domingo, 29 de septiembre de 2024

REFLEXIONES POR EL DÍA MUNDIAL DE LAS NOTICIA


Los desafíos del periodismo en el exilio en Cuba, Nicaragua y Venezuela
Carlos Chamorro El autor es director de www.confidencial.com.ni. Premio María Moors Cabot (Universidad de Columbia)
Un centro de espionaje ruso opera en una base militar del Ejército en Managua; destituyen al jefe de escolta de Daniel Ortega; ministra del Mefcca cayó por corrupción en programas millonarios; zozobra y silencio de trabajadores públicos tras anuncio de “reestructuración” estatal; Rosario Murillo ordena la caída del jefe de la “Inteligencia Política” del Ejército.
Estos son los titulares de algunas de las principales investigaciones periodísticas que en las últimas semanas hemos publicado en Confidencial.digital, el medio de comunicación independiente que fundé hace 28 años en Nicaragua y que ahora dirijo desde el exilio en Costa Rica. Nuestra redacción fue asaltada dos veces por la policía, sin orden judicial, después que en 2018 estallara una ola de protestas sociales que desató una violenta represión contra los derechos humanos. En 2021, el medio de comunicación fue ilegalmente confiscado por la dictadura de Daniel Ortega.
Todos nuestros periodistas se vieron obligados a salir al exilio para seguir haciendo periodismo en libertad, y nuestras fuentes informativas independientes se encuentran perseguidas y amenazadas. Sin embargo, las noticias que seguimos publicando sobre la corrupción pública, las pugnas en el interior del régimen, las purgas de altos funcionarios, el éxodo masivo de casi el 10% de la población y la utilización de Nicaragua como trampolín para la exportación ilegal de migrantes a Estados Unidos son historias de las que nadie se entera en la prensa oficial.
Nuestras audiencias, dentro y fuera de Nicaragua, opositoras o partidarias del régimen, tienen una alternativa de información al margen de la censura, que también les ofrece periodismo de calidad a las audiencias internacionales.
Detrás de cada una de estas investigaciones está el talento de jóvenes periodistas que no se someten a la censura y la autocensura y, sobre todo, la confianza que mantienen las fuentes informativas, entre ellas los servidores públicos –civiles y militares– en la prensa en el exilio.
La historia se repite en Cuba y en Venezuela. El periodismo independiente que se ejerce desde el exilio representa un espejo de los nubarrones que amenazan a la prensa en América Latina, y también es un ejemplo de resistencia del buen periodismo. Ahí donde ha colapsado el Estado de Derecho, y donde la sociedad civil también está bajo acoso o al borde de su extinción, la única defensa de la prensa independiente radica en su propia credibilidad.
En estos tres países, las dictaduras han criminalizado la libertad de prensa y la libertad de expresión, al extremo de que los periodistas no pueden identificarse como tales y deben omitir las firmas de sus notas para evitar ser detenidos. En Nicaragua, el periodista Víctor Ticay estuvo 17 meses preso, condenado por el presunto delito de “conspiración” por haber transmitido las imágenes de una procesión religiosa en su cuenta de Facebook. En Cuba y en Venezuela, hay decenas de periodistas presos, acusados de “terrorismo” o “incitación al odio” por informar sobre las protestas sociales o el fraude electoral y por opinar en sus redes sociales.
Censura directa e indirecta
Mientras, el Estado ejerce distintas formas de censura directa e indirecta, incluyendo el bloqueo de internet para impedir el acceso a los medios independientes. A pesar de estas restricciones extremas, la prensa independiente sobrevive a través de un ecosistema que tiene como soporte el periodismo en el exilio.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) concedió este año el Gran Premio a la Libertad de Prensa 2024, su más alta distinción, al Periodismo en el Exilio “en homenaje
a colegas y medios de comunicación latinoamericanos que de manera creciente son forzados a desplazarse o a emigrar debido a la violencia, las amenazas y la persecución de grupos criminales, funcionarios corruptos y gobiernos autoritarios”.
La SIP ha documentado un aumento creciente en el número de periodistas exiliados, “principalmente de países como Nicaragua, Venezuela, Guatemala, Cuba, Ecuador, y de desplazados internamente en México y Colombia. El fenómeno también incluye a las redacciones de Cuba, Nicaragua y Venezuela, algunas de los cuales tienen sus operaciones en el exterior debido a que son víctimas de persecución sistemática”.
Los desafíos para seguir haciendo periodismo en el exilio son monumentales. El más urgente es brindarles seguridad a periodistas y colaboradores, que se encuentran bajo riesgo, y a las fuentes informativas, que se comunican a través de canales seguros. El más complejo es lograr la sostenibilidad económica de las redacciones en el exilio.
Mi colega Luz Mely Reyes, directora de Efecto Cocuyo, de Venezuela, aboga por identificar “países de acogida que brinden una protección especial” a los periodistas exiliados para que puedan continuar haciendo su trabajo, mientras que Carlos Manuel Álvarez, director de El Estornudo, de Cuba, propone la creación de nuevas “redes de apoyo” y formas de financiamiento internacional para la prensa en el exilio, que “dejó de ser algo transitorio”.
En efecto, bajo el Estado policial de los regímenes autoritarios la prensa en el exilio es ahora una condición permanente. La embestida de las dictaduras contra la prensa también plantea un desafío a la comunidad internacional: es imperativo preservar la última reserva de todas las libertades.

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El tiempo y la veracidad, bienes preciosos
Marcelo Rech El autor es presidente ejecutivo de la Asociación de Periódicos Brasileños
¿ Alguna vez has reflexionado sobre por qué prestás atención al contenido, ya sea periodístico o de entretenimiento? ¿Qué te llama la atención? ¿Qué lo desvía? ¿Cuándo te conectás y desconectás del contenido? ¿Y por qué?
Todas estas preguntas están relacionadas con uno de los bienes más preciados de nuestra era: el tiempo. La tecnología puede avanzar sin límites, con inteligencia artificial, 5G, 8K o 1000 megas de internet, pero todo choca con una simple e inmutable realidad de la vida: las 24 horas del día no son elásticas, al menos sin comprometer la salud. Entonces, es mejor que este preciado bien se gaste en algo que tenga sentido en tu vida y la transforme positivamente, así como a la sociedad en general.
Este tipo de reflexiones se han vuelto cruciales para el modo de vida que tendremos a partir de ahora. No es solo la separación entre verdad y mentira, realidad y fantasía, lo que definirá el resto de nuestro siglo, sino lo que significan en términos prácticos en nuestras vidas: la elección entre democracias versus autocracias, populismo versus sinceridad, estabilidad versus discordia social.

La prensa no es la solución a todos los dilemas de nuestros tiempos, pero intentemos imaginar un mundo sin ella. ¿Quién depuraría entre hechos y rumores? ¿Cómo se puede confiar en algo o en alguna institución si no existe un certificado de credibilidad que confiera una cobertura periodística seria e independiente? ¿Quién informaría sobre la aparición de una nueva estafa cibernética en la que las personas pierden sus ahorros? ¿Quién investigaría la corrupción y otros delitos cuando las agencias gubernamentales son lentas o negligentes? ¿Quién abordaría los males de las grandes tecnologías y los riesgos que las redes sociales plantean para la estabilidad emocional, política y económica? Finalmente, ¿quién expondría el poder de los corruptos y autócratas y las amenazas a las democracias?
Cómo utilizar adecuadamente el tiempo a la hora de obtener información debería ser una pregunta que nos hagamos constantemente, ya sea para no caer en la trampa de interactuar con plataformas tecnológicas o para no desperdiciar nuestra curiosidad con montañas de inutilidades y futilidades.
Los productores de periodismo independiente no están ajenos a los problemas, empezando por la sostenibilidad de la actividad. Con algunas excepciones, la gran mayoría de los vehículos sobrevive con un modelo de negocio que adolece de la asimetría regulatoria de las plataformas tecnológicas. Al basarse en la confianza, ningún vehículo sobrevive renunciando a la ética o haciendo elásticos sus conceptos de veracidad y responsabilidad en la difusión de contenidos, como lo hacen las grandes tecnológicas.
De manera sintética, se puede hacer una analogía entre el fenómeno de las grandes tecnologías y el calentamiento global. En sus modelos de negocios, las grandes plataformas producen como efecto colateral una contaminación social que amenaza la salud mental y la estabilidad del planeta. Por lo tanto, es justo que estas plataformas paguen una tarifa de apoyo al periodismo profesional, lo que limpia gran parte de esta contaminación social. La lógica es simple: quien ensucia el ecosistema debe pagar al menos una parte a quien lo limpia.
Esta podría ser la mayor contribución de las big tech al futuro del planeta: impedir, mediante la financiación de un periodismo diverso, sólido e independiente, que la humanidad siga marchando hacia el abismo y unirnos tras creencias, charlatanes y estafadores diversos que supieron aprovechar las lagunas abiertas por el mundo de los algoritmos.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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