multitudes que, impotentes, descargan a través de ellos su frustración por las promesas no cumplidas de democracias asediadas por la corrupción y la desigualdad.
Lo anterior podría ser una suerte de perfil al paso del populista modelo siglo XXI. Pensaba en líderes de uno u otro signo político que, llamados por el voto a enderezar democracias degradadas, no han hecho otra cosa que profundizar el deterioro previo. Al calor de las redes sociales, cuya dinámica extremó las polarizaciones, estos líderes han acelerado la descomposición de la política justo cuando más se la necesita. Sin ella en su mejor versión, será difícil conferir un sentido colectivo a la incertidumbre y el caos que impera en el mundo.
Al escribir se me impuso, confieso, el discurso de nuestro presidente en las Naciones Unidas. Allí Javier Milei disparó contra el multilateralismo y apuntó a darle escala planetaria a la grieta libertaria. Su guerra santa contra “el socialismo” llevó al país a votar junto a una minoría en la que destacan Corea del Norte, Venezuela, Nicaragua y Rusia. Una cosa es descreer de la efectividad de las políticas de la ONU y otra, muy distinta, abjurar de sus objetivos y verla como un “leviatán de múltiples tentáculos” que atenta contra la libertad.
También pensaba en Cristina Kirchner. Le caben, creo, muchas de las características de mi incompleta descripción. Que cada lector le asigne a Milei las que, a su entender, le corresponden. En tren de asignar, lo que les adjudicaría a la expresidenta y al kirchnerismo, así como a los gobiernos peronistas previos, es la responsabilidad mayor por una pobreza de escándalo que afecta a más de la mitad de los argentinos. Pero a no desesperar: por más mal que estemos, y más allá de nuestra tendencia a reincidir, nunca es tarde para aprender a desconfiar de los que se las saben todas.
Los que solo tienen certezas dividen. La única mirada válida es la suya, que adquiere la estatura de una verdad objetiva e irrefutable. Los que la contradicen son despreciados

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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